Partida Rol por web

Marcellette ahoga una risita cuando Julia dice lo del duelo justo. Aunque Julia lo dijera a menudo, siempre le hacía gracia.

A medida que Julia hablaba, los labios de Marcellette iban formando una O cada vez más redonda, hasta llegar al punto más redondo cuando Julia termina de hablar.

- ¿¡Qué me estás contandoooo!?

Marcellette se lo pregunta en un tono más alto de lo habitual, cosa que le hace llevarse a ella también una miradita de Gregory, a lo que Marce se tapa la boca con culpabilidad y vuelve a mirar a Julia.

- ¿Es en serio? ¿Vas a ser parte de la seguridad, y nada menos que en la Sala de Eventos?

- Aja. - Responde Julia con cierta soberbia mientras se alimentaba de su éxito. Vuelte a apoyar el codo en la mesa. - ¿A quién si no? A esos nobluchos ya les hacía falta un poco de mano dura a su alrededor. Claro que el lugar estará plagado de robots, así que lo más seguro es que me vaya a aburrir la mayor parte del tiempo. - Se encoge de hombros. 

- Pero esto es fantástico Julia.

Marce aparta el libro que aún tenía en las manos y agacha la cabeza, dejándola casi a la altura del escritorio, como hablando confidencialmente con Julia.

- Si aunque sea una substitución les gustas, las posibilidades de que entres en un futuro serán mucho mayores. ¡No es algo que consiga cualquiera!

Entonces con las dos manos, Marcellette agarra la cabeza de Julia y le planta un fuerte beso en la mejilla.

- Qué biennnn. Tenemos que celebrar esto.

Julia se queda aturdida unos segundos ante el repentino beso en la mejilla, pero tras eso vuelve a hablar en tono jovial. 

- Si, un brindis por mi transformación gradual en estatua. - Dice divertida, y en tono más discreto añade. - Eso si, habrá que convencer a Yayo Greg de que te deje escaparte más pronto. 

- Te he oído, jovencita. - Se oye de pronto la voz de Gregory desde su despacho, parecía algo molesto y no era de extrañar... No le hacía especial gracia que Julia lo llamara de esa forma, aunque para ella era todo el caso contrario. 

Julia se ríe por lo bajo, victoriosa. Algún día esos dos iban a acabar tirándose libros el uno al otro... Gregory la aceptaba (O se resignaba a aceptarla) porque era amiga de Marcellette, pero Julia no estaba hecha para estar en una biblioteca durante demasiado rato. 

Una vez que se le calma la risa, vuelve a hablar. Ahora su sonrisa es algo amarga. 

- Aunque si te digo la verdad, me jode un poco el haber encontrado esta oportunidad a través de mi padre. El muy cabrón es capaz de echármelo en cara si me llegan a contratar. - Suelta el aire asqueada. 

La historia de siempre. Tenía razones para pensar así... pero este era su momento, no tenía que torturarse de esa manera.

- Julia... no pienses en eso ahora. Ese hombre... tu padre... no ha creado una mujer fuerte y musculosa que pueda optar a ser guardia. Lo has hecho tú. No tiene derecho a echarte nada en cara.

- Ya ya... - Responde Julia, que no parecía demasiado afectada por las palabras de Marcellette. - Supongo que me tocará esforzarme aún más si de verdad quiero que piensen que estoy ahí por méritos propios y no porque me han enchufado. - Julia mira hacía otra dirección, concentrada en nada en concreto, hasta que de pronto añade. - Se te va a enfriar el café. 

Tras eso silencio. De nuevo la vena poco habladora de Julia había vuelto a surgir, más valía que fuera Marcellette quién sacara algún tema totalmente distinto si no quería que aquella conversación se terminara de forma abrupta. 

Marcellette toma la taza de café con sus dos manos y da unos sorbos tímidos, pensando en qué decir.

No es que tuviera mucho que contarle. El día había sido tan normal como los anteriores.

- Julia, ¿tu crees que desaparecerán los libros?

Además de por sacar un tema de conversación, a Marce realmente le interesaba saber la opinión de Julia al respecto. No era justo si solo lo hablaban Gregory y ella, que eran claramente prolibros.

Julia frunce el ceño, confusa. 

- ¿Desaparecer? ¿Cómo? ¿Crees que alguien va a robarlos, o...? - Deja la frase a medias, no acabando de entender a que se refería Marcellette. Julia podía ser muy cuadriculada para algunas cosas, por lo que las sutilezas a veces se le escapaban. Aunque también había que añadir que estaba concentrada en sus pensamientos cuando Marcellette le había dicho eso. Seguramente tan siquiera había analizado el mensaje antes de responder. 

Sonríe a Julia, dándose cuenta de lo que pasaba. Solo tenía que darle otra cosa en que pensar por ahora.

- No, no. Me refiero... al formato físico. Si algún día no existirán los libros porque todo el mundo usa móviles y tablets.

Marcellette da otro sorbo al café mientras mira cómo piensa Julia.

- Justo hoy hablaba de eso con Gregory. Trabajando yo en una biblioteca y él siendo el poseedor de la mayor biblioteca de Cele, es algo que nos concierne.

- No creo en que puedan desaparecer, quiero decir, mientras que haya demanda de esto formato proveniente de gente cómo vosotros, no debería correr peligro. Y tampoco es tan caro hacer un libro... - Mira a su alrededor. - O al menos a mí no me lo parece. 

Y justo cuando Julia estaba dando la ojeada, la puerta de la biblioteca se abre y una cabeza se mete por ella. Era Matrika.

Siguiendo el flujo de la conversación, Julia añade en voz baja. 

- Claro que el hecho de que el futuro de la biblioteca más grande de Cele pueda depender de esa cría... Eso si que podría resultar conflictivo. 

Matrika da una ojeada a su alrededor y entonces se cuela dentro cuál animal sigiloso. Mira a Marcellette y Julia y les hace un gesto con el dedo para que estén calladas. Entonces comienza a caminar haciendo el mínimo ruido posible, con lo que se gana una mirada de cansancio por parte de Julia. 

Cuando Julia hace el comentario sobre Matrika, Marcellette hace hace una risita débil.

Desde el sitio donde está sentada, saluda con la mano a Matirka.

- A ver qué trastada intenta hacer esta vez. No entiendo para qué viene si no quiere que la vea su abuelo.

Julia sonríe con cierta malicia. 

- Espera y verás, hoy no le va a dar tiempo de hacer ninguna trastada. - Inclina ligeramente la cabeza hacía el despacho de Gregory y habla lo suficientemente alto cómo para que hasta a Marcellette le den ganas de regañarla. - Yayo Greg, creo que se te ha colado un animalillo callejero en la biblioteca. 

Con esto se gana una mirada de odio absoluto por parte de Matrika, que desiste de seguir en su postura sigilosa y se planta en medio del recibidor. Tras eso, Julia mira a Marcellette, divertida. 

- Eh, si alguien se cuela en un sitio sin permiso hay que llamarle la atención. Tengo que practicar si quiero ser una buena vigilante.

A Marcellette no le da tiempo de intervenir antes de que Gregory aparezca. 

- ¡Matrika! - Dice entre una mezcla de preocupación y alegría. - ¿D-dónde has estado? 

La pregunta sobraba. Ahora que Matrika estaba al descubierto se podía lo sucia que iba, tanto ella cómo su ropa. De hecho, la biblioteca se estaba comenzando a inundar de un cierto tufo a cloaca. Por lo poco que sabía Marcellette, era por las cloacas por dónde Matrika conseguía escabullirse hasta los suburbios. 

Matrika mira desafiante a su abuelo. 

- Ya sabes la respuesta de esa pregunta, aunque te cueste tanto reconocerlo. - Dice con cierto desdén. 

- Matrika... - Dice Gregory, ahora suplicante. - ¿P-porque tienes que hacer esto? Sabes que ese lugar es peligroso... Por favor, tienes que volver a casa... 

Matrika levanta la cabeza, indignada, y sigue con su tono tajante. 

- No es tan peligroso cómo las viboras que viven aquí, que permiten que un lugar cómo ese exista. Cómodos en su paraíso mientras que miran en otra dirección cuando la gente pide auxilio o se muere de hambre. Nunca serás capaz de comprenderlo mientras sigas aquí. - Retrocede. - No voy a quedarme. Sólo vengo a por unos libros y me volveré a marchar. No tienes porque preocuparte de mi seguridad, se cuidarme perfectamente. 

- M-Matrika, ya hemos hablado de esto. Yo... - Gregory parecía que se fuera a derrumbar en cualquier momento. - Se lo hay ahí abajo... Pero... - No encontraba las palabras. - ¿Por qué tú? No deberías cargar con este peso tú sola. No puedes.... No cambiarás nada... 

Al parecer estás palabras no habían debilitado en lo más minimo la voluntad de Matrika, que ahora habla con un tono más agresivo incluso. 

- No estoy sola. - Dice tajante. - Yo y mis compañeros estamos haciendo mucho más de lo que tú harás en la vida. 

Y tras eso, dando la conversación por finalizada, Matrika se adentra en el laberinto de estanterías en pos seguramente de los libros que había venido a buscar. Por su parte, Gregory, exhausto y hundido, se sienta un banco cercano a dónde estaba.