Durante un tiempo, fuiste alguien. Tal vez un emperador que jamás conoció la vejez, una heroína caída antes de la victoria final, o una leyenda menor de una aldea aislada. Lo que une todas las versiones es la misma verdad: escondes una historia trágica y moriste antes de tiempo.
Pero eso no fue el final.
Ahora, siglos después, regresas. No como espectro ni una sombra deformada, sino como tú mismo. A tu alrededor, un mundo cambiado. Algunas cosas han sobrevivido: mitos, nombres, símbolos... pero basta con que analices aquello que te rodea para darte cuenta de que te encuentras fuera de lugar. Sin embargo, algunas personas —o criaturas— te estaban esperando.
Ellos creen saber quién eres. Tal vez tú no. Quizás sí, pero ya no te importe. Porque has vuelto con una razón. Una misión. Un deseo antiguo que aún no ha sido cumplido. ¿Redención? ¿Venganza? ¿Redefinir el mito que el mundo hizo de ti?
Lo que es seguro es que un grupo de extraños seguidores están dispuestos a facilitarte la tarea.
Esta partida narra la historia de tres bárbaros que se alistan como mercenarios para obtener dinero, como un gran número de jóvenes bárbaros hacen hoy día.
Hay quien dice que esto se hace para financiar a las tribus y que puedan mejorar sus infraestructuras y su calidad de vida, sobre todo en una época en la que la sequía comienza a ser preocupante en las Tierras Bárbaras y la fertilidad de sus suelos cae. También hay quien piensa que los bárbaros sólo quieren enriquecerse y dejar de lado a sus tribus, mudándose al Imperio.
Cuenta la leyenda que las piedras del castillo de Rocadragón no fueron talladas por picapedreros, albañiles o artesanos, sino por magos procedentes de Valyria que usaron el fuego y sus oscuras artes para dar forma de dragones, grifos, mantícoras, basiliscos y otros monstruos infernales a las piedras del castillo.
Eso, por supuesto, es lo que cuenta la leyenda. Vos podéis creerlo o no, mi señora, pero decidme algo: ¿Dónde están los orgullosos dragones que quemaron los campos de Poniente con su fuego? ¿Dónde esos magos valyrios y sus oscuras artes?
Yo creo en las piedras húmedas y frías de este castillo, que se levantan orgullosas en el mar; yo creo en la fuerza del hombre para erigir fortalezas soberbias y para derribarlas con el poder de su brazo y sus armas; yo creo en la hoja afilada que es capaz de buscar un hueco en la armadura para hundirse en la carne tierna y hacer una herida mortal; yo creo en la fuerza de una palabra para hacer que todas las defensas de la más inexpugnable fortaleza caiga rendida.
¿Dragones? ¿Magia? No lo creo. La experiencia me ha enseñado que el ser humano puede ser más peligroso que un dragón y que el fuego más destructivo es el que sale de la boca de los hombres y mujeres.
¿Y vos, mi señora? ¿En qué creéis vos?