Partida Rol por web

Habéis llegado a Baldur's Gate como guardias de una caravana que se aproxima a Baldur's Gate. El dueño de la caravana os ha impuesto un ritmo muy alto, viajando una gran cantidad de kilómetros al día, todo para llevar el carromato a tiempo para el día del fundador. La gran ciudad mercante de Baldur's Gate, permite un solo día al año la entrada de todos los viajeros y mercancías a la ciudad de manera gratuita. La ciudad comienza mucho antes de que lleguéis a las murallas, las casas se multiplican en las afueras, en lo que parece que la gente llama la Ciudad Exterior. Sin duda el hecho de que la entrada sea gratuita atrae a una gran cantidad de visitantes, a cambio los precios de los alojamientos y del cuidado de los caballos se dispara, además de tener que atravesar una ciudad aún más atestada que de costumbre.

Después de una espera de una hora en la cola, por fin dejáis atrás la pestilencia y el ruido de la Ciudad Exterior y pasáis la primera parte de la Puerta del Dragón Negro. En el patio lleno de barro, los ruidos desconcertantes de martillazos, la pestilencia de las bestias y los ladridos de los perros desaparece de algún modo. Mirándoos desde lo alto de la segunda puerta, con la boca abierta, esta la estatua que le da a la puerta su nombre. Una cabeza de dragón negra tallada en piedra, que según se dice, tiene la habilidad mágica de escupir ácido en los tiempos de asedio. Cuando por fin pasáis debajo del dragón, los guardias, vestidos con una librea negra con cascos con rayas negras y rojas os miran y os señalan hacia una fila de rascadores de botas en los adoquines junto al muro. Una vez os habéis limpiado la mayoría de la mugre otro guardia asiente y os indica que hagáis hueco al siguiente grupo.

Vuestra entrada, directa a la Ciudad Alta, os sorprende por el gran contraste con lo visto en el exterior. Los caminos anchos y llenos de barro de las afueras de la ciudad han sido sustituidos por estrechas e improvisadas calles y edificios hechos de un solido granito amarillo, decorado con puertas y persianas de color rojo, azul y verde. Plantas florecientes crecen de las macetas de las ventanas. Habéis dejado atrás el alboroto de la ciudad exterior y la excitada charla ha sido sustituida por un respetuoso murmullo mientras os movéis con la multitud hacia el Mercado Ancho.

Después de pagaros lo convenido, el dueño de la caravana os deja en medio de una ciudad rebosante de vida. 

El Mercado Ancho es el único mercado abierto de la ciudad, y las leyes prohíben la venta ambulante en los demás lugares. Un hervidero de gente se desplaza al mercado ya que es el lugar donde parece que se dan los discursos y se realizan las celebraciones del día. Los puestos de mercaderes abundan en el área, vendiendo objetos de cualquier lugar donde exista el comercio. Una tarima ha sido construida en las sombras de los edificios del lado Este. Cuando llegáis la zona esta llena de gente, los guardias de la ciudad vigilan alrededor de la tarima y detrás de ella.

En el mercado no paran de sucederse gritos de mercaderes tratando de vender sus mercancías - Piezas de arte del Valle del Viento Helado - gritan cerca de vosotros mientras os abrís pasos a empujones - Seda, la mejor seda de los reinos, proviniente de Kara-Tur, ¡y la mejor vajilla que se pueda encontrar!- otro grita -¡Fruta, fruta del mar de las estrellas caidas! - se escucha en un puesto más alejado.

-Buena mampostería -digo tras observar las murallas, el pavimento y los edificios con ojo crítico-; apostaría a que aquí han trabajado canteros enanos.

Asiento con la cabeza en gesto de aprobación.

Beatrice denotava juventud e inocencia en cada una de sus absortas miradas a cada rincon de la ciudad. Todo era nuevo, bibrante, y la capacidad de asombro de la muchacha no parecia tener fin.

-Canteros Enanos ¡¡¡ - respondio a la afirmacion de Svagnar - guau ...

Poco a poco la muchacha parecio darse cuenta del enorme alboroto de la ciudad, y se iba fijando en los diferentes mercaderes.

- ... y digo yo, de la misma manera que necesitaron escolta para venir, muchos necesitaran escoltas para volver ¿no?, quizas podamos conseguir algo de trabajo con ello.

Gunthar miraba a izquierda y derecha casi con tanto asombro como la joven Beatrice. Waterdeep y Neverwinter ya habían sido dos sorpresas para el bárbaro, acostumbrado a las amplias extensiones heladas del Valle del Viento Helado, pero en la mezcolanza del Mercado Ancho encontraba motivos en cada esquina para alegrarse del largo viaje que le había llevado tan lejos de su hogar-. ¡Qué sitio, creo que las Diez Ciudades cabrían en este lugar, y todavía sobraría espacio! Con tanta gente, vamos a tener problemas para encontrar un sitio donde quedarnos, igual tendríamos que volver a la Ciudad Exterior... Pero antes, veamos que hay de interés en esa tarima, tanto guardia alrededor sólo puede significar dos cosas: o un jerifalte va a soltar un discurso, o alguien va a perder una parte importante de su anatomía -. Sus compañeros no tenían dificultad para saber cuál de las dos opciones llamaba más la atención del hechicero.

- Eso, eso, a la tarima...- añadió Fitopaldo mientras echaba un vistazo a todos los traseros que se agolpaban allí y las bolsas colgando de los cintos.

Vuestro camino hacia el escenario es lento y a base de muchos empujones. Mientras os acercáis os fijáis en una gran estatua de unos cuatro metros y medio de alto de un poderoso guerrero en armadura de placas. Lejos del típico guardián serio, esta figura es la de un guerrero que sonríe entusiasmado mientras sostiene un hamster entre sus manos. La ciudad entera parece estar en un estado de festividad desbordante. Gente de todos los estratos de la sociedad parecen deambular por los puestos de los mercadillos.

Por lo que oís en la multitud, en la tarima, están esperando a que la Gran casa de las maravillas señale con campanas la hora correcta para empezar. Parece que todavía hay tiempo hasta que el festival empiece formalmente, sin embargo varios de los representantes importantes de la ciudad parecen estar ahí ya.

Lentamente avanzáis, mientras los gritos no cesan, cada vez más rodeados de gente y vuestros movimientos se hacen más difíciles. - Manchitas, ¿dónde te has ido manchitas? - Una mujer parecía estar a punto de llorar mientras - ¿Alguien ha visto a mi gato?. A vuestra derecha, veis a un noble que avanza también hacia el estrado como vosotros, sin embargo el consigue moverse más rápidamente, mientras sus guardias se dedican a pinchar a aquellos que no dejen hueco para avanzar. Mientras, a vuestra izquierda veis a un hombre mayor que cae al suelo desmayado, mientras la gente a su alrededor no parece saber muy bien que hacer con él y nadie muy dispuesto a ayudarle.

Con el convencimiento de que las personas son más importantes que los gatos, y sabiendo que mis dotes curativas pueden ser de ayuda, decido socorrer al anciano.

-¡Voy a ayudar a ese hombre! -grito a mis compañeros con la esperanza de que me oigan mientras señalo al viejo.

Trato de abrirme paso entre la multitud, apartando a la gente con empujones firmes, pero tratando de no hacer daño a nadie.

-¡Dejen paso! ¡Soy sanador!
 

Con el convencimiento de que los gatos son más importantes que las personas, y sabiendo que mis don de lenguas animales pueden ser de ayuda, decido socorrer a la mujer.

-¡Voy a ayudar a esa mujer!- grita Fitopaldo entre la muchedumbre mientras intenta abrirse paso hasta ella.
- ¡Dejen paso, soy...- el gnomo no sabía muy bien qué añadir- ... un gnomo!

- Amigos ¡¡ - grito Beatrice entre el gentio mientras perseguia a Svagnar - tranquilicemonos antes de que alguien mas resulte herido .

Dudaba que la montonera de gente le hiciera caso mas alla de (con suerte) la segunda o la tercera fila, pero con suerte podria habilitar un hueco para que el enano atendiera al anciano adecuadamente.

Gunthar estaba totalmente entretenido,y si por el fuera hubiera esperado un rato más mientras la pantomima se desarrollaba, pero viendo a sus nuevos compañeros ponerse en marcha sin dilación, la concienciq le aguijoneó. Con los dos dos curanderos asistiendo al hombre aparentemente herido, Gunthar decide ir tras el pequeño Fitopaldo.

-Gnomo, menos prisas, que no queremos sustos -el joven bárbaro trataba de abrirse hueco a través de la masa de gente, gritando a voces-. ¡Fitopaldo, mantén el brazo en alto o algo, que te pueda seguir!

Abriendoos hueco a empujones conseguís llegar hasta donde el pobre anciano había caído inconsciente. Muchos ni se habían dado cuenta de lo sucedido, salvo cuando ven al enano gritando y empieza a formarse un pequeño corro a vuestro alrededor, expectantes a ver qué es lo que ocurre.

La muchacha se sorprende mucho al veros, sobre todo al gnomo, pero rápidamente recuerda que su pobre gato ha desaparecido. - Por favor, ayudadme, mi gato ha desaparecido. Debe de estar por aquí cerca, es blanco y con algunas manchas negras, pero nunca se aleja mucho de mi. - Mientras una pequeña lagrima asoma por su rostro repite con un sollozo. - Por favor, ¡ayudadme!.

-Tú mira a los tejados, que yo investigaré por los suelos- recomendó Fitopaldo a su gélido compañero mientras desaparecía entre las piernas del personal a la voz de "Michi, michi".

Me arrodillo junto al anciano y compruebo su pulso, sus pupilas y su respiración, para ver qué puedo hacer por reanimarlo.

Por desgracia, los bandidos se llevaron tanto mi botiquín como mi cantimplora, pero me alegra ver que Beatrice se acerca para echar una mano.

-Ah, Beatrice. ¿Tienes un poco de agua?

Beatrice rebusco en su mochila y saco un odre con agua.

- Por favor - se dirigio a la gente que les rodeaba - si alguien nos puede ayudar ... ¿alguien conoce a este hombre?

Gunthar trató de consolar a la chica, mientras echaba un vistazo de reojo a los tejados- Tranquila, descuida que ya estamos aquí. ¿Dónde le tenías, cuándo te has dado cuenta de que no le tenías a mano?

El hombre, bastante mayor por lo que podéis observar, se despierta sorprendido al ver a un enano arrodillado a su lado. -Oh, ¿qué ha pasado?, ... supongo que no es la clase de lugar por donde debería estar. Muchas gracias por vuestra ayuda, no se que habría pasado sino llega a ser por ustedes. - La gente de alrededor no responde a la pregunta de Beatrice rápidamente - Pues quién va a ser, un don nadie más, de los que abundan en esta ciudad - dijo alguien en un tono desagradable, aunque no atináis a observar quién ha sido. La multitud en cuanto ve que el asunto está arreglado comienza a moverse como antes, y dejan de prestaros atención y alguno incluso comienza a empujaros para pasar hacia la tarima.

La muchacha comienza a contestar a Guntar mientras Fitopaldo marcha rapidamente en busqueda de la criatura. - Lo tenía entre las manos hace nada, estaba mirando ese puesto de allí- dice mientras señala a un puesto a no más de 5 metros de distancia- cuando me he dado de que mi gato se ha debido de escapar...