Partida Rol por web

-secundó al padre...... Todos al agua

Intuyendo el posible peligro, tratáis de ocultaros lo más rápida y eficazmente posible. Tanto el agua turbia como la abundante vegetación pueden ser de ayuda. Os mantenéis a la expectativa hasta que aparecen cuatro horribles abejas del tamaño de un lobo. Parecen hambrientas y en busca de comida. Su insufrible zumbido se os clava en la mente. Rezáis a los dioses propios y desconocidos para que no reparen en vosotros y desde luego para que no se presenten más. No parecen abejas melíferas, tal y como las conocéis en su tamaño normal, dado que presentan un aspecto bastante más agresivo.

Seguro que el curandero os recompensaría si le lleváis un ejemplar. Su veneno o su miel, si es que la producen, posiblemente sean dignos de estudio y ayuden a desarrollar futuros remedios. No obstante, solo su apariencia denota que pueden ser enemigos formidables, capaces de atravesar con su aguijón la coraza de un guerrero bien pertrechado.

Ley por señas ledice a sus compañeros que guarden silencio, y que lo sigan a gatas en el arrolló mientras se alejan de loas abejas para poder contra atacar, sobre todo porque a los bichos no les gusta el agua

Estaba claro que a algunos no les importaba sus vestimentas, pero a mi sí... ¡Y mucho! No me iba a sumergir en el agua putrefacta que olía a boñiga de vaca y vómito de trol, teniendo un montón de maleza a mi alrededor. Me decidí por ocultarme tras los matorrales y esperar a ver qué aparecía. Muy pronto supe de qué se trataba, eran cuatro grandes abejas con cara de pocos amigos. Poco a poco, intenté avanzar con mucho cuidado, siempre manteniéndome oculto tras los arbustos. También corté algunas ramas para ponérmelas entre mis vestiduras y pasar aún más desapercibido.

Vi que Barrik se decidía por los matorrales así que seguí su ejemplo, me resultaba más cómodo mantener el sigilo en tierra.

Sin pensármelo me escondí tras un tronco caído y esperé conteniendo el aliento. Aquellas abejas eran enormes y parecían muy peligrosas. Menos mal que nos escondimos, no creo que hubiéramos salido bien parados de un enfrentamiento. Íbamos mal equipados y sin experiencia. 

La abeja que encabeza el grupo pasa de largo, al parecer más interesada en uno de los olorosos árboles del pantano. Sin embargo, las otras tres se detienen cerca de vosotros, expectantes, como si hubieran sentido algo o sencillamente estuvieran observando el terreno. Puede que hayan percibido el movimiento de las hojas de los arbustos, las ondas en el agua, vuestra respiración o tan solo vuestro miedo. La tensión es máxima, si os descubren vais a tener un problema.

Al notar que las abejas se paran enfrente, expectantes, me quedo quieto como una estatua. Casi ni respiro. Si me detectan soy mago muerto. Muy, pero que muy despacio, cojo una piedra que hay cercana y cuando veo que las tres criaturas están mirando hacia otro lado, la lanzo lejos para que haga ruido y las abejas vayan hacia allí. Lógicamente, la lanzo donde no hay ningún compañero. Aunque un cebo vivo nos daría tiempo para escapar al resto, pienso fugazmente. Una vez lanzada la piedra, me quedo observando, sin moverme.

Barrik lanza una piedra para distraer a las abejas, la cual cae entre un grupo de arbustos algo alejado de donde estáis. Los insectos al oír las hojas en movimiento se vuelven locos y se lanzan en esa dirección. Pronto empiezan a zumbar alrededor de los mismos buscando una posible presa. Están alerta, puede que sea una ocasión para escapar, o puede que os descubran si os movéis. La decisión de cómo actuar está en vuestra mano.

Barrik consigue distraer a los insectos gigantes, así que era nuestra  oportunidad para alejarnos de aquellas criaturas.

Dasig estaba tumbado en el agua fría y maloliente con estoicismo, apenas asomando la cabeza lo suficiente para respirar. Al ver a sus compañeros deslizarse con sigilo, se pone a seguirlos, moviéndose tan despacio como puede. Son momentos muy tensos pero finalmente parece que el zumbido se va quedando a una distancia segura.

Susurra entonces a sus compañeros:
- Esperemos que los demás puedan alejarse sin problema de las abejas. Si escuchamos ruido de combate, nuestra mejor baza contra las abejas será un ataque sorpresa por nuestra parte.

Logré alejarme sin llamar la atención de las abejas igualmente me percato que Ley y Dadrada también alcanzan a moverse fuera del alcance del peligro, solo faltaban Dasron y Barrik por pasar la prueba. Siguiendo las indicaciones del clérigo espero con mi honda cargada por si el señor enano y el mago son atacados por los insectos.

Emulando a mis compañeros trato de cambiar de posición sin ser visto. Agarro con fuerza mi lanza, preparado para defenderme en caso necesario. Un paso, dos pasos... Creo que lo voy a conseguir. Vamos un poco más... Al final consigo reunirme con Garsam y respiro aliviado.