Partida Rol por web

La escena resultaria cómica si no fuese porque todo el mundo permanece serio y en tensión. Más de una docena de hombres borrachos persiguiendo una peluca, cayendo al suelo y dándose golpes unos con otros. De entre toda está maraña de chusma una figura llama la atención, vuestro compañero Mike se lanza a toda velocidad sorteando los distintos obstaculos con una elegancia que absorbe la atención de todos. Detrás de el no muy lejos Kat parece emular a su compañero moviendose con mucha destreza, aparte de ellos dos, Carmen junto con "El Sabio" se unen a la persecución y Bocaseca parece querer hacerlo cuando se tropieza y cae al suelo seminconsciente.

Mike tiene todo a su favor aunque la peluca está llegando al borde del muelle, en el momento en que topa con la bota de un hombre singular. Mike se queda plantado frente a él con Kat a su espalda, el resto de hombres asustados ante la figura que ha parado el trayecto de la peluca, retroceden sobre sus pasos con cautela. Mientras pronuncian el nombre "...es Le Diable...".

El individuo que se encuentra frente a Mike es sin duda francés y parece no estar enterado del asunto. Viste de negro con mucho gusto y lleva un cinturón metálico que casi todos sabeis que debe ser muy valioso. Se agacha para recoger la peluca, llevándosela hasta la nariz y dar un respingo mostrando un gesto de repugnancia. En ese instante lanza con asco la peluca hacia el mar.

El capitán francés está arropado por varios hombres armados con gesto amenazador.

Se dirige a Mike y con calma dice: No es nada personal, por mi puedes ir a recuperar ese trozo de carroña.

Sin mas se vuelve y comienza a marcharse pasando entre sus hombres.

Adam había observado toda la escena dignamente. Tenía en ese momento una copa en la mano y algo de comida en la otra, y no se había inmutado cuando la peluca había salido volando, llevada por el viento.

Un destello de interés había aparecido en sus ojos cuando Morgan habló de oro, pero sus propios compañeros estaban muy cerca de la dichosa peluca, y eso hizo que el Rojo se quedara quieto.

Contemplo cómo mi vana persecución finaliza cuando un indivíduo de aspecto refinado, orgulloso y altivo, muy probablemente Francés de alta cuna, recoge el apósito perdido del capitán Morgan. Tras olfatearlo - que repugnante - lo arroja al mar con desdén.

Me detengo en seco, y observo la reacción del afamado capitán Inglés ante tamaña felonía, mientras me dirijo a todos mis compañeros y el resto de personas que se encuantran en mis proximidades lanzando una pregunta al aire, para buscar respuestas a mi ignorancia:

- ¿quién es? ¿quién es Le Diable? -

Los hombres son todos iguales: unos patanes. Nacieron para serlo, sonrío al ver el gesto de ese hombre al que llaman Le Diable y muevo la cabeza negativamente, parece que se siente una especie de rey o algo así. Me encojo de hombros, no podría haber salvado el peluquín de Morgan y no me apetece nadar, así que viendo al Sabio, me quedo muy quitecita sin una reacción de mi parte y de pronto un buen tarro de ron se posa frente a mis ojos por vaya el diablo a saber qué mano pero eso es lo de menos, lo cojo y bebo un sorbo grande. Moría de sed.

Al ver a Le Diable, Carmen detiene su carrera detrás de la peluca. Nunca le gustaron los franceses, pero este hombre realmente inspira temor. Se acerca a Katherine, que se mantiene impasible, y se sitúa a su lado, observando al francés. Tú le conoces? Parece un hombre importante... -le susurra con un deje de intriga en su tono.

La aparición repentina de un tipo bien vestido me hace frenar en seco mis acrobacias, y estoy a punto de irme al suelo, y casi al mar. Su interrupción me ha molestado bastante y mientras me incorporo por mi mente pasan todo tipo de respuestas poco agradables, pero al ver la cantidad de hombres que le acompañan me limito a mostrar mi enfado con una cara seria, observando su actuación de fantoche.

-Ains...- suspiro apagando mis risas y me levanto para dirijirme al borde del muelle, de camino quito la botella de la mano de "Kat" y pego un sorbo guiñandola un ojo, sonrio despues y le devuelvo el Ron.
-A ver si tenemos suerte y pesco una "Rata".- pienso cogiendo un gancho de redes (digo que habrá[esos palos con un gancho]) y me dedico a intentar rescatar el "pelucón a remojo" de Morgan silbando (8)-yoho,yoho a pirate life for me.-(8)

-No tengo la más minima idea de quién es, aunque ciertamente parece importante-digo a Carmen.-Bastante debe serlo para que ninguno de estos hombres salte...

Justo entonces Swann pasó cerca de mí arrebatándome la botella de ron y dando tremendo sorbo, lo miré de soslayo y sonreí, bebiendo enseguida cuando me la devolvió, luego invité un poco a Carmen.

-Supongo que nos tenemos que enterar, ¿no?-volví a referirme a Carmen.

Mientras Le Diable, al que ninguno conoce, se dirige a un barco próximo que está amarrado en el puerto, Jack intenta con un palo recoger la peluca del agua. En su estado lograr capturarla de esa manera es casi imposible, tal vez con mucha suerte... Cerca de la peluca en el agua un chico que está en una pequeña balsa grita a Mike y a Jack que el puede ir a por ella, pero lo hará por cinco pesos.

El resto de hombres parecen esperar a que Le Diable desaparezca del todo antes de intentar moverse. Los demás no veis claramente lo que pasa, Morgan sigue en el suelo y desde su posición se ha perdido toda la escena, quién sabe lo que hubiese pasado si lo viera.

Me acerco al Escocés y, recogiendo otro palo, trato de recoger la peluca, a fin de evitar que termine cayéndose al agua... lo que en su estado no sería de extrañar

Escucho al chico que me intenta timar desde su barca, y veo a mis compañeros intentando mescar la peluca, y decido que ya he tenido suficiente que ver con pelucas por todo el día, e incluso por todo el mes. Doy la espalda al mar y me dirijo hacia donde están Cat y los otros en busca de un trago. Por el camino voy diciendo para mí: No merece la pena, no creo que a morgan le haga mucha gracia recibir su peluca mojada.

Le estiro la botella a Mike mientras pienso seriamente en si nadie sabe nadar o simplemente es que a todo el mundo le importa un cuerno la peluca de Morgan. Al fin, a mí en realidad no me importa tanto, pero lo cierto es que hubiera sido una buena oporunidad para sacarle cosas al capitán. En fin que ya habrá alguna otra. Bostezo mientras miro a Mike.

-Mejor que no te la termines, no queremos terminar tan mal que no podamos escuchar nada-le sonrío a ambos y espero pacientemente otra oportunidad.

Adam, más sereno que el "El Escocés", logra izar la peluca tras un par de intentos. El chico se queda con una expresión triste al ver que no ha ganado su recompensa. Para el resto, el tema ha perdido bastante interés una vez que "Le Diable" ha terminado con la persecución sin llegar a enredar más el asunto. Observando hacia donde se habia ido comprobais como ha seguido vuestos movimientos desde un barco, su gesto es de desaprobación y luego indiferencia al entrar en el camarote y perderos de vista.

Escurriendo la peluca para que vuelva a tener el aspecto original un marinero se acerca a Adam, es todavia joven pero está incapacitado. Su brazo derecho está amputado por el codo, con acento flaménco y una voz amigable se dirige al "El Rojo". Los que estais alrededor ois la conversación, de hecho casi todo el mundo se está retirando y hay poca gente cerca vuestro.

Buena captura amigo... Pero Le Diable no os ha quitado el ojo de encima desde su balandra, es esa - dice señalando al barco en el que se encuentra - La Eterna Condenación... En verdad hace honor a su nombre. Esta última parte la dice como para si mismo.

No creo que le haya parecido bien que recupereis la peluca, por suerte no sois hombres de Morgan, su enemistad hacia el ya tiene años. En fin espero que no se siente demasiado ofendido hacia vosotros o probareis sus castigos.

Entrego la botella de ron a Swann cuando me acerco al Rojo y al joven que habla sobre Le Diable.

-¡Hey, tú!-poso mis ojos en él con una sonrisa un tanto irónica.-Me parece eso una "advertencia" bastante desagradable, ¿por qué tú o Le Diable están tan seguros que no somos hombres de Morgan?

Miro a mis compañeros y me paro por completo delante del joven.

Voy a contestar al marinero cuando Kat irrumpe en la conversación como un torbellino. Enarco una ceja y me paso los dedos por los labios, mientras espero la respuesta del marinero, y termino de secar la maldita peluca

Al menos sacaré algo de oro de esto

- No temo a Le Diable. Ni a nadie, a decir verdad - digo finalmente

Sonrío con displicencia, el mensaje final del Rojo ha sido claro, de más estaría reforzarlo pero no me contengo.

-Pues ante ti tienes a otra que tampoco le teme a nadie...-insolente parecía el pobre, ahora habrá qué ver cómo reacciona.