Partida Rol por web

Vuelvo a entrar a la taberna detrás de Bocaseca y no puedo creer lo que mis ojos están viendo. El escocés está apuntando con su revolver ni mas ni menos que al mismísimo Morgan.

Me quedo mirando de lejos, sin moverme. Acerco una mano a mi trabuco y la otra a mi cuchillo pero no los saco, sólo para estar preparado por si acaso. Aunque pensándolo dos veces, esto es un suicidio.

Cuando entro en la taberna, alucino con la escena. Lo único que puedo hacer es permanecer en silencio mirando el trascurso de los acontecimientos. Eso, y seguir bebiendo RON, pero sin quitar ojo a la escena...

Contemplo perplejo la acción del escocoés,

- Eso es, la diplomacia por encima de todo... en fin -

Me reclino hacia kat, para susurrarle al oído en respuesta a su insinuación.

- Si nuestro amigo no consigue que no maten, tal vez tengamos más ocasiones de compartir nuestros conocimientos anti-oxidantes... -

Dibujando una media sonrisa me incorporo de nuevo, colocándome de tal forma que cubro a Fanny con mi cuerpo por si a alguno de los hombres de Morgan le gustase "dialogar" al estilo del Escocés

Casi al únisono los lugartenientes de Morgan se levantan empuñando sus armas y el guardaespaldas negro se pone entre Morgan y el Escocés. El capitán es el único que permanece impávido mientras en la taberna se ha hecho el silencio absoluto.

Cuando Jack ha terminado de hablar pasan unos segundos que a muchos parecen interminables.

- Veo la furia en ti, igual que las tierras salvajes del norte de donde eres... - Su actitud es tranquila, pero el gesto y mirada es de una completa seriedad. - Ahora estoy celebrando la victoria con mis hombres, al menos deberias respetar eso, han luchado bien y se lo han ganado. Ya tendremos tiempo de hablar de negocios más adelante.

- En cuanto a la recompensa, yo siempre cumplo mi palabra. Prometí cien pesos por la peluca - dice mientras extiende su mano con calma sin dejar de mirarte hacia uno de los sacos llenos de parte del botín. Del saco aparece un pequeño cofre de metal del tamaño de un libro. - ¡Toma! - dice secamente, mientras empuja la caja por la mesa hacia ti - Esto vale quiñientos pesos por lo menos. Creo que tus compañeros agradeceran el premio y espero que podamos continuar con la fiesta.

La tranquilidad del capitán contrasta con el nerviosismo de los hombres, muchos están sudando y las armas parecen temblar mientras se sostienen en el aire apuntando a Jack.

Mientras miro a Jack y a Morgan y las doscientas mil armas que apuntan a Jack, sonrío, es que aquello es risible por lo absurdo de la situación, me hago hacia un lado luego del acercamiento del Sabio, tampoco quiero que me toque algo de aquello, a menos que sean pesos claro está. Aunque no me levanto, mantengo la mano en la daga que descansa en mi muslo, quizás no sea tan rápido como un trabuco pero puede andar.

Cuando Morgan lanza el costal con las monedas sobre la mesa, lo suelto, sus hombres no parece que vayan a disparar, así que me levanto lentamente, como un gato, como si nadie pudiera verme y me pongo entre Jack y el negro de Morgan.

-Será un placer, Sabio... Tengo tu palabra-le sonrío.-Y tú, ¿qué tal si me invitas algo y guardas esa cosa que me pone nerviosita?

Ante la rápida reacción de Jack, ella suelta, sin querer, el tenedor con el que estaba comiendo. Este repiquetea contra el plato. Con cara de asombro, Carmen mira a su compañero y cruza los dedos para que no termine echo pedazos.

Entonces Morgan le responde fríamente, sin temor en su mirada. Suelta el cofre encima de la mesa. Carmen no puede evitar echar un vistazo al cofre, pensando en las cosas que podrían llegar a conseguir si se uniesen a ellos. Por lo tanto, se levanta lentamente y acoge entre sus finos dedos la copa de vino.

Sabéis que? Sois hombre de palabra, Morgan, y agradecemos tu gesto encarecidamente. Estamos aquí para festejar tu victoria y eso será lo que haremos. -responde con una sonrisa sincera en su cara, para captar la atención de la multitud de hombres de la sala- Espero, también, que podamos llegar a buenos acuerdos con vosotros. Somos hombres de mar, y fama y un buen botín es lo que todos buscamos.

Propongo que bajemos nuestras armas y alcemos nuestras copas! -exclama para bajar la tensión entre Jack y Morgan. Al fin y al cabo, negociando podrán sacar mucho más que a punta de pistola. Y Carmen sabe que ella podrá hacerlo. Nunca le falló su labia.

Descanso el trabuco en mi hombro y una sonrisa se dibuja en mi rostro

-...Si, hablaremos más adelante...Por cierto Morgan, hablaba por mi. Espero que no carguen culpas los que no la tienen. Es mejor ser de una tierra salvaje y libre que de una tierra opresiva y encarcelada en su Ego, que por carencias, tenga que oprimir y explotar en vez de vivir en paz con quien les rodean.Pero por mi puedes seguir con tú celebración.- No toco el cofre que me ofrece, ni lo miro. No rompo la conexión visual con Morgan hasta que "Kat" me habla.
-Claro, tomate todo el Ron que quieras. No te acuerdas? es gratis.- la expeto antes de dirigirme a la barra con una mirada furiosa.
-Si no fuera por Kat...- Pienso.

Fanny parece perturbada por la escena...

- Discúlpame, estoy un poco nerviosa por lo sucedido - te comenta mientras se levanta de la mesa.

La tensión desaparece y pronto vuelve el ruido general a la taberna, los hombres de Morgan guardan sus armas y se sientan a la mesa, pero sin perder de vista a Jack que se dirige a la barra. El guardaespaldas no se separa de Morgan, quien parece meditar con la mirada perdida durante unos segundos.

El pequeño cofre es de un color negro mate y tiene diversas marcas, está firmemente cerrado y posiblemente hayan intentado abrirlo a la fuerza. Incluso se ven impactos de bala en el, sin duda contendrá algo valioso.

Fanny aparece a tu lado mientras estás en la barra, con una mirada de admiración te habla en voz baja.

- Nunca habia visto a nadie enfrentarse asi a Morgan, supongo que pocos se atreverian... ¿Sabias lo que hacias verdad? Espero que tus compañeros te ayuden, no se si Morgan o alguno de sus hombres olvidarán tu gesto. - termina sus palabras con la cabeza bajada mirando a la barra.

Miro el cofre desde mi posición, sin acercarme, enarqueando una ceja por el escepticismo que me genera. Me cruzo de brazos, sopeso la situación, y con un tono de voz animoso, le pregunto mis dudas a Morgan, para compartirlas realmente con el resto de mis compañeros

- Disculpad mi desconfianza, Capitán, pero... ¿puede mostrarnos qué hay dentro de ese cofre? No quisiera abrirlo a solas con mis compañeros y encontrarnos una rata muerta infestada de peste bubónica en él... -

Miro al Escocés con el más pronfundo y visceral odio mientras todo ocurre. Mi mano se ha cerrado en mi espada y observa como el pomposo e imbécil aprendiz de pirata se juega su vida, y la de todos nosotros por sus insoportables baladronadas.

Una película rojo sangre se pasa por mis ojos.

Luego oigo las palabras de Morgan, y las Sabio y de Kat. El Escocés, como el crio encantado de haberse conocido que es, se dirige a la barra. Miro a Morgan

- Lamento lo ocurrido - digo, arrastrando las palabras, como si me costara decirlas. Luego me acerco al Escocés y le pego un empujón

- Tú pedazo de.... fuera. Ven fuera. Tu y yo tenemos que hablar. Ahora

La reacción del escocés me deja absolutamente atónito, y no consigo ni moverme del sitio donde estamos sentados. Este tío, ¿pretende suicidarse, o qué?

Converso animadamente con el lugarteniente, dándole la razón más o menos en todo, y riéndole las gracias, mientras intento llevar la conversación hacia temas como el tiempo que piensan permanecer en tierra, o posibles objetivos futuros, procurando no delatar mis intenciones.
Cuando el escocés monta el numerito, la conversación se para de golpe, pero después intento seguir como antes, tanteando poco a poco por ver si ha cambiado de actitud.
Después Cuando Fany se levanta y hace intención de marcharse, me levanto yo también rápidamente, la cojo suavemente por una mano, y le digo: Espera, ¿estás bien? ¿necesitas algo?, ¿quieres que te acompañe a algún sitio? procurando mostrarme atento y preocupado por su situación.

Disimuladamente tomo a Fanny por el codo, impidiendo que abandone el lugar sin mi compañía. No deseo dejar la mesa hasta saber cómo termina esto y qué demonios puede contener esa misteriosa caja.

Para tranquilizar a la joven, le susurro al oído.

- No te preocupes, pequeña. Esto no son más que bravuconerías de borrachos y maleantes. Nadie va a resultar herido, y menos tú, sobretodo mientras permanezcas a mi lado -