Partida Rol por web

Marqués se queda observando al joputa cani con ganas de darle dos hostias y lanzarle unos cuantos más insultos, pero se controla puesto que lleva el uniforme puesto. Observo los billetes con gesto impasible, seguramente se los había robado o algo por el estilo pero por ahora no era nada de su incumbencia. Toma el billete de cien euros y firma la maldita multa, hubiese preferido tener que ahorrarse el hacer una anotación o algo por el estilo pero el cabroncillo lo había logrado.

Una vez termina se queda mirando al cani por un par de segundos, le hubiese gustado inmovilizarle la moto ahí mismo pero con tanto vándalo, subnormal y gitano suelto por ahí lo más probable es que la vieja moto no durase ni cinco segundos y al final sería él quien tuviese que pagar por los daños o por una moto nueva, por lo que la idea perdió su atractivo casi al instante - Venga va, te la llevah empujá, pero como te veamoh otra veh en lo mihmo va a ser pio - amenaza el pulisia con tono autoritario.

El mierda ese de graciosillo. El puto día a día del madero. Aguantar a gilipollas, a listillos. El típico gitano que va de listillo. El listillo cani que va de sobrao. El señor sobrao que va de "usted no sabe con quién está hablando". Soportar eso cada día, todos los días. Todo el mundo quiere escaquearse, nadie quiere responsabilizarse de sus mierdas. Y luego les pasa algo y la culpa es del madero.

Pero el peor, el peorcito de todos, es el listo universitario. El niñato que va de profesor, condescendiente, con actitud de humilde superioridad, que va a darte explicaciones de cómo debes mirar para otro lado porque lo justo es lo que a él le sale de los huevos. Padilla ya tenía experiencia en tener mano larga, pero ni juntando todos los sopapos que había repartido "trabajando" con panchitos y moros, se había quedado más a gusto que con la somanta de palos que le endiñó a un listillo en la Plaza de la Universidad. Ese niñato pagó las gilipolleces que había tenido que aguantar toda la mañana en aquella mierda de sentada que quejicas llorones. El típico sobradito que por estar en 1º de Derecho se cree que te puede dar lecciones de constitucional, romano, penal, moral, ética, sociales y gimnasia. No tienen ni dos hervores y van como si lo supieran todo y lo único que han hecho es descubrir una esquinita de un callejón lleno meaos. ¡Tener que arriesgar el pellejo to los días pa tener a esos gilipollas a salvo con sus libritos de filosofia! Padilla le aguantó la brasa una hora entera, sin pausa, comiéndole el tarro con sus mierdas de antisistema y sus folletos libertarios. Demasiada paciencia tuvo.

La filosofía que vale es la del palo. Esa lección la aprendió el listo y no le hizo falta universidad.

Y si por él fuera el tal Heredia se llevaba uno porque sí. De to se aprende y no se le vuelva a olvidar el casco. Por suerte Marqués lo despachó rapidito.

-Qué coñazo tos estos mierda, Marquéh. En fin... habrá que darse una vuelta, no?

El jefe sonrió y buscó las promos. Había unas de color negro, satinadas, que eran las del local. Otras eran unos papelajos verdes cutrosos, que formaban parte de la campaña del ayuntamiento "La fiesta mola". Una controvertida campaña de aquel año, tratando de vender la fiesta de la primavera como algo que iba más allá del botellódromo, donde todo estaba bajo control por la policía. La pretensión de que la fiesta fuera en gran parte del barrio y otras zonas de la ciudad, con venta de copas a bajo precio que, según decían, habían ofrecido firmas como Alhambra, JB o Brugal, con la colaboración de Pesico & co, siempre dispuesta a arañarle consumidores a la Coca Cola.

-Pues estamos esperando que nos lleguen los barriles esos del ayuntamiento. Y, nada, mucho meneo como todos los años. Luego subirá la marea de niños medio mamaos, queriendo bailar en un sitio más decente. Y para eso estamos nosotros, claro.

Un hombre calvo y atractivo abrió la puerta. Vestía con una chaqueta tipo bomber y llevaba debajo una camisa verde con la promoción de "La fiesta mola". Detrás, descargando en una furgoneta de reparto que lucía el letrero "Preston Fiestas".

-Ahí están.

Marqués le da una palmada amistosa en el hombro a su compañero, asumiendo por su gesto que se encontraba bastante encabronao. Cuando el cani se marcha, Marqués niega lentamente - Una puta mierdah de personah... Así es que se ganan lah hohtiah... Si Dioh quiere ya tendremoh la oportunidá de meterle unah cuantah - Ante la proposición de su compañero, Marqués asintió afirmativamente - Poh me da a mí que sí - Dice mientras empieza a tirar, apoyando ambas manos en su cinturón adoptando una pose de "Soy el puto amo del lugar", que eso siempre le ayudaba a conseguir una que otra fémina interesada en un cacheo privado y en un ambiente así no le costaria mucho encontrar alguna.

El misterioso madurito cachas entró en el local guardándose unas gafas de sol tipo aviator. Algunas chicas que estaban dentro del local le miraban. Exudaba molamiento, pose de tío de duro y hormonas. Se acercó a su jefe y le estrechó la mano.

-Soy el de la subcontrata -dijo- Wilfredo, para servirte.

Después del tuteo, entró una mujer delgada de porte atlético vestida con unos tejanos y una camiseta de la misma promoción, debajo de una chupilla de cuero. Parecía como la secretaria, y se pusieron a mirar papeles.

-Tiene que firmar aquí, aquí y aquí. Son los impresos de adhesión a la promoción y nuestro compromiso de responsabilidad en la calidad de los barriles de la promoción. Mi equipo instalará el mismo tirador para servir los barriles, y así no tienen que usar los suyos.

Las amigas bailaban, y los maromos también. Pero pronto se vió claro que los torbes no iban a tocar a chica por cabeza. El interés se centró en el rubio y uno de sus amigos, con el resto bailaban pero pasaban bastante, la verdad. Lupita se puso a bailar con Carmen e hicieron tonterías, riéndose mucho. El alcohol comenzaba a subírseles a la cabeza.

Lo que estaba claro es que se lo estaban pasando de puta madre. Brittany tocaba de vez en cuando, cuando bailaban, y Chantal se estaba poniendo contentilla. Hasta se dejaba llevar con la caricia, atrevida. Creía que atraería a los tíos con el rollo bollo, que eso les ponía palotes. El caso es que se estaba comenzando a... a poner un poco, y eso. No se. Quizá el lesbianismo estuviera en el gen de la mujer francesa, o viniera de un lugar donde esas cosas estaban a la órden del día.

La pareja de maderos pasó no muy lejos, como a unos veinte metros, vigilando a la chavalada mientras paseaban. Vieron entonces al grupillo de niñas, bailando con unos mequetrefes. Había de todo: pelirroja alta y proporcionada, una rubia oxigenada que tenía pinta de alemana o sueca, una morena de ojos negros con pinta de pijilla que no se separaba del móvil, con una niña que parecía menor bailando con ella, una niña con aspecto de sudaca que bailaba con uno de los garrulos, y otra morena con cara de las que saben lo que quiere, bailando con la fea del grupo.

El gallinero se revolucionó cuando aparecieron.

Alzó el vaso de tubo de plástico grueso del cubata que se estaba bebiendo. Y dió la voz de alarma.

-Uyuyuyuyuyuy. ¡¡Aquí llega el CUERPO DE POLICÍA NIÑAS!!

Los polis estaban to buenos, to cuadraos. Andaban con ese aire de distante chulería, como disociándose del público y el paisaje. Por eso la sueca, que ya iba un poco contentilla, se acercó a ellos con un bailoteo y una sonrisa blanca de marfil.

-Come here -dijo a Marqués- Bailemos, ojazos.

Se le puso al lado y se dió la vuelta, marcándose una especie de twerking que... enmarcado en aquellos leggins. Madre de Dios, que culaco. Sus amigas se reían y la señalaban. Envidiosas, secretamente, haciendo como que se reían de ella por que era una suelta.

¿Pero cómo había podido vivir tanto tiempo sin esto? Es lo que me preguntaba mientras Carmen se amorraba al pilón. Seguí aullando como un animalillo, pensé que me iba a ir de un momento a otro. En un par de minutos o menos. Pero no, madre mía. ¡No era precoz! ¡Era la puta hostia! Y eso que Carmen era buena. Bueno, no tengo con que comparar, pero esta sensación no creo que pueda ir a mayor. Es como tocar el cielo con las manos. Ni en mi mejor  pajote. ¡Para mi impensable!

Total, que Carmen se acaba apartando y parece que va a dar el siguiente paso. Me tocaba abordar un tema místico, delicado…Comparable al cubo de rubik: quitar un sujetador. La Patri debió de explicarme mal la hija de puta. Porque con Carmen parece que sale solo. Sencillo. Así que miro el sostén con un gesto de victoria. Como Thor alzando su martillo. Pero entonces….!Ahí está! El ansiado toto. Ya me había apetecido antes…Así que no me lo pienso. ¡Al pilón! Aquello tenía un saborcillo peculiar, pero no era desagradable. Aunque el sabor pasó a un segundo plano, cuando Carmen empezó a retorcerse y gozarlo. Ahí ya me vine arriba del todo, y no en el sentido anímico.

La sonrisa de tonto se me debió quedar fija del todo cuando aquello explotó, y ella me resobó el pelo. De algo debían servir horas y horas de porno y pajotes. Ahora sí que sentía que quería más, pero sinceramente. O eso quería sentí, no sé. Me dio el condón. Lo miré, él me miró a mí. Nos devolvimos la mirada. ¿Serviría el entrenamiento poniendo condones a los calabacines? No quedaba sino batirnos, compañero. Puse aquello en la punta, y….repetí operación.

Ay la Carmen. Mujer para el pecado.

Lupita mirò a los recièn llegados, pues sì, si que estaban todos buenos y con ganas de que alguno le diera un buen arrimòn pero no fue tan ràpida como la sueca, al parecer las europeas eran màs rapidas que las americanas y no hubo nada que hacer màs que reìrse de ella y seguir bailando como si no pasara mucho. De hecho, apurò lo que tenìa en el vaso y esta vez serviò un tequila bebièndolo de una sola vez, eso de combinar era una locura pero, estaban de fiesta.

-¿Quièn llamò a la chota?

Evidentemente ya arrastraba un poco las palabras pero no dejaba de bailar y sonreìr, luego recapacitò y comprendiò que nadie debìa haber entendido lo que digo.

-Bueno, a la poli...

Daba lo mismo, con ver ya alcanzaba y se lo hizo saber a Carmencita.

Ponerse un condón era fácil. De hecho casi todas las cosas en ésta vida para un hombre, excepto conducir un coche con marchas, reparar un motor o asuntos muy técnicos, estaban hechas para subnormales. Y los condones entraban dentro de esa categoría. En la misma cajita te lo explicabas. Lo pones del lado bueno, desenrollas con los dedos de una mano y con los otros haces pinza en la burbujita del final para que no se quede el aire y se te vaya a reventar. Flip, flop. Se hacía en 30 segundos máximo.

Luego se puso sobre su amante de ocasión, y sintió su cuerpo calentito y suave. No había metido nunca el churro así que ella le ayudó, indicándole. Era engañoso por que no se debía meter por el medio, que no había nada, si no por la parte de abajo, donde estaba "el agujero" propiamente dicho.

El condón era fino, tampoco necesitaban uno extragordo del copón. Mañas de lumi. Así tenían un poco más sensación pene/vagina, una sensación que se sentía increible. Calentita, mojadita, entraba sola, resbalaba sola. Así que se puso a probar, a su ritmo. A veces más despacito, chupándole un pezón cuando la boca estaba a la altura, otras veces más fuerte. Molaba. Era sencillo, natural, y daba mucho placer. La respiración del otro, la piel frotándose, notar como ahí abajo se movía un poco, estrujándole. Rico, rico.

Carmen hacía de maestra, así que para que no se cansara en aquella posición, donde un hombre tenía que hacer todo el trabajo, se puso a cuatro patas y le regaló la magnífica visión de su culo. Él la volvió a meter y... Dios... casi que entraba más. Follar en esa postura era divertido, podías dar más caña. Llegó a sonar el famoso PLAS PLAS PLAS, que los pros dicen que si no suena así al follar, ni se folla ni se hace nada.

-Así Borja así... Fóllame duro.

Deseos son órdenes. La tomó de la cintura y siguió. Plas, plas, plas. Llevaban cuarenta minutos de quiqui, acercándose al cuarto de hora. Pero a él el tiempo le daba igual. Se concentraba en las sensaciones, en sentirla, en sentirse a si mismo como héroe follador, dándole a la cintura. Y pasó lo que tenía que pasar y era natural. Que le dió un vértigo de la hostia, el pene se tensó como un misil ICBM a punto de despegar y notó que se corría vivo. De esas veces que es tan intenso que se te borra un poco la visión, todo se vuelve negro, y es como si un hijodeputa te apretara las sienes. Pero que placer más grande, joder. Aquello no se podía comparar ni con una paja excelente. Aquello si era correrse como Dios manda. Se le iba la vida por el nabo, se vació como en las buenas gayolas, esas que se te llena la palma de la mano de lefa y aún escapa fuera, por las virulentas e inmisericordes descargas de líquido elemento, espeso como el yogur líquido del mercadona, ese que viene con grumillos de la fruta.

Asomó la vista encaramando el pecho sobre la barra. Era como una gatita adorable y curiosa. Tomó uno de los papelotes verdes, eran cutre, cutre, recutre, impropio del ayuntamiento, al que le gustan las campañas casposas pero con foto y en papel satinado (típico recurso de mal publicista, el primo de alguien seguramente). “La Fiesta Mola” vaya crimen de campaña.
En lugar de llevarse todo el taco de flyers los dividía en grupetes, una forma de motivarse y a la vez tomarse un brake, apuntaba en el primero las ofertas de la noche cuando entró Jason Statham versión española, además no era de “Alminares” (empresa distribuidora de todos los bares y restaurantes de Granada) “De Málaga teniendo aquí cervezas Alhambra? ¿En serio sale más barato?”, le pareció todo muy raro. Dio otro sorbito a su Coca-Cola. La mujer también era extraña. Los observó reflejados en el espejo del fondo de la barra.
Llevaba toda la vida viendo repartidores, de fruta, de bebidas, de paquetería… y no tenían esa pinta de… de killers, jolines parecían sacados de un videojuego, movimientos precisos, palabras justas, mirada alerta… la imaginación de Chi voló imaginándose una pelea estilo cinemática, daban el tipo.
Como persona curiosa que era  miró con interés cuando dijo eso de que montaban su propio grifo –¿También lo desmontais? Por saber si hay que llamar, esperar … ¿No?- Parpadeó con los ojos muy abiertos, era su cara cute de atención, como artista no se le escapaba detalle 

Al ponerme encima de Carmen volvió un poquillo esa tensión. Yo también había visto el video de Youtube de “Wrong Hole”, y claramente era una cuestión más que preocupante. Eso debía doler del copón. Pero la Carmen, mi potranca señora Miyagi, vuelve con sus instrucciones…y ¡Madre de Dios!  Probé por aquí, probé por allá…Así, como experimentando. Hasta lo que viene el culmen para mí. La guinda. Con lo que había soñado tanto tiempo, y solo veía realizado en sueños calentorros. Eso era, nada más y nada menos…que la postura del perrito.

Me sentía un fucker del copón. Un vividor follador en estos momentos. Con la tía más buena de la zona, al menos para mí ahora mismo, gozándolo y pidiéndome algo más duro. Pues toma duro. Te lo regalo todo, morena. Como bien digo, tenía la moral allá donde Odín se toca la huevada. Pero a lo que iba, que me fui de tal forma que hasta me dio un pequeño mareo. ¡La virgen! Que  tengo que apoyar un momento mi frente en su espalda para no caerme de lado. Que por otro parte, pretendía que la Carmen que viniera otra vez. ¡Por mis muertos! Así que intenté seguir un poco más, a ser posible.

De una forma u otra, cuando se dé por finiquitado EL MOMENTO, vuelco a un lado de la cama.

- La hoshhtia, Carmen. Ha shido la hoshtia...

La atención del maromo se vió indefectiblemente atraída por aquel buen par de tetas. Era increíble como el hombre varón, heterosexual y con pene, de entre 14 y 70 años, le gustaban más dos tetas que dos millones de euros. Con pocas excepciones, honrosas siempre, por supuesto. Por eso se giró a mirarla con una sonrisa de macarrilla y se acercó a la barra. Madre mía. La partía por la mitad.

-Claro que si, ojazos. Venimos mañana y lo recogemos todo antes de que volváis a abrir.

Su compañera le miraba mal, como si distraerse mirándole las tetas les apartara de su objetivo. ¿Montar aquello?, ¿o es que no eran muy de relajarse y tomarse un momento? Sea como fuere, ella estaba con la mosca detrás de la oreja.

-Por cierto, jefe. Una tontería. El ayuntamiento nos ha pedido que metáis en el hilo musical del pub varias promos que también repetiremos en el botellódromo. Es parte de la promoción, y eso. Pero duran solo unos segundos, como un anuncio de radio. Eso si, nos han dicho que se repita bastante, claro. Ya sabe como son los políticos, siempre sacando barriga...

El jefe tampoco sabía por que no podían pinchar ellos esos barriles cuando les diera la puta gana, y había que poner un grifo específico para que fuera más fácil. Parecía que querían que aquello se consumiera aquella noche, eso podía una justificación a tal rareza. Quitarse barriles de en medio. Posiblemente hubieran pillado producto a punto de caducar y por eso era tan barato.

-Bueno, mucha tontería tiene ésta campaña. Pero si es por una noche nada más, se hará una excepción.

Cogió el pendrive de la mano del "encargado" y trasteó en el ordenador con la playlist.

Carmencita era un amor. Cuando él se corrió, y se quitaba el condón, sin saber donde tirarlo, ella se apartaba el pelo y miraba la hora. Menos cuarto. Así que, como de buen nacidos es ser agradecidos, tomó el condón con una mano y lo tiró a la papelera con un rápido gesto. Sacó un cleenex y le limpió un poco el nabo, para que no supiera tanto a látex, y se la volvió a chupar.

¿What the fuck? Insistió un rato, 5 minutos, hasta que recuperó cancha. Hasta que la merienda volvió, milagrosamente, a endurecerse. Aunque no tanto como antes. Resoluta, le puso otro condón, y se subió encima de él como si fuera una jinete y él su caballo. La guió dentro, ella misma se la metió, y le miraba con aquellos ojos de pecado. Comenzó a moverse, plas, plas, plas. Se lo follaba. Miraba el reloj de vez en cuando, como apurando.

-VAMOS CORRETE BORJA... ¡¡¡CORRETE MI SEMENTAL!!!

Faltaban dos minutos para dar la hora y se volvió a correr. Igual de intenso, pero obviamente con muy poca lefa. Madre de Dios. Dos polvos por el precio de uno. Era su manera de decir "gracias por el cunni, ángel mío". Le dió un beso en la mejilla, y se la sacó, tirando el condón como el de antes. Sudada, en pelotas, de pie junto a la cama.

-Borja, lo siento, te tienes que ir...

De vuelta a la cruda realidad. Polvo de puti, no pidas más. Demasiado era que ella avisaba para que no le cobraran más. Estaba flojo que te cagas, doblemente corrido, se comenzó a vestir, tras limpiarse la polla con unos pañuelos. Cuando se había puesto la camiseta, ella ya llevaba la ropa interior. Le miró un momento, pensativa. Como si tomara una gran decisión.

Entonces se acercó a su bolso, y sacó la cartera. Una de esas de mujer, de piel, grandes como un rectángulo con los cantos redondeados. Y de ella sacó una tarjeta que le metió en los pantalones. ¿Estarían mirando? Quizá. Se acercó a darle un beso en la mejilla y susurró.

-Cuando sientas el ansia de comerme el coño de esa manera, llámame. Ya hablaremos del precio, si es que lo hay.

Y le dió un azote en el culo, terminó de vestirse y se largó.

Se terminó de vestir, flipando. Entonces alguien abrió la puerta, y antes de que fuera a mirar lo del bolsillo, se acojonó y no lo hizo. Era el de las gafas, el dueño. ¿Como coño había llegado allí tan rápido?

-Tu colega ha pagado, no te preocupes. ¿Todo a tu gusto? Carmen es la hostia.

Sonrió, y daba un poco de asquete.

-Puedes bajar e irte a tu bola. Pásatelo bien ésta noche.

Pero se quedó allí, cerca de la puerta. Como queriendo decir: "despéjame la habitación, que vendrán más". Ahí no se iba a dormir, se iba a follar. Y luego pa tu casa.

Madre… aquello apestaba a “untamiento” por tos los laos, trapicheo, enchufe, campaña publicitaria… “Preston fiestas”… sí ya…,  la cabecica de Chi daba vueltas a todo ese batiburrillo de teorías y “no info”, que le iba a hacer no podía evitarlo, además si tenía que venderlo… mejor saber lo que es. El dato de la música la confirmaba en lo d ela campaña publicitaria, más  o menos… era lo lógico no? Aunque fuera una publicidad de lo más demodé, eso era de los 90!

Estaba inmunizada a ese tipo de miradas, todos los días a todas horas  y con esas frasecitas tontas, como creían que era ella. Respondió con un simple -¡Oh!- luego corrió graciosa meneando la falda por detrás de la barra –espera jefe ya lo hago yo, que tú te lías- cogió el pendrive y se giró para pincharlo sacando la lengua graciosilla. Tenía que ver por si misma que era eso, hizo como que abría y cerraba varios programas, mientras copiaba el archivo y se lo mandaba por pidgin, luego de eso lo ejecutó en el ordenador –¿Necesitais que os lo devolvamos?- zarandeó el pen cogido por el cordoncillo, el cascabel de su cuello sonó al girarse –Niá!-, era una muletilla habitual (onomatopeya de maullido en japonés) .

Habían sido, sin exagerar, las dos mejores horas de mi vida. La Carmen dejó de ser una lumi, para simplemente ser la Carmen. Una MILF. Una diosa. La Khaleesi. Rikku. Todas las mujeres que adoraba en la vida resumidas en una. Hechas carne. Pero toqué Tierra y aquello volvió a la jodida realidad. Ella me despachaba y yo lo entendía. De modo que le asentí, sin la intención de insistirle, o rogarle que me dejara volvérselo a comer, o pedirle matrimonio, o decirle que yo la sacaría de la mala vida cuando me sacara la carrera, que pasearíamos por la Alhambra de la mano…Ains. Borja, eres gilipollas.

Me comencé  vestir, recuperando mi ropa por allí y por allá. Y entonces pasa algo que no me hubiera imaginado. Casi menos que echar un polvo aquella tarde. Trastea su cartera, y mete algo en mis pantalones. ¿Una tarjeta? Con el culo torcio casi no me da tiempo a reaccionar, porque me dice aquello, y se va. Me quedo también un poco paranoico, por la forma destrangis en que ha hecho todo. Y no mejora la sensación cuando el gordo que daba asquete se presenta allí tan rápido. ¿Será un puto voyeur? ¿Habrá cámaras? Paranoia. Paranoia. Ahora me siento como en una de esas series americanas de cosas del FBI, NSA, CIA, y pollas tan secretas.

- Todo bien. Graciashh…- dije sin más. Miré los pantalones, me los puse, también me puse el sombrero…Y tome dirección a salir del piso y bajar para la calle. Si Will había acabado estará abajo, supongo. ¡Y estaba deseando salir de allí para ver lo del pantalón!

De repente, la mujer que hacía de secretaria se giró a mirarla. Allí estaba, la vaca de grandes ubres. No le gustaba como los tíos babeaban con un culo enorme como el de Nicky Minaj o unas tetas que eran de todo menos útiles para cualquier actividad física. Ponte a correr con semejantes melones y verás. Como para jugar al fútbol con eso.

Pero ella era una cabrona que sabía muy bien como disimular. Como hacerse la guay, sonreír y aparentar totalmente que era una persona la mar de agradable y comprensible. Entonces, le habló con un perfecto japonés, quizá con acento de la prefectura de Osaka.

-はい、ありがとうございます。あなたが本当の日本語を話すか、単にいくつかの言葉は知っていますか?

Y estiró la mano para recuperar el pen.