Partida Rol por web

Conforme aquellos personajes se acercaron el enano parecía medirles las distancias. Les miraba con ojos de sastre, anchura de hombros, altura, calidad de las ropas o de las armaduras... Estaba midiendo el lugar donde clavar el hacha, calculando dónde tendría el que había hablado el corazón. Por lo visto aquellos tres no tenían miedo y o eran prodigiosos espadachines o tenían diez soldados más respaldándoles ocultos en las sombras.

La respuesta del fanfarrón cayó como un jarro de agua fría. Erackand sintió que aquello estaba prolongándose demasiado. Ellos no podían iniciar el combate, si aquellos idiotas terminaban siendo parte de la autoridad del lugar o eran alguien conocido podían meterse en problemas sólo por atacarles antes incluso de iniciar la misión como tal.

No lo pudo evitar, tenía que quedarse a gusto por lo menos.

Iba a decir alguna frase hiriente y Bryne, prudente hasta límites insospechados intentaba calmar los ánimos. Se guardó las palabras debajo de la barba y esperó acontecimientos.

Luego me volví a los hacia los tres extraños, que continuaban riendo su gracia -Si eso piensan, entonces mejor no nos presten atención y sigan su camino, no queremos molestarles.- dije intentado sonar amable… a duras penas, sin poder evitar cierto tono ironico –Se que les pregunté por sus motivos, pero en realidad, tampoco es que sea algo tan importante- añadí si poder evitarlo, con un tono que daba a entender que lo que no era importante era quienes fuesen ellos o sus motivos.

Los hombres seguían avanzando hacia el claro, la densa oscuridad que les otorgaban los árboles en los alrededores ya los habían abandonado y ahora el grupo de legionarios podía ver con claridad sus facciones. No parecían bandidos en lo absoluto, incluso tampoco daban la apariencia de ser mercenarios o aventureros. Si otra hubiera sido la circunstancia todos asegurarían que se trataba de hombres del Bann de la región.
Pero había algo diferente en ellos, algo que los mostraba hostiles y belicosos –Estas rogándonos que les dejemos en paz?, pero que clase de líder tienen, por que supongo esa niñita es su líder. Les recomiendo que regresen por donde vinieron y dejen al niño en algún lugar del camino.- Les dijo uno de aquellos hombres en todo claramente burla y desprecio. - Para sobrevivir en estos lugares se necesitaran mas que a su asustadizo líder. Eso sin contar con que sus fieles seguidores deben estarse orinando de miedo al quedarse petrificados tras nuestra llegada.-

Los hombres seguían avanzando hacia el claro, la densa oscuridad que les otorgaban los árboles en los alrededores ya los habían abandonado y ahora el grupo de legionarios podía ver con claridad sus facciones. No parecían bandidos en lo absoluto, incluso tampoco daban la apariencia de ser mercenarios o aventureros. Si otra hubiera sido la circunstancia todos asegurarían que se trataba de hombres del Bann de la región.
Pero había algo diferente en ellos, algo que los mostraba hostiles y belicosos –Estas rogándonos que les dejemos en paz?, pero que clase de líder tienen, por que supongo esa niñita es su líder. Les recomiendo que regresen por donde vinieron y dejen al niño en algún lugar del camino.- Les dijo uno de aquellos hombres en todo claramente burla y desprecio. - Para sobrevivir en estos lugares se necesitaran mas que a su asustadizo líder. Eso sin contar con que sus fieles seguidores deben estarse orinando de miedo al quedarse petrificados tras nuestra llegada.-

Sondra se movio en silencio, bloqueando la retaguardia de aquellos idiotas. Como todo el mundo, se moría de ganas de clavarles un virote en la nuca, pero la legión no hacía eso. Ni siquiera cuando viajaba de incógnito. Además, tenía la sensación de que su superior observaba desde algún lugar, juzgando como afrontaban la situación.

Sondra continuó moviéndose a la espalda de los hombres, para cortarles la retirada. No tenía prisa, que hablaran todo lo que quisieran, Gareth no les saltaría al cuello, tenía demasiado buen juicio.

Permaneció alerta y por un momento dudó si debía salir de su escondite para así servir de apoyo visual a sus compañeros, mas la reflexión lo hizo darse cuenta que aunque aquellos hombres no fueran bandidos ni sus intenciones violentas, podrían tener una impresión inadecuada al verlo salir de entre las sombras quizá sospechando o creyendo que se les intentaba tender alguna trampa. Lo mejor era esperar. Las risas y las burlas eran después de todo armas inocentes para aquél que sabe restarles importancia por lo que deseó que sus compañeros supieran lidiar con ellas. Aún así, deslizó los dedos y desenfundó la daga, preparándose para actuar rápido en el momento preciso.

La idea es esperar hasta que me sobrepasen y entonces colocarme a su espalda pero no en Cuarpo a cuerpo, sino para poder cortarles la retirada con la ballesta.

Hubiera deseado poseer el don para asustarlos con algún hechizo y hacerles tragar sus palabras y algo más, sólo por ese poder les envidiaba. No obstante la inquieta mente del elfo pensó que cierta travesura podría cambiar el rumbo de la conversación, siendo cualquiera de los sentidos que tomara de su agrado, por lo que tomó la iniciativa sin plantearse las consecuencias. Con sutileza cortó una pequeña rama con su cuchillo, para lanzársela a la cabeza del charlatán. Aunque desvelara su posición, quizás consiguiera asustarlo y si no, al menos le sorprendería lo suficiente para bajarle los humos. En cuanto la rama fue lanzada una sonrisa burlesca se trazó en sus labios mientras el movimiento de su dedo índice le indicaba que no debería seguir provocando.

Matones. Nunca me han gustado los matones de ninguna clase. En la elferia había de ambas, unos venían y nos insultaban, otros venían y nos golpeaban. En ambos casos eran matones que sabían que no opondríamos resistencia por miedo a las consecuencias.

Pero lejos de hacerme mala sangre por encontrar más matones ahora al aire libre, me relaje. Eran matones, si, pero del tipo bocazas, y no merecían ninguna atencion especial, porque era precisamente eso lo que buscaban.

Así que me volví y me senté, mientras curioseaba en mi equipaje buscando algo que ponerme encima para combatir el frió. Ese si era un enemigo a batir.

El enano ya no aguantaba más

Escucha mozo - dijo - Somos viajeros. ¿ Lo ves ?

El enano señaló a los caballos con sus cosas - Viajamos de un lado a otro - y haciéndole la burla descaradamente comenzó a andar en el sitio haciendo como que viajaba largas distancias

Y yo os pregunto; ¿ Quienes sois vosotros ? Venís con las armas en la mano como los asesinos. Si no os justificáis como debéis os entregaré al señor de esta tierra para que os cuelgue de un árbol. - La mirada de Erackand se había vuelto peligrosa.

Y si atacáis a un grupo de amistosos viajeros como nosotros lo que verá el Bann de vosotros será las cabezas en un saco.

Y chico - El enano le miraba con desdén - No juegues con espaditas, puedes cortarte

Todo el mundo se quedó frío. Erackand acababa de lanzar un órdago. Y si les atacaban podrían alegar legítima defensa.

Escucho estupefacto la respuesta de los tres hombres y, tras observar a mi alrededor y no ver a nadie, me percato de que son unos verdaderos estúpidos.

Parece que el enano está bastante cabreado, no me extraña dado la respuesta de esos impertinente hombres. A mi también me están cabreando.

Agg, por fin libre, me había quedado petrificado -digo en tono burlón -debido al hedor que desprenden esos tres. Por lo visto ellos ven normal orinarse al tener miedo, se nota por su olor a varias leguas que ellos pasan miedo bastante a menudo.

Señalo a Gareth que está delante mía y añado -y no, nuestro lider no es una niña pero entiendo que te confundas ya que ninguna mujer habrá dejado que te acerques a ella, incluso tu madre reniega de ti al ver tu feo rostro.

Si ellos quieren insultos les responderé con su mismo idioma

Si el primer comentario de los extraños me había enfurecido, el siguiente lo único que había hecho era asombrarme.

¿De verdad son tan estúpidos?- pensé incrédulo -Parece que quieran provocarnos. En fin, no es que me haga mucha gracia, pero haber si consigo que se marchen tranquilamente- me dije mientras suspiraba, y justo en ese momento Erackand y Vargad decidieron decirles a esos tres lo que opinaban de ellos, y las palabras de indicaban que ellos también estaban hartos de ellos.

Vamos, vamos, calmaos un poco, no hace falta ser descortés- les digo a mis compañeros -Perdonadles por su comportamiento- les dije a los tres extraños, en un tono aparentemente humilde -Bastante duro debe ser vivir con toda esa cobardía, fealdad y estupidez como para que os lo vayan recordando ¿no?- añadí intentando sonar lo mas insultante posible, mientras una sonrisa se dibuja en mi cara… tras lo que habían dicho Erackand y Vargad no valía la pena callarse, así que si tanto les gustaban los insultos, los iban a tener.

No creo que hagan nada, pero por si acaso se les ocurre atacar, no los matéis- les susurré luego a mis compañeros, en previsión de lo que pudiese pasar.

El que parecía ser el líder de aquel grupo de hombres avanzó amenazadoramente hasta los allí reunidos y escupiendo groseramente al suelo clamo –Yo os reto a un duelo, a cualquiera de ustedes, veremos si después de que les de una paliza se atreven a seguir ofendiéndonos de esa manera-. Sus otros dos acompañantes se ponían ahora a la altura de donde su líder se encontraba, ya en los bordes del claro, donde todos los legionarios podían verles y oírles claramente.
Si bien las palabras de aquel hombre daban a entender que retaba a alguno de los allí presentes a un combate honorable para limpiar la supuesta afrenta ejercida contra ellos, no era claro si quería combatir contra uno solo de ellos o contra todos; a la par sus compañeros se mostraban claramente hostiles lo que aunaba en la confusión.

Me lleve la mano a la cara y menee la cabeza.

Mucha testosterona. Unos desconocidos buscando problemas, y un grupo de viajeros que deciden seguirles el juego. ¿Porque es tan importante para algunos decir la ultima palabra? Contra este tipo de gente el mejor arma es ignorarlos, pero ahora nos ibamos a manchar las manos de sangre, eso suponiendo que quien aceptase el reto realmente pudiese vencer.

Me levante y me diriji hacia el hombre que nos habia retado. Las manos vacias y visibles para que no sintiese ninguna amenaza.

Caballero. Disculpad a mis compañeros de viaje. La noche es fria, y el viaje largo y duro, lo que hace que los animos se caldeen con facilidad. ¿Porque no dejar las cosas como estan? ¿Porque compartir el filo de una espada cuando podemos compartir una hogera?

Sondra sale de la maleza a la espalda de los fanfarrones con la ballesta apuntándoles a la espalda y les dice:

¿Duelo? ¿De donde salís de un folletín de aventuras? Daos la vuelta y volved al agujero del que hayais salido u os damos la paliza de vuestra vida, os robamos hasta la ropa y os dejamos en cueros con la noche que llega.

Ciara! Cállate la boca! Esto no saben de diplomacia y yo ya me estoy cansando. Teneis 10 segundos antes de que empiece a disparar.