Partida Rol por web

Da igual el orden del post, lo que sí vale es el orden de iniciativa

-¡Sanitario!- gritó Magdaleno una vez dispersados los dinosaurios-. ¡Ayuda por aquí!

El soldado estaba herido de gravedad, apenas podía moverse, y necesitaba atención médica urgente. Aún así hizo como que estaba todavía más herido. No podía soportar la vergüenza de no haber abatido ni a un solo enemigo. Tuvo a uno muy cerca, pero Rendor le quitó su pieza.

Tras el último ataque me encontraba tendido en el suelo y sangrando desde varios lados.

La armadura me permitía seguir vivo pero necesitaba atención urgente, aunque Magdaleno parecía estar peor.

Levanté la mano para que viesen que estaba vivo y me atendieran en cuanto pudieran, pero no grité ni dije nada.

Largo rato después de que las balas dejan de sonar me atrevo por fin a asomarme a comprobar como se encuentra la situación. Cuando compruebo que no hay aliens a la vista, me enderezo, me estiro las ropas y las sacudo, y me dirijo hacia los supervivientes, con intención de comprobar de qué tropas dispongo. Busco sanitarios para los heridos, y trato de coordinar un poco la locura que se ha desatado en el campamento. Si encuentro un arma mejor que la mía (que cláramente hemos comprobado que está estropeada) me la quedo

Muchos hombres perdidos en la primer oleada, con mucha suerte por lo menos mis compañeros no sufrieron una baja pero Magdaleno estuvo al borde de ser uno más. El Sargento llamó a los sanitarios y todo comienza a acomodarse. - Cuenten balas, junten a los heridos, cuenten balas y recojan toda munición que siempre le servirá más a un soldado vivo que a uno muerto. - Esto último sonaba cruel pero era una gran realidad y alguien la tenía que decir.

Los soldados comienzan a recoger a sus muertos, o por lo menos los miembros más reconocibles de éstos, pues incluso algunos inexpertos se habían inmolado al no saber lanzar bien las granadas. Todo era un completo desastre, pero al menos el grupo había sobrevivido. Ahora les tocaba a los oficiales y suboficiales el guiar al grupo hacia la victoria... o la muerte. 

El paisaje estaba ahora mismo desierto, no había rastro alguno de ninguna criatura, así que el médico os dio algunas pastillas para aguantar el tirón mientras tanto.

No logras encontrar ninguna arma mejor que la tuya, tan solo miembros de tus antiguos soldados. De repente el casco te suena como un estruendo, y una voz familiar te habla.- Bueno sargento, parece que habéis estado al límite, pero por ahora sobrevivís. Tenéis que bajar de ese lugar hacia el bosque, espero que nadie caiga. Vuestros trajes tienen un modo de escalada, para poder bajar de ese pedrusco sin usar las naves. Tan solo activelo en el botón del cinturón. Una vez en el bosque habrá que abrir paso al siguiente pelotón para que haga su trabajo, así que tendréis que matar a diestro y siniestro y proteger al pelotón que se reunirá con vosotros en el comienzo del bosque del norte.

Una vez terminado el aterrizaje sorpresa, Tomás se sienta encima de una piedra al resguardo de una sombra. Saca de uno de sus bolsillos del MandelBrite un palito, lo frota y se lo coloca en la boca.

Nunca me acostumbraré a esto.- Resopla. Antes del descanso el soldado Rojo estuvo ayudando a juntar los cuerpos de los soldados muertos, algunos demasiado jóvenes. A un chico algo pelirrojo le quitó la munición y algunos palitos antes de lanzarle contra el resto.

Ahora mira a los vivos, lamiéndose las heridas antes de que los jefes comiencen a ordenar nuevos movimientos. El doctor pasa cerca de Tomás y le ofrece la pastilla.

- Gracias.- Le dice mientras la recoge y la toma como un autómata, sin preguntar si es un estimulante, un antiácido o un placebo.

Mis heridas eran graves, pero los doctores solo remendaron un poco y me dieron una pastilla para poder aguantar otra oleada, las drogas eran de los mejores amigos del soldado aparte de las armas, pero siempre se corría el riesgo de hacerse adicto.

Tras apilar los cuerpos, recargar munición y tratar mis heridas me quedé sentado descansando, aguardando las ordenes que estaban por venir.

Bueno chicos no habia pasado demasiado tiempo desde el ataque, pero no quería que la adrenalina les bajase lo suficiente como para que moverse fuera un incordio. Id terminando con los remiendos, es hora de ponerse en marcha Me levanté para darles mejor las ordenes Vosotros 2, acercaos al borde del acantilado, buscad posiciones donde enganchar con seguridad los ganchos de escalada. ¡Cabo! Grité buscando mi segundo al mando Organiza un par de grupos de francotiradores, cubriran el descenso de los demás. Primero bajará un grupo de choque, por si hay algo abajo. Vosotros 3, dije señalando a los que estaban cerca de mi en el combate luego uno de los grupos de francotiradores, después el cabo, para organizar a la gente en la base, seguido del resto de los hombres, yo me quedaré arriba para organizar la bajada de los demás. Miré al rededor, intentando medir las tropas que me quedaban Una vez abajo tendremos que despejar el lugar y crear una zona segura donde recibiremos al resto del pelotón

Un suave perfume a arándano impregnó el aire, giré para ver la procedencia ya sabiendo de que era un palito y mi perdición son los arándanos. Le pedí con un gesto a Rojo que me diera uno y seguí con mis tareas hasta que todo estuvo hecho. Demasiadas municiones sobraron a mi gusto, eso era igual a muchas cartas a familiares. Pero todos estaban acá por lo mismo, algo que hacer con la vida aparte de quedarse parado viendo como se suceden las décadas.

Me seco la transpiración buscando al mismo tiempo un lugar donde apoyar mi cansado trasero pero no pudo ser, el Sargento estaba dando órdenes y había que hacerlas cumplir. - Quiero cuatro voluntarios, tu ,tu ,tu y tu. Si los cuatro que están rascándose al sol. Grupos de dos cubriendo el cielo, no se pongan con el sol de frente. - Les marco un par de lugares donde me parece que es mejor tenerlos para el descenso y después me ubico en la zona donde se va a descender intentado ordenar el primer grupo.

Magdaleno estaba recostado a la sombra de un árbol, intentando recuperar el aliento cuando el médico le ofreció una pastilla. Necesitaba descansar y un pasar un tiempo en el hospital, pero la guerra no perdonaba. La guerra no era como él había visto en las películas o en los videojuegos de realidad virtual, los enemigos no tienen piedad y puedes que seas el próximo en caer. Aun así, misteriosamente se sintió mucho mejor. Podría seguir luchando.

Cuando todos estos pensamientos se mezclaban con el descenso de la adrenalina y el aumento del dolor, vio cómo el cabo Rendor se dirigía a él para ofrecerle como voluntario. No quería pelear más por hoy, pero no tenía más remedio que obedecer. Así es el ejército.

— ¡Si, señor!— respondió Magdaleno mientras se encuadraba a su superior—. Aseguraremos la zona de descenso.

Pese a unirse «voluntariamente» al pelotón de descenso, Magdaleno quería combatir de nuevo. Tenía que enmendar su fracaso en el primer enfrentamiento.

El sargento dio la orden de bajar a los que estábamos más cerca por ende no me quedó más alternativa.

No sentía el dolor por la píldora pero sabía que cualquier error podía ser mortal, por ende me aseguré de acomodar bien el equipo de descenso y bajé con el rifle en la mano, atento a todo.

Unos cuantos de soldados comienzan a bajar por el peligroso cañón. Gerard, Rendor y Magdaleno presionan un botón detrás de la "hebilla" del traje y unos ganchos salen de la parte superior de sus mangas metálicas. Escucháis unos gritos mientras descendéis por el lugar, y al mirar a la derecha observáis cómo dos soldados caen precipitadamente a un destino inevitable en esos momentos. 

Debido al equipamiento no notáis la brisa que corre, y el paisaje es hermoso, aunque da un poco de vértigo mirar hacia abajo, está todo lleno de árboles y vegetación.

Finalmente tras un largo período de tiempo llegáis abajo, y uno de los francotiradores, Jimmy, se dirige al sargento.- Sargento, ya están abajo. A partir de aquí si avanzan un poco más los perderemos de vista, pues hay mucha vegetación ahí abajo.