Partida Rol por web

La puerta del laboratorio se abrio hacia adentro con un crujido empujada por las delicadas manos de Riwen.

El interior era una sala atiborrada de alambiques y libros encima de varias mesas y estanterias. Habia varios cofres en el suelo, un armario con ropajes y tunicas de talla grande.

En la pared del fondo y de frente a la puerta habia unos enormes grilletes que sostenian de manos y pies encadenado a la pared al horror mas espantoso que jamas Riwen habia visto.

Su cuerpo poderoso de casi tres metros de altura estaba marchito y ajado, todos sus monstruosos huesos se adivinaban bajo su piel blanquecina cuajada de venas azules.

Su enorme craneo le crecia hacia atras desproporcionadamente, tenia unos ojos que parecian un vacio en su rostro, y una enorme mandibula llena de largos y afilados dientes.

El ser hablo:

Te saludo, Doncella. Os he escuchado llegar.

Eres afortunada: Liberame de mis ataduras y te concedere un favor.
 

Riwen evaluó rápidamente la situación. No quería ser parte de un engaño cruel de ese ser. Observó si de verdad estaba amarrado con fuerza o si se podría liberar. Una vez hecho ésto, más tranquila, decidió hablar poco a poco. Sin dejar de concentrarse en el hechizo. 

Quien sois, ser de la noche? Quienes os apresan y por qué?

El ser volvio a hablar con su voz de otro mundo.

Soy mas viejo que tu raza, tanto como las montañas y el hielo del norte. Muerte Negra me llamaban tus antepasados antes de mi desgracia.

Apresado en el subsuelo me vi durante eras tras la caida de Thangorodrim, y apresado ahora me encuentro por un nigromante malnacido. Por sus artes me quito mis vestiduras.... mis vestiduras!!!! Fueron un regalo del mismisimo Melkor!!!!!!!

Storlaga se llama el mil veces maldito. Siempre lleva mis ropas encima. Traedmelas y tendreis de mi un favor cuando quisieseis pedirlo.

Riwen intentó navegar en sus escasos conocimientos sobre su raza y su leyenda. De todas formas, no se fiaba. Pero no quería manifestarlo todavía. Necesitaba algo del ser. 

Muerte Negra, dónde está el nigromante. Cómo puedo hallarlo? 

Viene por aqui a menudo a sacarme sangre. En la torre mas alta de su castillo le encontrareis, en el linde norte del pantano, en las tierras de los orcos.

Si el mismísimo Morgoth (Melkor era un nombre que no merecía) le había entregado sus vestiduras, era, por tanto, una criatura de las más antiguas de la creación. Para mantenerlo allí, el nigromante debía ser realmente poderoso. 

Por lo que contáis, antiquísima criatura, no debe ser tarea fácil. Qué podéis contarme del nigromante que me convenga saber? Cómo logró apresaros y reteneros? Tan poderoso es? Tiene esbirros que le ayuden? Domina a los orcos? Cual es la base de su poder? 

Decís que viene a sacaros sangre. Viene solo? Para qué quiere vuestra sangre? 

Haces muchas preguntas... dijo la criatura siseando- ...los orcos le siguen donde vaya, y mi sangre tiene un sabor particular. Quieres probarla? Acercate....

La puerta del laboratorio se abrio hacia adentro empujada por Emeldir en su salto magico.

El interior era una sala atiborrada de alambiques y libros encima de varias mesas y estanterias. Habia varios cofres en el suelo, un armario con ropajes y tunicas de talla grande.

En la pared del fondo y de frente a la puerta habia unos enormes grilletes que sostenian de manos y pies encadenado a la pared al horror mas espantoso que jamas Emeldir habia visto.

Su cuerpo poderoso de casi tres metros de altura estaba marchito y ajado, todos sus monstruosos huesos se adivinaban bajo su piel blanquecina cuajada de venas azules.

Su enorme craneo le crecia hacia atras desproporcionadamente, tenia unos ojos que parecian un vacio en su rostro, y una enorme mandibula llena de largos y afilados dientes.

Delante de el estaba Riwen.

Emeldir entra por la puerta del laboratorio como catapultado por algo y se estrella contra una mesa llena de cacharros de hojalata y alambiques, que caen al suelo con gran estruendo sobre el.

En el laboratorio estan Riwen, Emeldir y el enorme ser infernal.

Cuantas visitas.... que dia mas entretenido
 

Casi me mato...

El elfo se levantó con toda la dignidad de la que pudo hacer acopio, sacudiendo el polvo de sus ropas y apartando los objetos que había tirado con su, digamos, triunfal entrada. Podía haber aparecido volando por los aires o teletransportado, apareciendo de la nada, dejando a su hermana boquiabierta. Sin embargo le había parecido más juicioso conservar las fuerzas aunque tuviera que soportar la vergüenza de su torpe entrada.

- ¿Qué es todo esto?- Dijo temeroso de haber interrumpido a su hermana y, a la vez, contento de verla con vida. ¿Cómo podía haber dudado de que su hermana superase la burda trampa? Por supuesto que estaba viva, y apenas se atrevió a mirarla a los ojos, temeroso de su desprecio.- ¿Estás bien?- Preguntó a su melliza, teniendo cuidado de no pronunciar su nombre.- ¿Qué está pasando aquí?- Dijo mirando alrededor y no demasiado seguro de que aquel monstruo apresado no fuera a ser un peligro. 

De repente, como siempre, la irrupción de su hermano estropeaba cualquier posibilidad de obtener más información. 

Estoy bien. Marchemos de aquí. Tenemos que encontrar al nigromante para acabar con él. Reunamos a todos, tengo algo que contaros. 

Ya se disponía a marcharse, pero, antes, se giró a la criatura. 

Muerte negra, encontraremos a tu captor. Si sobrevivimos, tal vez te libere. Pero la petición que te haré a cambio, quizá no te guste. Hasta pronto, espero. 

Con una señal muy clara, le indicó a su hermano que no hablara hasta que se marcharan. 

¡Claro! Ese no es el nigromante, no podría haberse encadenado a sí mismo.

Asintió a su hermana y no rechistó. Tenia ganas de hablar con ese esperpento, pero si Riwen quería salir de allí sería por algo. Una vez donde no pudiera oírles se dirigió a su hermana.

- ¡Pensé que podrías haber muerto! ¿Cómo bajaste por las escaleras? Son una trampa mortal. Deberíamos avisar a los demás.

Riwen comprendió.

Por eso tardabais tanto en bajar... Es curioso, pero no tuve ningún problema. Simplemente bajé. Entonces pensáis que la palanca acciona una trampa? Quizá la desactivó... O no era una trampa. - Rió. - Quien dijo eso, hermano mío? 

- Nadie lo dijo, hermana. En cuando llegué a un punto la escalera se convirtió en un tobogán y al final había un oscuro foso. - Aún le temblaban las piernas.- No quise averiguar qué había abajo. No, muchas gracias. Tuve que usar mi magia para salir de allí. - Se acarició la barbilla con las manos enguantadas.- Debieron activar la palanca justo después de que acabaras de bajar las escaleras. Ninguno se atrevía a bajar. Los enanos son unos fanfarrones pero sin valor. Yo bajé preocupado por tu seguridad.