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Festín de máscaras

Festín de máscaras

 

 

 

¿Cómo podría olvidar aquella máscara, reflejada contra las calladas aguas del canal, pasando silenciosa a bordo de una oscura góndola en mitad de la noche indescifrable? ¿Cómo podría olvidar aquellos labios que, con la meticulosa frialdad de la porcelana, me sonrieron por un instante? ¿Cómo podría olvidar los ojos que, a través de las rutilantes ventanas de la máscara, me prometieron un oscuro paraíso y un abismo de perenne complacencia?

 

Mi alma y mi cuerpo salieron en pos de esa máscara y sus promesas. En mi camino, atravesé los laberínticos canales y los enmarañados puentes de la ciudad; crucé las multitudes que, festivas y coloridas, disfrazaban sus melancolías tras fingidas risas en fingidos disfraces dando vueltas en fingidos bailes al ritmo de fingidas melodías creadas para ocultar la ruina que acechaba a esta ciudad en cada esquina.

 

Oro para tapar la sordidez que esconden tras sus paredes. Violines para tapar los lloros profundos de sus almas. Perfumes para tapar el hedor a podredumbre que supuran sus cadáveres internos. Joyas para tapar la oscuridad que enreda sus corazones. Sedas para tapar las vergonzosas grietas que resquebrajan sus cuerpos marchitos. Máscaras. Máscaras. Máscaras para su miseria.

 

Y, entre tanto disfraz y ocultamiento, aquella máscara avanzaba lenta y fatal a través de la noche, a través de sus enigmáticos canales, con su meticulosa sonrisa de porcelana reflejada en las oscuras aguas.

 

Al llegar junto a ella al fin, le extendí mi mano y ella me extendió la suya, en un baile que se prometía eterno por su simétrica perfección. Mano para mano, labios para labios, máscara para máscara. Pero al abrazar esa máscara del canal percibí la aterradora realidad: aquel reflejo demoníaco, aquel espíritu hechicero, aquella máscara que en lugar de ocultar revelaba, no era, en realidad, más que mi propio reflejo.

 

Y, entregado a mi propia apariencia ilusoria, abracé la falsa imagen de mi reflejo y me hundí hasta el fondo de la oscura noche de Venecia, aceptando que no somos más que la máscara que hemos elegido llevar en el gran carnaval de la vida.

 

 

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A través de ti

A través de ti

 

~ Partida privada ~

 

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[DM08/23] El aguijón

[DM08/23] El aguijón

 

 

Partida ambientada en el universo de Canción de Hielo y Fuego. Sin embargo, no sucedió ni lo que habéis podido leer en los libros ni lo que se pudo seguir en la serie. Nuestra intención es usar la ambientación, pero no vamos a respetar el lore oficial

 

Pero nada de eso importa, porque nuestra partida se ubica mucho tiempo después. Trescientos años.

 

Esta es una partida de corte principalmente político y social, en la que van a predominar las intrigas. Habrá espacio para combates o investigación, pero de modo más secundario.

 

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Aguas negras

Aguas negras

 

Cuenta la leyenda que las piedras del castillo de Rocadragón no fueron talladas por picapedreros, albañiles o artesanos, sino por magos procedentes de Valyria que usaron el fuego y sus oscuras artes para dar forma de dragones, grifos, mantícoras, basiliscos y otros monstruos infernales a las piedras del castillo.

 

Eso, por supuesto, es lo que cuenta la leyenda. Vos podéis creerlo o no, mi señora, pero decidme algo: ¿Dónde están los orgullosos dragones que quemaron los campos de Poniente con su fuego? ¿Dónde esos magos valyrios y sus oscuras artes?

 

Yo creo en las piedras húmedas y frías de este castillo, que se levantan orgullosas en el mar; yo creo en la fuerza del hombre para erigir fortalezas soberbias y para derribarlas con el poder de su brazo y sus armas; yo creo en la hoja afilada que es capaz de buscar un hueco en la armadura para hundirse en la carne tierna y hacer una herida mortal; yo creo en la fuerza de una palabra para hacer que todas las defensas de la más inexpugnable fortaleza caiga rendida.

 

¿Dragones? ¿Magia? No lo creo. La experiencia me ha enseñado que el ser humano puede ser más peligroso que un dragón y que el fuego más destructivo es el que sale de la boca de los hombres y mujeres.

 

¿Y vos, mi señora? ¿En qué creéis vos?

 

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