Partida Rol por web

De acuerdo. Bajemos a investigar, vemos lo que hay y subimos y vemos qué hacemos después. Pero creo que no deberíamos bajar muchos. Tres a lo sumo. Nos moveremos mejor si somos pocos. El resto se queda aquí esperando nuestro regreso.

Miro a todos como esperando confirmación. Yo me ofrezco para bajar. 

-Bajar puede ser una buena forma de encontrar una salida ya que tenemos un mapa del lugar- aunque también podríamos continuar por la vías y llegar a la siguiente estación, la cual fácilmente podría estar derrumbada-. Supongo que iré yo también. Usted- le dije al tipo de pelo largo, el cual era fuertemente vigilado por Mendes-, parece capaz, venga con nosotros. Ellos estarán bien- dije señalando a los ancianos, no esperé a que contestara-. Exploraremos dos horas máximo, si en ese tiempo no volvemos sigan las vías hacia la estación siguiente. ¿Alguna duda?

Kaleb asiente ante las palabras de Warsong -Me parece buena idea lo de explorar solo unos pocos de nosotros mientras el resto permanece aquí, custodiando este lugar. Pero usted no bajará con nosotros -el tono educado de Kaleb no terminaba de encajar con su aspecto enigmático.  -Me gustaría que se quedará usted protegiendo al resto, creo que es de fiar. Yo bajaré junto a ellos dos -concluyó señalando a Raymond y César, alumbrados por uno de vuestros móviles, ya con la batería algo tocada.

Claro, las mujeres nos quedamos en casa cuidando del hogar -protesta Xia ante la propuesta de Kaleb -yo también puedo bajar, seguro que soy mejor que vosotros explorando este sitio. Además, si os encontráis con algún otro superviviente, tal vez les provoque miedo o rechazo al ser todos hombres y tener esas pintas.

Yo, si no os importa, preferiría quedarme aquí. Me duelen los pies, voy a sentarme un poco -afirma Marisa acercándose lentamente al sofá acompañada de su hermano. Para evitar que los ancianos se tropiecen apuntáis los dos móviles hacia ellos.

Aprovechando que la luz de los móviles no os apunta notas como Kaleb te deja algo en las manos, un objeto frío cuya forma conoces muy bien. Una pistola. 

Me fío de ti, protégelos -susurra en tu oído.

Una vez fijada su víctima el hombre del machete no se detiene ni muestra duda alguna ante el baño de sangre que ha provocado. Dando un fuerte tirón saca su arma del cuerpo de Viktor y hace que el chico de un grito de dolor, retrocediendo hacia atrás. Esos pasos son los que le salvan la vida. La hoja del machete raja el estómago de Viktor de izquierda a derecha en un fuerte revés lanzado por el caníbal. El herido siente como poco a poco se le escapa la vida del cuerpo y sabe con certeza que, solo por unos centímetros, sus intestinos no han caído al suelo.

Corres hasta el lugar del grito, sujetando con fuerza tu arma. Ves al joven en el fondo de un pasillo sin salida, iluminada la zona por una lámpara de aceite que se encuentra en el suelo.

Con el pequeño ves a otros tres hombres. Uno de ellos parece paralizado mientras que el que se encuentra a su lado está siendo atacado por el último hombre, una persona delgada y vestida con harapos. El atacante lanza un golpe con un machete hacia el estómago del joven, haciéndole una fea raja en él. El chico, malherido tanto en estómago y hombro, no tiene oportunidad alguna contra el hombre armado. Puede que incluso no sobreviva a las heridas que ya presenta.

Parece que ellos no te han visto.

Respira hondo y alza el rifle, apuntando al atacante del machete. Aguanta la respiración, le apunta al brazo con el que sujeta el arma para evitar matarlo y así desarmarlo. Solo una oportunidad, una vez que dispare, sabran que estoy aquí. Posa el dedo sobre el gatillo y dispara.

Ese tipo estaba empezando a tocarme los huevos. Sin poder evitarlo, me hirvió la sangre.

- ¿¡Tú no dejas de tapar el ojo al macho y esperas repartir órdenes hijo de la chingada!? Ándale pues y vete al carajo! - esa actitud me había sacado de quicio. Me había movido toda la vida entre la mierda cómo para no ser capaz de ver que ese tipo trataba de ocultarnos algo. Lo malo, es que no era el lugar idóneo cómo para sacárselo a puñetazos.

Entonces señalé a Zoe.

- La muchacha dijo que se viene ¡y se viene conmigo! - grité dándome un manotazo en el pecho.

Luego señalé a Raymond.

- Ray me trae suerte ¡y se viene!

Finalmente me acerqué a Jack y le señalé llegando a tocarle el pecho.

- Y no te hagas bolas guacho, ¡que Warsong también se viene!

Me aparté renegando a un rincón hasta tranquilizarme - puto pendejo...

Pasados unos segundos y ya en calma me acerqué a la otra chica.

- No te lo tomes a mal nena. Piensa que los abuelos llegaron contigo de la estación, así que probablemente contigo se sentirán más tranquilos. Es lo mejor.

-Tranquilo César. Todos estamos juntos en esto. Y usted, Kaleb, el señor Warsong puede decidir por él mismo si quiere venir, igual que todos. Nadie debe decir quien va y quien no. Y yo voy por que quiero, César, no soy una puta pata de conejo.

Sin darme cuenta habia ido levantando la voz, así que me obligué a serenarme.

Así que ahora como personas civilizadas..¿Quién quiere venir y quién se queda?

Antes de que podáis reaccionar tras el último disparo del hombre escucháis un disparo y veis como el caníbal se sacude hacia delante, dejando caer el machete. Tras él, apenas alumbrado por la linterna que el loco había dejado en el suelo poco antes, observáis la figura de un hombre vestido como los militares.

Tu disparo acierta en la espalda del hombre, en la zona del hombro derecho. El atacante se ve sacudido con la fuerza del proyectil y, empujado hacia delante, deja caer el arma al suelo.

Se acerca, con la vista puesta en el recién abatido y apuntando a los otros dos sujetos, mientras avanza les ordena a gritos:

¡Al suelo, al suelo ahora! ¡Las manos en la cabeza! ¡Ya, ya, ya! Con el pie, patea el machete para mandarlo lejos, apartándolo del hombre herido. 

Baja el arma, ahora apuntándolo a el. ¡Ponte con ellos, vamos! Todos al suelo ya.

Me estaba cabreando por momentos. ¿Pero aquel imbécil quién se creía que era? Una cosa era que, en situaciones como aquella, hubiera alguien capaz de tomar las riendas y otra muy distinta que diera órdenes a diestro y siniestro. Y menos mal que no había sido la única a la que las palabras del tal Kaleb le habían sentado mal. A punto estuve de apoyar a la chica en su protesta, aunque yo no hubiera sido tan educada como ella, cuando el que me sorprendió fue el chicano mal hablado. Y tenía que reconocer que a cada minuto que pasaba me sorprendía más, si hasta me empezaba a caer genial el chaval.

-Por supuesto que voy. Tú no eres mi padre para decirme lo que debo o no debo hacer. -Dije mirando a Kaleb.

Miré a los otros, valorando quién sería mejor que se quedara, y no pude más que asentir a lo que decía César. Aquel tío sabía pensar. Le dediqué un movimiento de cabeza agradeciendo de aquella forma el que intercediera por nosotros.

-Ella puede atender bien a los ancianos. Incluso el José María, si no se larga "acojonao" al primer ruido raro, servirá para algo ¿no?

Warsong me parecía un tipo con la cabeza en su sitio, calmado y con buenas ideas. Y Raymond... Por lo menos el interés lo mostraba y eso ya era un punto a su favor. El único que no me convencía de aquel grupo que se estaba formando para bajar a investigar, era precisamente el Kaleb. No sé... Había algo en él que no acababa de gustarme, aunque quizás sólo fuera paranoia mía.

Inconscientemente, mientras hablaba, me había ido acercando a César hasta situarme cerca de él, corroborando de aquella forma mi clara intención de ir con el grupo.