Partida Rol por web

Hugh se notaba molesto por que les hubieran encerrado dentro de aquella furgoneta con destino incierto, no era la mejor situación del mundo pero por ahora no podía hacer nada más que esperar mejores momentos.

Seguro que esta corporación esta más metida en esto de lo que quiere hacernos ver.

Encerrado en sus pensamientos sobre la naturaleza de las acciones de One World dentro de esta catástrofe, el camionero no prestaba la atención suficiente a lo que pasaba a su alrededor. Hasta que las palabras de Jennifer dirigidas a él le trajeron de nuevo hasta este mundo.

Sinceramente salimos de allí con mucha suerte y dejando a varios compañeros detrás de nosotros entre las fauces de aquellos engendros. No parecía que fueran aleatoriamente a por nosotros, sino que estaban dirigidos por un ser que buscaba la muerte de todos nosotros y que no hacía más que abrir fuego contra nosotros.

Ni el propietario de la tienda ni ninguno de los dos alguaciles, sobrevivió al ataque de la horda. Y nosotros lo pudimos hacer gracias a la suerte y el poco margen que nos dio la muerte de esos pobres hombres.

Haciendo una pausa para reflexionar.

Espero no volverme a encontrar en mi vida con una situación igual, ya que no creo que pudieramos salir con vida de ella.

Bubba asintió las palabras de Hugh. Estaba de acuerdo que habían tenido suerte, y no sabía cuanto le duraría. No le gustaba el asunto. Estos del One World no les inspiraba confianza. Vete a saber si no eran los culpables de lo sucedido y ahora quieren lavar la ropa sucia.

- No me fío de esta gente ¿tú que dices, amigo?

Hola, os saluda cordialmente el hombre de pelo canoso. Aunque no con mucho entusiasmo. Me llamo Francis, Francis Downstone. Éstos de aqui son Louise, Sussane y el señor Pueblo. Si queréis podéis contarnos que os ha traído hasta aqui, o si no, no lo hagais, me da lo mismo. Todos hemos pasado por alguna clase de mierda de mayor o menor tamaño. Yo por ejemplo, dice mientras señala su brazo vendado. Me he salvado por los pelos, y en el camino he tenido que...que..bueno, ya sabes, a veces alguien tiene que hacer cosas algo desagradables. Mi mujer Jane, mi ex..bueno, y mi hija, se volvieron locas. Querían morderme. Primero empezaron con nuestros perros. Se tiraron como locas voraces. No dejaron nada... Cuándo vinieron a por mi yo ya había intentado que entraran en razón, pero fue en vano. Supongo que si sigo aqui es porque os podéis imaginar lo que he tenido que hacer.

Francis comienza a llorar, e intenta limpiarse las lagrimas con la venda.

El señor Pueblo mira atentamente, aunque no dice gran cosa. Se a lo que se refiere señor. Tiene un marcado acento mejicano, muy característico. Mi jefe en el taller se volvió súbitamente canibal, y se comió a un compañero. Imaginense, no tuve más remedio que intentar salvar la vida y coger lo poco que pude para escapar.

Francis se ha recompuesto por fin. One world, claro, si lo piensas seguro que tiene sentido. Seguro que esos hijos de la gran puta tienen la culpa de todo. Hijos de puuuttaaa!! Grita al conductor y al copiloto, que parecen no inmutarse, y darles completamente igual.

El crio de Sussan se desperza mientras mira extrañado a Francis, que está bastante alterado. Mira inocentemente a su madre, que está ahí sonriendole, y consigue aguantar la que podría haber sido la llorera más grande jamás contada. Por suerte para vosotros, vuelve a dormirse en breve.

Louise sigue con su cigarrillo, y parece pasar olimpicamente de todo lo que sucede tanto dentro, como fuera de la furgoneta.

Mi nombre es Jennifer, encantada. Nosotros también pasamos un infierno para llegar hasta aquí, sea donde sea el lugar o el punto en el que nos encontramos -cabeceé confusa ante la difusa actitud de One World y las dudas que esta organización levantaban en mi -¿Que creéis que nos pasará ahora? No se, es todo tan extraño, tan irreal. Espero que esto solo esté ocurriendo aquí y que ya esté todo solucionado -un escalofrío me recorrió el cuerpo al recordar aquella cosa que vimos cuando huíamos hacia el campamento.

Tras ver como el resto de pasajeros también parecían interesados en saber que ocurre allí, Hugh responde al igual que Jennifer ante las palabras de sus compañeros de viaje.

Mi nombre es Hugh, y aunque no se donde demonios vamos espero poder encontrar algún vehículo en cuanto nos dejen libres, por que cada vez tengo menos ganas de estar cerca de aquí. Sinceramente, cada vez me importa menos quien tiene la culpa, pero lo más seguro es estar lejos de esta gente.

- Yo soy Bubba - saludo con un gesto despreocupado - marchaba haciendo autoestop cuando Hugh me recogió, nos disponíamos a hacer un alto para repostar y todo se desmadró y vamos a ver dónde puñetas nos llevan.

- Hola a todos. Mi nombre es Robert....y como todos estoy aquí de pura casualidad, sino fuera por que tenía que visitar esta parte del país ahora mismo estaría en New York.

Todos teníamos historias de los pasados días y tendríamos que intentar empatizar lo mas posible con nuestros compañeros, quizás eso nos salvara la vida. No daba un duro apostando por que el gobierno hubiese hecho bien su trabajo, solucionando esta crisis.

- Alguien sabe si esto está generalizado o ocurre en una parte determinado del país - pregunta - perdonad mi ignorancia pero no escucho las noticias, estoy aturdido con todo esta situación y prefiero pensar que no todo el mundo está acabado.

Nadie sabe muy bien de que va todo esto, ni la magnitud que está alcanzando. En el refugio no conseguí escuchar demasiado a los militares, que parecían no saber mucho de todas formas. Esos de One World seguro que saben algo, y viendo como se miraban ellos y la guardia nacional, seguro que los de la guardia sospechan de ellos también.

Francis hace una pequeña pausa, se queda callado y mira por la ventanilla el tremendo panorama.

Si One World está detrás de todo esto, también son los responsables de la muerte de mi familia, y jamás les perdonaré.

En el camino pasáis cerca de un pequeño pueblo. El caos y las catastrofes han llegado aquí también, sea donde sea que estéis.

En las calles se puede ver alguna figura en la penumbra de un proche, o tras un cristal porlvoriento remoriendo un cadaver. Un hombre de unos 30 años arremete contra las entrañas todavía humeantes de una niña de no más de 15 años. Eso os hace pensar si era su hija, herman o algún pariente cercano. Os revuelve completamente por dentro, y queréis dejar de mirar, pero no podéis.

La maldición que ha caído sobre ésta zona de Estados Unidos se está extendiendo.

Al salir de la zona poblada las cosas no mejoran. Una mujer cuelga de lo alto de un poste de telecomunicaciones. Su cuerpo se balancea lugubremente de un lado a otro, mecida por el viento, en una danza de muerte.

Los cuervos se arremolinan sobre ella, peleando por conseguir una tajada más de carne fácil y gratuita.

En un cruce podéis ver los restos de un choque en cadena. Ya no quedan victimas, salvo restos de cavaderes devorados y sangre seca. Uno de los cuerpos todavía se mueve. No tiene nada de torso para abajo, y las tripas se arrastran tras él. Moviendose con lentidud y la cara desencajada por la desesperación de no poder llegar hasta las rápidas furgonetas con las que pasáis.

La presencia del ejercito se hace cada vez más fuerte. La furgoneta pasa algunos controles y se cruza con un interminable número de convoyes blindados en la carretera.Aunque para algunos su presencia sea tranqulizadora, para otros como Paquito Pueblo o Francis, es prueba más que suficiente de que al gobierno se le ha ido la situación de las manos.

Nada más ver la situación apocalíptica del estado cogí a la pequeña Brenda y la abrazo, ocultándole de esta manera la posibilidad de ver lo que queda fuera de la furgoneta.

Quédate aquí que tengo algo de frío -le pedí a la cría para evitar que pregunte nada ni se resista.

Observé el rostro del resto, buscando aquellos que se vieran más tensos, más perdidos, más alocados. Cosas así pueden volcar a la locura a cualquiera, debemos tener cuidado incluso con la gente que nos rodea.

Parece que los militares tienen la zona bien cercada, tal vez la epidemia no se ha extendido más de este estado-concluyo, mirando los puestos del ejército.

La verdad era que el panorama no pintaba demasiado bien, sin la presencia del ejercito y sin ir montado en esta furgoneta caminar por esos "páramos" sería desolador.

- No se si habremos caído de la sartén a las brasas......puede que algunas de esas cosas consiguieran salir de la ciudad. 

Empiezo a preocuparme por lo que pasaría si nos quedáramos tirados en medio de la carretera.

Un nudo en la garganta de Hugh parece formarse ante la situación que observan sus ojos, todo parecía peor de lo que veía en sus propias pesadillas.

El mundo se va a la mierda ... quizás no haya esperanza.

La palabras de Jennifer y Robert no hacen más que mostrar que parece que todos están en sintonía.

No estoy seguro, pero dada la destrucción creo que puede ser que el control haya escapado de la manos de las autoridades, y por eso nos sacan de aquí cuanto antes.

La escena sobrecogió a Bubba. Dios mío, pensó. Aquello era el infierno que había llegado a la Tierra de los Vivos. ¿Era acaso un castigo por lo pecados de la humanidad?.  No había esperanza para los vivos. Éramos sólo comida y nada más, y no había nada que hacer sólo era cuestión de tiempo pero pereceremos antes de que salga el sol, si no era hoy será mañana. Sól oera cuestión de tiempo.

- Espero que esto esté controlado - responde con la mirada fija en la escena apocalíptica - confío en el que el ejercito tenga la zona asegurada y la pandemia controlada.

Pero Bubba tenía el convencimiento de que no era así. Había llegado el fin de la Humanidad. Y los muertos heredarán la Tierra. Era el fin de los vivos y había llegado una nueva era de muertos.

Samuel observaba los alrededores mientras los demás hablaban. El panorama era desolador. 

- No deberías confiar en que el ejercito solucione nada - dijo mientras miraba a Bubba -  Mientras las cosas están mínimamente controladas responden bien. Pero como las cosas se compliquen solo miran por ellos mismos. Ni civiles ni nada, se encierran en sus vallas y ahi te las compongas. Te lo digo por experiencia, yo lo he hecho.

Samuel hizo una pausa, habían pasado años pero los recuerdos seguían vivos en su mente.

- Y los contratistas militares no son mucho mejores, he visto otros como estos de One World, y os puedo asegurar que bajo ningún concepto deberíamos confiar en ellos. Cuando las cosas se complican suelen usar a los civiles como escudo. Andad con ojo y cuidad vuestra espalda, es mi consejo.

El camino se vuelve pedregoso, ha pasado de ser una perfecta carretera asfaltada a un camino secundario, o incluso terciario. A primera vista no os importa muco, salvando los baches que de vez en cuando os molestan, y que ponen a prueba a la dura suspensión de la furgoneta.

Un severo estruendo os saca de vuestras conversaciones y duras críticas hacia el ejercito o cualquiera que esté tocado por la macrocompañía One World.

El conductor para en seco, mientras la furgoneta derrapa sobre la tierra y las piedrecillas del camino.

El copiloto baja y saca un arma, una pistola Smith and Wesson que llevaba oculta en su mono de trabajo.

Por lo visto tenémos un pinchazo. Si alguien sabe cambiar una rueda, que ayude por favor. Ya estamos cerca de nuestro destino, dijo el conductor, mientras se bajaba con las llaves del contacto en la mano.

Paquito Pueblo se presta enseguida. No se preocupe señor, yo soy mecánico, seguro que una rueda no se me resiste responde Paquito con su marcado acento mejicano.

Hugh no sabiendo bien lo que ocurre, ve como los hombres que les acompañan les invitan a "ayudarles" a cambiar una rueda. A lo cual su compañero de viaje mejicano se dispone amablemente a reparar el percance.

La situación era muy extraña pero la premura era fundamental, aunque no le gustará que esos hombres les tuvieran bajo control.

Paco, me bajaré contigo para darte una mano, así continuaremos cuanto antes nuestro viaje. No creo que debamos estar mucho tiempo parados.

El viaje sin percances aunque rodeados del paisaje desolador, se había estropeado ante el pequeño accidente sufrido. Un pinchazo haría que perdiéramos valioso tiempo para llegar a nuestro destino. 

- ¿Les importa que yo baje también?, me gustaría estirar un poco las piernas.

Esa era un excusa para poder llegar a ver mas de cerca el mundo que la epidemia había transformado.

- Yo también me bajo y si de camino puedo echar un mano, un tanto mejor.

No se iba a quedar esperando en el interior. era algo impulsivo y detestaba estar sin hacer nada. Baja haciendo unos movimientos de piernas y brazos para estirar músculos. El mundo estaba cambiado y se temía que el resto del continente se iba a ir a la mierda, al menos el mundo tal como lo conocían. Muchos hablaron del fin del mundo cada fin de año, pero nunca pensó que iba a llegar ese momento. Sacudió la cabeza como si ese gesto fuera a espantar sus oscuros pensamientos. Miró a su alrededor una vez fuera.