Partida Rol por web

Vaamar sonrió.

- ¿Había hecho una amiga o estaba en proceso de hacerla? ¡Eso si era nuevo! – Pensó entusiasmada, pues desde que entrara a formar parte del departamento hacía casi dos años no había entablado una relación amistosa con nadie y lo más personal que había vivido allí habían sido las continuas discusiones con McGee.

- Bueno… - Dudó un instante. – Conozco un sitio agradable, ponen música tranquila con la que se puede hablar… - Se quedó un momento callada. ¿Le gustaría a Woods la tranquilidad o prefería algo más animado? – Hay un billar y bueno… ¿Te apetece?

Lyara trató de no mirar muy fijamente a Celarian para no incomodarla, estaba algo sorprendida al verla dudar, aunque mantuvo una ligera sonrisa dibujada en el rostro. Asintió un par de veces en cuanto escuchó la propuesta, le vendría bien evitar darle demasiadas vueltas a los sucesos de aquella noche.

- Me parece bien, sobretodo si dices que es posible conversar. En según que sitios acabas saliendo afónica -se frotó el cuello con la zurda, casi parecía que sus orejas decayeran ante la posibilidad de encontrarse un lugar demasiado ruidoso- Debe hacer siglos que no juego al billar, espero no haber perdido mi toque -expresó ensanchando algo más la sonrisa, quizás recordando tiempos anteriores al trabajo- Así que me está bien: acepto.

Alzó la diestra en un gesto algo ambiguo que hacía complicado discernir si esperaba que le chocara la mano o si estaba fingiendo prestar juramento.

https://www.youtube.com/watch?v=OMOGaugKpzs

En cuanto veas el post de introducción en la escena del despacho podrás postear a placer!

El Hoogan's era el típico local de copas irlandés donde a todas horas se visionaba la cadena VH1 de clásicos de los 80, a excepción de cuando jugaban a ese extraño deporte llamado fútbol gaélico en el que el campo era ovalado y se fusionaba el soccer con el rugby. Por lo demás era un establecimiento como cualquiera otro. Poca luz, música suave y clientes tranquilos.

Nada más entrar las dos elfas en aquel pub sonaba el clásico de Policromada " every breath you take". Una de las canciones favoritas de Celarian Vaamar, una clienta habitual del Hoogan's en sus solitarias noches previas al día libre.

- ¡Me encanta esa canción! - Exclamó Celarian. - ¿A ti no?

En el interior del local se hallaban unos siete clientes. Una mujer de unos cuarenta años con el pelo rizado de color pelirrojo y unas gafas retro, junto a un hombre calvo de mediana edad que parecía querer acercarse a ella. Ambos estaban vigilados bajo la atenta mirada de un segundo hombre algo más joven y de cabello también pelirrojo. ¿Quizás su hijo? En el fondo del local dos enanos etílicos como cubas apuraban sus jarras de cerveza. Vaamar los conocía desde hacía tiempo. Thror y Dron eran buena gente la mayor parte del tiempo, aunque en ocasiones el espectro del alcohol les poseía haciendo que acabarán su noche en el calabozo de la comisaría del distrito. Por último otros dos tipos, un humano gordo y calvo y un molesto orco lleno de pendientes en las orejas, la ceja e incluso en la nariz se encontraban jugando una partida de dardos.

Celarian le hizo un gesto de complicidad a Woods para que la siguiera frente a la barra. Tras ella se hallaba un camarero calvo y con bigote, ataviado con un sucio delantal mientras se afanaba en secar una jarra con un trapo aún más sucio.

- ¡Cómo te atreves a secar el vaso con ese jodida trapo comido de mierda! - Le gritó al camareros elfa. - ¡Sabes a qué me dedico! ¡Mañana tienes aquí a sanidad!

- ¿Que jodida mierda quieres, Vaamar? - Preguntó visiblemente enfadado el barman.

- Se te va a caer el pelo, John McFadden. - Sonrió la agente. - El poco que te queda...

- ¡Defecto en tus mierdas de amenazas, Celarian! - Respondió John.

- ¿Defeco? - Río Vaamar. - ¿Desde cuándo eres tan fino? Los dos rieron a carcajada suelta destapando el bulo. Todos los clientes salvo los dos enanos que ya conocían las farsas del dueño del local y aquella carismática clienta se quedaron mirándoles asustados por un instante, hasta que comenzaron a reír. - ¿Quién es tu amiga? - Preguntó John cuando pudo dejar de reír. - Pensaba que no tenías de eso...

- ¿Amigos? - Preguntó de forma retórica. - ¡No, es una compi del curro¡ Agente de sanidad como yo. La agente Woods.

La expresión de Lyara era tan fácil de leer como un libro abierto una vez pasaron al interior del local. Quedaba claro que era una mujer curiosa, pues sus ojos corrieron de lado a lado fijándose en cada uno de los detalles del pub. Cualquiera diría que se trataba de la primera vez que visitaba uno de aquella temática. O tal vez era muy fácil de sorprender, dejándose llevar por la novedad del momento.

Aunque siguió los pasos de Celarian, permaneció mirando al orco durante unos instantes, aunque su vista se mantenía fijada en sus múltiples pendientes antes que en el individuo en particular. Aquello podría llegar a parecer ofensivo, pese a que quien la viera captaría que su fisgonería era tan inocente y pura como la de una cría.

Sin embargo pronto volvió la atención hacia su compañera y el que parecía el dueño del local. Alzó una ceja en primera instancia, aunque una vez salió del estupor captó de qué iba el asunto y rió por lo bajo.

- ¡Ah! Mejor Lyara, que una no está de servicio ahora -dijo alzando y negando con el índice, divertida- La forja de nuestra amistad depende de la calidad del servicio, así que un gran peso recae sobre vuestros hombros -bromeó e incluso mostró la lengua. Aunque pronto corrigió aquel gesto, carraspeando un poco avergonzada.

El barman cerró un ojo, fijando el otro en la menuda elfa que había venido acompañando a su clienta habitual, adoptando una expresión cómica.

-¿Acaso nuestra querida Celerian te ha echado el ojo encima, muchacha?

Haciendo caso omiso a la advertencia de Vaamar, empezó a limpiar la jarra que tenía en la mano con el trapo.

-Porque si vuestra afinidad va a depender de la calidad de mi servicio, ¡¡lo más seguro es que esta noche acabéis compartiendo cama!!- Aquel áspero hombre  de aspecto hosco estalló en carcajadas mientras servía dos jarras de cerveza a las dos elfas.

La pequeña elfa hacía ademán de buscar acomodarse frente la barra, y si bien sonrió ante la primera ocurrencia del barman, se ruborizó ligeramente y evitó mirar a cualquiera de los dos en cuanto remarcó la broma.

- ¡Bueno! Eh... seguro que la cerveza está tan buena como dices -asintió un par de veces, completamente convencida de que su cambio de tema era muy sutil y efectivo. Se aferró a su jarra con dos manos, tratando de dar un mayor énfasis a sus palabras.

- ¡La verdad es que no estuve antes por aquí! Es bastante acogedor -comentó alegremente, y es que no le era muy complicado pasar de la vergüenza al entusiasmo.

- Pon dos cervezas, John.  – Solicitó la elfa.

- ¿Tiradas o de botella? – Preguntó el camarero sin moverse ni un ápice.

- Las dos de botella. – Respondió Vaamar sin dejar tiempo a responder a su compañera. - ¡Y no hará falta vaso! – Sabiendo con el trapo con el cual secaba las jarras, prefería beber de la misma botella, no quería pillar una gastroenteritis de forma tan gratuita. - Créeme que no hará falta. - Le susurró a Lyara antes de que pudiera remugar.

El barman se agachó ligeramente tras el mostrador metiendo la mano hasta lo más profundo del refrigerador que tenía tras la barra y extrayendo en el acto dos botellas que destapó con suma maestría. Celarian agarró ambas botellas y le entregó una a su compañera para acto seguido pagar la cuenta, seis dólares, tres por cabeza. No era demasiado caro dado los altos impuestos a las bebidas alcohólicas que reinaban en la ciudad.

En ese preciso instante cambió el hilo musical dando paso a una canción del grupo Roxette.  “Listen To Your Heart”, una canción del año 1988. Vaamar conocía esa canción, había nacido en el año 1979 y en su más tierna infancia aquellas canciones fueron todo un éxito. Le gustaba especialmente ese grupo, quizás por el hecho de que Gun-Marie Fredriksson, la canante y compositora de nacionalidad sueca, fuera también una intérprete élfica con una de las voces más dulces que había conocido.

Celarian Vaamar sugirió sentarse junto a su compañera en una mesa algo apartada del resto. Las dos jóvenes se sentaron en las sillas de plástico, bastante modernas para la apariencia del local, aunque tan incómodas que casi invitaban a bailar. Algo que no haría Vaamar pues era realmente vergonzosa con ese tipo de cosas y más en un pub como aquel donde nadie iba precisamente a bailar.

- ¿Vaya día, no? – Sonrió Celarian tras dar el primer trago a su cerveza. – Pasar de ser una patrullera cualquiera a salir entrevistada en la televisión no es algo que le pase a todo el mundo.

Lyara no pudo evitar lanzar una mirada significativa al trapo y cualquiera de los vasos que estuviera expuesto en las cercanías. Luego asintió enérgicamente ante la decisión de su compañera.

- Es que, bueno, los vasos están sobrevalorados. Así damos menos trabajo -gesticuló con la zurda justificándose más de la cuenta, casi como si contara una mala mentira en un interrogatorio.

Tomó la botella que le ofreció, abriendo la boca para replicar. Siempre terminaba sintiéndose en deuda cuando la invitaban, pero era un gesto que apreciaba. Decidió no hacerle un feo y se resignó, ya encontraría el modo de compensarla en algún momento.

La menuda elfa sonrió por lo bajo ante el cambio de melodía, por el momento ambas canciones le habían gustado, por lo que era probable que no fuera la última vez que se dejara ver por el Hoogan's. Estuvo unos instantes buscando la postura adecuada para sentarse en aquella silla, pero por desgracia se le resistió: imaginaba que aquel método de tortura era viable si querías echar a la clientela tras su consumición.

- Ay, cielos, el diseño es bonito pero poco práctico -murmuró de manera audible algo sumida en su cruzada personal, aunque pronto fijó la vista en Celarian, cuando habló- Dímelo a mí, que me mandaron a reforzar tráfico. En cierta parte estoy contenta, es decir, el caso es importante y... -se frotó la nuca y bajó la vista- No es que me alegre de que haya víctimas, claro. Es solo que... bueno, atrapar a un asesino será más gratificante que poner multas de aparcamiento.

Dió un pequeño sorbo a la botella, mirando de nuevo a la otra elfa.

- Claro que la responsabilidad es también mayor. Espero que lo resolvamos pronto -hizo una pequeña pausa, pensativa- La verdad es que no me gusta demasiado la prensa, por bien que se me pueda dar hablarle -expresó aquello sin ápice de soberbia, más bien como si fuera una realidad que tenía asumida- Pero imagino que la gente ha de mantenerse informada. Aunque los periodistas busquen hacer más sangre que otra cosa.

- ¿Y qué hay de tí, cómo lo estás llevando? Parece que estar alejada de las garras de McGee te sienta bien. En general el detective ha juntado un buen equipo. 

Aquella pequeña elfa tenía ciertos toques de humor que le gustaban a Vaamar. Podía ser que llegaran a entenderse razonablemente bien entre las dos. Lástima que no pudieran llegar a algo más. Ella y Johnson parecían haber congeniado durante la mañana. Incluso había escuchado algo de que cenarían juntos.

Vaamar dio un trago a su cerveza mientras miraba a Woods atentamente. No sabía si preguntar lo que tenía en mente o si era demasiado pronto o demasiado íntimo. Hasta el momento creía que no había dicho nada inapropiado que asustase a su compañera. Había sabido mantener la boca cerrada. Pero no podía más...

- ¿Te puedo hacer una pregunta? - Dijo en tono serio. Woods tragó saliva y asintió con la cabeza, aunque quizás lo hizo más por cortesía que por otra cosa. - ¿Qué hay con Peter? Con Johnson quiero decir. ¿Te gusta?

Una vez su botella empezó a estar medio vacía, empezó a jugar con la misma haciéndola rodar por la mesa como si fuera una peonza. Claro está, manteniendo siempre una mano en ella y vigilando que aquello no terminara por salpicar, deteniéndose y dando algún que otro trago cuando realizaba alguna de aquellas pausas.

Ladeó la vista hacia Vaamar en cuanto se pronunció, haciendo un gesto de 'adelante' con la mano libre ante su primera pregunta. Luego parpadeó un par de veces, y aunque se ruborizó, negó con la cabeza.

- ¡No! Es sólo un amigo, es decir, me cae bien. Pero no me planteé... bueno, es un humano -se encogió de hombros de manera algo abrupta- Quiero decir, no soy tampoco una defensora de la pureza racial, pero... -negó un par de veces con la cabeza- No lo veo de ese modo. Lo conozco de hace un tiempo y me parece majo y legal, nada más -extendió los dedos de la zurda y acompañó la negativa con la mano.

- ¿No serás tú un poco cotilla...? -sonrió con cierto apuro, mirando a su compañera con fijeza por un momento. Luego pareció atar cabos a su manera, y después de que sus mejillas se enrojecieran aún más, dió un largo trago a la botella como vía de escape, como si aquello le otorgara algún tipo de inmunidad. Finalmente se aclaró la garganta tras tragar, y sacó a relucir su capacidad deductiva en horas bajas- ¿Te gusta a ti? Quizás pueda ayudarte de modo que tengáis oportunidad de conoceros mejor -llevó el índice a los labios, pensativa, evaluando posibilidades.

- ¡No! ¡No, por todos los dioses del presente y del pasado! - Una carcajada surgió del interior de aquella elfa. - ¿Peter Johnson y yo? - Negó con la cabeza sin poder borrar la sonrisa de su rostro. - ¿Tan bien lo disimulo? Será que realmente me conoces muy poco.

En ese preciso momento alzó la mano llamando la atención del barman. Cuando John vio el gesto de la supuesta agente de sanidad entendió a la perfección lo que quería.

- No me malinterpretes, parece un buen chico pero... - Arqueó una ceja. - ¡Es un niñito!

En ese momento apareció John portando dos nuevas cervezas bien frías y las destapó al instante retirando las botellas vacías. Celarian no se molestó en mirar al camarero y éste lo notó quedándose parado un instante frente a la mesa ocupada por las dos elfas en busca de una palabra de agradecimiento.

- Gracias, John. - Dijo al fin Vaamar sin dejar de mirar fijamente a Woods, aunque John se dio por satisfecho regresando tras la barra. - Sabes, creo que los elfos maduramos antes que nuestros ancestros. Puede que sea gracias a internet o puede que a otra cosa, pero es evidente que nuestro período de aprendizaje se ha acortado en la era de la información. Humanos y elfos nos diferenciamos menos en nuestro desarrollo cognitivo durante la infancia que hace cien años y que hace veinte. Sinceramente, ya no veo diferencias tangibles y creo que se debería revisar la mayoría de edad de los nuestros...

Vaamar se detuvo a pensar un instante en lo que estaba hablando. Podía hacer una disertación acerca de ese tema. Había todo un movimiento social para hacer el cambio que Celarian había mencionado y ella estaba al corriente de todo. Pero la conversación había llegado a ese punto por algo. ¿Que era?

- ¡Ya! - Meneó la cabeza y le dedicó una sonrisa a su interlocutora. - A veces empiezo a hablar y me voy por las ramas haciendo rodeos... - Hizo una pausa y su expresión se tornó seria. - Johnson es muy niño para mí y creo que también para ti, pero ese no es el principal motivo por el que ni me planteo algo con Pete. No quiero nada con él ni con ningún hombre. - En ese momento cogió las delicadas manos de Woods abrazándola con las suyas propias y mirándole directamente a los ojos. - No son para nada mi tipo. Tú cumples mucho mejor las expectativas.

En ese preciso momento soltó las manos de Woods sobreviniendole un repentino enrojecimiento en el rostro. Apartó la mirada de su camarada centrandola en la pared avergonzada. ¡Ya había hablado más de la cuenta! Entonces volvió a cambiar el hilo musical. En esta ocasión fue Cyndi Lauper con su "Girls just want to get fun" la canción que comenzó a sonar.

Lyara parpadeó un par de veces al escucharla: si bien pecaba de inocente, no era tonta, y aunque fuera por mero descarte llegó a la conclusión adecuada antes de que se pronunciara al respecto. En todo caso no la interrumpió: si bien fingió que el hecho de que trajeran más cerveza era lo más importante del mundo en aquellos momentos. 

- Eh, sí. Lo es. Aunque no sé, tampoco me parece un niñito. Quiero decir, bueno. Es humano -negó nuevamente con la zurda, restándole importancia al asunto.

- En cuanto la mayoría de edad, es sólo una marca. Se sitúe donde se sitúe siempre habrá quien piense que debería adquirirse antes, mientras los más conservadores dirán que ha de ser después -llevó el índice a los labios, dándole vueltas al asunto- Es verdad que no nos haría ningún mal que fuera antes. De hecho suele madurarse más rápido cuando se adquieren responsabilidades -terminó por sentenciar, casi contenta por el debate, como si aquello la hubiera alejado de la situación de peligro. Pero estaba equivocada.

- ¡Ah, bueno! No pasa nada, una cosa lleva a la otra y... -sin embargo calló para no interrumpirla demasiado. Bajó un poco la vista en cuanto percibió que la tomó de las manos, y aunque inconscientemente puso algo de su parte buscando entrelazar los dedos, pronto su rostro enrojeció tanto que bien se la habría podido comparar con un tomate.

- Eh. Ah... esto. Mhmm. -ladeó un poco la vista, mirando a la mesa, algo avergonzada- E-es un poco repentino, jeje... -carraspeó un poco tratando de ahogar aquella risita nerviosa, que a sus ojos no le estaba haciéndole ningún bien. Tomó algo de aire y entonces habló con mayor serenidad, aunque a medida que lo hizo el nerviosismo se apoderó de ella- Es decir, apenas nos conocemos, pero, no me importaría, bueno. Nomeimportaría quenosconozcamos -hizo otra pequeña incómoda pausa- Me gusta este sitio -dijo algo más calmada, aunque no parecía tanto un cambio de tema como una discreta declaración. 

De un modo u otro, decidió volver a emplear la botella como comodín.

¿Que había querido decir con eso? Había notado el sonrojo en el rostro de Woods. Sin duda aquella declaración le había cogido por sorpresa casi tanto como a ella misma. Al menos no había salido corriendo. Esa era buena señal a priori.

- Ya habrás visto que no suelo callarme nada. - Chasqueó la lengua. - Lo tengo controlado más o menos a nivel profesional, o al menos lo intento...

Agarró la botella y le dio el primer sorbo. Necesitaba ayuda de aquel líquido color trigo para afrontar la situación a la que se había visto abocada. Para nada esperaba acabar el día de esa forma, que por otra parte le encantaba. No obstante se sentía nerviosa.

Su corazón bombeaba más rápido de lo habitual. Notaba cierto temblor en el habla aunque podía controlarlo. Había empezado a sudar, aunque esperaba que Lyara no lo notase. Finalmente tragó saliva y volvió a tomar las manos de su compañera de forma delicada y acarició el dorso de éstas con su índice. Esperaría su reacción antes de dar otro paso más hacia adelante, aunque le gustaría que fueran Woods quién tomara la iniciativa.

No era habitual en Lyara encontrarse nerviosa. De hecho, consideraba que su autoestima era tan elevada que podía considerársela orgullosa o llena de soberbia: no era tampoco una cara que mostrara muy a menudo, a fin de cuentas solía reservar aquel sentimiento de superioridad para aquellos que no eran elfos. Además, ello no evitaba que tuviera el deseo de ayudar a los que consideraba menos capaces que ella.

Pero en aquel momento, casi parecía apunto de temblar. Su experiencia con las relaciones personales era más bien escasa, y si bien en alguna ocasión había sentido cierta atracción por las mujeres, nunca se había planteado seriamente entablar una relación con una.

- P-pues si lo tienes controlado a nivel profesional, me habría gustado ver cómo eras antes -bromeó soltando una risita nerviosa- Quiero decir, no te moderas tanto. Sé que hay gente que teme que le muerdas.

No mostró rechazo en ningún momento frente ese gesto, si bien no correspondió las caricias, tomó y presionó ligeramente sus manos contra las suyas en un gesto que intentaba ser firme. Se aclaró de nuevo la garganta, de la manera más discreta que pudo y volvió la mirada hacia los ojos de Celarian.

- Mira. Me gusta tu manera de ser. Y me resultas atractiva. Pero apenas nos conocemos -hablaba de manera extrañamente seria. Quizás un recurso para evitar que el rubor le ganara más terreno. O para evitar tartamudear- Como lo primero es lo más importante, lo segundo es indiferente y lo tercero puede enmendarse... -hizo una nueva pausa incómoda. Había dicho aquello de carrerilla pero se había estancado un poco. Su seriedad se desvaneció poco a poco- ¿Qué tal si le ponemos solución? Veo que coincidimos en algunos gustos musicales, así como de ambiente -cabeceó discretamente hacia el local- Pero... ¿cuál es tu color favorito? ¿te gustan los animales? Creo que escuché que tenías un perro. Yo tuve un gato hace tiempo, siempre se escapaba. Pero vivió bastante bien. ¿Crees que algún número te da suerte?

Celarian Vaamar rió ante la broma de Woods. Había aprendido a controlarse, se controlaba mucho más que antes... En ese punto comenzó a reflexionar. Había molestado a mucha gente durante la mañana. Ryan, Jeannine incluso puede que también a Lyara. Se borró de pronto la expresión jovial de la cara de la elfa. ¿Debería volver a hacer aquel curso de control emocional? Pensaba que realmente lo tenía controlado. No sabía muy bien que decirle en cuanto a eso a su compañera.

No quería estropear todo lo que había avanzado hasta ese punto. Sin embargo, no tuvo que decir nada, sino sentir como Lyara Woods apretaba su mano en señal de... ¿En señal de qué? No tardó mucho en desvelarse tal incógnita. Se acababan de conocer y lo cierto era que Vaamar había sido muy directa.

Lejos de asustar a una chica heterosexual hasta la fecha aunque con alguna tentación lésbica a sus espaldas, había reaccionado con comprensión y cierta complacencia. Quería ir poco a poco. Era normal, apenas se conocían, pero no descartaba nada en el futuro. Ahora sí que estaba nerviosa.

El corazón se le había disparado y una sonrisa bobalicona se había dibujado en su rostro. Por mucho que intentaba borrarla era una tarea imposible. Se sentía eufórica, se sentía feliz y sentía la adrenalina correr por sus venas. Una batería de preguntas fruto del nerviosismo y de las ganas de conocer a la chica que tenía frente a ella surgió de la garganta de Woods. Es juego le gustaba a Celarian. El interés que mostraba por ella le entusiasmaba. Esa chica le gustaba a Vaamar, no podía negarlo.

- Rojo. Si, me gustan. Tengo un perro, Sam, un mestizo de caniche y que se yo. Y no tengo un número favorito, pero si uno que odio, el cuatro. - Celarian sonrió al acabar con sus respuestas. Pensó en tomar un trago de cerveza, pero eso separaría sus manos de las de Woods y... ¡Eran tan cálidas! Le gustaba ese juego y era su turno. - ¿Vives sola? ¿Cuál es tu horóscopo? ¿Te gusta patinar? - Hizo una pausa frunciendo el ceño. - ¿Cuánto tiempo pasa desde la primera cita hasta que te enseñan su casa? - Todas las respuestas le interesaban, pero sin duda de la pregunta de la que deseaba sacar mas información era de esa última.

Se podía percibir cierto alivio en la expresión de Lyara, que escuchaba las respuestas de su compañera sin apartar la mirada de ella. Estaba claro que aún conservaba parte de sus dudas, pero consideraba su compañía sin duda agradable. Había logrado avanzar en la conversación lo suficiente como para que dejara de arderle la cara a cada palabra pronunciada, y aquello en cierto modo ya era un gran paso adelante.

Inspiró profundamente y se mordió inconscientemente el labio inferior, para luego soltar el aire con calma.

- ¡A mí también me gusta el rojo! Aunque no sabría decir si es mi color favorito. Siempre compite con el azul -expuso aquello como si se tratara de un debate interno que llevaba sosteniendo siglos- Así que un mestizo de caniche -alzó las cejas entre extrañada y divertida- Te hacía dueña de algo parecido a un husky. No preguntes por qué -hizo ademán de gesticular con la zurda, pero al aún tener tomadas las manos de Celarian, simplemente las zarandeó un poco sin soltarla.

Se ensombreció ligeramente su expresión ante la mención del número, a lo que asintió ligeramente. Se mantuvo callada para darle algo de espacio a formular sus propias preguntas, a las que no respondería de inmediato, aunque sí de seguido.

- Sí, vivo sola. Capricornio: ¡pero de las jóvenes, no de las viejas! -expuso en referencia a que era nacida en Diciembre- Me encanta patinar, si es sobre ruedas. No me considero torpe, pero la única vez que lo hice sobre hielo me dí un buen golpe y me hice un esguince, ¡desde entonces lo evito! -frunció un poco los labios al recordar aquella experiencia de su infancia, aunque pronto volvió a sonreír. Y entonces ladeó la cabeza pensando en la última pregunta.

- Pueees depende de la determinación de la anfitriona. ¿Es algún tipo de sugerencia? - preguntó ladeando aún más la cabeza, de manera algo cómica. Lo cierto es que era bastante fisgona y tenía curiosidad por cómo sería el hogar de Celarian. De algún modo, sabía que se llevaría más de una sorpresa, sobretodo después de la mención de su mascota. ¡No es que tuviera nada en su contra, le gustaban los caniches! Pero nunca habría apostado por ello.

- ¿Es muy tarde ya? - Celarian sacó su teléfono móvil mientras trataba saliva. - Las 2:34 ya... - Se detuvo a pensar un momento y miró con una cara chistosa a Woods. - Me habías dicho que vivías muy muy lejos de aquí. ¿No? - Le guiñó un ojo. - Con la que está cayendo y lo oscura que está la noche sería una descortesía por mi parte no ofrecerte mi casa para pasar la noche. Además, hay un asesino de elfos suelto. Mejor permanecer juntas. ¿No? - Permaneció un segundo en silencio y cuando creyó que Woods iba a responder la interrumpió. - ¡Estamos cerca de mi casa! Sólo tenemos que andar dos manzanas. Podemos ir a trabajar juntas mañana. El metro nos deja en la comisaría y si se nos hace tarde podemos ir en mi moto. Tengo dos cascos. ¡Venga! ¿Qué me dices? ¿Si?