Partida Rol por web

Fruncí el ceño -¿Te crees en disposición de negociar?- me puse firme frente a él -Puedes negociar conmigo o con ellas- hice referencia a las sagas -Tus padres no saben que estás aquí, ellas quieren hacerte desaparecer y jamás sabrían qué pasó contigo.- Suspiré -Pero os habéis conocido y os lleváis bien. Puedo verlo. No hay motivo para que haya rivalidad entre nosotros.

Esto no va contigo, Thomas. Me dejas el libro esta noche y mañana te lo llevas junto a tus padres. Te doy mi palabra.-

Henchido de orgullo Thomas ya había tomado su decisión. Arti lo había engañado y era normal que desconfiara. Yo acababa de llegar, no tenían por qué confiar en mí pese a todo. -Está bien- pensé. Inspiré hondo y empecé a retroceder hacia la puerta. Extendí una mano hacia Dhara. -Hija, ven. No te quedes con él- le pedí mientras las sagas se hacían visibles tras ellos.

-Me cae bien- digo con voz rota. No es aguda ni grave, es una voz de mujer madura, sesgada que rajaba la atmósfera. -Me gustan los hombres que buscan problemas aunque duren poco-

-K.kk.k.k.k.k- Sonreí haciendo rechinar los dientes desde lo alto de la escena, en las vigas del priorato. El hombre que tenía dijo débilmente -No, por favor...- Dejé caer el cuerpo que hizo un sonido sordo contra el suelo de piedra, uno de los captores de los padres del rubio. Me deslicé hasta quedar sobre él. Mi boca se ensanchó rompiendo sus propias articulaciones y caí sobre el humano muerto. Mordisqueé su cráneo y apreté hasta que éste crujió derramando su masa encefálica en mi gaznate. Sorbí. Luego mordí rompiendo los huesos que rodean los ojos, los saqué con mis garras y los comí rechupeteándome los dedos. Seguí por la mandíbula inferior, mascando hasta que ésta quedó triturada. Tras lo cual me dediqué a arrancar las mejillas a mordiscos...

Vuestros caballos, hace un segundo iban al galope, ralentizaron un poco la marcha para extremar las precauciones. -Allí- susurró Lucilla tirando de las riendas. Efectivamente algo se movía entre los arbustos, salió de ellos y se puso en medio del camino.

Me pongo en el centro del camino con las manos extendidas y mostrando las palmas. -¡Una de ellas!- grita la rubia y sus manos empiezan a moverse con velocidad. Alzo una mano para que se detenga y mi mirada se centra en Pandora -Volvemos a vernos, vieja amiga- digo con una sonrisa -He venido a advertiros. Más adelante, en el camino, tienen preparada una emboscada. Dirigida por Arti y cinco hobgoblins, tres a cada lado. Lo han bloqueado con ramas gruesas pero bajo. Nada que los caballos no puedan saltar. Sin embargo, han atado un cordel negro a la altura de los jinetes.-

Pandora saltó del caballo al verla - cuanto tiempo he pasado en mis ensoñaciones? Como han llegado tan rápido? - se acercó a ella extendiendo los brazos - te prepararía un té pero no tenemos demasiado tiempo supongo - se acercó lo suficiente como para que plañidera aceptara o no el abrazo, después de todo no la conocía tanto como para abrazarla sin más. - ¿Que tal un cebo? Que dos se acerquen en caballo y otro par ataque a uno de los laterales, si reducimos sus números luego tendríamos un combate más justo... La otra solución que se me ocurre sería invocar mano de mago darle mi daga y que dicha mano mágica corte el cordel.

¿¡En serio!? ¿Pandora era buena amiga de estas brujas tan feas? ¡Con el miedo que daban! No tenían cara de ser precisamente fiables pero tendría que tragarse sus miedos y desconfianzas y confiar en Pandora. Si ella se fiaba de esta, tendría que hacerle caso. ¡Pero, maldita fuera, recordemos que eran tres, una sacrificó un cerdo e invocó una cabeza de barro del suelo hablando en vete tú a saber qué idioma del averno, y luego otra muy fea y con dientes afiladísimos y que daba muchísimo miedo casi se come a Aaliyah y a ella! ¡Porque comía personas! ¡Se estaba comiendo un dedo humano! ¿¡En qué cabeza cabía confiar en una bruja compañera de esas dos!? ¡La que invocó a la cabeza esa fue precisamente la que se llevó a Dhara y Thomas, separándoles y metiéndoles en primer lugar en esta situación de desventaja con los del Priorato! ¡De hecho, ¡¿no eran ellas las que las habían emboscado en primer lugar?! Lizzy inspiró y espiró intentando calmarse, no fuera a ser que metiera la pata. Así que eligió no decir nada, porque siempre cabía la posibilidad de que hubiera entendido todo al revés.

-¿Tus ensoñaciones? La última vez que nos vimos fue en el claro de Hyrsan cuando hicimos el cambio del pacto. De eso hace tres meses humanos- Respondí a Pandora. Pero ahora no teníamos tiempo de explicaciones. Acto seguido escuché su plan, pero vi en el rostro de Lucilla que no estaba nada cómoda con la situación.

-Los zarzas del priorato- dije con voz temblorosa y no me atreví a mirar a la bruja, tampoco a la mujer rubia cuando me di cuenta de que la había interrumpido. Ahora todos me miraban y yo señalé a mi izquierda. -Por ahí, atravesamos arbustos hasta las zarzas que rodean el huerto del priorato, en su parte de atrás. Con las zarzas dejaron de reparar el muro y hay dos partes en las que se ha caído y se puede entrar si sabes el camino.- Miré a Lyzzi que me observaba con esos enormes y preciosos ojos rojos. Sentí el ardor en mis mejillas, aparté la vista -Yo sé el camino- confirmé algo ruborizado.

-El plan de Pandora es bueno, pero eso nos ahorraría caer en la emboscada o entretenernos en un combate con la Orden de la Verdad pisándonos los talones. Es una buena opción- Confirme hablando con sinceridad. -¿De dónde ha salido este chaval?-

-Soy de aquí. No he salido de ningún lado- pero Lucilla no se refería a eso -Tienes el cabello y los ojos propios de las islas- me dijo sin que yo entendiera bien a qué se refería.

Thomas estaba dispuesto a ir hasta el final, pero no esperaba que surgiera de nuevo aquella criatura. No solo ella. Su compañera, lo que hizo... No había palabras. Se me revolvió el estómago y vomité hacia un lado; cuando miré de nuevo, mis ojos vidriosos se clavaron en la grotesca escena y mi cuerpo empezó a temblar incontrolablemente. Lo supe al momento: estaba acabado y mis sesos acabarían sirviendo de festín a esa cosa.

"¡Sí, exacto, es un buen plan! ¡Hagámoslo! ¿Qué más da de dónde sea Aaliyah? ¡Nadie le ha preguntando eso a Pandora tampoco! ¡Por mi como si la bruja es la abuela de Pandora! ¡Los padres de Thomas corren peligro, venga, tenemos que rescatarlos!" no me lo pensé dos veces, ir por las zarzas nos permitiría evitar el retraso del combate y infiltrarnos en el priorato. Tomé la iniciativa y le cogí esta vez yo de la mano, tirándo de él para que nos guiara.

- tomemos ese desvío pues - dijo sonriendo - sería un honor tener una abuela tan hermosa, sabía e interesante - Pandora veía mucho más allá de esas venas que los siglos habían arrebatado parte de la belleza física de la bruja - aunque ni siquiera conozco a mi padre... Pero dejando de lado nimiedades, a mi tampoco me importa de donde sea cada quien si sois capaces de no juzgarme sin motivo como han hecho toda mi vida me basta.

Su plan conllevaba el riesgo de ser vistos, con el del muchacho quienes esperaban posiblemente desperdiciarían tiempo esperando a un grupo que jamás llegaría - estratégicamente nos ahorrará tener a un puñado de Hobgoblins siguiéndonos y perderán un valioso tiempo hasta que se den cuenta de que no pasaremos por su trampa.

Mi madre me tendía la mano... y mis ojos se debatían entre acompañar a Thomas o averiguar por qué ahora, aquí, en esta escena, ella había aparecido haciendo que ardiese todo un grupo de vidas o provocando que alguna mente lo hiciera.

Observar el descuartizamiento baboso de un humano es una escena francamente incómoda. El despiece de un ser que no va a ser más tarde metido en una gran olla a fuego lento con un buen caldo era un asunto grotesco. El sonido de los dientes rechinar rozaba lo desagradable y esa explosión de sesos como si fueran las entrañas intestinales de un cochino podrido... me revolvía el estómago. Una arcada. 

-que desagradable- dije mientras observaba como aquella criatura se deleitaba con su festín. 

La saga se giró hacia nosotros cuando terminó de explotar, absorben y relamer cada extremidad de aquel cuerpo sin vida. El finado, se quedó finito. 

El horror que provocaba aquella visión caló en la mente de Thomas de una manera innombrable. Su cuerpo se quedó rígido y su mente se replegó sobre sí misma buscando recuerdos de cordura en el pasado tranquilo de su infancia mientras su cuerpo se acuclillaba por acto reflejo.

Cuando estuvo sumido en el efecto sortílego que provocaba mi fría hermana, me acerqué a él, de mi boca emergía una desagradable sustancia mal oliente, espesa y negra. Acaricié el rostro de Thomas. Pese a tener los ojos muy abiertos no pareció percibirme con ninguno de sus sentidos -bien-. Bajé las manos y registré su cuerpo hasta que encontré lo que estaba buscando. Saqué el libro. -¡Ah! El libro de poder prohibido que Ismina robó de la colección de Édedro y ocultó... hasta ahora- revelo con voz rota, mostrando mis dientes negros en una sonrisa macabra mientras mis ojos se deslizan por la estancia hasta encontrarse con los de Dahra que no fue afectada por el efecto mágico del festín macabro más que por lo desagradable de la escena.

Al ser consciente de ello, me giré hacia Ismene -Bravo. De tal palo tal hastilla- sonreí. Ismene se mostró henchida de orgullo y yo me contagié de esta sensación.

Abracé el libro entre mis brazos y salí de la estancia. Crica cogió a Thomas alzándolo casi sin esfuerzo y me siguió. Ismene hizo un gesto a Dahara para que nos siguieran y así hicieron.

El pequeño Aaliyah encabezó la marcha. Pronto dejasteis la comodidad de la linde del camino para adentraros en una frondosa zarza cuyas púas desgarraban vuestras prendas y dibujaban líneas rosadas o rojas en vuestra carne. Lucilla tuvo que pasar dos partes del camino acuclillada con las zarzas sobre su cabeza, intentando enredarse en su pelo.

El joven se movía con agilidad, como el que había realizado aquel trayecto más de una vez. Pronto llegasteis al muro derruido son contratiempos y, de ahí, al huerto del priorato. El edificio se perfilaba oscuro, alto y silencioso contra la noche. Lo más extraño es que, sobre este, empezaron a acumularse extrañas nubes negras.

-Por aquí- Dijo Aaliyah. El joven os condujo al leñero. No fue muy difícil alcanzar el tejado más bajo usando los troncos y ramas cuidadosamente cortados y apilados. Una vez en el tejado, pudisteis ver los cuerpos de los monjes muertos esparcidos por el terreno además de un cuerpo gris, grande y con una extraña armadura que solo Pandora reconoce (un hobgoblin). De la parte posterior de su cráneo emerge el hacha que los monjes usaban para cortar la leña. Aaliyah tragó saliva y apartó la vista. Desde arriba pudisteis ver algunos Hobgoblins a los lejos, custodiando el perímetro y, la mayoría, por el camino que une el priorato con el Cruce del Pastor. Por el que no tardará en llegar la Orden de la Verdad.

-Aquí hay una vidriera con una tesela rota por la que podemos ver el interior del templo- comenta mientras, con cuidado de las tejas sueltas, avanzáis lo más sigilosamente posible...

Pandora y Lizzy
Pese a que escucháis las voces, llegáis a la vidriera y observáis por los agujeros al tiempo que comienza a llover. No era una entrada al priorato pero los espías podrían ver sin ser vistos para hacerse una idea de lo que acontecía en el interior y lo que ven no presagia nada bueno:

Dhara y Thomas
Mientras las sagas preparaban el ritual, Thomas poco a poco fue recobrando la conciencia. A su mente llegaba un río continuo de una voz familiar, mientras ésta se despejaba. Otros habrían tardado más en recobrar la conciencia, había incluso quien se orinaban encima durante el periodo o quién volvía con cabellos blancos. Pero ellos no tenían a sus padres al lado susurrándoles palabras conciliadoras. -...hijo, sigue mi voz, sigue el sonido de mi voz. Estamos bien, estás bien, poco a poco vuelve con nosotros- Ismina hablaba en susurros muy cerca de Thomas, la tenía a su derecha mientras Davis, el padrastro del muchacho y esposo de Ismina miraba con ojos preocupados.

Thomas
Para cuando despiertas y abres los ojos ves un suelo de madera liso y bien tratado. Estás sentado e inclinado a un lado, la cabeza apoyada en el regazo de tu madre. Cuando percibes esto te alzas y vuestras miradas se cruzan. A su lado está Davis. -¡Ah! Ya despierta- exclama atrayendo las miradas de las Sagas, de Ismene y de Dhara.

Los tres tenéis las manos atadas a vuestra espalda. Pese a eso nada os impide levantaros y correr. No hay ataduras en vuestros pies ni estáis aferrados a nada de la estancia.

Dhara
Desde que le quitaron el libro a Thomas has seguido a tu madre, atenta a sus palabras en el relato de lo que fue una vida llena de éxitos gracias a su voz, a sus canciones. Era la diva del país de Quortur. -Yo era la rosa dorada por el sol, lluvia de vino, burbuja de amor. Y mi palacio fue la juventud...- hablaba con una pasión contagiosa, cuando cantaba todos soñaban, tuvo la gloria, tuvo la devoción del dictador. Se sintió querida, mimada por la vida, ciega de delirante ilusión en la que no había sitio para su hija. A medida que su historia avanzaba, su voz se tronaba dura, mantenía la pasión pero perdía melodía -Sola, loca y hundida.- La llama que se encendía en sus ojos hacía estremecer -...oigo las explosiones, águilas de terror. Creé a los rebeldes y armé una gran derrota para el dictador mientras me hacía con el control de sus ejércitos con la ayuda de mis nuevas amigas. Antes de salir del país envenené a Édedro y ahora estoy más cerca de alcanzar más gloria para nuestro querido país del que jamás tuvo, del que jamás tendrá.- El odio y pasión en sus palabras hacía sonreír a las sagas.

Aquel priorato era grande. Probablemente si el rey no hubiera estado más atento a los asuntos del sur habría sido nombrado abadía. Thomas y sus padres estaban atados junto a un gran sarcófago de algún clérigo importante en un pasado remoto. A la diestra de Ismene y Dhara. Ellas estaban junto a una mesa que trajeron las brujas y sobre la que han dispuesto velas, incienso, tripas, cuencos con sangre y otros materiales propios de una magia oscura y prohibida. En el ábside están las sagas Cilla, Crica y Plañidera.

-Ese libro- explicó Ismina, madre de Thomas -fue el único que Édedro no abrió. Lo reservaba como último recurso. Por eso lo robé.- Comentó sin una pizca de arrepentimiento. -Mi huída le dio la excusa perfecta para leer su contenido. Debía evitar que lo hiciera.- Explicó. -Y lo he ocultado desde entonces-.

-Bien hecho- comentó Cilla que lo sostenía y lo ojeaba frunciendo el ceño, sonriendo o expresando gran dolor. Los ojos de Ismina miraron a la bruja con odio pero ésta no pareció percibirlo, estaba ensimismada. -Es la hora de traer Caos a este mundo- dijo. Los cirios prendieron, el incienso ardió llenando la estancia de un humo azulado y perfumado. Ella leyó un pasaje y el aire en el espacio entre el ábside y el crucero se volvió turbio, ondulaba y se replegaba sobre sí mismo. Se abrió un agujero del tamaño de un guisante por el que emergió un girón de energía chisporroteante. Todos miraban atentos -Hay que detenerla- dijo con convicción la madre de Thomas.

Unas sombras pasan por delante de una vidriera formada por pequeñas teselas de cristal grueso sostenidas por orfebrería de hierro regio (difícilmente podría nadie atravesarla sin estamparse y clavarse aquellos filos metálicos). Fuera, comienza a llover y las gotas golpean contra las vidrieras.

-Psst- Davis Harwood atrajo la atención de su hijo e hizo un gesto a los bancos apartados de mala manera y amontonados. Entre ellos había cuerpos sin vida y se puede distinguir una espada corta junto a una mano inerte que sobresale de las maderas rotas. Pero en ese momento, una chispa más grande que el resto emergió de la abertura revoloteando por el lugar, con movimientos que coincidían con los de un insecto. Pareció revolotear unos segundos y luego descendió directo hasta que se clavó en la mano del muerto que salía de entre los bancos. Ésta se contorsionó, se ennegreció hasta tener un color como el del carbón, se hinchó y deformó, los dedos se replegaron mientras que las uñas se afilaron en garras y se cerró en un puño mientras las transformación continuaba oculta bajo los bancos destrozados.

Dos chispas más, idénticas a la primera, emergieron de la abertura que ahora era una grieta en el espacio del tamaño de una palma y surcaron el espacio en busca de cuerpos a los que contaminar. Revolotearon erráticas y, de pronto, ambas descendieron impactando en el pecho y el cuello de Dhara que cayó hacia atrás. -¡NO!- gritó Ismene extendiendo una mano hacia ella que agarró el aire. Cilla seguía con el libro, casi ausente. Crica reía aún con la boca llena de sangre.

Ismina
Rápida, se acuclilla posando ambos pies con firmeza -Thomas, te quiero más que a nada.- Comenta, le da un beso en la frente y se impulsa fuertemente hacia Cilla que, ensimismada, sostiene el perverso libro. Ismina proyecta su carrera y su peso golpeando en las lumbares de Cilla que se dobla hacia atrás. El libro se escapa de sus manos y golpea la grieta con el hombro derecho que chisporrotea haciéndose aún más grande y destrozando el hombro de Gorgeo Bocanegra que lanza un grito de rabia.