Partida Rol por web

El amanecer del cuarto dia, no trae la claridad a la que estamops acostumbrados. A todos nos pilla la salida del sol, ya al trote sobre nuestros caballos. Pero yo, extrañado, alzo la vista y examino con detenimiento el cielo.
Es una oscuridad anormal la vela la luz del amanecer. Y cuando mis compañeros se reunen a mi alrededor, tenso las riendas del magnifico semental que monto y, ya a un trote suave, digo.
Contemplad esta oscuridad que parece ceñirse sobre el mundo. No es algo natural. Son gases producidos por la boca del Orodruin. Ahora conocido como el monte del Destino. Andad alertas. Pues en Gondor sabemos muy bien que es bajo este manto de oscuridad,cuando los esbirros del enemigo tratan de llevar a cabo sus designios.
Mas una torva sonrisa aparece en mi rostro mientras miro a Este. Y tras palmear levemente la empuñadura de mi espada, añado.
Sera cuestión de enseñarle al sucio perro miserable que habita en lo alto de su torre, que Gondor se mantiene alerta.
Dicho esto, golpeo levemente los hijares de mi montura para recuperar un buen ritmo de marcha.

En la noche del cuarto dia, inquieto y con escalofrios, que me hacen pensar en un posible peligro ma hacen despertar muy pronto. El desconocimiento del terreno me supone una gran incomodidad, por lo que decido aprovechar las horas de sueño del resto para identificar estos lugares, pero me doy cuenta de que la noche es extrañamente oscura. Decido simplemente analizar los alrededores del campamento, la tierra la pruebo, la vegetación la observo hasta donde me llegue la vista y también busco alguna huella de vida que no hayamos destruido(tirada 1).

Después del examen nada fructuoso de los alrededores, me aposto en un tronco cercano al campamento y espero a que el resto despierten. El prímero en levantarse es Pelundur, con una energia peculiar y con su siempre mirada de acecho buscando bestias en todos lados, "su amor a Gondor le hace fuerte y osado, pero también resulta cauto". Le saludo y me dirijo a preparar mi corcel.

En camino Pelendur nos habla, informa de lo que sucede "ahora estoy seguro de las sensaciones de anoche", no le corto con preguntas absurdas y dejo que hable hasta que no tenga nada mas que decir, entonces le pregunto:

- Pelundur buen amigo, en su hogar deben sufrir mucho si han llegado a acostumbrarse a la sombra. ¿Puede explicarme que clase de plantas se pueden encontrar en estas tierras? Tal vez nos sea conveniente aprovechar cualquier recurso que nos encontremos por el camino.

Esperando su respuesta y prosiguiendo el camino no dejo de observar el terreno que atravesamos.

Habiendo recuperado un buen ritmo en la marcha, que no parece fatigar en absoluto a nuestros caballos, escucho las palabras de mi compañero Halrton. Y girándome levemente en mi silla, ajustando mis botas en los estribos, respondo.
Desde los dias finales de la segunda edad, cuando Isildur partió hacia el norte a reunirse con su padre Elendil y con el Rey de los Noldor Gil Galad, Gondor se ha encargado de defender la linea del Anduin contra toda aquella amenaza que trate de traspasarla. Mas de tres mil años, lleva Gondor cumpliendo con su deber. Es por tanto, normal que nos hayamos acostumbrado.
Y una grave carcajada se me escapa tras decir esto.
Ahora bien, sobre tu pregunta, te diré que aquí en el sur, crecen en abundancia, a causa del clima, numerosas plantas que podrán resultar útiles. La hoja de Witan, la Arlan, las bayas de Mirenna, y claro, lo que aquí llamamos Gefnul. Un liquen que podrás encontrar en las piedras sombreadas al pie de los arboles.
Callo entonces pensativo antes de añadir.
Y naturalmente, Athelas. Conocidas como hojas de Reyes en muchos lugares. Aunque hay que ser un maestro curandero para poder sacar todo el poder de tan curiosa planta.
Me encojo de hombros dicho esto antes de concluir diciendo.
Pero me temo que a la hora de buscar plantas, no te seré muy útil. Conozco aquellas que pueden resultar útiles gracias a mi entrenamiento de soldado. Pero estoy mas acostumbrado a comprarlas en el mercado viejo de Pelargir que a buscarlas por el campo.

Es posible, lo cierto es que no tengo mapas tan detallados, asi que solo hablo de los lugares con leves referencias xD.

A pesar de tus esfuerzos, no logras encontrar nada nuevo. Esta tierra es fuerte, perfecta para el cultivo, aunque no se cultive demasiado. Los campos son verdes y esplendidos y las unicas huellas que encuentras, son las de los jinetes que viajan de este a oeste, portando mensajes.

-Gracias buen amigo, ¿podriamos salir del camino? Evidentemente por aquí será dificil dar con ellas y por otra parte mejor será que nos nos crucemos mas con los jinetes o pensarán que somos unos cobardes y por otro lado también me preocùpa una posible emboscada, conozco bien los lobos y trasgos, la sombra de algún orco he podido llegar a ver pero nunca vi uno, sin embargo los otros me son muy familiares.

En la mañana del quinto dia, entraron en Anorien, la tierra de Gondor, en donde residia su fortaleza y ciudad capital, Minas Tirith.
Durante toda la mañana, y la tarde anterior y la mañana del dia pasado, Harlton avanzaba distraido, buscando entre las hierbas, tratando de localizar las hojas que su acompañante le habia dicho. Pero no hubo suerte. Harlton, bien sabia que encontrar y tratar de clasificar a una hierba, no era una tarea sencilla y no era algo que pudiera hacerse sobre la marcha. Sin embargo, si que supo algo, en esa region no crecia la Athelas o como se conoce en el norte, la Hierba de Reyes. Tambien le parecio encontrar alguna otra, pero no supo saber a cual pertenecia y es que, la distancia del Norte al Sur eran centenares de kilometros y aun guardando similitudes, las costumbres habian cambiado y con ellas, las palabras y los nombres usados.
Hicieron un alto en el paso de Mering, un rio de aguas frias descendiente las montañas blancas, desde alli se veia el bosque de los salvajes y mas alla, creciendo dia a dia, la nubes de Mordor, que aumentaban de tamaño conforme mas se acercaban.

Quinto día de cabalgada. Nuevamente el amanecer nos sorprende ya sobre nuestras monturas, recias sin duda para soportar el trote de mas de trescientas millas que nos separan de nuestro destino.
Y en este día, las sombras con las que el perro miserable que habita en su torre trata de cubrir todo el oeste, son rotas repentinamente por el refulgir del sol sobre una montaña en particular.
Es el Mindollum cubierto de nieves eternas, que pareciera burlarse de los vanos intentos de dominio de aquel que solo sabe conjurar en la sombra dominado por su miseria.
Conforme avanzamos, la impresionante mole de la montaña queda a nuestra derecha hasta que al fin, blanca como la nieve que corona el monte, a sus pies en eterna guardia, divisamos Minas Tirith.

Fortaleza y capital de Gondor, que no en vano significa tierra de roca.
Una vez mas sonrío al contemplar sus niveles amurallados uno tras otro y lo recio de los muros. Ahora ante nosotros, se abre el campo del Pelennor, cubierto de granjas y de casas aquí y allá, de los lugareños que ya llevan horas dedicados a sus quehaceres. Y yo, reteniendo una vez mas a mi montura señalo con la diestra antes de decir.
Ahí tenéis a la inconquistable. Nunca un enemigo ha cruzado su umbral, y no hay en toda la Tierra Media, poder alguno capaz de doblegar su voluntad.
Y como enseño los dientes en algo que no es precisamenmte una sonrisa, mientras miro hacia el este al decir esto.
Sin embargo, no negare que el día en que cierto perro sarnoso deba aprender, una vez mas, cierta lección, se aproxima
Vuelvo a azuzar levemente a mi caballo, pues no necesita de ningún otro estimulo para volver a galopar y concluyo diciendo.
Adelante. A Minas Tirtih. Hemos de informar de los asuntos que nos han acontecido. Por mi parte, es un amargo deber. Pero al menos espero que se me de la oportunidad de resarcirme.

Distraido como voy apenas me doy cuenta de cuando divisimos la maravillosa ciudad, solo al detenernos y oir a Pelendur reparo en el camino de por delante divisando la ciudad Majestuosamente enclavada en la moontaña. No puedo parar sin embargo un cosquilleo frio en la planta de los pies al sequir levantando la cabeza y ver como la sombra está persistentemente cerca la ciudad de los hombres.

Escucho lo que puedo de lo que Pelundur dice y acercandome antes de que termine, para aprovechar la pausa y hablar digo:

- Pelendur amigo, creo haber encontrado varias de las plantas que comentaste tu podrías identificarlas para no equivocar su elaboración.  Su ciudad hace honor a su fama, sin embargo se me encoge el corazón al verla.

Minas Tirith, antaño una fortaleza, ahora la capital de Gondor. Una torre tan alta como una montaña, coronada por siete anillos que le daban una fuerza y una resistencia, que hacían temer al más poderoso de los enemigos; a todos, menos a uno.
Llegaron a las puertas de la ciudad, cruzaron sus grandes puertas de acero negro y entraron en las bulliciosas calles del primer nivel. Como emisario de Pelargir, Pelendur conocía la clave para ascender hasta el sexto nivel; lugar destinado para los altos cargos de Gondor. Pero Harlton, no, el no podria pasar del primer nivel, pero ascendió hasta el tercero; el nivel de los barracones, gracias a la ayuda de Pelendur. LLegados allí le dijo - Amigo, llegó el momento de separarnos, tomare esas hierbas y cuando me sea posible pediré que las clasifiquen y confío en poder devolvértelas, pero antes el deber me llama y debo informar ¡Suerte en tu búsqueda! - y con esas palabras Pelendur tomó el camino que le llevaría al cuarto nivel.

Agradeciendo su ayuda me despido esperando volver a verle, no solo por las hierbas si no también por su amistad - Compañero, no estaré mucho aquí si quien busco tampoco está, pero te agradezco que tomes las hierbas y aun mas el haberme traido hasta aquí dejandome en una posición priviligiada para mi en su casa.  Añorando a mi hermano y hermano le sonrio y dejo marchar.

"Lo primero es lo primero, seguro que en este nivel me podré acomodar, lo que no tengo muy claro es si podré moverme entre los niveles inferiores libremente hasta este, de ascender será porque mi Rey se encuentra aquí, preguntaré a alguien donde puedo lavarme y lavar mis ropas y de paso aprovecharé para que me indiquen donde poder dormir esta noche y ver si Aragorn se encuentra en la ciudad, no quiero presentarme a mi Rey como un trasgo maloliente y sarnoso y además estoy en casa de amigos seria indecoroso por mi parte pasearme de esta guisa"

Así fue como los dos compañeros después de cientos de millas de camino se separaron y Harlton se encontró perdido en una ciudad llena de vida, donde la gente entraba y salía y donde los accesos a las otras plantas, estaban selladas en tiempos de amenaza... como este, donde las nubes grises y las tormentas lejanas le arrebataban la gracia del día a la ciudad. 

Todo el mundo le recomendó la taberna del segundo nivel, un lugar tranquilo y de buen gusto para cualquier viajero. Si buscaba alguna información sobre alguien, ese seria el lugar y allí acudió. 

En la taberna estaban sentados unos hombres mercenarios al fondo, contratados por un comerciante que les daba de comer en abudancia. El tabernero estaba atendiendo una mesa donde, un soldado de alguna ciudad del sur de Gondor, despedía a un viajante que, con una bolsa en la mano, abandonaba el lugar. Al fondo del todo, un pequeño grupo de soldados de la ciudad, descansaban mientras compartían cervezas a la vez que conversaban.