Partida Rol por web

Asesinato en Córdoba

I. La puerta de Almodóvar

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06/03/2014, 12:29
Narrador

Allí, una vez ataviados todos con las nuevas capas que les identificaban como guardias, y un papel que los que supieren leer pudieron advertir que les acreditaba como tales, con el sello de la guardia de la ciudad y la firma de Fabián, el omne al mando empezó a asignar destinos a distintos grupos.

Los judíos (pues non era Ishaq el único) fueron, lógicamente, asignados a la judería. Las capas que portaban, con la estrella de David mal cosida en ellas, les denotaban como tales, y según habíanles informado, sólo podrían impartir justicia y dar el alto a los de su "misma calaña" (según palabras textuales de Fabián), tal como los jueces judíos que administraban aquel distrito casi marginal. 

Una vez vos hubo llegado el turno, el orondo guardia vos fabló con voz autoritaria.
 

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06/03/2014, 12:35
Fabián

-Iréis a la puerta de Almodóvar. La vuestra labor será impedir que ningún campesino hambriento entre en la ciudad si non es con un contrato de trabajo o con oro en el bolsillo. Oro que por supuesto veráse reducido, pues habréis de mandármelos a mí para... Cobrarles el arancel.

Doctor, si non es molestia, rogaríale que acompañara a aqueste grupo a la puerta. Non quisiera que ningún leproso o enfermo entrara a la ciudad, que ya sabe que las hambrunas causan estragos. Non le pido que inspeccione uno por uno a esos desgraciados, simplemente que identifique a alguno con claros signos de enfermedad. Además, así el muchacho podrá pasar un día con los guardias et ver cómo se trabaja aquí. Que a buen seguro agradeceríamos la labor de un buen cristiano aquí en la guardia -Fabián, sonriente, golpea con su manaza el hombro de Zacarías. Al ver que el rostro de Yunus se contrae con gesto de desagrado, añade- O por el contrario, aprende una lección y aléjase de aqueste sueño, volviendo a sus estudios con usted.

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06/03/2014, 13:04
Yunus ibn al–A'war

¿Había yo dedicado vida entera al estudio de la medicina para acabar mirando a los leprosos a las puertas de la ciudad?. Que aciago día era este. Día había iniciado con una inspección de herpes genitales, y que ahora, cuando ya pensaba que no podía ir a peor despues de examinar a la chusma de la nueva guardia, me era encomendada la tarea de postrarme en las puertas indefinidamente para posar mi ojo sobre cuanto desgraciado intentara entrar en la ciudad...

Asentí con desdén a Fabián y me dirigí a la puerta de Almodóvar.

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06/03/2014, 15:01
Ishaq ben Abner

Non sabía yo cual de aquellos era judío aparte de mí.

Estaba claro que aquel al que tenía cierta estima (ese tal Pedrinho) no éralo, y por tanto non vendría conmigo. En éstas que, mientras se hablaba el capitán cristiano, imaginábame ya la aljama y la misma puerta: la de Almodóvar se encontraba junto al cementerio hebreo, y recordaba yo bien aquella puerta de forma de medioarco. Lo que no sabía era si allí continuaba ese punto de justicia, esa terrible soga donde se reunía gran plantel de gente a ver quién era el ahorcado y qué pecado habría hecho. Y muchos judíos eran ajusticiados allí, ya que no había mucha cuestión en trasladar su cadáver infiel al fonsario de Jeohvá en Córdoba...

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06/03/2014, 17:50
Rodrigo de Baena

La relativa emoción de haber conseguido por fin entrar en la guardia, algo que le redimiría a ojos de su padre, se truncó al saber que ya tendría que empezar el trabajo. Así de golpe como un buen mazazo en la cabeza, sin apenas instrucción y casi sin órdenes, sólo que vigilaran a los infelices que quisieran entrar en la ciudad. Mal empezaba, él que había soñado con otro tipo de... "hazañas".

Esperó a que alguno de los que acababa de conocer terminara, más que nada porque no conocía Córdoba y no quería empezar con mal pie el primer día perdiéndose por aquellas callejuelas.

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07/03/2014, 11:37
Gracián de Alcaracejos

Gracián observó al grupo de "pajarillos" con los que había topado para formar grupo. Con un poco de suerte no tendrían que trabajar de verdad. Al finalizar su discurso el capitán, y viendo que sus compañeros de armas miraban alelados como quien espera órdenes precisas, Gracián optó por hacerse pasar por el "entendido veterano".- Capear la puerta de Almodóvar et requisar aranceles. Harase así, Capitán.- Dijo a la vez que realizaba un saludo marcial.

Girándose dando la espalda al capitán para que no le viera la cara, se dirigió a sus jóvenes compañeros.- ¡Vamos pipiolos! ¡Non esperades que venga el carro para portarnos hasta allí! ¡A caminar se ha dicho, que Guardias ya somos!- Finalizó, a la vez que les hacía un guiño de complicidad y les dedicaba una sonrisa bonachona.

Y empezó a caminar, esperando lo justo para que el grupo se reuniera y pudieran ir charlando, camino a la puerta de Almodóvar.

Notas de juego

De camino a la puerta de Almodóvar podemos hacer las presentaciones, sin el capitán, que los mandos "molestan".

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09/03/2014, 09:17
Martí Carbonell

Cuando Gracian habló, rápidamente me puse a caminar tras el. Una mezcla de emoción y nervios se apoderaban de mi, emoción por haber conseguido formar parte de la guardia y nervios porque no sabía si estaría a la altura de tal labor., su grupo había sido enviado a la puerta de Almodóvar, donde tendrían que vigilar la entrada de los campesinos, algo que le molestaba, él era campesino y como tal había llegado hasta ahí y había sido premiado con ser miembro de la guardia, ganar unas monedas y poder dar una vida mejor a su hijo, por suerte, la había tocado en el mismo grupo que Gracián y Rodrigo, con los que había iniciado una pequeña amistad tras compartir el almuerzo con ambos en la taberna de Estuarda.

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10/03/2014, 00:24
Narrador

El camino a la puerta de Almodóvar, que non es largo en demasía, se face corto para algunos entre charlas y chanzas, mientras que para otros non es tan agradable (poca gracia parece facerle, por ejemplo, al médico, mientras que su ayudante sí que parece disfrutar del paseo fablando con los nuevos guardias).

Dejando atrás la calle de la puerta del Perdón y a través de la calle de don Juan Ponce llegáis al vuestro destino, la puerta oeste de la ciudad. Al otro lado podéis ver el fonsario de los judíos y el arrabal de Omnium Santorum. Pronto adaptáis una postura firme y os postráis ante la puerta, controlando a las gentes que entran et salen.

La mañana transcurre tranquila en la su mayor parte: apenas nadie cruza la puerta. Un par de carretas de comerciantes abandonan la ciudad echando pestes de las "rácanas" gentes de Córdoba, que ni una mísera ánfora han comprádoles, alguno incluso incluso en carro, et menos gente aún acércase para entrar: un noble, que asegura venir de Baena (a pesar de que Rodrigo jamás ha escuchado su apellido en su pueblo natal), seguido de su escolta (que a buen seguro dejóle buenos dineros a Fabián). También algún que otro trabajador entra o sale a lo largo de las horas. A vuestro alrededor judíos van de un lado para otro en sus quehaceres diarios. Algunos páranse sorprendidos mirando la capa de Ishaq, extrañados, et márchanse entre cuchicheos.

Pasado el mediodía, una mujer andrajosa, con la cara sucia, et una niña pequeña (apenas de la edad de Ferrán Carbonell, el retoño de Martí), acércanse a la puerta sin dirigíos la palabra, intentando entrar, pasando desapercibida.

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11/03/2014, 17:59
Ishaq ben Abner

Una vez en la misma puerta, en estando bajo ella casi de literal, que veía yo a algunos judíos mrarme con cara larga y breves rumores. ¿Habríanme reconocido? No en mi opinión, pues sabía yo mucho tiempo ya ha del ganarme el pan o lo que terciárase mu fuera de la aljama; mas lo que realmente me preocupaba era que se extendiera la voz de un hijo de Jehová vestido de aquella guisa, con armaduras cristianas y hecho un pincel; y es que ni el Tanaj, ni tan siquiera desde la época de Noé o Salomón, hubiera hecho aquel desacato para con los hebreos. Trabajar ahora para el concejo de la ciudad, limpiando el bandidaje y oprimiendo a sus propios semejantes en la aljama no era sino escupir en la Toráh y el Talmud, ¡Ay! ¡Si mis padres me vieran!

Y sobre todo, estando al lado del fonsario (donde los judíos acudían a visitar a lo suyos), que sentíame yo especialmente distante a mostrarme como nuevo alguacil de espada. E que fuera por eso que arrimábame mucho a ese tal Pedrinho, que habíame caído en gracia y, en esos momentos, era quizá al que mayor aprecio tenía por el encuentro antes de ir al cuartel.

Notas de juego

Duda: ¿Yunus viene con nosotros o sólo Zacarías?

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12/03/2014, 20:12
Rodrigo de Baena

De charla con sus nuevos compañeros y siguiendo a los que ya conocían la ciudad, Rodrigo intentaba no perder detalle de lo que veía y, una vez apostado a las puertas tal y como les habían ordenado, esperó vigilante fijándose en todos los que entraban y en alguno, o más bien alguna, de los que salían.

Pero a medida que el tiempo pasaba más aburrido se sentía, aquella "misión" era tediosa y cansina y los pocos que entraban por las puertas eran algún que otro comerciante y algún que otro peón. El único momento de mención fue cuando un hombre, que decía proceder de Baena y con rango de noble, se paró unos instantes. Rodrigo lo observó de arriba abajo sin reconocerlo, si de Baena era tal y como decía seguro que hacía mucho que no pisaba sus tierras, en tal caso quizás a la que conozco sea a su mujer.

Aquella ociosidad era demasiado para él, allí ni había diversión ni acción, empezaba a impacientarse y eso hacíase notar en el movimiento balanceante de su cuerpo, hasta que fijose en una mujer, raro para él, sucia y andrajosa que tiraba de una niña y que, bien a las claras, quería pasar desapercibida, y eso sólo podía significar que tenía algo que ocultar.

- En nombre de la guardia ¡alto!

No sabía muy bien si ese era un buen proceder pero a él habíanle mandado parar a todos los que entraban en la ciudad y eso estaba haciendo.

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13/03/2014, 14:41
Mujer

-¡No...!

La mujer recoge a su pequeña hija en brazos y echa a correr rápidamente, intentando perderse entre la multitud de alguna calleja de la judería, cuando escucha la imponente voz de Rodrigo darle el alto. Cargando con el peso de su hija, corre tan rápido como puede, esquivando a los viandantes, quienes profieren insultos a viva voz.
 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Haced una tirada oculta de correr los que queréis atraparla.

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13/03/2014, 17:56
Ishaq ben Abner

Justo cuando ese tal Rodrigo, nuevo compañero alguacil bajo la puerta de Almodóvar, había gritado el alto a un viandante, andábame yo recogiendo pequeños guijarros del polvoriento camino cordobés. Nada bueno era yo con cuchillos, ni tenía fama algun ni menos aun "chicha" para levantar espada; sin embargo, no dábaseme mal (aunque tampoco experto era) en el tema de las hondas. Eran fáciles de conseguir, de fabricar y piedras había por doquier.

Por ello, en cuanto dio el alto, yo ya tenía algunas de éstas guardadas en mi zurrón. Fue entonces que, al levantar la vista y ver a la mujer negando a la Justicia, ¡negandonos a nos! Mi primera reacción fue obsevar quién era, y hacia donde podía dirigirse, hasta que ví que se iba por la aljama, ¡madre mía!, con su hijo en brazos, intentando esquivarno. Espadas no, pero de correr sabía un rato, por lo que instintivamente fuime tras ella a la carrera...

- Tiradas (1)
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13/03/2014, 21:26
Rodrigo de Baena

Pillole por sorpresa la reacción de la mujer ya que pensaba que la autoridad que le otorgaba aquella mugrienta capa sería suficiente para que cualquiera, sobre todo de esa calaña, se parara inmediatamente. Mas no fue así y, cuando Rodrigo dispúsose a ir tras la mujer, ésta encontrábase ya mezclándose con el gentío de la judería.

- Tiradas (1)
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14/03/2014, 10:39
Gracián de Alcaracejos

Gracián había estado a sus anchas. Se había provisto de un tonel que hacía las veces de mesa y un viejo cajón de verduras que rechinaba bajo su enorme peso. Y desde allí había ejercido el honroso y venerable arte de mirar una puerta y matar el tiempo, y válgame Dios que de eso sabía rato. Podría haberse tirado semanas enteras allí sin dar palo al agua y habríase sentido el hombre más feliz.

Poco hizo más que comprobar las credenciales del noblezuelo que entró pavoneándose por la puerta, y bien que se aseguró de aligerar el peso de su bolsa, tal como había ordenado el capitán. Después volviose a su consabida postura.

Y estaba en esas cuando vio a la mujer y a la niña intentando entrar. Sonriendo hizo lo que de un buen guardia se esperaba; empezó a mirar hacia otro lado. Pero el joven Rodrigo parecía ávido de alguacilear, por lo que les dio el alto. Lo que le sorprendió fue la rapidez con que la mujer arrancó a correr entre el gentío, llevando a la niña a cuestas. Gracián sabía de sobras que no la alcanzaría, pero había piernas más jóvenes que él y dejó que Rodrigo y el judío corrieran tras de la mujer, gritando únicamente - ¡CUANDO LA AGARRÉIS, TRAEDLA AQUÍ!-.

Y quedose sentado nuevamente en su viejo cajón, hurgando un trozo de pan reseco que había afanado. Eso sí, mirando la puerta.

Notas de juego

Me quedo en el puesto. Ni con zancos la agarraría. ;-)

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14/03/2014, 10:56
Pedriño "O Maruxo"

¡Carallo! ¡Qué aburrido era esto de la guardia! ¡Y qué calor! La capa de alguacil era tan pesada como la que me había traído de Lugo, y además olía peor. Me había pasado la mañana escaqueándome del sol todo lo que podía, de sombra en sombra. Creo que nenguna de aquelas persoas que entraban por la puerta veíame como un guardia.

Tampoco había falado nada con os meus compañeiros, muy afanados en ser la ley y orden de Córdoba. Gustábame la actitud del Gracián, que parecía saber mucho de cómo hacer poco y parecer que habías hecho mucho. ¡Y yo que pensaba que íbamos a pelear con dragones y rescatar rapazas!

Estaba churrupeteando un pestiño que tenía en la faltriquera desde el desayuno cuando oí el grito de Rodrigo y vi salir poniendo pies en polvorosa al judío Ishaq. ¡Válgame Dios! ¡Qué ímpetu el de aquellos dos! Yo ni siquiera pensé en correr, tal y como estaba apoyado en una esquina, sudando la gota gorda. Pero me sentí como inútil, así que con calma pensé que podía facer.

Vi correr a la moza con el rapaciño, calle arriba. Atopé mi ballesta y apunté desde lejos, como cuando estaba con meu pai no bosque. Ni siquiera me moví mucho, pero alcé el cuello y busqué tirar una buena línea desde dónde estaba hasta las pantorrillas de la mujer.

— ¿Quere que eu tire, xefe? ¿O non fai falta? — añadí mirando a Gracián.

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14/03/2014, 17:34
Yunus ibn al–A'war

¡Baja la saetera insensato!. - Reprimí al orondo muchacho que acababa de ajustarse la capa de la guardia y ya se creía una autoridad capaz de dispensar vida y muerte a golpe de saeta. - ¿Acaso creedes que porque luzcáis tal capa tenéis derecho para disparar por la espalda a una mujer? ¿et si errais et la saeta clávasele a la pequeña en la espalda? ¿habedes pensado aquesto acaso?. - Y mientras discutía con aquel "cuervo gordo" vi por el rabillo del ojo como Zacarías había echado a corrar junto al resto de guardias tras la mujer...

Estoy rodeado de homnes sin cesera venidos a más. - Pensé mientras seguía intentado encontrar la razón de mi presencia allí e intentando dilucidar cuanto duraría aquella penitencia...

- Tiradas (1)

Notas de juego

La tirada de correr es para Zacarías.

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14/03/2014, 18:58
Gracián de Alcaracejos

Gracián miró sin pestañear a Pedriño y escuchó como el médico le echaba reprimenda. Sin mover músculo alguno suspiró y le dijo amablemente.-Destensa la cuerda, zagal. Ni niña ni mujer preocúpanme, pero tres de los nuestros están por la presa et delante de ti. Muy bueno debieras ser para non darles...- Sentenció, terminando de masticar tranquilamente el pan duro. -Además, si todos echáremos a correr tras la muller ¿quién guardaría el umbral de la muralla? No, hijo, no. Esos tres rapazuelos seguro que las atrapan, y demientras, nosotros vigilamos el puesto.-

Recostándose en la pared, observó como Rodrigo, Ishaq y Zacarías partían prestos tras la mujer y su cría. Después, tristemente, sacó un trozo de embutido seco y una fruta, poniéndolas a la vista sobre el barril que hacía de mesa.-Creo yo que la fame las espolea, et lo comprobaremos. Si cuando las traigan no quitan vista a la comida sabremos quien las comanda; la tripa o la malicia.-

Notas de juego

Entiendo tres fuera de escena. Rodrigo, Zacarías e Ishaq.

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15/03/2014, 17:15
Martí Carbonell

Una vez situados en el puesto que se les había atribuido, sólo tenían que vigilar y retener a todo aquel que no fuera bienvenido a la ciudad, tras varias horas sin grandes acontecimientos, sólo mercaderes y trabajadores y algún que otro noble se abrían pasó a través de la puerta, sin embargo, cuando una mujer con su pequeña quiso entrar sin llamar la atención en demasía, la fuerte voz de Rodrigo dando el alto los saco a todos de la monotonía bajo el caluroso sol.

Cuando me fije en ellas, no pude más que recordar mi entrada a la ciudad, era la viva imagen de Ferrán y yo entrando a la ciudad en busca de comida o quizás un oficio con el que poder sobrevivir en estos tiempos que corren. Sentí lástima por ellas, más aún cuando estas intentaron escabullirse entre la multitud, al ver como algunos de los compañeros salían corriendo tras ellas dudo entre acompañarles, sólo para saber que las damas no son dañadas ni tratadas de modo vulgar, o quedarme en el puesto, las palabras de Gracián finalmente me decidieron a quedarme, tres guardias eran suficientes para atrapar a esas dos mujeres.

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17/03/2014, 00:38
Narrador

Ni Ishaq ni Zacarías consiguen alcanzar el ritmo de la mujer ni del de Baena. El esquivar constantemente a los transeúntes en su carrera no hace sino divertir a sus compañeros que se han quedado en la puerta, y pronto comprenden que no la alcanzarán.

Rodrigo, que salió con ventaja al ser el que le dió el alto y el primero en echar a correr en pos de la mujer et la hija, a punto está de alcanzarla cuando la mujer vira en un estrecho callejón lleno de gente, con tan mala fortuna que el paso de un carro impide al omne continuar con la suya carrera. Cuando el carro termina de pasar, es imposible discernir nada en la abarrotada calle.

Cansados, los tres guardias vuelven a sus puestos. Mejor sería que ningún superior enterárase de aquel desafortunado incidente con la mujer, o quizá tendrían que dar cuentas de sus errores el primer día.

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17/03/2014, 00:44
Narrador

Entre chanzas sobre las veloces patas de unos y sobre la supuesta gallardìa de otros que quedáronse más quietos que estatuas, la tarde pasa sin ningún evento remarcable. Al contrario que durante la mañana, vos veis obligados a rechazar a mucha más gente que pretende entrar a la ciudad sin un dinero, pero ninguno trata de entrar por la fuerza ni intenta colarse como la mujer.

Pronto la labor empieza a ser rutinaria. El médico inspecciona a algún que otro desdentado et a algún que otro con manchas en la piel, temiendo alguna epidemia proveniente de las hambrunas del campo, mientras los nuevos guardias encárganse de dar el alto et pedir el arancel a todo aquel que entrara, sano o no, rico o pobre.

El día es agotador, y pronto contáis los minutos para que llegue vuestro relevo. El sol está poniéndose ya cuando llega el cambio de turno y el cierre de la puerta (cosa que agradecéis, al menos en parte: el calor sigue siendo agobiante incluso por la noche, pero al menos la abrasadora luz ya no tortura vuestra piel y vuestros ojos).