Partida Rol por web

Mis compañeros ya me habían visto entre cabreada y muy cabreada, pero la cara que se me quedó en aquel momento era la de que todo el maldito pueblo en cuestión podría pudrirse, ya que yo sólo quería saldar las cuentas que tenía que saldar.

- Quizás no sepa cuál es mi sitio, pero puedo decirte claramente cuál es el tuyo, maldito hijo de puta!

El noble de me metió en medio, pero no pensaba dejarle que me arrebatara mi presa, además, seguro que sin una pierna hablaba igual.

No esperé orden alguna y me moví tan rápidamente como no lo había hecho nunca. Sabía que aquel hombre era bueno peleando, pero ahora la muerte merecería la pena si me lo pudiera llevar conmigo.

- Empieza a responder! 

Levanté mi hacha y busqué herirle en una pierna, pues no me apetecía que las ratas salieran corriendo, aunque esperaba que el noble no quisiera negociar a cambio de su vida, porque sería la primera vez, casi seguro, que no podría cumplir su palabra.

Constanza hace un esfuerzo por sanar a Rodrigo, pero sus heridas están fuera de toda esperanza, al parecer le han torturado desde que os fuisteis y es en este momento  cuando ha sacado todas sus energias para arrastrarse para obtener su arma. De repente, su amuleto brilla y la espada que lleva el hombre que enfrenta a Elena  le quema la mano, cosa que no descuida Elena para hacerle un buen corte en la pierna que desgarra tendón y hueso haciendo que caiga hacia la pared maldiciendo. Rodrigo recoge su arma que ha caido cerca de él, antes de perder su vida con una sonrisa en los labios y un "vaya me hubiese gustado joder por últim...".

El hombre enemigo confeso de Elena, se ve muerto a no ser que haga un trato con el hidalgo por lo que con voz lastimera  dice, mientras que se arregla para no caerse con su pierna rota, en tanto se apoya en la pared como puede:- Yo no soy el que buscais... joder, es el matasanos el que me dijo que ahora me verian como el jefe de la guardia de este pueblo... Lo buscais a él y sino sobrevivo no sabreis donde se esconde ni donde se encuentra el muchacho.-

Mientras que la situación se tensa cada vez más escuchais por parte de Martín:- —¡Joder, vienen a por nosotros y son demasiados! —Tras ver su figura pasando por la puerta— ¡Salid ya por el otro lado!- Detras suyo parece que vienen siguiendolo una turba de aldeanos armados con herramientas de labranza, todos parecen estar tan enfermos como fuera de sus cabales. Y desgraciadamente Martín ha dejado la puerta abierta, cosa que aprovechan, aunque como es tanto el gentio se molestan unos a otros...

No entiendo nada. Ni siquiera logro hacerme una idea de lo ocurrido aquí dentro viendo la estampa, pero ahora es lo que menos me importa. 

—¡Hay que salir! —digo buscando una posible salida en dirección contraria a la turba que se nos viene encima.

-Lo siento. Lo siento, lo...

Mi voz se quiebra ante la situación, porque al intentar sanar a Rodrigo, me doy cuenta del estado de sus heridas. Lo han torturado por días, y todo fue porque en definitiva aquella vez no pude salvarle. Es mi culpa... ya ni oculto el tono de voz de mujer, largo a llorar desamparada.

-Id... yo me quedo con él. Os daré algo de tiempo, puedo ganar tiempo.

Me sequé las lagrimas, y dije: -al menos moriré con honor. Viví como cobarde, moriré como una guerrera... no salvé a nadie así que que esta vida sirva para que vosotros acabéis con este mal.

—¡Dejad de decir bobadas Pietro... o como quiera que os llaméis! ¡Vos os venís con nosotros, quedaos no ayudará en nada! — digo mientras la agarro de la túnica, para salir de allí.

Después, miro a Elena y al médico, para decir a éste— ¡Y vos, o habláis ahora, u os dejaremos aquí, y que el pueblo haga carrera de vos!

No tiene muchas opciones. Por muy practicante de las artes del Demonio que sea, sabe que no miento, y que el pueblo se dará buena cuenta de él en cuanto llegue.

A mi en aquel momento ya me daba igual que viniera el resto del pueblo e intentara sacarme de aquella casa porque no pensaba irme a ninguna parte sin aquel hombre.

Cuando iba a abrir la boca para matarlo miré al noble y me alegré de que no le prometiera que iba a quedarse vivo. 

- Sí, mejor respondes, porque puedo hacerte tantas putadas si no lo haces que me suplicarás la muerte y no la obtendrás, pues no habrá piedad para un condenado. Tú decides!

Prácticamente era mejor que lo matara pronto, pues sería menos doloroso, pero vamos le ataría una cuerda de los brazos y lo arrastraría por todas partes primero. Eso como poco.

El hombre que hasta hace unos segundos era todo seguridad en si mismo al escuchar el griterio y las razones de Iñigo, traga saliva y dice:- Mirad, abajo de la mesa hay una trampilla, la utiliza para llegar a sus dependencias donde hace sus tejemanejes de brujo,además de que esta conectado con el lugar a donde tiene a todos los enfermos para conseguir más victimas frescas... Pero si no me llevais con vosotros os perdereis entre los corredores. ¡No me dejeis aqui!- Cuando os fijais bien en la parte de abajo del mueble, camuflado por una pequeña alfombra se encuentra la trampilla, al apartar el mueble y abrir la trampilla os dejan ver unas escaleras medianamente fabricadas con tierra y madera.

Cuando Martín llega a la sala, podeis escuchar como los pasos de los primeros aldeanos enloquecidos van detrás de él.

Intento ver si el tipo miente o dice la verdad, pero no soy capaz de saber a ciencia cierta si nos la quiere colar. No me hace especial gracia meterme en unos pasadizos con él, pero si no queda otro remedio...

—¡Está bien, vamos por esa trampilla! —digo al grupo— Elena, vigiladle. Si hace algo raro, ya sabéis lo que tenéis que hacer.

Dicho esto, miro a Rodrigo. No me gustaría dejarle aquí...

El Hidalgo me hace entrar en razón. Por más de que me sienta culpable no hay nada que pueda hacer quedándome. Además, Elena ha conseguido que ese hombre hablara y sus palabras resultan ser ciertas, al ver debajo de un mueble lo que parece ser la trampilla de la cual hablaba.

Me enjugo las lágrimas y me preparo a seguir a los demás. Siento el venir de los primeros campesinos. Creo que deberíamos llevar al hombre con nosotros porque dejar a Elena aquí, aunque fuese vigilándolo no seria bueno.

Por ahora, sin embargo, solamente me acerco a Rodrigo y me fijo si aun está con nosotros o ha pasado a mejor vida. 

Claro que pensaba vigilarlo es más, iba a tenerla la mano puesta encima no se fuera a evaporar de alguna manera. Cuando nos dejara de ser útil saltaría sobre él hasta que reventara sus órganos internos con mis botas.

- A todo cerdo le llega su hora...

Miré al hombre con una sonrisa de " y tanto que sé lo que hay que hacer ", aunque viendo que la gente cambiaba de aspecto como le daba la gana en aquel lugar, igual no fuera el último de los cadáveres que debiera dejar.

- No hay problema... - Dije al noble para esperar después a ver si Rodrigo seguía vivo y ya de paso, a que comenzaran a meterse por la trampilla, que era por donde parecía que íbamos a ir.

Me sorprendo un poco al descubrir que Pietro es un farsante tras escuchar su autentica voz. Es cierto que se olía algo raro en su persona y algunas situaciones han sido un tanto extrañas, pero no esperaba que se tratara de una mujer. De manera inevitable, y vistas sus demostraciones anteriores en el arte de sanar, me da que pensar sobre si puede que incluso ni tenga conocimientos de la materia más allá de lo básico. En cualquier caso, mis gestos y miradas hacia su persona ahora son más duros y secos, no por desconfianza, si no por lo incomodo que me resulta —al igual que con Elena— tener que tratar con mujeres que evitan su papel y funciones naturales.

Me importa poco si alguien quiere quedarse aquí o no, pero yo tengo claro que aunque sea solo saldré por la trampilla. No sé que ha pasado con Rodrigo, ni quien es ese hombre y mucho menos donde está el supuesto médico, pero en este instante me da igual. Lo primero es lo primero.

—Ya me explicaréis los nuevos acontecimientos en un sitio más tranquilo —digo metiéndome por la trampilla casi antes de que lo dispusiera el noble.

El hombre mansamente, por lo menos en apariencia, desciende por la trampilla seguido de cerca por Elena que esta atenta a cualquiera de sus movimientos, pues como podría fiarse de una vibora como esta que fue capaz de dejar tullido a su hermano y ha estado enviando asesinos para violarla y matarla.

En la habitación no hay buenas noticias, Pietro (aunque quien sabe como se llama en realidad) busca señales de vida en el cuerpo yaciente de Rodrigo, pero solo puede certificar que la tortura y el sobreesfuerzo se han llevado la poca vida que mantenía su pobre cuerpo, ahora yace  aferrado con firmeza a su arma, muy pocos guerreros pueden decir que han muerto arma en mano en una situación como esta.

Tras la seña de Pietro que señala la futilidad de llevaros el cuerpo muerto del guerrero, marchais hacia la trampilla, antes de que irrumpan los enajenados aldeanos que avanzan por el lugar, aunque parecen que no pueden darse cuenta de que simplemente subir la trampilla les llevaria directamente a vosotros.

El tunel al principio esta en penumbra, pero hay un brillo al final de la escalera, pronto podeis ver la primera antorcha, que al parecer es el principio de un camino de antorchas entre los pasillos que al parecer se internan hacia los distintos lugares de la villa, aunque algunos de ellos parecen ser muy antiguos, el que esta iluminado no parece tener muchos años y obviamente las antorchas no han sido encendidas desde hace mucho tiempo. Por los gritos que escuchais arriba es cuestión de tiempo de que encuentren la trampilla, por muy estupidos que sean.

Bajamos todos por la trampilla sobre todo porque los campesinos ya venían y no era seguro quedarse aquí. Me sentía con doble impresión sobre mí misma: por un lado estaba feliz de no tener que fingir con este grupo, con el que habíamos compartido tantas cosas, pero por otro temía que eso me terminara jugando en contra. Cuando salgamos de la aldea, y resolvamos ésto si tenemos la fortuna de hacerlo ¿qué será de mí?

No era momento de pensar en eso ahora, así que me concentré en lo que teníamos delante. Había penumbras por todos lados pero adelante se veía un brillo.

-Supongo que es por allí. -Dije, señalando la dirección de la luz.

Mis sentidos habían pasado a centrarse en una única persona. El 98% de mis esfuerzos iban a ir centrados en que aquel maldito cabrón no se me escapara, porque sólo se me ocurrían maldades, una tras otra, como clavar directamente las uñas en su vientre hasta hacer un agujero tan grande por el que sacarle hasta las vísceras.

Mis pensamientos iban a lo suyo.

Me di cuenta de que Pietro se había parado a mirar a Rodrigo y usé ese 2% que tenía para el resto de cosas para preguntar por él, aunque sabía la respuesta y me jodía bastante haberle perdido.

- ¿ Rodrigo?

Siempre caían los buenos primero...

La voz de Elena me llegó desde algún punto porque cuando hizo esa pregunta mi corazón volvió a trastabillar. -No... no lo consiguió, la han torturado demasiado.

Mi alma estaba partida al medio por esa pérdida, no sabia cómo algún día podría aceptar que no fui mala al no poder sanarle, pero faltaría tiempo para eso. Porque si fuese por mí ahora, si estuviera completamente sola y nada perjudicaría a mi grupo, hubiese sacado mi daba y clavado su hoja en mi pecho. Porque fue mi fracaso, y eso no se borraría de mi cabeza.

—Volveremos a por ti, amigo —digo ante el cuerpo sin vida de Rodrigo. Después, tras santiguarme, digo— Venga, vamos.

Tras esto, bajamos por la trampilla. Parece que al fondo hay una antorcha, así que no dudamos en ir a por ella. Mientras avanzamos, escuchamos los ruidos de arriba. No tardarán mucho en llegar.

Así, digo al tipo que sujeta Elena— Es hora de que nos digáis el camino. O dejaremos otro cadáver atrás —mi tono es bastante serio. Hemos perdido a Rodrigo, y no tengo tiempo para bromas. Estoy bastante enfadado.

—No hay tiempo que perder —digo bruscamente con el sonido de los aldeanos que nos buscan de fondo.

Siento algo de lástima por el mercenario. Debía de ser un buen tipo, pero tuvo mala suerte. Es posible que incluso ya estuviera sentenciado por el combate en el que resultó herido y el tormento que usaron con él solo acelerará el proceso. En cualquier caso, lo importante aquí es que el resto no acabemos como él.

—Bien, por el camino podéis explicarme que diablos ha pasado ahí dentro y quien es este hombre —digo haciendo un gesto hacía nuestro prisionero.