Partida Rol por web

El cetrero te saluda afanosamente y sonríe al escuchar tus halagos. -Sois muy amable, señor, más aún viniendo de alguien de vuestro clan, cuyos halcones son famosos por rivalizar con los nuestros.- un halago tan acertado como exagerado.

-Me temo que no tuve ocasión de aprender del maestro Kennichi, ya que yo provengo de otra escuela. Ninguno de sus alumnos estaba lo bastante formado para sustituirle y mi maestro de la escuela Yami no Doki ("Milano de la Oscuridad") me ha enviado orgulloso a trabajar para el señor Doji.-

-¿Fue el Daimyo de los Doji quien reclamó a un cetrero de vuestra escuela u os ofrecisteis al enteraros de la muerte de Kennichi? Y por cierto, ¿qué le ocurrió a vuestro predecesor? Ya no era un muchacho, pero tampoco era un anciano.- ya con la sensación de estar errando de persona, hace un último intento mientras sigue especulando sobre el anterior cetrero y hace preguntas más directas.

-No tengo inconveniente-asiente Hiroshi con un breve cabeceo de confirmación y disponiéndose a entrar primero a casa del monje. No porque quiera indicar que tiene mayor categoría que su protegida, sino por mera estrategia defensiva dada su condición temporal de guardaespaldas-. He conocido otros muchos samurai, incluso veteranos guerreros, que tampoco quieren entrar solos a casas de geishas.

Kiku asiente y entráis en la casa. Hay poca luz, ya que tan solo una vela lo ilumina todo. Al mirar a tu alrededor observas que no hay adornos religiosos ni un lugar donde sentarse a rezar ni signos de estar habitado. Claramente, esta casa no es apenas utilizada por los monjes y no hay ningún venerable confesor a la vista.

Con la lógica sospecha de que esto pudiera ser algún tipo de celada, te vuelves a Kiku para pedirle que salga mientras la proteges... pero la descubres terminando de cerrar la puerta y volviéndose hacia tí. Sus labios sonríen y tiemblan a la vez que se te acerca dos pasos, hasta que apenas os separa un peligroso par de pulgadas. Ella te mira a los ojos.

-Hiroshi-san...- murmura con timidez -Siento haberos engañado... yo...- e intenta tomar tu mano entre las suyas.

-Oh, yo no podría ofrecerme a mí mismo, sería terriblemente inmodesto. Por supuesto, Hoturi-sama solicitó un cetrero a mi maestro y mi maestro me envió a mí. Sólo espero estar a la altura.- confirma tu interlocutor.

A tu segunda pregunta responde:

-Al parecer, pues yo tan solo lo escuché por terceros, murió de repente, mientras dormía. Quizá alguna enfermedad profndamente oculta se lo llevó, o quizá un mal viento. Su médico confirmó que era una muerte natural.-

Aunque las circustancias de la muerte del anterior cetrero podrían levantar suspicacias en alguien más desconfiado, Takuro descarta a este sirviente como sospechoso. Redirigiendo la conversación, le formula preguntas sobre la caza con aves y elogia el buen hacer con el que parece que cuidan a sus rapaces. Luego se despide de él y se dirige a donde trabaja el otro sirviente de reciente incorporación, una mujer esta vez.

Antes de hablar con ella, la observa desde la distancia, siguiendo sus movimientos mientras trabaja. Se deja ver a propósito, para que la mujer sepa que está ahí, y su expresión seria aleja cualquier sospecha de un posible interés carnal.

Takuro intenta concentrarse en las reacciones de la mujer porque su mente comienza a preguntase cual será su siguiente paso si sus sospechas sobre el servicio eran infundadas.

La mujer se dedica a sus tareas, concretamente a almacenar una remesa de jabones que ha llegado en ese momento. Cuando se da cuenta de tu presencia, se gira y se arrodilla.

-¿Puedo hacer algo por usted, Escorpión-sama?-

Pasas discretamente junto a la habitación de Yasuki Shigeru aprovechando un momento de despiste de su guardia personal. Luego, charlas con él mientras tu otro oído presta atención a lo que ocurre ahí dentro.

¡Vaya, vaya! Sólo hay dos voces. Yasuki Shigeru y ¡Toritaka Naomi! Desde luego es muy impropio si es que están solos. ¡Y con la puerta cerrada! ¡Y susurrando! Realmente sería escandaloso de no ser porque sería terriblemente deshonroso por tu parte revelarlo sin pruebas... incluso con ellas.