Partida Rol por web

Antes tendríamos que informarnos bien, nunca está de más conocer a tus enemigos. -se une Carmen a sus compañeros, un poco nerviosa pero dispuesta a darlo todo por ellos- Si se acuerda de nosotros en el momento menos oportuno tendremos que estar preparados.

Y lo estaremos -sonríe Carmen- Parece que las cosas se ponen interesantes. Aunque esperemos ahora que Morgan no nos degüelle por haber dejado que su peluca se mojara...

-Chaval, te digo lo que puede hacer Le Diable con mis calzas?- le miro con cara entre extraña y curiosa.
-A decir verdad, aqui hay mucha gente con los humos muy altos, como pendones de barco.- sonrio.

Tras escuchar al resto de mis compañeros (y sin evitar cierta sensación relativa a lo temerarios que podemos estar sonando), sonrío al marinero.

- Sea como sea, vuestro aviso parecieme que fue de buena fe. Así que os lo agradezco. Siempre es bueno saber quien puede odiarte por los motivos que fuera. La Eterna Condenación y Le Diable. Recordaré esos nombres. Creo que debo devolver esto a Morgan - dice mirando la peluca ya bastante seca- ¿Me acompañais mis estimados camaradas? - pregunto a los cercanos Kat, Española, Escocés y Temerario

Observo cómo transcurren las cosas y la advertencia del marinero, mientras me voy acercando lentamente al grupo. Cuando finalmente El Rojo muestra su intención de ir hacia morgan, digo Sí, vamos, a ver qué pasa y me uno a él de camino hacia Morgan.

-Claro, compañero, a ver que dice ese tal Morgan...- mientras me encamino junto a -El Rojo.-

Carmen asiente y sigue a Rojo. Veamos que se cuece por aquí -piensa sobre la relación entre el francés y el inglés.

Empujo brevemente al joven marinero con una sonrisa en el rostro y luego sigo a mis compañeros. Si es que parece que todo el mundo tiene la intención de amargarnos el día.  Me encojo de hombros mientras voy mirando un poco al barco de Le Diable.

El marinero parece estar acostumbrado a las burlas y no hace mucho caso de vuestra provocaciones. Ni siquiera reacciona ante el empujon de Kat, mientras que trata de aparentar fuerza se nota que debe llevar una vida complicada.

Con aspecto rendido se dispone a marcharse, cuando traga saliva y parece reunir coraje diciendo con frialdad.

Morgan se ha ido con sus hombres a uno de los almacenes, al parecer le han dicho que su peluca se habia perdido en el mar... Con rabia contenida concluye. Puede que ya no sea útil para embarcar, pero conozco Port Royal, podria ayudaros a moveros por aquí, tan solo por... por... una comida caliente... y una jarra de ron.

Miro al marinero. Lo cierto es que en ningún momento le he provocado, y también que no me cae mal. Aunque es raro que alguien que haya sido pirata tenga ese comportamiento.

A menos que haya tocado fondo, claro , pienso mientras miro su brazo cortado

- Tal vez no lo estés, es cierto. Pero conoces Port Royal, mejor que yo y que mis compañeros, eso seguro. Estaré encantado de invitarte a una buena cena, y una jarra de ron. Llévanos a esos almacenes.

Ah, las cosas cambian en dos segundos mientras le doy la espalda al joven, escucho lo que le dice al rojo; en gfin que uno nunca puede negarse a una ayuda, aunque difícilmente confiaría del todo en una persona que apenas conozco como ese joven. Tendrá que hacer mucho más que llevarnos a los almacenes para que sepa que en verdad podemos confiar en él. Mientras tanto y hasta que eso pase, lo tendré bien vigilado aunque con cortés discreción, no quiero cohibirlo, hay que dejarlo ser quien es. Generalmente un mentiroso y timador, deja que sus acciones hablen por él.

Echo una mirada al Rojo, espero que pueda entender lo que estoy pensando aunque sea complicado. Luego miro a Jack que parece ir menos borracho que antes pero no es lo que quiero, así que lentamente me acerco a Sabio, quizás sea más fácil hablar con él pero no me decido a hablar, quizás sean mis paranoias solamente y no que en verdad debamos desconfiar del joven.

-inutil? acaso eres un eunuco?- sonrio y me adelanto un poco en dirección a los almacenes...

Desde que se formó la cuadrilla de rebeldes piratas sin dueño estuve callado, observando y analizando a cada uno de ellos. Pero no dije ni una sola palabra, ni siquiera ante el elogio de "La Española", a la cual simplemente sonreí. (Si, es viejo, pero bueno, jeje)

Pasó todo muy rápido y pronto estabamos rodeados de euforia, temores y gente....mucha gente. Me cayó muy mal el chasco del capitán Morgan, que sospeché desde un principio que no era en verdad un ataque español. Pero no todos habían sospechado eso, ya que casi nadie conocía las armas y las cañones tanto como yo.

Finalmente, terminamos todos en el medio de una fiesta, que parecía ser la captura de un gran botín. Sin pensarlo dos veces corrí hacia el ron y empecé a beber con Bocaseca y con El Escocés. Pero de repente, sin siquiera darme cuenta, me encontraba solo entre todo el barullo...Bebiendo sólo. Vi como se le voló la peluca al Capitán Morgan, y como todos empezaron a correr en su búsqueda, pero me quedé sentado bebiendo. Unos instantes después me paré, dispuesto a recuperarla.

-A POR ESA PELUCA SE HA DICHOO. QUE YO VOY A HACER EL QUE LA RECUPERE. YA VERÁN. TODOS RECORDARAN MI NOMBRE. JOSÉ, JOSÉ EL DESPIADADO.

Luego de gritar de semejante manera, reaccioné y vi como la peluca ya la tenía uno de la cuadrilla. Y como casi no había gente por los alrededores. La cara se me puso completamente roja, y no a causa del alcohol. Empecé a mirar nerviosamente para todos lados. Agaché la cabeza, me acerqué al grupo y discretamente dije:

-Voy con ustedes.

El marinero de nombre Daniel accede finalmente a hacer de guia, y vuelve a ser amigable. El grupo se une para ponerse en marcha, con Daniel y Adam a la cabeza, y el resto detrás, con los tres borrachines algo más alejados tratando de caminar en línea recta, mientras se balancean de un lado a otro. Mientras caminais Daniel cuenta el percance que le privo de su antebrazo...

Servia en un barco de "Le Diable", el mar estaba bravo y derrame un poco de ron sobre sus mapas. Eso me valio un duro castigo, sumergido durante varias horas en el agua solo me izaron cuando los tiburones ya estaban cerca, demasiado cerca. Uno de ellos me alcanzo el brazo, "por suerte" no llego a arrastrarme hasta el fondo.

Cuenta la historia sin demasiados detalles, puede que por las veces que la ha repetido o porque quiere olvidarlo.

- Entonces lo conocerás bien. ¿Cómo es ese capitán? ¿Es buen esgrimista, buen navegante?. ¿Es su barco marinero?*

Daniel se muestra abierto contándo lo que sabe a Adam - Más de lo que me gustaria. Si ya era despiadado entonces ahora su sed de sangre es mayor. Un gran pirata debe ser cruel, dice el muy canalla, pero de momento se ve obligado a servir bajo las ordenes de Morgan. -

Dudando te comenta lo que sabe del pasado del capitán - Creo que es un noble francés o algo asi, que se vio obligado a escapar del viejo continente. De navegación sabe lo justo, siempre necesita ayudantes, pero como espadachín - abre los ojos y se para en seco ... - ¡ay! pocos se atreven a enfrentarse con el. Simples locos, retándole en duelo, cayendo enseguida, el los mató sin dudarlo. -

Reanudando el camino contesta a tu última pregunta... - En cuanto a su buque, no se que barco tendrá ahora, pero posiblemente será uno de los que han llegado, tal vez reconozca su bandera si volvemos luego al muelle. -

- Creo que en el muelle me dijisteis que era la Eterna Condenación - señala Adam que no ha perdido palabra de las dichas por el marinero

- ¿Eso dije? - dice dubitativo - Será mi memoria que me ha jugado una mala pasada, "Le Diable" estaba en una pequeña balandra posiblemente para acercarse al muelle. La Eterna Condenación era el buque en el que servia, un bergantín veloz, donde sucedio todo - comenta alzando lo que le queda de brazo

- No creo haber reconocido el buque entre los que han entrado, puede que haya cambiado o tal vez no. En fin, no me gustaria volver a pisar el suelo de esa nave.

Mientras camino un poco por detrás del Rojo y el marinero que dice llamarse Daniel, voy escuchando la conversación de ambos. Doy una breve mirada hacia atrás y una sonrisa se dibuja en mi rostro, parece que a esos de atrás les dio el tiempo suficiente de venir bien servidos. Pero de inmediato volví la vista a Adam cuando le preguntó al joven sobre lo que había dicho del barco de Le Diable, su historia parecía real. Incluso la de su pobre brazo, en fin, me dediqué a escuchar.

- Comprendo... - murmura entre dientes Adam. Luego se gira y observa a Kat y al resto de sus compañeros. Veríamos lo que sucedía, veríamos- Llévanos a esos almacenes, Daniel. Y no te preocupes que cumpliré mi palabra