Partida Rol por web

Bien queda visto, que no hay mano tibia ni temblorosa entre los caballeros que sirven en Cornualles. Ojala en vuestro logres, sean alguna vez pronunciadas aquestas palabras con tanta verdad, como las que yo mesmo digo agora.

El reconocer el emblema de Sir Purraine no hace el trago de saber quién va a ser mi oponente menos amargo. Sé del honor que me proporcionaría derrotarle, pero también soy consciente de lo difícil que puede resultar eso, y que probablemente el resultado será otro. Tampoco es que me importe, confío en el Altísimo y en que prevalecerá la verdad, si no es en este mundo al menos en el otro.

Entonces empieza una escalada de declaraciones, que en parte era esperable pero que pronto se va de las manos terminando en un tercer duelo, lo que me quita de encima a Sir Purraine. No me engaño, sigue siendo un duelo contra un caballero, pero al menos no es la mejor espada de nuestros enemigos.

Solo espero que Sir Jaradan pueda salir bien de su enfrentamiento. Sé que muy probablemente haya evitado que engrose la lista de caballeros que han sucumbido a Sir Purraine, y no me gustaría que solo hubiera también un nombre por otro.

Con una inclinación de cabeza, y sin haber añadido nada más, me preparo para regresar a nuestro lado. Que hablen las espadas, que ellas sí llevan la verdad.

Cadwallon no había reconocido al tal Sir Purraine, ni por su heráldica ni por su fama, pero cuando Sir Jaradam expresó su discrepancia por que fuera el oponente de Sir Flaín, el caballero de Catterick frunció el ceño, molesto. Los de Cornualles habían enviado a su mejor caballero para enfrentarse a ellos, en un gesto lleno de la indignidad que ya empezaba a identificar en ellos. Les tendían trampas y luego enviaban al campeón del reino a enfrentarse a caballeros bisoños como Sir Flaín o él mismo. Así, cuando Sir Jaradam logra ser él el oponente de Sir Purraine, Sir Cadwallon se alegró, y al cruzar su mirada con la del Campeón de Salisbury, asintió en señal de respeto hacia el hombre contra el que había luchado en dos duelos.

Aclarado todo y aceptados los cambios, los desafiantes de un lado y del otro, acompañados por sus padrinos esperan pie a tierra. La sacerdotisa y el canónigo, comienzan una ceremonia de bendición con hojas y tierra una, y con agua bendita el otro. A la par, los escribanos y heraldos de ambos bandos recitan una serie de normas, alusiones divinas, de nobles propósitos… y de aceptación, por parte de los contendientes

El conde de Cornualles, con pompa y parafernalia, lee un texto lleno de latinajos y palabras antiguas. En él dice, que apela a Dios y a los dioses para que impere lo cierto sobre el embuste, y la luz sobre la tiniebla.

A cada participante y a cada padrino, se le toma juramento, en el que se lo obliga, a acatar el resultado de la disputa, no intervenir en contra de su apadrinado, ni de molestar en la lucha. Non se permitirá rematar a los derrotados si quedan tirados inconscientes en el suelo, o si se han rendido. Los padrinos velaran por esto.

Dicho y hecho todo, los bandos abandonan la reunión, cada uno por su lado.

La contienda queda fijada para mañana a media mañana.

Os montáis en el vuestro caballo, y os retiráis al paso hacia vuestro paso. El conde Duhanal marcha sobrio y silente, sin cruzar palabra con los desafiantes, ni siquiera os regala palabras de ánimo. Solo os ofrece silencio y severidad.

No en cambio los caballeros de la compañía de sir Jaradam. También sir Gravent se une a las felicitaciones y ánimo de los otros caballeros, y entre todos os regresáis sonrientes y satisfechos.

Os recogéis en vuestras tiendas, comeréis y beberéis ligero, pues no es la gula y el vicio buenos acompañantes en un duelo, ni siquiera en la víspera.

Si deseáis decir o hacer algo, adelante, si no damos un salto al combate.

Me preocupa que el conde no nos dirija la palabra. Supongo que en parte se debe a se juega bastante, pero lo normal sería hacer algún comentario. Me uno a las felicitaciones tanto para mi compañero como para Sir Jaradan.

Tras una frugal comida, me retiro a mi tienda para rezar durante bastante tiempo tratando de poner en orden todos mis asuntos con el Señor por si mañana no consigo sobrevivir. Señor, tú sabes la verdad. En tus manos queda hacérsela ver a los ciegos córnicos.

Duermo lo mejor que puedo o que me dejan mis nervios, para al amanecer lavarme la cara y preparar mi equipo para el duelo.

Las felicitaciones de la escolta de Sir Jaradam animan a Sir Cadwallon y logran que su ánimo mejore ante el inminente combate. Después de la frugal comida, el caballero se retira a descansar, preparándose al día siguiente para el combate.

Al día siguiente, el escudero de Cadwallon lo despierta pronto. El caballero reza sus oraciones, echando de menos la compañía del pater Félix (*), que podría haberlo orientado en esta dura prueba. Después, comienza a pertrecharse con la ayuda de Daffyd. El muchacho es ya un joven bastante acostumbrado a sus tareas y pronto está preparado, con su armadura ajustada. - Que el caballo esté hoy listo, bien alimentado y limpiado. - dijo Cadwallon. No sabía si el duelo se realizaría a pie o montado, pero si hubiera que usar su cabalgadura, quería que ésta diera una buena impresión. No era tan impresionante como el fenomenal destrero de Sir Flaín, pero era lo que tenía, y eso debía bastar.

Examinó una vez más sus armas y escudo. Comprobó el equilibrio de su espada lanzando una serie de golpes, y recordando su época de entrenamiento en Catterick. Hoy habría varios hombres muertos que ascenderían al cielo o se hundirían en el infierno. Esperaba no ser uno de ellos. 

Si no quereis añadir nada ( sir Flain me dió la impresión que comentaba algo sobre el conde, pero no se si a alguien o era solo cosa de su mente), seguimos derecho a la lucha.

Haré 3 escenas cada una para el desafio. procedes con las 3  tiradas habituales para agilizar la cosa.

1. espada
2. daño
3. Des, por si el golpe os tira al suelo.

SUERTE. Una vez más, no se por donde puede salir la cosa.

No puedo evitar al volver a nuestra parte lanzar un suspiro de exasperación. No creí que existieran caballeros tan desagradables. Me giro hacia Sir Jaradan. Lamento que os veáis involucrados en este desafío por nuestra culpa. La verdad se impondrá y saldremos victoriosos, estoy seguro.

No pensariais que iban a ser vuesas mercedes los unicos que se iban a divertir, hoy, jejejee

Non seran aquestos caballeros los más viles et ruines con los que sus enfrentareis en la vida. Apuesto a que encontrareis oros no menores que aquesstos en cuanto a ruindad y desafecto.

Non son gratos caballeros los sajones, por ejemplo.

Llevandote aparte, el otro caballero acompañante de sir Jaradam te cuenta esto.

Non fue maniobra necia ni alocada la de sir Jaradam. Pues, non seriais rival dificil para el campeón de Cornualles. Él como campeón nuestro, alguna opción de ganar gasta, o al menos dejará la cosa aparejada y pareja.

Ademas, habeis involucrado a otro caballero de Cornualles. Una victoria vuestra, y de sir jaradam, non seria ganancia poca para el honor de Logres, y coz de mula para el orgullo cornico.

Sus repito, que la cosa de sir Jaradam venia meditada, et el plan non es ajeno a la corte de Logres.

No añade nada más este caballero, salvo una mueca de afecto y un golpe " simpatico" en la armadura tuya.

Escucho sus palabras y afirmo. No soy un necio. Sé que los córnicos me habían tendido una trampa. Transmite de mi parte a Sir Jaradan mi más sincera gratitud, pues si ahora tengo alguna posibilidad de ganar sin duda se lo debo a él. Pero no veo... razonable pregonar que no sería rival para Purraine.

Non sospecho feroz caballero, que se atrevan los cornicos a emboscarnos, aun cuando su vil naturaleza se le pidiere.

Una guerra por terrenos si, pero non por el honor. admas temome, et non soy el unico, que los de cornualles, si atacaren harianlo por sorpresa, y de repente. Agora hayalgo de alerta el las nuestras tropas, et non hay sensación se ser sorpresa.

Gastad cuidado en ganar et sangrar poco, et esta noche beberemosnos a barril por cabeza.

O dos si se tercia digo dándole un amistoso golpecito en la armadura a Sir Jaradan. Y quizá alguna moza de los alrededores. Jajaja. Con esas palabras, nos separamos para volver con los demás y preparar el duelo.

El momento ha llegado y me acerco sobre mi dextrero a la zona de desafíos. Bajo del caballo y le doy las riendas a Darren, mi fiel escudero, y rezo con el una última oración antes de dirigirme a la zona del duelo.

Miro al de Cornualles, espada en mano. Tiene una última oportunidad, Sir Tuddwich, de decir la verdad. Confiese ahora que nosotros no tuvimos nada que ver con el incendio de la aldea, que todo fue obra del traidor de Sir Portius digo casi costándome pronunciar la palabra Sir, y que, por tanto, su reclamación no tiene sentido.

Sé que no lo va a reconocer, así que en el momento que lo rechace me lanzaré al duelo confiando en que la verdad está de nuestro lado.

teneis una escena para los combates, cada uno el suyo.