Partida Rol por web

Le indico a Maria lo que acabo de ver debajo nuestro y me agacho para hablar lo mas bajo posible.

– Es demasiado grande, la debieron colocar con una grúa, tenemos que encontrar alguna cosa para atarla al enganche de remolque del coche.

Como viniendo hacía aquí pese a ir buscando no hemos encontrado nada útil me levanto y vuelvo a ofrecerle a Maria mi brazo para que se apoye. – Avancemos unos metros mas haber para ver si encontramos algo para sacarla.

Una vez nos alejamos unos metros, sin dejar de buscar alguna cosa para atarla o hacer palanca. Me detengo para decirle al oído. – ¿Sera seguro sacarlos o intentarán matarnos? Algunos de ellos fueron atacados. La niña pequeña no creo que nos atacara pero ellos...

Maria mira bajo sus pies cuando Santi se lo indica y ve bajo una gran reja de ventilación a dos de los hombres del metro y a la niña que hecho a correr. Sorprendida Maria se tapa la boca mientras los mira.

Cuando Santi le coge del brazo comentando que van a ir a buscar algo para intentar mover la reja, María asiente con su cabeza. - Si vayamos, quizá encontremos algo en algún coche. Si hay alguno de policía o de bomberos.... Antes de marcharse junto a Santi Maria a su alrededor y por ultimo otra vez a los de abajo. - Ahora volvemos.

Al alejarse y mientras ambos buscan algo que les pueda servir Santi se detiene y le susurra algo al oído. María se queda callada un instante mirándole a los ojos, pensativa y unos segundos después mueve la cabeza del hombre en la misma dirección con la que mueve su otro brazo para señalar un edificio algo mas lejos. 

Maria se aproxima a su oído. - Gracias por preguntarlo, no me atrevía a decirlo yo. No podemos arriesgarnos, joder ahí abajo ellos están seguros y nosotros aquí somos presa fácil. 

Sin decir nada más Maria empieza a caminar agachada ocultándose entre los coches en dirección a su casa mientras sujeta a Santi de la mano y lo lleva con el. - Que Dios nos perdone... Piensa María mientras va mirando a todos lados pendiente de que ningún ser este cerca de ellos.

Yo me quedaba tranquilo, viendo y oyendo la charla entre Rafa con María y Santi. Era muy escéptico con que volverían a por nosotros, al fin y al cabo, ya nos abandonaron una vez.

-Eso espero- mascullé cuando María nos dijo que volvería -Recordad que tenemos una niña aquí- les dije, intentando crearles un refuerzo psicológico para que volvieran; a lo mejor ellos abandonaban a dos hombres, por a una niña pequeña y asustada seguro que no.

Turno 14.

Tenemos dos grupos diferenciados; uno, formado por Chuck, Rafa y Nerea (bajo la reja) y por Santi y María (sobre ella), y otro formado por Emily y Lucía. Seguimos con el tema...

Vale, acabo de leer los turnos y de descojonarme un rato. Tenemos tres grupos; Chuck, Rafa y Nerea por un lado, Santi y María por otro, y Emily y Lucía en tercer lugar. Ahora sí, sigo con el tema...

(Sigue...)

Santi y María se alejan para buscar algo con lo que levantar las rejas; los cinturones de seguridad son demasiado cortos como para sacarlos del coche y amarrarlos firmemente al enrejado. La niña, en silencio, los ve marcharse alzando sus tristes ojos azules, antes de volver a bajarlos y a clavarlos silenciosamente en el sucio fondo del nicho en el que os encontráis.

Debido al ruido del motor en punto muerto del coche no podéis escuchar los pasos de vuestros dos compañeros, que deben estar esmerándose en su búsqueda de cuerdas o ganchos; no debería ser difícil encontrar estas herramientas en el maletero de algún coche, antes o después. Sin embargo la cosa va más para después que para antes, porque pasa el rato y no vuelven.

De hecho, más que rato pasa un ratón. El cielo que se ve a través del enrejado comienza a oscurecerse, mientras Madrid anochece en silencio. De vez en cuando podéis escuchar algún grito lejano, algún golpe, alguna alarma sonando a dos o tres manzanas. Y en dos ocasiones veis pasar sobre el enrejado a algún zombi perdido, que sin percatarse de vuestra presencia se pierde en las calles.

Dos horas después estáis plenamente convencidos de que María y Santi os han dejado tirados.

Otra vez.

(Sigue...)

Las calles están llenas de basura, vehículos parados y cadáveres, tanto de los que se mueven como de los que no. Afortunadamente se trata de calles anchas, y escondiéndoos con mucho cuidado conseguís llegar a la puerta del edificio. Hay un coche dificultando el paso, con su morro estrellado contra una de las esquinas de mármol del portal. Un veinteañero rubio permanece atrapado entre el coche y el portal; debió de ser atractivo cuando estaba vivo, pero ahora sus vísceras repartidas sobre el capó del coche lo afean bastante. Hay un olor salado y desagradable en el aire.

No os cuesta esquivar el vehículo, y María abre la puerta del edificio con cuidado, y se cuela en silencio. El portero, un señor grande y corpulento, está atrapado en la garita de cristal desde la que vigilaba el portal. El color de su piel se ha vuelto cerúleo, y miles de pequeñas venas se reparten por su piel. Al veros podéis verle gesticular y golpear el cristal de seguridad, intentando llegar a vosotros para merendarse vuestros sesos, pero está atrapado e insonorizado en su garita.

Al pasar junto al ascensor pulsáis el botón intentando que se ponga en marcha, pero parece que se ha producido un apagón. Tendréis que subir a pie los doce pisos que os separan del ático. Milagrosamente no encontráis peligro alguno en vuestro ascenso, y accedéis al descansillo del piso trece a través de una puerta anti-incendios. Tras el ascenso y el estrés estáis casi desfallecidos.

María, con la mano temblorosa, abre la puerta del piso vacío. Los dos le echáis un ojo una vez dentro, tras cerrar la puerta. Un recibidor, un amplio salón, tres habitaciones bien decoradas y dos baños os devuelven de nuevo al momento en el que todo era normal en el mundo. Pero en cuanto salís a la gran terraza podéis ver la ciudad en la oscuridad, devastada por la plaga.

Tras haberos asegurados de que el piso es seguro, ambos caéis sobre el suelo de la terraza, agotados.

(Sigue...) 

La oscuridad lo envuelve todo en los túneles del metro, junto a los sonidos gimientes y guturales de los monstruos muertos vivientes que os rodean por todas partes. Emily parece volver a la realidad, y decide intentar huir por abajo. Se sumerge en la marea de malolientes y húmedas criaturas, y rodeada de piernas que la golpean y la aplastan logra dar algunos pasos en una dirección al azar antes de que uno de los arañazos le recorra la espalda, destrozando el broche de su sostén y finalizando con un amarre firme en el cinturón de su pantalón. El tirón la levanta violentamente del suelo, haciendo que se golpee la cabeza contra algo metálico, (¿la vía?), abriendo una profunda herida en su frente, que comienza a sangrarle sobre los ojos (2 daños). Afortunadamente, el cinturón no aguanta tanta violencia y la hebilla salta con un "Clinck" metálico. La joven pega un salto hacia delante en cuanto nota el suelo bajo los pies, liberándose de la presa del monstruo invisible, (y de lo que quedaba de su ropa, con un sonido de tela rasgada).

Mareada y dolorida, está dispuesta a seguir huyendo... cuando nota cómo otro zombi la agarra del pelo, echándole la cabeza malherida hacia atrás. Cae al suelo boca arriba, y patalea mientras el monstruo se le echa encima y le clava los dientes en el cráneo con fuerza. (2 daños). Finalmente las fuerzas se le van, y queda inconsciente a merced de los monstruos. Al igual que sucedió con Óliver, el próximo asalto los zombis se dedicarán a desmembrarla y a comérsela.

Mientras, sobre el andén, los zombis también se acercan a la inmóvil y estupefacta Lucía, que de repente ve cómo la zarandean y golpean con fuerza, lanzándola contra la pared del andén. Su rodilla se estrella contra el banco de piedra, causándole un terrible dolor, (2 daños), mientras los zombis se llevan las mangas de su blusa a tirones.

(Sigue...)

Bueno, resumamos para todos. Ha caído la noche.

Rafa, Chuck y Nerea siguen exactamente en la misma situación en la que estaban antes de encontrarse con Santi y María: encerrados en el respiradero, rodeados de periódicos viejos, polvo y envoltorios de golosinas. Al menos no están en peligro inminente. Pueden pasar la noche allí, aunque hará frío, (1 de daño por frío). Afortunadamente los tres conservan su "ropa normal y corriente", así que están lo suficientemente abrigados como para no sufrir daño alguno. También pueden intentar gritar, atraer atención o lo que sea que se les ocurra. Bajar a los túneles todavía hace castañear los dientes de los dos adultos, así que no es una opción. Quizás cuando vean la luz del amanecer el día siguiente.

María y Santi, después de su "heroico rescate", han llegado bien al ático y están tirados en el suelo de la gran terraza. Comienza a hacer frío, (1 daño), y aunque Santi está abrigado María no tiene la ropa suficiente como para cubrirse, (le falta una pernera del pantalón y a su blusa le quedan dos botones). Afortunadamente sólo tienen que entrar en casa y cerrar las ventanas para protegerse del frío. Aunque están completamente agotados pueden intentar buscar algo de utilidad en la casa, o hacer lo que más les apetece: tirarse en una cama y dormir. No hay electricidad en la ciudad, pero una casa tan lujosa tiene un increíble acumulador con el que pueden disfrutar de corriente eléctrica para ellos solitos durante unos días. ¡Qué lujo!.

Por último, en la oscuridad de los túneles las cosas van de mal en peor. Emily acaba de abrirse la cabeza contra una vía, lo que la ha dejado mareada y lo suficientemente vulnerable para que un monstruo la incruste en el suelo tirándole del pelo y le muerda el cráneo, dejándola inconsciente y convirtiéndola en una presa fácil par la jauría. Morirá en el siguiente asalto. También han cercado a Lucía y han empezado a darle cera aplastándole la rodilla contra el banco de la estación. Sólo puede intentar huir, aunque como no ve ni torta lo hará en una dirección al azar. (1 en 1d6 para conseguirlo).

Y esto es todo, damas y caballeros. Más en el siguiente turno.

Rafa se encontró sentado en el suelo, pensando en lo que le gustaría hacerle a esa zorra que por segunda vez se les meara en la boca, primero usándolos de señuelo contra los seres esos y aohra mintiéndoles en la cara para dejarlos ahí tirados. Un encuentro con ella era un motivo más a la lista para salir de ahí y ajustar cuentas.

-Nos ha tangado. Para salir de aquí tenemos que hacerlo por nosotros.- Dijo mirando a la niña y a Chuck.- Hagamos inventario de lo que tenemos... A parte de mi ropa, con el cinturón, tengo esta bolsa, tal vez la correa nos pueda ser útil en algún momento a modo de cuerda. Tengo una radio, una linterna de lets y esta grande que encontré en la estación. También tengo algo de agua y un paquete de chicles.

Mirando a sus acompañantes comentó.

-¿Queréis un trago?- Dijo ofreciéndola.

Después del viaje interminable María junto a su nuevo invitado llegan a su ático. El corto trayecto pareció interminable y la subida de los doce pisos no ayudo demasiado a la pierna herida de la chica. 

Exausta salió junto a Santi a la gran terraza del piso, la cual se podía ver arreglada para una gran fiesta que ya no se celebraría. - Dios, parece que a llegado el fin del mundo.... Comenta la chica al mirar la ciudad en total oscuridad. Después se deja caer al suelo para recuperar el aliento, pero al poco se levanta. - Será mejor que entremos, empieza a hacer frío. 

Al entrar a la casa Maria va a la cocina, deja su bolso en la bancada de la cocina y se aproxima a un armario de donde saca unas velas. Con cuidado las pone en un candelabro de plata del salón y enciende las velas. - Mucho mejor. María sonríe a Santi. -Estas en tu casa, ponte cómodo o mira lo que quieras. En la cocina hay comida mas que de sobra y cerveza o lo que quieras beber, imagino que aun estaran frías en la nevera. 

Con cuidado ya que le duele la pierna María coge un juego de velas decorativas del salón y las enciende con una de las velas del candelabro. - Yo voy a ir a curarme la herida, necesito mirar bien como esta. Buscare que tenemos en el baño y que tengo en mi maletín. *Por suerte Maria había traído su maletín con su material medico tras su ultimo día de clases.

Antes de ir al baño y mientras espera a que Santi le hable la chica va a la puerta principal para cerrar con llave por dentro y poner el otro seguro de la puerta. 

Nada mas llegar la ayudo a revisar la casa pero afortunadamente no hay sorpresas desagradables.

Antes de entrar miro las posibilidades que hay de pasar de una terraza a la otra. Puede que debamos hacerlo para conseguir cosas pero si nosotros podemos otros también.

– Tranquila, te espero y comemos algo juntos.

Busco un enchufe donde poner a cargar mis móviles y me acerco a la puerta del baño picando suavemente con los nudillos pero sin entrar a menos que me lo diga. – Con aquella oscuridad no vi exactamente donde te hizo la herida. Si no llegas bien, puedo ayudarte. Ahora no soy ningún experto pero creo que debe ser bastante peligroso coger una infección de esas cosas.

María asiente la cabeza con una sonrisa en su rostro cuando Santi le comenta lo de comer mas tarde juntos. 

Al marcharse va al baño del dormitorio principal y con cuidado se quita el pantalon y las medias. - Joder! Exclama con rabia y con un tono de dolor al ver la herida de su pierna. Después con cuidado abre uno de los armarios del gran baño y saca unas toallas limpias, desinfectante, gasas unas pinzas y las pastilla para el dolor mas fuertes que hay. 

Antes de empezar a observar mejor la herida escucha como Santi llama a la puerta. - Pasa, tranquilo.... No creo que veas nada que no vieras antes. Cuando entra Santi puede ver a Maria sin el pantalón y las medias, solamente lleva su blusa medio rota, el largo chaleco y unas braguetas de encaje de color amarillo con pintas de ser muy caras. La chica esta poniendo una toalla limpia encima de una silla que hay en el baño para sentarse. - Justamente me disponía a mirar mejor la herida. Maria sonríe de forma temblorosa. - Podrías acercar el candelabro para tener mas luz y acercarme el espejo que hay encima del mármol. Maria señala al espejo que hay junto a la pila del baño. 

Al sentarse respira profundamente. - Tenemos un generador de luz, pero no creo que sea buena idea encender las luces de la casa. No quiero que nadie sepa que estamos aquí. 

Al entrar no puedo dejar de apreciar su figura y noto que evidentemente esta mas nerviosa de lo que quiere reconocerse a si misma.

Antes de acercarme con el candelabro le hago notar una cosa que evidencia sus nervios. – Antes tendrías que quitarte el chaleco, lo único que hará sera estorbarte.

Espero que se lo quite y voy iluminándole como me indique.

Santi lo primero es curar esta herida y que se recuperé. Después una vez restablecida y si ella quisiera pero esta noche es evidente que tiene que mover la pierna lo menos posible para que se le cierre la herida.

– Si lo mejor creo que será que nadie sapa que estamos aquí, ¿sabes si alguno de tus vecinos es cazador? Necesitaremos armas, habrán saqueadores, aparte de esas criaturas.

María hace caso a Santi y se quita el chaleco y lo deja colgado en uno de los colgadores del baño. - Gracias. La chica se sienta en la silla y levanta su pierna para poder ver mejor la herida con ayuda del espejo. - Pon la luz ahí en el suelo me ayudara a ver mejor como esta. 

Mientras observa mejor su herida escucha lo que le pregunta Santi. Durante un segundo guarda silencio y después mira al hombre. - Un par de pisos mas abajo en la puerta treinta, vive el señor Lopez. Es un hombre bastante mayor, vive junto a su asistenta. Una mujer venezolana que se llama Rosita.... Maria sonríe ya que se dio cuenta que estaba contando cosas que no eran importantes. Bueno, lo que quiero decirte que ese hombre de joven participaba en cacerías con Franco. Siempre cuenta historias de eso, incluso una vez nos enseño uno de sus trofeos. Tiene una gran cabeza de ciervo en su salón, presume de haberla cazado junto al generalísimo. Ríe de nuevo ya que volvió a hacerlo. ​-Lo que quiero decirte es que no me extrañaría que tenga alguna escopeta o algo así en su casa.

​Maria sigue mirando su herida y poco después mira de nuevo a Santi. - Por cierto mañana tendríamos que hacer algo con los de ahí abajo.... joder se que puedo ser cabrona, pero tampoco lo soy tanto. ¿Que opinas tu?

– Si tienes razón. Ahora primero tu herida y después buscaremos alguna cosa que nos ayude a sacarlos.

Observando su ropa que, por lo menos a mí, me parece de buena calidad. – ¿Te has instalado un gimnasio aquí? Si es así podríamos la barra de las pesas de halterofilia con un cinturón para levantar la tapa lo justo para girarla.

– Sino con los palos de las escobas y mochos atarlos juntos, pero no sería tan resistente. Realmente es increíble que a nadie se le cayera ni un bastón o patinete.

Pasa el rato y esos dos no vuelven... confirmando mis sospechas -Sip, se han pirado... si te digo la verdad, ya me lo esperaba de un par de personas que usaron de cebo a una niña pequeña y a nosotros- le dije bastante tranquilo, recordando la botella que tiraron hacía nuestra dirección -A esos cerdos ya les llegará el castigo... o por nosotros o por el karma- sentencie; estaba realmente cabreado con esos dos, pero ahora enfadarse con gente que no estaba no ayudaría en nada.

-Yo, de cosas útiles, tengo una navaja suiza de los chinos y la linterna que llevo usando todo el día- le dije; tenía más cosas, pero llevar una cartera en una situación como esta tampoco era muy práctico. Le negué el trago de agua -No gracias, puede que sea el único liquido potable que tengamos, guardemoslo- le recomendé a Rafa -... pero al menos deja que Nerea se moje los labios- le dije mirando a la pequeña, puede que tuviera sed. -Pienso que... este lugar, aunque apeste, es más o menos seguro- fui diciendo -Ya esta anocheciendo, deberíamos intentar dormir aquí y reponer fuerzas; cansados no durariamos ni diez segundos. Mañana podríamos ver el estado del túnel y trazar un recorrido hacía un lugar seguro, como el Decatlhon que deciamos- fui indicando -Puedes empezar durmiendo tú, yo haré guardia y te despertaré dentro de tres horas para un relevo, ¿te parece?- pregunté a Rafa. Yo ya tenía todo un plan montado sobre que hacer, y ya que estoy con un compañero, me gustaría saber su opinión.

- No hay gym aqui, pero si quieres algo a modo de palanca que sea resistente, podrías usar una de las barras del cenador de la terraza o las barras de las cortinas de las habitaciones. Son de hierro y parecen resistentes.

María empieza a curarse la herida con cuidado. - Estoy pensando que si conseguimos levantar un poco esa reja, quizá pudiéramos colocar el gato de un coche o dos incluso y poder levantar así la reja mas.  

Con el espejo revisa mejor su herida y de ver algo extraño en ella lo quita con cuidado con las pinzas después de desinfectarlas. - Joder... Maria frunce el ceño a causa del dolor pero no se detiene y sigue curando. 

-Por cierto. ¿Iras a revisar el piso que te comente?

Miro a mi alrededor o cojo un tubo de espray para explicarle lo que he pensado.

– Lo que quiero hacer es imitar la herramienta que emplean los de las brigadas municipales para limpiar la basura acumulada por esas rejas. Es un tubo en forma de T que acaba en un gancho, se ponen con dos, la enganchan y la sacan limpiando la basura acumulada.

Sonriendo para tranquilizarla. – Por eso la barra de las pesas seguro que no habría tenido problemas con el peso de la reja. Elije luego un par de cinturones de cuero lo mas fuertes posibles, mientras yo miro esas dos barras. Mañana con la primera luz del día bajamos a buscarlos. Sera sólo levantarlo un dedo sobre el asfalto y vamos girando apoyando cada vez mas parte en la calle hasta que tengan sitio para salir. Poco a poco si se nos cae haremos mucho ruido. Mejor pasarnos media hora que no atraer a esos seres.

Me quedo un poco pensativo. – Puede que necesitáramos alguna cuerda si no llegan. Sino tienes tendríamos que usar cinturones o improvisar algo.

Al ver que esta concentrada curándose espero para no distraerla. – Una vez consigamos herramientas para romper la puerta…

Mientras lo digo recuerdo al de la garita de seguridad. – Espera abajo en la garita debeén haber llaves de todos los pisos, ¿no?