Subida por Bran Bresal
Esta es Lelu. Mi mujer la recogió durante un taller que daba en verano en su facultad cuando aún no había cumplido un mes. Tenía un ojo infectado por una herida y estaba bastante enferma. Cuando llegué a casa y la cogí por primera vez todo su cuerpo cabía en mi mano y sólo sobresalía la cabecita. A las dos semanas corría por el salón y parecía un pelocho negro, porque se había inflado a comer y su tripilla era tan grande como su cabeza. Pero pasó por varias enfermedades y se quedó bastante pequeñaja.
Siempre tuvo mucho carácter. Era muy independiente y le gustaba hacer las cosas a su manera. La gente decía que era una gata borde, pero sólo porque no se dejaba conocer bien, porque ella nos quería mucho y nosotros a ella. Además, siempre aceptó a todos los animales que fueron llegando a casa, dejando muy claro que era ella la que mandaba, eso sí. A nuestra primera perra la quitaba del comedero para cogerle la primera bolita de comida y dejar claro que estaba en su territorio.
Le gustaba beber de cualquier sitio y siempre venía corriendo cuando abrías un grifo. Se metía por detrás del televisor y subía a los muebles de un salto. Le encantaba jugar con los cierres del pan de molde y siempre nos los perdía. Se tumbaba al sol en la mesa de la cocina y, en invierno se venía a mis piernas mientras veía la tele, para estar calentita. Por algún motivo que nunca entendí, le gustaba arañar los espejos. No comía demasiado, pero le encantaba el jamón serrano; siempre que estaba cortando, se acercaba para cotillear. Y claro, siempre se llevaba algún trozo.
También le encantaba explorar. En nuestra antigua casa se cayó por el balcón mientras miraba y en la nueva se escapaba al jardín por cualquier sitio, aunque fuera saltando la verja. El otro día no volvió por la noche y al día siguiente nos dijeron que la habían encontrado en un jardín con dos perros bastante agresivos. Nunca le tuvo miedo a nada.
Siempre se subía a lo más alto y ahora está allí, con todo un mundo nuevo para salir a investigar.