Partida Rol por web

- Sabias palabras, Pater. - dijo Cadwallon. - Mi nombre es Sir Cadwallon de Catterick. Mis amigos y yo hemos entrado al servicio del señor del castillo, pues nos han asegurado que en este lugar nuestra fuerza y arrojo serán necesarios y valorados, ante las pendencias que hay con los vecinos córnicos. Perdonad a mis compañeros si os preguntan por cuestiones militares, pues está en nuestra naturaleza de guerreros. Estamos visitando el pueblo para conocer a sus gentes y sus costumbres, y os estaremos agradecidos con cualquier información que tengáis a bien darnos para ayudarnos a encajar mejor en este lugar. 

Se quedó el buen pater pensativo apoyado en la escoba, pensando las palabras de sir Cadwallon. cuando creyó tener algo que decir, esto es lo que dijo:

Non son las gentes de aqueste pueblo amigas de pendencias ni poblemas. Son gente trabajadora et leal a Dios et a Logres. Si se les reclama para batallar et para entrenarse para dello, lo haran, bien es verdad que algunos con mas vocacion a als de armas que otros. Alguno incluso, puede acabar de soldadesca si Dios se lo permite.  En fin, no sabria que más fablarle a vuesa merced de aquestos campesinos.

¿ Le he dicho que son temerosos de Dios, buenos de cristianos, et trabajadores?

- Me lo ha dicho, sí. - dijo Cadwallon, asintiendo lentamente. - Y dígame, ¿cómo son los alrededores? ¿Hay problemas de bandidaje, quizá? ¿O con los señores vecinos? Bien sabemos que cuando las cosas van mal en las tierras, algunos campesinos o incluso caballeros pueden dedicarse a asaltar los caminos. 

Bien fablaais caballero, et con juicio, et no hay diferencia apenas entre ejercito sin guerra, y entre  asaltadores y bandidos.

Et un soldado sin casaca, es un campesion, et al de reves la mesma cosa. Diferenciar a unos et a de otros, es solo cosa al alcance de un ojo avisado et avispado, et yo no gasto talento en esos menesteres soldadescos.

Hay rivalidad larga entre nos y los de Cornualles, pues ellos anhelan echar para un poco dentro de nosotros,las fronteras con el reyno del rey Idres. 

Ya anda el castellano pendiente de aquestos detalles, se percata más que e propio conde, auqneu lo mesmo es aquesta tarea de castellanos y no de condes.

Siendo consciente el pater, que se andaba columpiando en temas politicos, decide callarse y agarrar la escoba, para seguir barriendo lo barrido.

Aquellas palabras del Padre eran sabías. Pues casi que todos los presentes lo sabían y poca información habíamos sacado. Y el gesto de volver a limpiar lo barrido, dejó claro que ya no quería seguir hablando y que le incomodaba. Me sorprendió la aptitud y es posible que este Pater sea más cristiano que muchos de los que había conocido en mi país.

Miré la iglesia, me arrodille en un sitio tranquilo, y recé. Hacía tiempo que no hablaba con Dios.

Sonrío al padre. Muchas gracias por sus palabras, pater. Le dejo que siga con sus quehaceres digo, adentrándome en la iglesia para imitar a Loren.

Mientras rezo, me doy cuenta de un problema: la confesión. En la confesión tendrí que contar todo, incluyendo que soy un espía. Y, si bien me ampara el secreto de confesión... Trago saliva ante este pensamiento.

El comentario sobre que el castellano parecía más interesado en defender las fronteras que el propio conde le pareció interesante a Cadwallon, aunque podía ser que el pater estuviera repitiendo habladurías de los campesinos.

- Muchas gracias, pater. Le dejamos con sus quehaceres. - El de Catterick se acercó a sus compañeros, que se habían arrodillado a orar. Se arrodilló junto a ellos y rezó un poco. No era muy devoto, pero hacía mucho que no se ponía en paz con el Señor. Debería venir a la próxima misa...

Termino de rezar y me levanto. Ahora  más en paz con Dios de lo que había estado en mucho tiempo. Miro a mis dos compañeros y espero pacientemente a que terminen. Cuando lo hacen, propongo ir de nuevo a la taberna.

- ¿Que os parece si volvemos a la taberna?. Ya debería de estar abierta.

Vayamos pues digo, levantándome aún con algo de preocupación en el rostro, nos servirá para templar los ánimos.

- ¿Que os parece si volvemos a la taberna?. Ya debería de estar abierta

 La taberna hasta pasado el mediodia  no abre. aun le faltan alguna horas.

Al llegar a la taberna y ver que estaba cerrada, Cadwallon se volvió hacia sus amigos. - ¿Qué os parece si damos un paseo a caballo por las tierras de alrededor? Nos ayudará a abrir el apetito y podremos conocer un poco esta región. Seguro que encontramos algún lugar donde comer, y podríamos estar de vuelta por la tarde, cuando esta taberna esté por fin abierta.

Chasqueo la lengua, molesto por ver la taberna cerrada. Qué remedio. Las tabernas villariegas es lo que tienen, solo abren para satisfacer a los villanos cuando vuelven del campo.

- ¡Deberíamos de llamar al tabernero para que nos atienda! ¡Maldita sea! Tengo la boca seca del polvo. Pero bueno, supongo que tenéis razón, demos una vuelta por las tierras de aquí y veamos los cultivos y sus gentes. 

Tras la expedición por los alrededores del castillo, que les llevó desde antes del mediodía hasta el temprano atardecer, acordaron los jinetes acorazados, que iba siendo hora de recogerse en el castillo.

Las costumbres de los aldeanos y su cristiano interés por laborar y no por reposar en la taberna, hizo que no pudiesen repostar de bebedizos nuestros señores. El páter resultó piadoso y discreto, y poco conocedor, o poco revelador, que misma cosa es, de secretos y misterios. No obstante, no es malo de suyo, conocer y parlamentar con ministros de la iglesia, por humildes que estos sean. La visita la completasteis con un paseo a los derredores del castillo, no habiendo en ellos, tesoros ni monumentos dignos de ser vistos, solo tierrasde cultivos, caminos pedregosos, y alguna campa de verde hierba. Lo que cabría esperar.

Al paso del caballo, desandaron la ida, y enderezaron colina arriba hasta el castillo de Dimilog, el que será su hogar durante unas semanas, si nadie ni nada lo remedia.

En la puerta pidieron novedades a la soldadesca vigilante, y se la dieron; no había novedades. Ya dentro, no había caballeros a la vista, así que optaron por acompañar a las cabalgaduras hacia los establos, y quitándose las corazasgracias a sus escuderosayudantes, prefirieron acompañar en las labores de limpieza y acondicionamiento de sus cabalgaduras.

Tras la frustrada exploración de la taberna y los bienes locales que el pueblo pudiera ofrecer, y la más bien escasa información obtenida del pater, decidimos regresar al castillo.

A nada mejor que hacer, quizá lo mejor sea asegurar el bienestar de mi dextrero, así que acompaño a mi escudero en su cuidado, mientras le acaricio suavemente.

Dimilog y sus alrededores habían resultado ser un lugar algo aburrido a primera vista. Pero los lugares aburridos no tenían por qué ser malos. De hecho, como base de operaciones, eran bastante buenos. Ahora solo les quedaba hacerse al lugar y seguir la misión que les habían encomendado: ganarse la confianza de los señores de la región y averiguar su lealtad para con el Rey de Logres.

Me sería difícil vivir aquí sin un buen lugar para tomar algo de vino y probar los manjares de las mujeres campesinas. Pero haría un esfuerzo. Poco habíamos averiguado, por no decir nada en estos primeros días, pero teníamos un año por delante y esto no hacía más que empezar. El paseo me había venido bien, haba cabalgado tranquilo, respirado un buen aire fuera de las murallas y disfrutado de un paisaje hermoso. Ahora tocaba cenar y dormir, mañana sería otro día.

Dentro de los establos estáis. Vuestros escuderos andan enredados con las cabalgaduras. 

Mientras buscáis agua para refrescar la tez, y trapo para quitar el sudor, sir Flain os llama la atención sobre un jinete ligero de equipaje y de cabalgadura,  que acaba de entrar por la puerta del castillo, y al que sir Gravent atiende con gravedad y presteza. No pareciole bien a sir Gravent saludaros a vosotros, pero sí que raudo enderezó hacia ese desconocido jinete. A lo mejor no os vio venir, que todo puede ser.

Tras una charla y braceo explicativo por ambas partes, el jinete marcha, tras recibir una alforja de manos de sir Gravent. La operación apenas ha durado 5 minutos, en los que el jinete no ha descabalgado. (Sir Gravent sí que lo recibió a pie).

Tras la marcha del jinete sir Gravent, sí que endereza hacia los establos, que es donde seguís vosotros...

Es una suerte que vuesas mercedes anden de regreso ya, pues no creo que hubieremos pagado rescate por vos.

El señor castellano quiere compartir mesa con todos los caballeros del castillo, hoy tambien. No acostumbrarse a esas gracias, pues no son modos ni maneras de habitual suceso por aqueste castello.

Dicho lo cual, se vuelve por donde ha venido, pues no parece sir Gravent caballeros muy aficionado a parlamentos.

No obstante teneis tiempo de interceptarle por si q uereis decirle algo.

Seco mi cabeza y observo el panorama en silencio. Cuando Sir Gravent se marcha sonrío a mis compañeros.

- Parece que nuestro querido amigo tiene sangre del sur. Es alegre, apuesto y de lengua fácil. - Sigo sonriendo ante mi ironía. - La alegría de estos lares. - Por un momento pienso en preguntarle que ha sucedido con el otro jinete. ¿Que es lo que le ha entregado y de donde es? Pero no veo prudente hacerlo. Aún no. A pesar de ello, intento recordar si había dejado ver algún escudo, si sus vestiduras tenían polvo o barro del camino o tan siquiera, si el caballo parecía cansado. Eso me daría una idea de los días que lleva el jinete cabalgando y de cuan lejos ha venido.