Partida Rol por web

Vuelves a casa tras quedar claro que fuera de ella no hay absolutamente nada que hacer, de hecho incluso te extraña que haya locales nocturnos para el ocio aunque quién sabe.

Una vez en el cálido interior de tu nuevo hogar, revisas las hojas facilitadas por "Naomi", donde viene especificado el horario que tendrás que cumplir en el taller (turno matinal de 8.00 a 13.00 y turno de tarde de 15.00 a 18.00) y por qué calles puedes llegar más rápidamente a tu destino así como las paradas de autobús y de taxi que parecen ser los únicos transportes públicos accesibles por el momento, lo cuál te recuerda que tú gozas de vehículo aparcado justo en frente del edificio.
No parece haber ningún despertador en toda la casa que evite que te duermas, pero quizá el primer día dé un poco igual, a fin de cuentas podría decirse que es "culpa suya".

Duermes del tirón, pero te despiertas repentinamente cuando un timbre agudo suena en toda la maldita casa a las siete de la mañana. Parece ser que sí había despertador después de todo, y bastante molesto además.
En el armario tienes algunas prendas de ropa con más color del que has visto por las calles y la propia casa, aún así no es muy llamativa y alguna no es de tu talla así que probablemente no puedas usarla toda.

Desayunas en abundancia y quizá te duchas de forma más tranquila que al llegar a la ciudad, saliendo al exterior para descubrir mayor movimiento del de anoche.
Bastantes personas van y vienen por las calles de forma diligente, directas a su destino sin apenas mirarse, aunque de vez en cuando hay reducidos grupos que sí charlan entre sí algo más animados y "humanos" que el resto.
Por las carreteras también transitan algunos coches esporadicamente, pero en menor cantidad de lo que sería habitual en una ciudad cómo esa.

Tomas asiento en la última fila, en la cuál llamas incluso más la atención puesto que todos están delante dejando múltiples mesas y sillas vacías entre ellos y tú, pero aún así no parecen prestarte atención.
La profesora expone varios ejercicios que los alumnos se afanan por completar, momento que aprovecha para abrir con llave uno de los armarios del lateral del aula y empezar a prestarte los libros que vas a necesitar, aunque al parecer las libretas y bolis deberías haberlos traído tú así que hacéis una pequeña "colecta" entre todos los presentes hasta tener todo lo necesario para poder llevar a cabo la clase... lo cuál no significa que entiendas demasiado de lo que están haciendo en ella.

Tras un rato prestando atención, te das cuenta de que el nivel de estudio es bastante inferior al de vuestra edad (similar a primero de ESO), que al fin y al cabo es lo que dijiste a Naomi, así que te cuesta menos de lo que creías empezar a seguir el ritmo.
Después de esa clase se suceden tantas otras igual de aburridas, todas de una hora de duración con quince minutos de descanso intermedio en lugar de la media hora que tú creías.

La mañana pues, se hace algo larga, pero al fin termina tu jornada matinal de clases así que dejas todo el material cedido en tu taquilla y te quedan dos horas intermedias hasta el turno de tarde.

Las clases fueron largas y aburridas. En un primer momento pensó que no se iba a enterar de nada por que su inglés no era tan bueno como para manejarse con palabras técnicas pero el nivel de las clases era bastante bajo y no fue así. La hoja de apuntes pronto se llenó primero de garabatos y luego de dibujos en los que se entretenía para pasar el tiempo.

Menuda forma de perder tiempo..

Y ni siquiera nadie se había molestado en acercarse para presentarse, hablar con ella o interesarse mínimamente. Volvió a sentirse tan sola como antes de que conociera a Ziyak y los demás, desanimándose profundamente. La hora del almuerzo llegó y como era de esperar cada uno tiró por su lado hasta quedarse sola sin saber que hacer o a donde ir. Caminó por los pasillos en busca de la cafetería para poder ir a comer algo, ya que no sabía si le daría tiempo a volver a casa y venir de nuevo.

Creo que mañana me quedaré explorando.. o mejor aún.. durmiendo..

Cuando terminó de comer re-emprendió el camino de vuelta hasta su 'apasionante' clase de lengua de análisis de oraciones.

La situación se denota, extraña, la gente yendo a su trabajo sin mirar a los demás."Esto me recuerda a la antigua NY., no es tan distinto". John comienza a dirigirse al coche,"esa señorita es bien" en ese momento "sin querer" John tropieza con el blanco elegido. Antes de que el maletín de la señorita caiga al piso John lo toma en el aire. Una pequeña sonrisa aparece en la cara de John y  -Disculpe, señorita...

El día transcurrió con una lentitud desesperante o será que estaba tan acostumbrada a los sobresaltos que al no tenerlos me sentía como león enjaulado.

Tan sólo dos pacientes habían en el piso que me habían asignado y ciertamente ninguno daba problemas. Leí un rato a cada uno, conversé con ellos para intentar que el paso del tiempo fuese más ameno e intenté también averigüar algunas cosas de la ciudad.

Del mismo modo que con los pacientes, intenté entablar conversación con Sarah, mi compañera, sin embargo ella se mostró bastante arisca con eso. Pese a que físicamente era bastante diferente a Naomi, en la mayoría de las cosas ambas parecían cortadas por la misma tijera. Igual de distantes, igual de mecánicas a la hora de responder, como si estuvieran respondiendo a alguna especie de programación o algo así.

Llegada mi hora de descanso y tras comer algo en la cafetería, me dediqué a recorrer las instalaciones del hospital. La recepcionista ya me había mostrado muchas de ellas, las más comunes, pero a mi no me interesaba conocer los lugares comunes, yo quería conocer los otros, aquellos que permanecían semiocultos a la mayoría. Tenía que aprovechar, bien podía decir que en mi calidad de nueva había salido a recorrer las instalaciones y de ser sorprendida en una zona de acceso restringido les diría sencillamente que me había perdido al dar la vuelta en uno de los pasillos.

La mujer se limita a aceptar tus disculpas y el maletín con expresión algo malhumorada pero sin decirte nada, marchándose tan apresuradamente cómo antes de toparse contigo.
Nadie parece dispuesto a entablar una conversación ni aunque sea fortuita, sólo los pequeños grupos que ya van juntos y generalmente formados por personas algo más jóvenes.

Acabas por dirigirte al taller que te ha sido asignado, el cuál a pesar de estar algo sucio debido a la grasa y demás, sigue estando mucho más limpio de lo que era habitual antes. Al menos de lo que tú personalmente recuerdas aunque de eso hace ya muchos años.
Es lo suficientemente amplio para albergar cuatro coches, y de hecho ése es el número de vehículos que hay estacionados en él, sea simplemente aparcados o sobre pequeñas grúas para poder trabajar debajo de ellos.

En el lado derecho se encuentra la pequeña oficina cerrada en cuyo interior puede distinguirse un televisor apagado y un escritorio con ordenador a parte de algunos cajones y carpetas.
Enseguida un tipo que ronda los cuarenta años sale de debajo de uno de los coches, ataviado con un mono gris bastante sucio.
Te sonríe amigablemente mientar se limpia las manos con insistencia en un trapo que acaba dejando sobre su hombro.
-Por fin un sustituto. No doy abasto con todo esto...- mira el taller y de nuevo a ti de arriba a abajo, cómo si quisiera evaluarte. Al menos físicamente.
-Soy Gregory pero puedes llamarme Greg- te tiende una de sus manos aún algo aceitosas. Resulta incluso sorprendente toparse con alguien tan... "normal" en ésa ciudad.

Kyuu acaba encontrando el comedor del instituto sin demasiado problema, donde apenas medio centenar de alumnos se destribuyen entre las mesas, muchos de forma solitaria, al menos más de lo debería ser habitual, aunque todavía se forman varios grupos dispersos aquí y allá.
Hablan entre sí pero de forma más tranquila y sosegada, aunque alguno alce la voz más de lo debido el lugar no se vuelve una jaula de grillos, lo cuál en un instituto sigue sin ser del todo normal.

La comida está bien de precio y de sabor, aunque quizá dentro de un tiempo llegue a resultar sosa, pero al menos disfruta de ella antes de limitarse a pasear por los jardines y volver a la clase... tan mortalmente aburrida como por la mañana.

Al fin suena el timbre del final de las clases, puntualmente a las 18, ya le han mandado varios deberes para casa y sin duda el día no ha resultado muy agradable a pesar de las comodidas, pero al salir del gran edificio del instituto da con alguien que no esperaba.

Ziyak espera al otro lado de la calle ataviado de forma algo extraña para él, con tejanos y una especie de chaleco antibalas, sin embargo lo más llamativo probablemente sea el hecho de estar acompañado de Hunter con cierta tranquilidad.
Por suerte una visión más detallada de éste permite que Kyuu distinga que el que se "esconde" tras ésa vistosa armadura blanca no es otro que Axel.

Llega la hora de comer, en la cuál disfrutas nuevamente del sabor de la comida cocinada y elaborada con varios ingredientes, percatándote de que los pocos empleados distribuidos por la cafetería apenas hablan entre sí, la mayoría se sientan de forma tan solitaria cómo tú a pesar de que hay que presuponer que no son nuevos en el hospital.
Decides no entretenerte con eso y aprovechar la hora que te sobra para volver a recorrer el hospital, cruzando por varias salas de diagnosis variadas en las cuáles aprecias maquinaria que ya conocías, escáneres más avanzados y sofisticados, así cómo el extraño aparato con el que Naomi trató las heridas de John y de Kyuu.

Apenas hay un par de quirófanos llenos de pantallas planas y táctiles con su respectiva camilla, sin embargo están vacíos en cuanto a personal ya que no hay emergencias que tratar. Al menos por ahora.
Te das cuenta de que a pesar de haber hecho algunos avances tecnológicos, no hay nada especialmente sospechoso en todo aquello, hasta que al subir al ascensor te fijas mejor en el teclado numérico para seleccionar los pisos y aprecias la ranura de una tarjeta... que por supuesto no tienes, pero probablemente conduzca a algún piso o zona más "privada".

La tarde llega y tu turno prosigue con cierta lentitud, al menos mayor de la que esperaría en un hospital donde supuestamente deberías estar muy atareada.
Te preguntas cómo le irá a Kyuu en el instituto... y a John, del cuál no sabes anda desde ayer pero supones se encontrará en condiciones similares.

Finalmente acabas tu jornada laboral por hoy, pudiendo volver de forma directa a casa, pasar por el instituto para intentar recoger a Kyuu o quizá dar algún tipo de paseo por Hope.

John observa la mano con grasa, sin dudarlo sonríe y mi mano se funde en la suya en un apretón. "No es un maldito androide." -Señor Greg parece que será mi jefe.   John se denota alegre es la primera muestra de humanidad que a visto en esta bola de  marfil. -Como vera soy nuevo en este lugar y todavía no entiendo muy bien todo, pero estoy dispuesto a aprender.  John observa el lugar nuevamente. "Me gustan los vehículos, algo podremos hacer."

Otra aburrida sesión de clases.. y encima la habían mandando deberes de niños! ¡a ella! - Prrrrrrrrpppp los va a hacer su... -salió muy mosqueada de la clase mirando con cara de odio a los estudiantes que no le habían hecho ni caso en todo el día y fue empujando puertas bruscamente y de mala gana hasta conseguir salir del instituto.

Cuando sale en un primer momento no les ve, pero en cuanto percibe la armadura de Hunter su cuerpo se tensa y casi se tira de cabeza a los matojos del jardín para esconderse - ¿Ziyak con Hunter? - aquello era muy raro y efectivamente no podía ser así - es Axel.. pero.. ¿Ya estan aqui? No han tardado ni un día..

Se preguntó si la habrían reconocido a ella, tan arreglada y limpia igual ni la conocían.. aunque parecía que la estuvieran esperando. Quería correr a abrazarles pero se reprimió, no sabía si eso sería una buena idea - ¿debería acercarme? -les preguntó con la mirada mientras caminaba despacio hacia ellos.

Por fin estaban dentro de la ciudad. Era impresionante, a pesar de la evidente tensión que se podía respirar. Axel había intentado imaginársela pero aún así le sorprendió. Estaba demasiado acostumbrado a ver edificios hechos polvo.
Camina junto a Ziyak sin decir una palabra para no desenmascarar su propio disfraz. La verdad es que no tenía muy claro cómo actuaban los cazadores dentro de una ciudad. ¿Serían una especie de fuerza del orden? ¿o algún simbolo de autoridad?.
Al final llegan a un colegio, en el que ya supone que se encontraría Kyuu, pues otro no podría ser. Con gran esfuerzo reprime una sonrisa y resiste la tentación de acercarse para revolverle el pelo cuando la ve aparecer. Se queda en su posición con cara de pocos amigos y las manos tras la espalda en actitud "profesional" mientras observa a su amiga asiática detenidamente.
Anda que si...Volver a una ciudad para tener que ir al colegio. Eso si que es una putada ¡je!
Sin poder aguantar más se inclina un poco para susurrar a Ziyak.
-Estooo...¿Qué se supone que debemos hacer? ¿Sería sospechoso que dieramos muestras de reconocimiento? No tengo muy claro que se supone que hacen los cazadores aqui dentro...-mientras habla no deja de mirar a Kyuu

-Los cazadores aquí dentro son agentes especiales. Cómo si fuéramos el maldito FBI- murmura a su compañero sin molestarse a mirarlo, manteniendo la vista al frente mientras se cruza de brazos con expresión poco amigable.
Los alumnos salen del edificio y evitan pasar por la misma acera que ellos, llegando a rodearlos de forma excesiva en algunos casos, dejando claro que inspiran algo de temor en los más susceptibles.

Cuando Kyuu los observa de ésa forma Ziyak entrecierra los ojos hasta llegar a reconocerla, momento en el que disimula su sorpresa y se limita a negar suavemente con la cabeza, indicándole que no se dirija hacia ellos.
Espera a que la joven oriental empiece a caminar en cualquier dirección para entonces seguirla a varios metros de distancia, tal vez cómo si estuviera siendo vigilada o incluso protegida.

Así se sucede todo el recorrido hasta el bloque de pisos donde ahora viven las dos muchachas, adentrándose en él sin poder relajarse ya que hay varias cámaras de vigilancia distribuidas por la recepción y los distintos pasillos, todos limitados a metal, blanco y cristal como el resto de la monótona ciudad.

Los supuestos cazadores dejan que Kyuu suba primera en el ascensor, viendo en el pequeño panel lateral el número de piso en el que se ha detenido para ascender después hasta él procurando ser algo sutiles, esperando que la muchacha haya dejado la puerta algo entreabierta dado que al salir del ascensor tendrán que esquivar la siguiente cámara.

Axel no puede evitar hacer una mueca ante las palabras de Ziyak.
¿Agentes especiales? ¿Cómo el FBI? Jaja. Eso si que no me lo esperaba...Tiene narices es un futuro que jamás me habría augurado...lo más cerca que he estado del FBI ha sido en el asiento trasero de los coches patrulla...
Intenta recomponer su rostro para mostrar la máscara de frialdad de Hunter, y aunque lo consigue la boca se le curva un poco en media sonrisa.
La pareja sigue a Kyuu de cerca. No intercambian más palabras y eso pone algo nervioso a Axel pero se obliga a calmarse en cuanto ve las cámaras de seguridad.
Joder. Desde luego esto es una fortaleza. No entiendo cómo puede vivir asi la gente. Bueno si, a punta de pistola, o en este caso de jeringuilla...
El muchacho observa como Ziyak anda sigilosamente intentando esquivar las cámaras y le sigue los pasos imitando como puede ese sigilo y habilidad.

-Bah, deja esos formalismos para los clientes- comenta Greg despreocupadamente cuando te refieres a él como señor. Después mira alrededor asintiendo a lo que dices hasta volver su mirada hacia ti.
-No te preocupes, seguro que te acostumbras enseguida... Yo llevo apenas 2 años por aquí pero al sangre fresca es lo mejor. La mayoría de gente ha perdido el gusto por hablar y todo eso, ¿sabes? Seguro que ya te has dado cuenta- ríe por lo bajo y te da un pequeño golpe en el brazo amistosamente, acercándose al capó abierto de uno de los vehículos y esperando a que le sigas hasta él para enseñarte que es lo que debes hacer.

La mañana transcurre así, aprendiendo con la práctica y las explicaciones de Greg, por lo que las horas pasan relativamente rápido al tener alguien con quien poder hablar sin que parezca un robot o algo similar. Por unos momentos llegas a recordar realmente lo que era la vida en las ciudades hace unos años... aunque esa "ilusión" se termina cuando llega la hora de comer y sales del taller para dirigirte a algún restaurante cercano, donde si hay alguien más despierto no lo demuestra por temor a destacar demasiado.

El turno de la tarde llega sin novedades y no puedes evitar preguntarte qué deben de estar haciendo las chicas. Quizá podrías visitarlas o llamarlas cuando termines tu jornada.

Recorrí el hospital de cabo a rabo y me familiaricé con todo lo que podía familiarizarme. Todo era demasiado tranquilo en ese lugar, extremadamente tranquilo y me era muy difícil acostumbrarme a la idea de que fuera así. Me parecía hasta anormal.

El descubrimiento de esa ranura en el ascensor, sin exagerar, fue una chispa de esperanza y durante el resto del día estuve dándole vueltas a la cabeza pensando en el modo de averiguar qué puertas me abriría y a qué zonas tendría acceso de poseer esa dichosa tarjeta.

El turno acabó y llegó la hora de regresar a casa. Me pregunté por John y en cómo había transcurrido ese, su primer día. Con que hubiese sido la cuarta parte más movido que el mío juro que lo envidio. ¿Y Kyuu? ¿Cómo estará ella? ¿Qué tal habrán ido sus clases?

Miré el reloj, me daba tiempo para recoger a Kyuu, la idea de devolverme caminando a casa o bien dar un paseo por la ciudad igual era interesante, pero prefería hacer eso después, quizás al día siguiente, después que me cerciorara que todo había ido bien con Kyuu.

Caminé hasta la parada del autobús y mientras esperaba que éste pasara envié un sms a Kyuu avisándole que pasaría a buscarla para regresar juntas.

El camino de vuelta al apartamento se le había hecho eterno...y de lo más incómodo. Era muy extraña la sensación de llevar a seres queridos detrás y no poder decirles nada. Tras pasar el hall llamó al ascensor hasta su piso y se encaminó despacito a la puerta. No le gustaba la idea de que las cámaras registraran algo pero seguro que Ziyak ya sabía que estaba todo lleno y había alertado a "Hunter" de ello. Dejó los trastos escolares y deberes en la mesa de la cocina y echó un vistazo al interior para ver si había alguien pero parecía que no.

Drew no ha llegado aún..

Pensando en la manera de indicarles qué puerta era la suya decidió que lo mejor era dejarse las llaves puestas por fuera "por olvido". Despúes se sentó en el sillón un tanto inquieta esperando a que la puerta se abriera y poder reencontrarse con ellos en condiciones..

No te cuesta demasiado decidirte por Kyuu, así que subes al autobús que te deja cerca de su instituto, un edificio imponente y muy bien conservado, sin embargo alrededor de él apenas hay vida como sería de esperar.
Hay un par de grupos de apenas dos o tres estudiantes detenidos cerca de las puertas hablando entre ellos, lo cuál ya es algo si tenemos en cuenta el comportamiento de la gente vista hasta ahora.

El interior del edificio ya está oscuro y en ése momento el supuesto conserje cierra las puertas marchándose de la zona tranquilamente. Parece evidente que todos deben haberse marchado ya de allí, y esperas que realmente así sea.

Probablemente dudes durante unos segundos, pero finalmente decides seguir con tu camino hasta casa, a la cuál puedes llegar andando, ya que no está demasiado lejos, preguntando un par de veces por el camino a seguir.
Llegas hasta el edificio en cuetsión sin ningún tipo de incidente durante todo el día, esperando comentar con Kyuu la extraña ranura del ascensor del hospital, pero al abrir la puerta de tu piso no solo la encuentras a ella si no también a Ziyak, ataviado con ropa más mundana de lo habitual en él y una especie de chaleco antibalas; y Axel, que ha adoptado el llamativo traje-armadura de Hunter para hacerse pasar por él.

Tanto Ziyak como Axel atraviesan el pasillo deprisa pero procurando no hacer demasiado ruido hasta la puerta algo entreabierta. Parece ser que la cámara no les ha detectado, al menos están bastante convencidos de ello y una vez en el interior del piso pueden relajarse bastante más, cerrando nuevamente tras de ellos.

Ziyak se detiene un momento para contemplar el interior de la casa, pero no demasiado en realidad. Enseguida sonríe ampliamente a Kyuu y se acerca a ella dándole un fuerte abrazo que podría catalogarse de "oso", llegando a levantarla un poco del suelo antes de soltarla definitivamente con una risa animada.
-Quién te ha visto y quién te ve, toda una señorita...- comenta mirándola de arriba a abajo un par de veces, satisfecho y complacido puesto que eso es lo que quería para ella, algo mejor, y parece que lo están teniendo.

-Parece que estáis perfectamente... ¿Te han dado el piso para ti sola?- pregunta un poco extrañado, dirigiéndose entonces de forma directa a la nevera, que abre sin tapujos para observar el interior y sacar una lata de algún tipo de refresco desconocido que de todas formas decide probar.

Nada más entrar Axel se relaja y suelta un profundo suspiro, tras lo cual estira los músculos y deja el incómodo machete en la primera mesa que pilla.
-Bufff...esto de hacer de "Hunter" es agotador.-comenta mientras echa un vistazo por toda la casa. La verdad es que es una buena estancia pero la decoración deja bastante que desear. Si hubiera barrotes en las ventanas bien podría hacerse pasar por una cárcel.-¿No vas a poner ningú póster?- bromea mientras se acerca a su querida amiga Kyuu.-Qué hay pequeñaja-dice revolvíéndole el pelo con la mano derecha.-Anda y que no te lo montas bien ¿eh?. Te has agenciado un piso para ti solita.-. A pesar de no haber olvidado lo ocurrido con Sam, ahora mismo es incapaz de estar enfurruñado. Le alegra enormemente comprobar que su pequeña "protegida" sigue en buen estado.

Abrí la puerta y me quedé congelada en el umbral de ésta, no podía creer lo que estaba viendo. Parpadeé repetidas veces, mi vista paseaba de un rostro a otro, estaba boquiabierta.

Me llevé la mano a la boca, sencillamente no salía de la sorpresa. Me di cuenta que la puerta seguía abierta, claro, yo impedía que se cerrara, así que entré, dejé caer el bolso al suelo, mejor dicho yo lo tiré y corrí hasta ellos, eufórica, para abrazarlos, literalmente me iba a arrojar a sus brazos, pero cuando estaba por dar el salto me paré en seco, porque recordé lo heridos que estaban ambos la última vez que nos vimos, hace no más de dos días.