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Os voy a compartir, la última historia que han vivido mis jugadores en la partida que estoy dirigiendo. Creo que es digna de lectura, por lo anecdótica que es.
EL OSO CAVERNARIO, LA HISTORIA.
El grupo de Thyrianos se había aventurado en las montañas de Irkania en busca del Erbolón, una especie de jabalí gigante mágico. Llevaban un rato perdidos por las mismas, pues no habían conseguido las indicaciones a la cueva por desavenencias internas que no acaece contar.
Treparon por unas sendas de montaña y dieron de bruces a la entrada de una caverna.
. A ojos de cualquiera, era evidente que sin duda estaba ocupada por algún tipo de depredador carnívoro, pues fuera de la misma había espinazos desmembrados de algún cuadrúpedo y lo que era más evidente, el cráneo recomido de un formidable macho de Cabra montesa cavernaria, ósea, un pedazo de cabrón a todos los efectos (en esta época, por alguna razón, a todos los bichos de las montañas les ponían el apellido de cavernario o cavernaria).
Llegados a este punto, Sja, el explorador del grupo, se adelanta como era su costumbre, casi a la misma entrada de la cueva, intentando ser silencioso, pero solo intentándolo, pues el clin, clin del hacha arrojadiza de su mano diestra chocando con una especie de machete que llevaba en la zurda, delataban claramente su posición. Con mucho disimulo hizo como quien escuchaba algo, que sin duda lo hizo. Seguro el golpear de uñas contra el piso de roca del interior de la cueva. Mientras tanto, Karlsko, el pastor montañés que habían rescatado hacía poco de las manos de los terribles demonios Dasahu, había conseguido pegarse a Sja como una sombra en total silencio, con su hacha arrojadiza en la diestra dispuesto a lanzársela a cualquier bicho que saliera de esa cueva, pero como estaba muy nervioso, intentó imitar a Sja y se puso a mirar a todos lados y a ninguno, ya que no se estaba enterando de lo que le venía encima….
Fenrir, el Ensi o clérigo del grupo, se acercaba distraídamente detrás de Sja y Karlsko. Sin la menor precaución y aconsejando a todos hacer unas oraciones antes de internarse en la cueva.
Karlsko que se había vuelto muy religioso después de su rescate en el que a punto estuvo de perder la vida de una pedrada del Thur el Gnomon que les acompañaba casi al final de la comitiva, rezó unas oraciones mientras que cambiaba de arma. Quizás pensó que de poco le serviría en el interior de una oscura cueva un hacha arrojadiza, teniendo su hacha de batalla a mano. Claro que con estos devaneos, Sja no pudo advertirle de que un enorme oso de las cavernas se elevaba a dos patas ante él para meterle un tremendo zarpazo y ni siquiera él mismo era consciente del golpe que iba a recibir por parte del animal que defendía su guarida cual Cancerbero en la entrada del propio infierno.
Claro que atrás de la comitiva, la vida pasaba tranquila, ajena a todo lo que estaba pasando a una velocidad tremenda ante los ojos del impávido Sja, que sin pensarlo sacaba su arco y cargaba una flecha.
Thur el Gnomon se había parado a enroscar a su cayado, la punta de lanza que convertía su arma en una especie de Naginata, mientas que recitaba un ensalmo para encender la piedra de luz que portaba el propio cayado. Sin embargo Jotum vigilaba la retaguardia de la comitiva con lanza y escudo en mano.
Antes de la llegada de la comitiva humana, el oso estaba pensando si salir de la cueva o no. Estaba en plan vago y bajar a los arroyos le daba mucha pereza, pero había estado todo el día dormitando y empezaba a tener hambre, ya que hacía poco que había salido de la hibernación y necesitaba recuperar todos los días que había estado durmiendo en su cueva sin comer. Fue cuando le llegó el dulce olor del sudor de la carne, quizás humana, pero él no era un oso remilgado y no hacía ascos a un humano si se ponía a tiro. Entonces escuchó un clin, clin y desde el interior vio como una sombra se ponía a mirar desde el exterior de su guarida, a esa sombra le seguía un tipo fornido despechugado, que no se ponía de acuerdo con las armas que llevaba en sus manos. Y luego vio la luz, si la luz de una especie de vara que se veía fuera.
La comida había llegado a su casa y había que aprovechar, así que directamente le lanzó un zarpazo al distraído despechugado que intentó anteponer un palote con un hierro que parecía una bola. Este cayó al suelo del golpe de su zarpa y aprovechó para lanzarle un bocado y meterlo para adentro. Pero la sombra de humano que había visto primero, se lió a lanzarle pinchos como loco. Luego otro con unos cuernos en la cabeza como la cabra que se había comido días atrás le tiró otro palito que rebotó en el fondo de la cueva y el de la luz, movía su palo delante de él.
Cuando Karlsko desapareció en el interior de la cueva, agarrado por las fauces del oso, Sja lanzaba flechas como un poseso, solo falló una, pero parecía no hacerle mucho daño a la bestia que seguía tirando del pobre cabrero, Jotum lanzó la lanza, así como quien lanza un algo que le molesta, ya que apenas tuvo tiempo de apuntar y por supuesto, falló. Thur, el Gnomon (sabio, mago de los Thyrianos) intentaba trinchar a la bestia con su arma polivalente, que lo mismo le servía de luz que de tirachinas y ahora con una daga enroscada de lanza, claro que con los nervios de la situación, lo único que consiguió era mover su luz por delante de las narices de la bestia, que a saber que estaría pensando de ellos. Pero para nervios de acero los de el Ensi (Clérigo) Fenrir, este se dedicó a observar como el oso, casi le arrancaba el brazo derecho a Karlsko, mientras tiraba de él para dentro casi moribundo. Sin duda se notaba que eran novatos con poca experiencia, a pesar del buen equipo Thyriano que portaban todos.
Karlsko, a pesar de estar medio muerto, la pierna destrozada, el brazo derecho medio arrancado, las heridas profundas en su pecho de la pedrada que recibió del Thur para sacarle de su locura… Todavía tenía resuello para atacar al oso con su brazo izquierdo, maza va, maza viene, mientras el oso mantenía su presa. Esta vez pudo acertarle en el pecho de la bestia, aunque no parecía afectarle demasiado. “Muere bestia inmunda”, repetía Karlsko animado de una energía sobrenatural, que no era para nada normal en un moribundo como él.
A la vez Jotum y Thur entretenían a la bestia con sus movimientos de armas, pues a fin de cuentas eso es lo que hacían. Jotum, había sacado la espada y lanzó un tajo al aire, mientras que Thur intentaba pinchar el vacío de la cueva en lugar del oso.
Y por variar, Fenrir seguía alelado, sin hacer nada, esta vez mirando como volaban las certeras flechas de Sja que realmente era el que poco a poco estaba acabando con la vida de la bestia. Hasta tal punto, que la misma se irguió, soltando al pobre pastor de cabras moribundo, lanzando tal zarpazo a Jotum, que casi le arranca el brazo del arma, que a la vez, salió despedida hacia el suelo. Luego fue a morderle para añadir otro humano más a la despensa, pero quizás la luz de la vara de Thur le hizo fallar por los pelos.
Viéndose libre el cabrero y aún medio muerto, cogió su hacha del suelo y se lió a darle hachazos al oso desde el suelo, ya que no se podía levantar. El oso gruñía por los golpes del cabrero, mientras Fenrir le decía:
-¡Ya voy Karlsko, ahora te pongo unas vendas!
Claro que no lo debió pensar bien, ya que para ponerle las vendas, tendría que atravesar por medio del grupo y luego plantarse delante del oso, esquivándolo quizás, para llegar al cabrero que estaba medio tumbado detrás del oso ahora, dándole un hachazo tras otro. Así que después de quedar bien con el grupo, siguió mirando el espectáculo….
Fue justo, cuando la vara de Thur pasaba delante de la cara del oso, con la intención de asustarle con su luz, cuando la última flecha de Sja, penetrando en el vientre de la bestia hasta las mismas plumas, la que le hizo perder el último halito de vida. Con un gruñido sin fuerza, desinflado quizás, el oso se desplomó casi encima de un Jotum que se estaba retirando al exterior de la cueva para intentar recuperar su brazo derecho medio desmembrado. De alguna manera inexplicable, habían salido todos con vida, o casi.
El propio Sjá, el héroe del día, junto al desdichado Karl, se sorprendía por haber sobrevivido.
Y con esa frase, unos se dedicaron a curarse las heridas y otros a mirar las posibilidades de la cueva y del propio oso.
(Nota, llegados a este punto, el jugador que llevaba al clérigo abandonó la partida y tuvimos que buscar sustituto, que por cierto apareció, y en un santiamén curó a todos con sus poderosos ensalmos y oraciones).
Y no podía faltar la foto del grupo después de matar al oso, por los pelos.
Espero os haya gustado el relato. Si es así comentar que siempre se agradece.
(Todas las imágenes son mías y las voy creando para el juego sobre la marcha para ilustrarlo).
Y para terminar, sigo aceptando VIPS en la partida y posibles futuras incorporaciones de jugadores (se prevee uno más).
¿Entonces Fenrir le anunció a Karlsko a gritos que iba a ayudarle y luego nada?
Luego nada, tal como lo cuento. Se tiró 3 asaltos sin hacer nada, solo decía cosas que no eran lógicas.
Mas tarde descubrimos que no tenía tiempo o no podía atender a la partida y escribía simplemente por cumplir, sin prestar mucha atención, como se podía deducir de sus post, sin lógica... De echo, luego me pidió salir de la partida por esas razones y no seguir perjudicando al resto.
He ahí que al poco puse el anuncio de la vacante de clérigo, que el mismo día se cubrió por uno de los Vips. El cual curó a todos los heridos nada más tomar el mando del personaje.
Y ahí estamos. Ahora circulan, perdios por las montañas, por territorio de caza de osos recién salidos de la hibernación del invierno, en busca del mítico ERBOLÓN.
Por cierto, saludos noble Director de Aquelarre. Lamento lo que pasó en la partida, estaba disfrutando y los compañeros eran muy buenos escritores. Espero no me hayas puesto en tu lista negra de jugadores non gratos.
Te invito a que sigas la partida como Vip y si te animas te puedo hacer un hueco en un momento dado.... todavía queda un pj por aparecer, más si alguno se da de baja, que nunca se sabe en estas partidas tan largas...
Ya me dices y un fuerte abrazo.