Partida Rol por web

El enorme druida no dejaba escapar detalle de la actitud que profesaba el lagarto trueno. Aunque desconfiado, el reptil se mantenía expectante ante las acciones del tauren. 

Koren cogió aliento y , mientras dejaba que el aire saliese lentamente , volvió a mostrar una posición  pasiva y tranquila.

- Tranquilo..muchacho...tranquilo....- susurró a la mole de cuatro patas.

En la mente del tauren se dibujaban las lecciones de comunión con el entorno, de como con tus actos se conseguía que animales salvajes accediesen a tratar con uno. Mas el enorme lagarto permanecía intranquilo y ,el joven tauren era incapaz de que confiase en el.

No dudó de ella, y la siguió a pies juntillas.

Ya un poco alejadas de aquello preguntó: ¿Qué es la poción esa? Demostraba una curiosidad inocente, que igual, podría ser interpretada de muchas maneras, pero que igual, era una bobada.

Cuando Elawen examina el arma con más detenimiento descubre que el arma es reparable. La sal ha corroído casi todo el mango, dejándolo extremadamente frágil, pero intuye que con una barra de veraplata puede restaurar la empuñadura.

                Pocas personas tienen acceso al preciado material, pero estando en Lunargenta la elfa de sangre Elawen supo a quién contactar. Se hizo de la barra, aunque aquello le costó el escudo con la insignia de la horda, a Elawen le costó dejar aquel precioso escudo, pero aceptó el trato por tratarse de un material tan extraño.

                El refuerzo fue tan perfecto que pocos conocedores en armas podrían afirmar que había sido restaurada. Al empuñar el arma Inomagata sintió una ligereza en ella que no había sentido antes, sabía del potencial de su prima en la herrería, pero aún no se le había ocurrido que el talento de su prima llegara a ser legendario.

Súbitamente todos los lagartos de trueno lanzan un alarido estremecedor. El suelo vibra por un momento. Sólo los instruidos en el camino de la naturaleza y elementos entienden esa señal: las bestias están luchando por su vida, unas pocas de ellas logran mitigar el efecto del veneno que le han puesto en las aguas.

Koren aprovecha esta situación y se lanza contra el animal para curarlo de una vez.

La bestia con la que Kalthar pelea cobra unos momentos de lucidez, mira al orco detenidamente y adopta una posición más relajada ¡al parecer el lagarto lo ha reconocido!

 Entre todos los goblins encuentran unos cueros viejos en los cuales es posible envolver la pólvora, inclusive logran amarrar aquello con gran habilidad.

Conforme nadan hacia trinquete se despiden del silencio sepultar del fuerte humano. Desde el naufragio la suerte no ha parado de sonreírle a Gazapito, al menos para unos pocos esos días no han sido trágicos.

Regresando a trinquete, Gazapito echa un vistazo a la guardia de sus camaradas, todo en orden. Decide pegar un rato el ojo a la almohada, sabe que no será por mucho tiempo, cuando regresa ya es de madrugada.

Pocas horas después, se ve al Goiblin prender un poco de pólvora en la plaza pública, está llamando a su presa.

- Prima, siento lo de tu escudo. Comenta con pena, pero haciendo gala de el regalo que le acababa de hacer. Tenemos que conseguirte uno. Terminando con una energía renovada, que no solo lo dice como comentario educado, sino como empeño a realizar. - O ¿Cómo podemos recuperarlo? ¿Te lo guardan a modo de empeño?

¡Por fin! Encontraron unos cueros que podían servir y salieron de allí. Recorrer el trayecto de vuelta fue una sensación encontrada. Por un lado habían conseguido la pólvora y estaba más cerca de encontrarse con Gazlowe. Por otro la sensación de aventura se había difuminado.

Una vez en el pueblo comprobó que todo estaba en orden y se fue a descansar. 

Los ojos del tauren observaron pacientemente en busca de alguna señal que le  indicase que el enorme animal  le permitiese acercase mas. Un bramido  gutural del  lagarto, alertó al joven tauren, que asimilo tal  bramido como la señal esperada.

Con cierto tino, se acercó raudo  , con el ungüento preparado y dispuesto.  Mas el lagarto parecía ser mas consciente  de su enfermedad, dejándose tratar por  Koren. 

Aunque era bastante sencillo la aplicación de la medicina, Koren, trató de buscar un buen lugar sobre el  lomo del lagarto para  evitarle mas daño.  Aunque  realizó la punción varias veces, aun tardó un buen rato en  que el ungüento llegase al torrente sangüineo.

- Vamos,muchacho, ...calma y paciencia.- susurró el tauren a medida que  frotaba el lomo del reptil en un intento de tranquilizarlo.

La venta del escudo conmueve a Inomagata, le promete a su prima conseguir un bello regalo para ella.

Aunque el escudo fue un regalo, sabe que Drok lo entendería, esa barra era una oportunidad fugaz.

Una vez en la plaza pública Gazapito espera llamar la atención de Gazlowe. A los pocos minutos de encender la pólvora se le acerca un goblin adulto vestido de cuero, deja caer su cigarrillo y dice

—Es una lástima desperdiciar esa buena pólvora en un acto sin sentido, por su olor no cabe duda que tú no eres su dueño original —Las facciones de su cara se relajan, con una sonrisa enarcada continúa diciendo a Gazapito— Quisiera esa pólvora chico, dime ¿a ti te gusta hacer explorar cosas?

El lagarto se encuentra completamente tranquilo, de haber estado el Tauren en frente y no sobre su lomo le hubiera lamido. El dolor ha desaparecido completamente, en cuanto el ungüento cobra efecto la bestia cae en un profundo sueño.

Koren ha logrado inmovilizar a una bestia, sabe que aún se encuentran las suficientes en pie como seguir causando revuelo, por lo que tendría que seguir en la tarea, pero a la vez sabe que es necesario encontrar la fuente de donde las bestias se han contaminado.

Mientras intentaba acercarme a la bestia para sanarla todas lanzaron un aullido que me heló la sangre. Por el rabillo del ojo vi como la partida de caza al completo se disponia a atacar, pero alcé la mano, entendiendo el aullido. 

- No ataqueis! Estan sufriendo! - Les dije. al volver a mirar a la bestia esta aprecio reconcoerme y me dejó acercarme. Tenia que aprobechar. Me permitió inocularle con el remedio dos veces. No hicieron falta mas. 

A pesar de que el escudo era para mí más que un elemento de protección sino una insignia de valor, sabía que era lo mejor y no tendría reproches por ello.

Luego de un arduo trabajo y un poco de pesar por lo del escudo, había terminado mi trabajo, no era lo más épico del mundo pero lo había hecho con mucho amor y esfuerzo.

De repente me saca de mi intimidad entre trabajo y realidad la pregunta de Ino -¿Te refieres a lo que me han entregado?- lo saco de mi bolsa para mostrarle, - es una pócima con una carga, te da el coraje necesario para cuando tengas problemas, lo bastante serios como para usarla-

-Por cierto, no te preocupes por lo del escudo, de igual forma lo que vale es el reconocimiento y el que haya podido ser ayuda para ti- sonrío a Ino demostrando que no hay problema, -Además soy más de luchar con dos armas, así que el escudo me entorpecería un poco el combate- le guiño un ojo cuando termino.

Ino, cuando le muestra todo aquello, le da un fuerte y "cariñozo" abrazo que en ese momento le hubiera gustado tener el escudo para no sentir como crujían las costillas. No solo era una muestra de brusca alegría, sino de cariño y empatía.

- Para mi ya eres valiente por sacrificar algo importante para ti, por ayudarme. Y No sabes lo importante que eres. Eres la única familiar que me queda, a parte de mi madre.

La treta parecía haber dado resultado, sólo faltaba asegurarse de que era Gazlowe. 

Casi tanto como el dinero respondió a la pregunta del goblin Me ha resultado bien complicado conseguirla y es para un trabajo especial. Pero, quizás, si eres la persona adecuada, puedas quedártela. ¿dime, como te llamas? 

Kalthar impresiona a los orcos que le acompañan, después de aplicar el ungüento la bestia se ha calmado completamente. Pocos de ellos confiaban que aquel método iba a surtir efecto alguno en una bestia tan grande, pero habían aceptado que se intentara con tal de no crear tensión con los vecinos tauren.

Unos orcos le piden ungüento, convencidos que es posible salvar a los lagartos de trueno, otros no quedan convencidos y siguen con la caza.

Tal vez si se salvan los suficientes en la zona no se extinga la especie.

El general Viridiel recuerda a Elawen que la poción debe de ser usada como último recurso, las despide y ordena a sus hombres adoptar la formación adecuada.

Todos los preparativos se encuentran listos, las elfas de sangre se incorporan en la primera fila de caravana mágica, dejando al costado de cada cámara mágica un soldado. Sólo hasta delante y hasta atrás se encuentran dos tropas en vez de solo una. La misión ha sido confiada a aquel grupo de 12 tropas, todos soldados de élite, apenas suficientes para proteger los cuatro arcones mágicos que transportan.

Aquel pequeño grupo sabía el posible peligro de transportar los arcones, los cuales por sí solos ya contaban con un gran valor, sino que además a ello se le sumaban los objetos mágicos que se encontraban en su interior. Elawen, como Inomagata, esperaban inminentemente el ataque de demonios o creaturas poseídas por magia fel, después de todo aquellos demonios poseían la capacidad de oler en el aire el poder de la magia.

Conforme la ciudad de Lunargenta se alejaba, los estragos de la plaga se hacían cada vez más visibles. Pilas de cadáveres, putrefacción, árboles caídos, edificios casi reducidos a cenizas, todo aquello recordaba a los elfos de sangre la entrada del Rey Exánime hace ya unos años. Pero ante todo no podían perdonar la destrucción de su fuente sagrada, abastecedora de maná para todo el pueblo.  Aquella falta de energía había enloquecido a unos cuantos, recurriendo a la misma peste para suplir su necesidad de magia.  

Gazlowe se pone otro cigarrillo en la boca

—Yo soy el goblin que necesitas chico, no hay nada que no sepa hacer, ¿Qué te trae por mis tierras?

No hay duda, aquel goblin es el dueño de trinquete, el tan reconocido Gazlowe.

Veia que algunos de los guerreros que me acompañaban querian seguir mi ejemplo y ayudar con el unguento para salvar la especie. Otros preferian matarlos y asegurarse. Era mejor para el pueblo orco salvar a la especie segun me parecia, pero dudaba poder retener a esos cazadores a menos que les diese otro objetivo.

De modo que decidí dividir el grupo. Repartó los unguentos entre los que que preferian ayudar.

- Vosotros, ya habeis visto que hay que tener paciencia. Evitad que os ataquen pero no les hagais daño. - Les dije despues de darles el unguento. Me volví a los que tenian ganas de dar caña. - Mientras ellos se ocupan de los lagartos, nosotros investigaremos la zona, a ver si descubrimos porque están tan inquietos. Habrá que eliminar la causa de raiz. 

Fui a explorar la zona con uno de los orcos guerreros y uno de los trolls cazadores. Tal vez entre los tres encontremos la causa. Y hasta detenerla.