Partida Rol por web

Una larga e intrincada busqueda a traves de los restos de la antigua ciudadela, cuyas ruinas se alzan por encima de las tierras aledañas, los ha conducido finalmente al pie de lo que alguna vez fuera el imponente castillo de esta urbe, cuyo nombre el tiempo se ha encargado de borrar. 

Tal como afirmaban los rumores que han investigado, existe un arco de piedra flanqueado por unas oxidadas y desvencijadas rejas, las cuales ya no pueden cumplir con su cometido de resguardar esta entrada, la cual presuntamente conduce a las catacumbas del palacio. 

Se detienen por un momento para observar mas alla del umbral, formado por pesados bloques de piedra unidos entre si. La escasa luz que penetra desde el exterior les permite ver un sombrio corredor hacia el frente. El aire que proviene del interior se siente frio, mas de lo que cabria esperar, y el aire huele a una mezcla de humedad, roca humeda y a algo mas, completamente indefinible, pero que vagamente recuerda a alguna materia putrefacta. 

Avanzando, notan que las paredes interiores del pasadizo estan conformadas por gruesos ladrillos perfectamente ensamblados, reforzados por arcos de piedra. El unico sonido que pueden escuchar es el de su propia respiracion, sus pasos sobre las heladas baldosas de roca tallada y la ocasional caida de una gota de agua desde el techo. 

Conforme se adentran, no pueden dejar de percibir que un frio que solo podria denominarse como antinatural permea todo este lugar, adhiriendose a las paredes y haciendo descender notablemente la temperatura del aire. Al mirar hacia arriba, advierten dos aberturas circulares en el techo, por donde se deslizan delgados hilos de agua, los cuales se hielan al alcanzar las paredes, creando una delgada y quebradiza capa de hielo, o bien terminan por caer al suelo y correr a traves de surcos acanalados, los cuales se internan en las profundidades de las catacumbas.  

Al llegar al viejo y desvencijado castillo desmonto lentamente de mi montura y observo el lugar.

Tras ceñirme mi capa y asegurar todo mi equipo marcho hacia aquel lúgubre lugar creando una pequeña esfera de luz balnquecina para iluminar mi camino y el de Haliax.

Este maldito lugar huele a muerte, debemos tener mucho cuidado, pues no sabemos que mora en sus pasadizos.

El inquietante frio que rodea el lugar llama poderosamente mi atención pues puede significar sólo dos cosas la presencia de espectros o de seres originarios de Risia, un legendario plano de elemental sobreel que alguna vez leí durante mi formación.

El lúgubre castillo es el único testigo de nuestra llegada, lo que en realidad es una verdadera lástima pues se nota que antaño este lugar era una fortaleza impresionante y de mucha relevancia para el reino, me pregunto ¿Qué habrá pasado con sus habitantes originales y por qué desaparecieron casi sin dejar rastro alguno de su existencia.

Mientras desciendo por la escalera y noto la delgada capa de hielo, ruego a todos los dioses benevolentes que me brinden su protección y me conviertan en un instrumento de su obra brindándome el poder necesario para purgar este lugar.

Haliax se baja habilidosamente de su caballo al llegar a la Tumba. Tras recolocarse bien la armadura y blandir la espada y escudo, dice:

Femeref, ¿podrías encender una luz? Es peligroso ir a oscuras.

Despues de encender la luz, avanzan lentamente. Hace mucho frío, las paredes son el reposo de agua helada. Haliax había estado en lugares fríos, pero aquel helaba los huesos, traspasando cualquier intento de abrigarse.

Drow, ¿crees que mi espada puede dañar a fantasmas y espíritus, si es que los hay? Temo no ser de ayuda.

Mientras siguen avanzando, Haliax recuerda las alegres historias que su ya fallecida madre le contaba sobre la Ciudadela. Era un lugar maravilloso, lleno de vida, comercio y diversión. ¿Que mal asolaría la ciudad para dejarla en aquel estado?

Estamos en unas catacumbas, ¿verdad? No tardaremos en encontrar esqueletos y restos de vida... si no han sido devorados ya.

Si son fantasmas o espíritius mi magia sagrada puede lidiar con ellos pero si son seres algo más sólidos yo creo que tu espada será un instrumento más que adecuado, pues la mía no será de mucha ayuda. así que creo qu vamos bien equipados. Tengamos cuidado con las trampas mi amigo, que esas son las que más me preocupan. respondo mientras nos adentramos a la mazmorra bajo mi luz mágica.

Tienes razon, una trampa inesperada puede ser peor que cualquier enemigo.

Ambos siguen andando sin decir nada, cada uno absorto en sus pensamientos. Haliax miró a Femeref, y después de unos segundos preguntó:

No se nada de ti, Femeref. ¿Podrías contarme tu historia?

En realidad no hay mucho que contar tuve la suerte de nacer en el bosque lejos de la gran mayoría del resto de mi gente. Mi madre fue una sacerdotisa de Eilistraee, quien me enseñó que toda vida es sagrada y que la violencia sólo se justifica cuando es en defensa propia o de alguien que no es capaz de defenderse a si mismo. Desde muy joven mostré aptitudes para la magia así que mi padre no tuvo ningún reparo en instruirme en su senda.

Hace unos meses mientras recorría el bosque junto a mi hermana nos topamos con un grupo de refugiados de Ardan y tras oír su historia decidí que era hora de que alguien hiciera algo al respecto y acabara con el reinado de terror de los señores oscuros, así que heme aquí para intentarlo y eso es todo. - digo mientras aminoro la narcha y empiezo a buscar cualquier indicio de alguna posible trampa.

Ambos heroes siguen avanzando, perfectamente conscientes de que aquella oleada de frio antinatural que dejaba las paredes heladas y su respiracion convertida en un vaho humeante solo podia vaticinar algo maligno y oculto, que les aguardaba mas adelante. 

Al otro extremo de la humeda y helada camara de piedra, se abre un umbral que conduce hacia unas escaleras estrechas, de techo curvo e igualmente frias y resbaladizas, a causa del agua que se ha convertido en hielo y escarcha. Bajar aquellos peldaños implicaba pisar cuidadosamente, pues de otra forma, cualquiera de ellos podia perder pie y caer hacia lo desconocido. 

A medida que descienden al menos medio centenar de aquellos escalones tallados en la piedra, la sensacion de frio en su piel solo aumenta, pero ahora viene acompañada de algo mas. Una certeza de peligro, amenaza y muerte, que habria hecho retroceder y salir huyendo entre gritos de angustia a cualquiera que no tuviera dentro de su pecho el corazon de un heroe. 

Al final de la escalera, se abria un oscuro portal de roca gris, parcialmente derruido y cuyos cascotes bloqueaban toscamente la entrada de una nueva habitacion. El hedor que se podia percibir en ella era tal que podia causar arcadas y que cubrieran su nariz ante semejante pestilencia. Era un penetrante olor a putrefaccion lo que invadia sus fosas nasales y al asomarse a esta segunda camara, lograron descubrir, bajo una incierta luz, tetrica y azulada, que parecia emanar del mismo aire helado, decenas de esqueletos en el suelo, cubiertos por los restos de toda clase de armaduras oxidadas, algunas muy antiguas y otras de manufactura mas reciente.

La estancia era de forma rectangular, con 4 esbeltas columnas de piedra sosteniendo el techo, situadas a los costados. En el lado opuesto del umbral donde se hallaban los heroes, se podia observar una gran masa gelatinosa de un enfermizo color verde, completamente estatica y cubierta por una capa de hielo. En su interior, apenas distinguibles, se veian pequeños fragmentos de tela y metal, casi totalmente disueltos.

Pero si la presencia de aquello no fuera ya bastante amenaza, al posar tentativamente un pie dentro de la estancia, varias siluetas translucidas y azuladas se alzaron de entre los cadaveres, pertenecientes seguramente a otros aventureros que se habian atrevido a incursionar en las catacumbas. Gritos de odio brotaron de gargantas descarnadas, manos huesudas y espectrales aferraron sus viejas armas y una docena de espectros se irguieron, sedientos de sangre calida y venganza.

Al posar el pie en la estancia, Haliax quedó paralizado. Había visto algo que le produjo un terror paralizante. Con la vista fija en la oxidada armadura de su desaparecido compañero y hermano, pensó en que no quería avanzar más, solo darse la vuelta y huir de allí. Lejanos sentimientos de dolor y rabia le embargaban.

Esto es el infierno, Femeref.

Al pronunciar esas palabras, otras respondieron. Pero no eran palabras normales, eran verdaderos gritos de venganza y dolor. Los esqueletos que descansaban enfrente de ellos se levantaron, recogiendo sus armas y armaduras, dispuestos a hacerles sufrir. Pero no, no eran los esqueletos. Eran sus espíritus.

En ese momento, Haliax comprendió que todos sus años de entrenamiento y espera no podían ser desperdiciados. Era un Héroe, y no iba a rendirse tan fácilmente. Aunque tuviera que volver a matar a su propio hermano, en el mismo lugar que la última vez. Pero en esta ocasión, no huiría de las catacumbas.

Prepárate, compañero. Alza tu libro y reza lo que sepas.

Haliax soltó su grito de guerra, y corriendo hacia los espíritus, se dispuso a atacar.

Almas desafortunadas os daré el descanso eterno, preparénse para recibir la luz de Eilistraee en sus corazones. - digo con voz firme mientras creo una esfera de energía sagrada y la lanzo contra el primer espectro que veo.

Cuando la esfera impacta en el pecho del fantasma y este retrocede para luego lanzar un feroz rugido.

Eilisraee brindame tu fuerza madre benevolente. - exclamo mientras concentro mi energía y empiezo a salmodiar un segundo conjuro que crea una poderosa explosión de energía sagrada la cual impacta en todos los muertos vivientes que nos rodean.

Hailax prepárate y atácalos con todo lo que tengas. - digo mientras lanzo un tercer conjuro creando un arco de energía sagrada el cual impacta en todos los fantasmas haciéndolos estremecerse, para finalmente lanzar un cuarto conjuro lanzando un poderoso rayo de energía sacra que rebota en todos los fantasmas golpeándolos directamente en sus pechos antes de disiparse por completo.

Cuando la espada atravesó a uno de los espíritus, este únicamente soltó una carcajada. Acto seguido, un fuerte golpe que Haliax pudo parar con su escudo a tiempo atravesó el aire, pero el escudo quedó destruido. Haliax estaba asombrado por la fuerza de los espíritus.

Mi espada apenas les daña, Femeref. Sigue rezando a tu diosa y fulmínalos. Mientras les distraes voy a acercarme a esa especie de limo, parece estar semicongelada...

Haliax se quedó al lado del limo, esquivando a los espíritus. Observó atentamente y vio que en el interior de la gigantesca masa había trozos de armadura y huesos. De repente, la masa se movió "girando" hacia Haliax, por lo que este desenvainó y se dispuso a atacarle.

¡Esto también es nuestro enemigo, Femeref! Voy a intentar destruirlo.- gritó desde el otro extremo.

Es una gran idea Haliax, pues si no acabamos con todos no podremos seguir avanzando.

Mientras Haliax inicia su combate contra el Limo decido recurrir a un hechizo más fuerte que los anteriores, pues sin duda alguna la magia sagrada los afectaba y aunque detenía o dañaba levemente a los fantasmas, no era capaz de destruirlos y si de algo estaba seguro es que no se debía a falta de fe, si no más bien a falta de experticia.

Esas pobres almas no tenían la culpa de sus acciones y mi deber era concederles el descanso eterno y luego llevar la justicia a su opresor.

Así que era el todo o nada, la luz de Eilistraee debía brillar nuevamente y yo me convertiría en elinstrumento para tal fin, reuniendo toda mi magia y fe empece a salmodiar nuevamente, confiando en que si todo salía bien estas pobres almas hayarían por fin la paz que merecían.

Por todo aquello que es justo y bueno, Eilistraee bríndame tu luz para poder traer paz a estas pobres almas torturadas. Que la luz brille nuevamente y las impuras cadenas que atan las almas de los desafortunados a este mundo contra su voluntad finalmente se rompan para que alcancen su merecido descanso en la otra vida. Que las puertas de Arvandor se abran y su sacra luz los ilumine por siempre

Al terminar mi conjuro mi cuerpo empieza a irradiar una fuerte luz la misma que luego se proyecta por toda la habitación tal como si se tratara la explosión de una poderosa granada lanzando proyectíles de energía sagrada contra todos los muertos vivientes.

Cuando la luz se extingue empiezo a respirar agitadamente y ruego a los cielos que todo haya acabado.