Partida Rol por web

Cuando Richard, Grant y la señora Palmer aparecieron por las escaleras, los sesos de una de las vecinas zombi (o cotizombis como las llamaba Fernanda) saltaron por los aires impregnándolo todo de sangre. Aún había dos cotizombis más que estaban a punto de atacar...

Con el brazo aún agarrado en lo alto, la zombi Ruperta se acercó a Ángela para atacarla. Por desgracia para la mujer putrefacta, resbaló con un trozo de cerebro de Maripuri y a punto estuvo de caer. Logró mantener el equilibrio, pero se tuvo que detener para estabilizarse. Aquello echó al traste sus intentos de ataque.

Viendo el cruel destino de su compañera de cotilleos, la zombi Aurelia cambió de objetivo y atacó a Fernanda, pues la consideraba una amenaza mayor que un personaje penejotizado.

En sus intentos por atacarla, sacó de no se sabe muy bien dónde una revista del corazón, la cual enrolló de forma compacta convirtiéndola en un arma peligrosamente mortal. Sin embargo, gran parte de las páginas se desprendieron y empapelaron el suelo lleno de sangre con fotos de las fotos de la familia real española.

Sí, estaban en EEUU, pero aquella mujer se había comprado el "HOLA".

El compositor se sintió asqueado al ver la sangre zombie mezclada con la sangre real, aunque apenas era incapaz de distinguirlas. Se agachó, buscando obsesivamente su oreja, palpando con las manos entre aquel fangoso charco de sesos y obscenidad monárquica, pero la zombie Aurelia parecía decidida a atacarle con lo que quedaba de revista. Richard María aferró el mástil de su guitarra, y tocó las clavijas, afinando el modo de la guitarra a "empalar". 

Se levantó con fuerza hacia la vecina maruja afectada por el virus, haciendo que el clavijero de la guitarra atravesara su mandíbula y su cráneo de forma explosiva, desparramando sesos y sangre de manera truculenta, tremebunda y dantesca, como un telediario de telecinco. Dejó caer el cuerpo sin vida de la cotizombie, y alzó su oreja de manera triunfal, como si fuera el micrófono de Operación Triunfo. Después se la colocó en el orificio auditivo. 

Grant siguió al musico que perseguia algo que rodaba por las escaleras rebotando con alegria. No sabia porque estaban jugando a perseguir una pelota, pero era divertido... hasta que se toparon de frente con zombis, sangre, sesos, mujeres cansadas de subir escaleras y mas sesos. El pobre muchacho se aferro a la pared, aterrado. No, no es que un grupo de mujeres cansadas de subir escaleras le dieran miedo, tampoco las fotos en el suelo, ni siquiera los zombis... sino era el que esos zombis se parecieran a su suegra.

Si bien les faltaban varias toneladas para asemejarse en su totalidad, llenaban bastante bien el prospecto. Practicamente podia oirles murmura en su contra, contandose jugosos chismes y riendo por lo bajo. Solo habia una forma de entretener a esos fenomenos sin almas: Las novelas.

-¿No se enteraron de lo que paso en la novela de las dos?- dijo de repente con los ojos muy abiertos hacia su interlocutora zombi-. La protagonista en realidad no es hija de su padre....- momento de tension en el que se podia ver como la zombi queria comerse las uñas, pero como no tenia solo podia comerse los dedos-.... sino del carnicero Adalberto que es el hermano perdido de Jacinto, heredero de toda la fortuna de los Fulaniteros!!!!!

Cuando Fernanda aniquiló a una de las coti-zombis convirtiéndola en puré y desparramando sus sesos por todo el pasillo, Ángela permanecía de espaldas muy concentrada intentando tirar a Ruperta por las escaleras, de tal manera que no fue testigo de tal carnicería. Pero cuando Richard María apareció persiguiendo su oreja, Ángela no pudo hacer otra cosa que volver la vista y darle un consejo de medicina de andar por casa:

- Si consigues encontrarla y meterla rápidamente en hielo, pueden implantártela de manera que no pierdas sensibilidad. Date prisa y habla con la Doctora Güeis, seguro que te hace un apaño.

Y en lo que tardó en decir esta frase, el músico encajó con toda su fuerza la guitarra en la cabeza de otra de las zombis, provocando una explosión y consiguiente fuente de sesos putrefactos. Esta vez, Ángela no tuvo tanta suerte y lo vio todo. Así que, aún con la escoba en la mano, sus ojos perdieron brillo, su mirada se volvió turbia y, de nuevo, un hilillo de baba se deslizó por la comisura de su boca empapando la mascarilla. Su cuerpo se relajó y en su mente ya no había preocupación por la mancha de sangre de su hombro, ni escuchó los gritos proferidos por Grant; sólo una alegre musiquilla y una palabra que susurraba sin cesar:

- Brainsss... brains...

Fernanda comenzó a pegar saltos yendo de un lado hacia otro a modo de danza tratando de imitar uno de los típicos bailes rusos. Mientras, sus compañeros continuaban con esa cara de temor que indicaba que algo no iba bien. Aún así, ella seguía con su celebración pasando entre sus compañeros y tratando de cantar a la vez.

- ¡Venga zosos!, ¡hemos acabado con las coti-zombies!.

Y sin que ella lo supiera, una de las zombies del rellano comenzó a deslizarse lentamente hasta su posición, aunque era algo muy difícil teniendo en cuenta que la circense no paraba de moverse pegando saltos y bailando como una loca. En uno de sus pasos de baile, Fernanda tenía que pegar saltos con los pies juntos de dos en dos plaquetas del suelo. Casi sin quererlo, sus pies fueron a parar sobre la cabeza de la coti-zombie Ruperta, que apenas tenía ya un hilo de no-vida.

Sus sesos se esparcieron por gran parte del rellano, pero sobre todo por los pies de la circense que no dudo en salir corriendo hacia el lado opuesto del rellano sin parar de gritar...

- ¡Que azco, que azco!.

Cuando la última de las cotizombis-zonvecinas se quedó inerte, todos se apresuraron a subir las escaleras y abandonar aquel lugar. En parte por miedo a que aparecieran más, pero sobretodo por miedo a que les tocase limpiar aquel estropicio.

Richard encontró su oreja y Deivid tiró de Ángela alejándola de sus tan deseados sesos. Así, ascendieron de nuevo las escaleras hasta el piso indicado. Allí, sin saber muy bien cómo (no preguntéis) estaban todos los demás esperando incluyendo a la Doctora Güeiss, Maic y el resto de PNJs que tenían la curiosa habilidad de volatilizarse cuando surgían los problemas.

El caso es que allí los estaban, delante del piso de Anal dispuestos a adentrarse en él e investigar acerca del curioso estado de su cadáver (a medio curar).

La puerta estaba entreabierta de modo que no tuvieron dificultades para entrar, eso sí, después de abrir la puerta despacio con un sonido chirriante de lo más tenebroso ¿Por qué no la abrirían de golpe y evitar el siniestro quejido de la puerta? Era un misterio. El caso es que dentro, la luz se colaba por las pequeñas rendijas que dejaban las persianas a medio bajar dotando a la estancia de un misterio aún mayor que el de la apertura de la puerta.

Se trataba de una casa bastante normal (quitando el aura tenebrosa) con un pequeño recibidor que daba a un pasillo desde donde se llegaba a todas las partes de la casa. A la izquierda la primera puerta era la de la cocina; la segunda, una habitación. Al fondo de frente había un amplio salón. A la derecha, la primera puerta era una especie de despacho ¿Y dónde estaba el baño? Efectivamente, al fondo a la derecha.

- Adelante, separémonos. Vamos a buscar algo extraño o que nos pueda indicar qué ha ocurrido con el señor Anal -indicó la doctora adentrándose en el pasillo -Haced una tirada de 1d10 con motivo... ¡Ah no! Que eso va en las notas...

Fernanda entró en la casa del señor Anal junto al grupo. El chirrido de la puerta le había puesto los pelos de punta, y es que parecía la misma situación de cualquier película de miedo de las que daban a los fines de semana a las cuatro en cualquier cadena. 

La circense caminó hasta el compositor y lo agarró de la mano. Tiró de él hasta la cocina y empezó a buscar algo por los cajones y armarios. No tenía ni idea de lo que estaba buscando, pero seguro que encontraba algo que pudiera pegarle la oreja a su compañero de grupo... ¿un poco de mayonesa quizás?, ¿gelatina?...

- Es que esa oreja no puede estar suelta... ¿y si te pones a comer y se te cae en el plato y te la comes pensando que es un trozo de carne del guisado? - preguntó mientras probaba a abrir el grifo.

Grant se encontro de golpe en una casa estraña rodeado de sus compañeros y PNJs, lo bueno de perder la memoria es que adelantas las partes aburridas. Es como ver una pelicula y vas pasando las conversaciones para ver solo las explosiones y los desnudos. ¡Genial! Claro que alli nadie se desnudaba... bueno Richard Maria de vez en cuando, pero eso lo adelantaria sin pensarlo.

Lo primero que hizo fue buscar una computadora, habia electricidad y seguramente alli estaria toda la investigacion... Mas alla de eso queria otra vez tocar una computadora, como buen friki que era se sentia vacio sin el sonido de las teclas en una noche silenciosa...

Cuando Ángela volvió en sí, se encontró delante de una puerta entornada y rodeada de gente. Mientras la doctora Güeiss hablaba, se miró de arriba a abajo, comprobando con horror que no solo continuaba la mancha de sangre en su hombro, sino que sus restantes prendas estaban impregnadas de restos de vísceras y materia sin identificar. 

Con un suspiro de impaciencia se adentró sin ningún cuidado en la casa; poco le importaba el aura tenebrosa, el chirrido de la puerta o la investigación. Lo único que le interesaba del señor Anal en estos momentos era su ropa limpia y sus productos de higiene personal. Su máxima prioridad en una situación de emergencia como esta era abastecerse de ropa y lavarse lo antes posible, todo ello en el menor período de tiempo posible.  

Así pues, se encaminó con rapidez hacia lo que imaginaba sería el dormitorio para rebuscar en los armarios y cajones, con la idea de encerrarse después en el baño para lavarse y cambiarse de ropa.

Después de la pequeña gran pelea donde había confundido a una de las zombies con una vieja vecina que era odiada desde que le dijo a su madre que faltaba a clase "maldita zorriense de pacotilla" y por ello la tuvo castigada sin novelas una temporada huyeron de la zona. Entre tanta casquería estuvo a punto de caerse varias veces. Menos mal que llevaba unos tacones de infarto...aunque eso también hizo que arrastrase algún trozo de carne clavados al tacón del zapato derecho.

Miró de reojo al llegar a la puerta del susodicho a la sin oreja...joder que asco le daba. Con el ceño fruncido evitaba acercársele mucho, uno ya sabe, primero pierden la oreja y luego te quieren comer la nariz.

Yo voy al....al baño...que necesito quitarme esta mierda del zapato...Observó el trozo de carne y piel con una ceja levantada. Realmente necesitaba un espejo para ver como se encontraba, una nunca tiene que perder el glamour del leopardo, las mechas y el rabo negro hasta la sienes. Tras decir eso se perdió en dirección al baño antes de que nadie mas entrase, donde buscaría por cajones y armarios algo para lavarse un poco...

Registraron el piso de arriba a abajo y aunque buscaban cosas diferentes, no dejaron un palmo sin analizar. Fernanda encontró un bote de Super Glue que le serviría para pegar la oreja de Richard María. Ángela, encontró en un armario ropa que por suerte era bastante parecida a su talla. Además, encontró un aseo que le serviría para limpiarse ya que el baño había sido ocupado por la Jessy. Dicho aseo estaba totalmente destrozado. El espejo estaba parcialmente roto, había botes de productos tirados por todos lados, una toalla deshilachada y la puerta estaba arañada por dentro. Sin embargo, el lavabo era funcional y le sirvió para asearse. Por su parte, la Jessy encontró en el baño todo lo que necesitaba para acicalarse. Resultaba evidente que en aquel lugar vivía también una mujer. Grant, por su parte, buscó en la habitación dormitorio, donde encontró un ordenador de sobremesa. Por desgracia no había electricidad en el piso y no parecía ser un problema del automático que hubiera saltado. No podría arreglarlo allí. Junto al ordenador halló una hoja de papel con una letra de mujer escrita en él.

- "Doctor Fisher" -leyó -"Experimentación para curar la zombipatía. Travesía de los Remedios 82. Llevar a Bent".

Era una nota interesante, incluso para la volátil mente de Grant.

- Y ya está - dijo Fernanda sonriente y contenta.

El bote de pegamento que había encontrado en la cocina, había resultado ser del todo útil. La oreja del compositor ya estaba pegada y fija en su sitio, preparada para no se cuantos años más de vida... eso si, el oír bien o no ya era otra historia.

Fernanda se había propuesto actuar como un típico médico de cirugía plástica, implantando y quitando cosas aquí y allá en el cuerpo de sus pacientes. De repente, la imagen de una persona con una oreja en la frente, la de otra con el labio pegando en una eterna sonrisa y el de un niño con un ojo en la nuca le resultó increíblemente interesante.

Tras finalizar la operación, Fernanda y el compositor se unieron al resto del grupo. 

Ángela hizo acopio de todos los botes de productos de higiene que encontró en el aseo. El contenido de alguno no se había derramado por completo y pudo asearse a conciencia, aunque incómodamente. 

Cuando estuvo vestida de nuevo, observó su alrededor con extrañeza. Algo había ocurrido en aquel aseo, de eso estaba segura y, a juzgar por los arañazos de la puerta, no había sido nada bueno; evidentemente aquel desorden le producía inquietud, más por el desorden mismo que por el hecho de que pudiera encontrar algún zombi dentro de la casa. Pero aparte del destrozo y los cristales rotos, no parecía haber nada interesante que ayudara a la investigación; así que, antes de que su compulsión por el orden la obligara a organizar todo aquel caos, salió del cuarto para buscar a Deivid y averiguar si sus compañeros habían tenido más suerte que ella. 

Grant aparecio algo abatido, no habia conseguido lo que queria, solo tenia un papel en su mano del cual no recordaba su existencia. Por las dudas se lo dió a la doctora, hasta quizas fuera algo importante.

-Ni siquiera encendia- murmuraba cabizbajo. Aunque, quizas podria darle otra vez energia al edificio... eso si no olvidaba que debia hacerlo.

El compositor se encontraba ligeramente mareado tras haber perdido una de sus orejas, y el pegamento improvisado con el que Fernanda se la había recompuesto olía fuertemente y le había colocado aún más. Por lo que lejos de poder ayudar en la búsqueda, Richard María andaba de un lado a otro como un pato mareado riéndose por lo bajo.

Tiró de una de las cortinas de las ventanas, tratando de averiguar si estaban firmemente ancladas y si hacían ruido al deslizarse, olisqueó entre los cacharros de la cocina y a punto estuvo de vomitar. Por suerte hacía mucho que no comía nada. Se echó algo de agua por la cara, para refrescarse y después se sentó en la mesa de la cocina con un bol y una caja de cereales.

-Ojalá hubiera algo de leche. Quizás en el laboratorio del Dr. Fisher si encontremos leche en buen estado.

- Que interesante... -declaró la doctora sosteniendo la nota ante su rostro - ...la Travesía de los remedios es donde solía hacerme las mechas.

Pasados unos segundos abrió la boca sorprendida y señaló nerviosa la nota reiteradamente aparentente sin habla.

- ¡La... la... la cura! ¡La cura de la zombipatía!

Parecía un milagro que aquella mujer pudiera ser doctora. Recuperó la calma que la caracterizaba.

- Seguiremos ahí nuestra investigación -declaró.