Partida Rol por web

Grosvenor os guía por el pabellón de enfermedades exóticas a través de múltiples pasillos repletos de puertas y pobremente iluminados. A través de varias de las puertas, las cuales según os informa el sargento, se accede a las habitaciones de los pacientes¹, podéis escuchar la repetición monótona de diferentes series de números. Por lo que podéis apreciar, no parece existir una secuencia lógica en ninguna de dichas series, y parece que cada paciente está repitiendo una serie distinta. Además de las habitaciones de los pacientes, Grosvenor os informa que dentro del pabellón se encuentran la sala del personal médico y la morgue.

A pesar de su nombre, el pabellón de enfermedades exóticas es poco diferente a cualquier otro pabellón de cualquier sanatorio que hayáis podido ver, existiendo pocos signos obvios de cuarentena o de formas de prevenir contagios. Tan solo  hay una breve llovizna desinfectante por lo que pasan todos los que entran y salen de él.

Al llegar a una de las puertas, el sargento se detiene, golpea ligeramente con los nudillos y, tras recibir contestación, abre.

- Hermana, estos fieles siervos del Emperador desean hablar con usted - dice después de que hayáis accedido a la sala.

La habitación es bastante pequeña y contiene dos camas. En cada una de ellas hay un hombre de unos treinta y tantos años conectado a un goteo intravenoso y a varios cables, y con un tubo de oxígeno introducido en su nariz. Ambos recitan una serie de números diferente. A los pies de cada cama hay un aparato que imprime varias líneas de información cada pocos segundos.

La sala está amueblada con un armario, una mesita de noche al lado de cada cama, y varias estanterías que contienen libros de oraciones

- ¿Qué es lo que quieren? - responde la hermana hospitalaria sin apenas levantar la vista de los papeles que está consultando - Estoy ocupada intentando salvar la vida de mis pacientes -

    El salamandra observó con cierta consternación la zona habilitada para el aislamiento de los pacientes de aquel extraño mal. Estaba claro que faltaban recursos y el aislamiento no parecía ser el adecuado. Tampoco le pasó desapercibido los repetitivos cantos febriles de los infectados, llegado el momento comentaría algo al respecto.

    Finalmente el sargento los llevó al lugar que habían precisado donde otra de las hermanas se encontraba realizando los deberes propios de su orden y por ello tampoco les dedicó la más calurosa de las bienvenidas, no sería el salamandra quien se la exigiera tampoco, había asuntos mucho más importantes en juego.

    -Disculpadme hermana.- Acabo diciendo mientras se adelantaba al resto. -Soy el hermano Shalak'ir de los salamandras y no interrumpiríamos vuestras labores de no ser por asuntos importantes. Una plaga parece estar transformando a algunos de vuestros pacientes en abominaciones del caos y queremos saber todos los detalles al respecto, especialmente si se han podido registrar fugas o contagios fuera de esta área.- Contuvo un suspiro antes de continuar, tenía la esperanza de que la inquisidora estuviera al tanto de lo que estaba a punto de decir. Sabía que la eclesiarquía se dejaba arrastrar con demasiada facilidad por supersticiones apenas fundadas pero quizás ahora aquello pudiera facilitarles alguna pista sobre a lo que se enfrentaban. -Además, no se me pasa por alto esas secuencias repetitivas de los enfermos, pueden parecer secuencias sin sentido, pero los números parecen tener cierta importancia para algunas de las criaturas del empíreo ¿Habéis atendido a si las mismas se repiten o si se trata de múltiplos de algún otro?- 

La Hermana Orten sintió una fuerte impresión, incluso congoja, al acceder al área de exóticas. Tal vez sería porque esperaba algo más, tal vez porque las secuencias recitadas en tono de letanía se le antojaban una suerte de... rezo o cántico fuera de armonía; sea como fuere, la sensación general era desagradable. Era consciente de que no todos los Sanatorios disponen de la más alta tecnología y de los mejores medios que el Imperio posee, ya que su propia inmensidad hace que sea difícil que llegue todo a todas partes, pero estas condiciones... al menos, se apreciaba el trabajo de las Hermanas Hospitalarias: lo que había estaba limpio y bien atendido.

Antes de plantearse otras preguntas de fondo, y sin ánimo de interferir con las preguntas del Hermano Shalak'ir ... se preocupó por otro asunto de la más alta prioridad:

-Hermana Konig, soy la Hermana Orten, del Adepta Sororitas. No observo medios de aislamiento específicos. ¿El ambiente es seguro, o debemos usar respiradores? ¿Hay riesgo de contraer males contagiosos por vía aérea con estos pacientes?

Tengo la mano presta para utilizar el respirador de mi traje de batalla, si se nos advierte de cualquier riesgo infeccioso, aunque el hecho de que el control se limite a una cortina desinfectante, y que aparentemente no haya prohibición de acceder o salir del recinto, en cierta manera me anticipa una respuesta

En el momento que puso un pie en la sala, miró con mala cara a todos los enfermos que allí habían. Sabía perfectamente el poder que tenían los números y su relación con el Archienemigo. Eso, sumado a que aquí se encontraba un hombre herido por un demonio le hacía pensar que muy posiblemente tendría que purgar a todos los encamillados, y quizás si todo salía mal, a alguno de sus compañeros. A falta de un respirador o cualquier otro equipo, se ajustó sus guantes de cuero y se subió el cuello de la chaqueta tras abrocharla del todo, tapándose parcialmente la boca.

-El hermano astartes tiene razón, es imperioso saber el significado de esos números. Mi nombre es Aleretta, interrogadora Yyrmalla Aleretta del Ordo Xenos.- La cortesía que había mostrado el salamandra y la sororita no tenían nada que ver con la dureza en las palabras de la acólita- Estámos aquí para realizar una tarea cuya información es clasificada, pero al llegar unas sucias criaturas, infectados de su sanatorio, nos han atacado. Por orden inquisitorial he declarado todo el sanatorio en cuarentena hasta que se esclarezca el origen de la corrupción- lanzó una mirada al sargento Grosvenor, esperando que hubiese obedecido sus órdenes de colocar a sus hombres en las entradas y salidas del lugar- 

La hermana de batalla preguntó sobre la necesidad de usar respiradores, a lo que ella dio su aprobación con una inclinación de cabeza. -Respecto a los números, desearía saber que conoce sobre ellos y, de no haberlo investigado, comenzar inmediatamente la recogida en un grabador que yo misma custodiaré para su posterior análisis.- Decidió rebajar un poco su duro tono y dar una concesión a la hospitalaria usando algo de cortesía- Así, también se nos ha informado sobre un paciente con una herida producida por un ser disforme, y le ruego que de ser posible, nos lleve ante él- Esto último era una mentira, ya que no necesitaba su permiso para seguir con su investigación, pero sabía que todo sería mucho más fácil si ponía a la hermana Konig de su lado

La hermana hospitalaria os guía por el pabellón de enfermedades exóticas a través de múltiples pasillos repletos de puertas y pobremente iluminados. A través de varias de las puertas, las cuales según os informa la mujer, se accede a las habitaciones de los pacientes¹, podéis escuchar la repetición monótona de diferentes series de números. Por lo que podéis apreciar, no parece existir una secuencia lógica en ninguna de dichas series, y parece que cada paciente está repitiendo una serie distinta. Además de las habitaciones de los pacientes, la hermana os informa que dentro del pabellón se encuentran la sala del personal médico y la morgue.

A pesar de su nombre, el pabellón de enfermedades exóticas es poco diferente a cualquier otro pabellón de cualquier sanatorio que hayáis podido ver, existiendo pocos signos obvios de cuarentena o de formas de prevenir contagios. Tan solo  hay una breve llovizna desinfectante por la que pasan todos los que entran y salen de él.

Al llegar a una de las puertas, escucháis la voz de vuestros compañeros así como la de una mujer a la que la hermana hospitalaria identifica como la Hermana Koning. La joven golpea ligeramente con los nudillos y, tras recibir contestación, abre.

La habitación a la que accedéis es bastante pequeña y contiene dos camas. En cada una de ellas hay un hombre de unos treinta y tantos años conectado a un goteo intravenoso y a varios cables, y con un tubo de oxígeno introducido en su nariz. Ambos recitan una serie de números diferente. A los pies de cada cama hay un aparato que imprime varias líneas de información cada pocos segundos.

La sala está amueblada con un armario, una mesita de noche al lado de cada cama, y varias estanterías que contienen libros de oraciones.

Vuestros compañeros, el sargento Grosvenor y otra de las hermanas hospitalarias se encuentran dentro de la sala. Por la forma de saludarla que ha utilizado la mujer que os acompaña, estáis completamente seguros de que se trata de alguien de mayor rango dentro de la orden.

- No tema, Hermana, aunque nuestras medidas de control puedan parecer insuficientes, tenemos instaladas máquinas que purifican el aire, de forma permanente y silenciosa, en todas las zonas del pabellón - responde la Hermana Curia a la pregunta formulada por Henna al mismo tiempo que la sargento Harden, el Padre Nemoris y otra hermana hospitalaria acceden a la habitación - Por lo que veo pertenece usted a nuestra orden - continúa diciendo la mujer, fijándose en los emblemas que hay sobre la armadura de la Hermana de batalla, mientras deja los papeles que estaba consultando sobre una de las mesitas de noche.

- Hermana Konig, si no nos necesita, nosotros nos marchamos - interrumpe Grosvenor al tiempo que abre la puerta de la habitación - Para cualquier cosa que deseen, me encontrarán en la sala común - os dice el sargento antes de abandonar la sala acompañado de la mujer que guiaba a Gael y al Padre Nemoris. 

- Supongo que se refiere al Adepto Parker - os dice Koning, después de que el sargento y la hermana hospitalaria hayan abandonado la sala, en respuesta a la petición de Lady Aleretta - Se encuentra en otra de las habitaciones del pabellón. Si lo desean, puedo llevarles hasta allí, aunque, sinceramente, me gustaría no tener que perder el tiempo en ello y poder seguir examinando a los pacientes. ¿Creen que podrían llegar hasta la habitación ustedes solos si les indico cómo ir? -

- Respecto a los números... - continúa diciendo la mujer al tiempo que comprueba uno de los sistemas de goteo - ... estamos trabajando en ello, aunque, lamentablemente, nuestros avances han sido poco alentadores. Si lo desean, pueden examinar todo el material del que disponemos. Está almacenado en la sala del personal médico. Quizá ustedes tengan más suerte y consigan descubrir alguna cosa -

"Los números, secuencias y acertijos nunca han sido lo mío", admite la comisaria encogiéndose de hombros. Es el tipo de tareas que normalmente dejaría en manos de alguien del Administratum que tuviera soltura con cogitadores y calculadoras, o incluso en las de alguien del Adeptus Mechanicus si pudiera contar con su ayuda. "Creo que seré de más utilidad con el Adepto Parker."

Aunque confía en las medidas de seguridad y en la protección del Emperador, Linn no puede evitar sentirse algo inquieta en esas circunstancias. Es evidente que las fuerzas oscuras tienen un plan en curso, y cuanto más tarden en descubrir los detalles, más ventaja tendrá el enemigo.

Gael llegó y observó la estancia. A pesar del estado de los pacientes se respiraba cierta paz en el lugar. Más de una vez se encontró en una situación similar pero por motivos totalmente diferentes, sin duda, no se podía comprar un balazo o una herida de espada con una doliente enfermedad, y menos si en este planeta parecía estar presente Nurgle con sus plagas. 

A la veterana se le removió algo en el interior al pensar en ello pero rapidamente se enfundó en la armadura del desprecio y retiró de su cabeza esas ideas. Se acercó a su grupo asintiendo con gravedad y se colocó cerca de la comisaria esta vez. Por lo que estaban diciendo, Gael pocas opciones tenía, así que prefería la conversación con el adepto parker salvo que le encomendaran la escolta de alguno de sus compañeros menos duchos en combate.

    Shalak'ir pudo comprender que aún existiese la inquietud entre los mortales que lo acompañaban pese a las explicaciones de la hermana con respecto a las barreras para evitar el contagio. Seguramente la eficiencia de las mismas estuviera probada, pero cómo de fiables serían cuando su enemigo era el mismo caos, el mismo tenía presentes las palabras que supuestamente el Emperador había pronunciado en algún momento cuando concibió a los astartes: "No les tocarán la plaga ni la enfermedad, ningún mal les afectará." y pese a ello los marines de plaga eran una realidad cada vez más presente en aquellos días.

    Alejando algunos de esos pensamientos recurriendo a algunas de las letanías que había memorizado del capellán de la compañía en el pasado cayó en la cuenta de lo poco útil que resultaría su conocimiento para el estudio de los datos que había propuesto examinar, por lo que en lugar de responder a ello se puso del lado de la comisaria regresando a su idea original de atender a los interrogatorios, quería oír lo que fuera que el adepto tuviera que contarles.

Dedico una cálida sonrisa a la Hermana Konig, pues aunque ella dedique su vida al cuidado de los enfermos, reconozco en ella el mismo celo en el Servicio; ambas tenemos una misma finalidad, aunque los caminos sean diferentes

-En efecto, Hermana; pertenecemos ambas a la misma Orden, aunque nuestra forma de Servir sea diferente. Revisar esa cantidad de datos parece una tarea sumamente pesada, pero desde novicias nos han enseñado a no desanimarnos ante las tareas más pesadas; la asumiré con gusto; no estoy especialmente bien dotada para el análisis de datos, pero veré si encuentro algún patrón que pueda darnos información. Veamos si, con la ayuda del Emperador, veo luz en esa maraña de secuencias.

... me dirijo al resto del equipo:

-Alguien tiene que intentarlo, así que me quedaré a intentar analizar los datos; si encuentro algo interesante, os buscaré para comunicároslo.