Partida Rol por web

 ¿Cómo te encuentras, compañero?

 - Ardiendo en deseos de salir de aquí.

  Y aquella frase le sale entre tos, un espumarajo y la sangre de encía al haber apretado tanto los dientes.

  El calvario de Jesucristo era una quincena en Punta Cana comparado con aquello. Ezequiel se siente como una bruja del medievo y poco margen le queda para cargos de conciencia, pero en el fondo sabe que ha juzgado mal a Antxón. Por eso acepta esa mano tendida.

- ¡¿Pero qué cojones...?!- dice una vez incorporado. Si no fuera por la crueldad de la situación, aquello de la espada hubiera tenido su gracia. Extiende el brazo que sujeta la antorcha y, desde una distancia más que prudencial, pone la vista en el delirante tesoro que acaban de descubrir. Un nuevo trozo de sus bermudas aviva la super cerilla.

- Rusty, vamos a necesitar más de éstas. Necesitamos ropa, tío. ¿Puedes moverte?.

 Moverse. Claro. Si Zeke tuviese a mano un espejo acabaría llorando a moco tendido, pero además sabría que Rusty se encuentra incluso peor que él. Pero no tiene un espejo, sino un jodido palillo que arde por su extremo. Insuficiente. Vuelve la cabeza hacia Antxón.

- Tienes razón, macho. De aquí no salimos si no vamos los tres a una. Échame una mano con esto.- y, entre lo que parece como el inicio de fiebres y un escozor inimaginable, Ezequiel recuerda esos videojuegos "survival" en los que el personajillo hace trabajos manuales con lo que se va encontrando. Fuego. Madera. Armas arrojadizas.

 Distracción.

Antxon mira la espada con ojos deseosos. El sentimiento de ver aquella cosa allí es mejor que estar en el desierto deshidratado y encontrar un vaso de agua, pero luego mira hacia arriba, y ve a la gigantesca planta custodiando la que podría ser su única vía de escape para salir de allí...

Alarga un poco la mano para intentar cogerla, pero aquella bestia del demonio lanza un bocado hacia el brazo de Antxon.

Por suerte, éste es tan rápido que la planta sólo desgarra un trozo del traje ignífugo, haciendo ver a Antxon que el traje no le va a salvar de aquél bosque maléfico, por lo que decide quitarse el traje.

-Sé que es ignífugo, pero si lo mantienes un rato largo en el fuego, acaba ardiendo como cualquier prenda, así que deja de desgarrarte la ropa y usa trozos del traje, Ezequiel.

-¿Estáis listos para cruzar? Voy a ver si puedo coger antes la espada...

Se agazapa para intentar pasar desapercibido a ojos de la planta, que en aquél momento y debido al calor del fuego le parecía más un dragón escupefuego que una planta.

Después de decirse a sí mismo que aquello no era más que un hierbajo (un poco más cabroncete que las ortigas de su huerto) vuelve en sí y alarga el brazo para intentar coger la espada...

- Esto es una tonteria chicos, jamás saldremos de aquí con vida...

Me levanto de lado sosteniéndome en las paredes hasta que alcanzo el hombro de Zeke.

- ¿Quieres ropa? -Me arranco un trozo de la pernera de los pantalones que arrastran consigo una larga tira de piel, dejando ver una grotesca imagen de mi pierna sangrando. - ¡Aquí tienes tu ropa!  Digo riéndome antes de echar a llorar.

Me siento de nuevo pues el dolor vuelve a ser insoportable...

- Y tu, sí tu Dartañan. ¿Que te crees que harás con esa espada?

 A lo mejor tiene razón. Igual lo más acertado sería reventarles la distracción a los psicópatas que disfrutasen con aquello, dejar de dar vueltas a la rueda del hamster, negarse a ser un bufón...y aceptar la muerte. Zeke piensa en ello y, por unos segundos, se queda mirando absorto la ropa ajada que le dá Rusty y el traje ignífugo que le ofrece Antxón.

- No puedo, Rus. - dice finalmente.- Y tú tampoco.

 El roce de la tela ignífuga contra su piel destrozada casi le hace perder el conocimiento. Aún así intenta ponerse el traje y, titubeante, camina hacia las llamas que salen de lo que fué el confesionario. Antxón parece necesitar apoyo de artillería.

- Aguanta.

Antxon pudo coger aquella espada de bordes afilados, y tanta era la rabia que lo primero que hizo fue aprovechar el despiste que tenía la planta para rebanarle el tallo con un golpe certero. 

-¿Pero qué cojones...?

Vio que del tallo salía no una especie de savia como lo normal hubiera sido. Sino una especie de sangre, ennegrecida, que hacía estremecerse sólo de pensar que puede que fuera algo más que una planta carnívora.

Se giró hacia los compañeros y los apresuró a adentrarse en el bosque, pues en ese momento creía ser Dios con la espada en mano.

No sabía cuántos tallos iba a poder rebanar antes de que otra planta le atacara por la espalda, pero con la adrenalina corriendo por sus venas, lo único que podía pensar era en salir ya de allí con sus compañeros para dejar atrás la pesadilla que estaban viviendo...

-¿Chicos, podéis?

Dijo ayudándoles a incorporarse.

-Yo tengo que blandir la espada, ¡ayudaos el uno al otro a caminar y seguidme!

 El tajo a la planta pilla a Ezequiel de espaldas al show, pero el zumbido de la hoja contra el aire y el crujido del tallo hacen que se vuelva. Y allí está el bueno de Antxón: grande, malencarado y robusto como el actor italiano que dá vida al personaje principal de "La espada salvaje de Krotar".

- Reviéntalas, tío.- le dice mientras el gigante euskaldún los ayuda a ponerse en marcha.- Reviéntalas como si fueses el puto Alston Hydro.

 Así es, tal cual. Alston Hydro era la empresa que estaba dejando pelado Belo Monte para levantar una hidroeléctrica en medio del Amazonas. Sí, esa misma contra la que Ezequiel había combatido ferozmente desde su voluntariado en la ONG Chief Raoni's friends. ¿Qué queda ahora del activo defensor de la vida vegetal?. A la mierda. Preservar los valores y principios se hace mejor con el culo bien a salvo.

- Vamos, Rusty. Es hora de echarle huevos.

 Ezequiel le ofrece a su malherido compañero una de las antorchas, reservando para él mismo la que queda. Como puede, trata de hacer descansar el brazo libre de Rusty sobre su hombro..., y es cuando fatiga y el dolor se multiplican. Le tiemblan las rodillas y puede sentir cómo la fiebre vá ganando terreno. Sin embargo está decidido:

- Voy detrás de Antxón. Y voy contigo o sin tí. Tú decides.

No puedo evitar soltar una carcajada, cuando lo estaba dando todo por perdido aquel vasco se puso a blandir la espada como si en el medievo nos encontrásemos, arrojando así algo de luz al final del tunel.

- No tengo ya nada que perder.

Me agarro del brazo de Ezequiel y me levanto con una mueca de dolor. Cuando logro quedarme en pié siento como se me va la cabeza y me tengo que apoyo en el hombro de Zeke para no caerme.

- Dame un segundo, ¿Quieres?

Me tomo un rato para asentarme. "Daría lo que fuera por un sorbo de agua". Finalmente agarro la antorcha que me ofrece Ezequiel y con la otra mano me agarro a él antes de ponernos a andar tras Antxon.

No podía dejar de pensar el lo cómico de la situación. Espadas, antorchas y plantas canívoras; mientras que al otro lado de las paredes había cámaras de alta definición, fibra óptica y otras pijadas.

- Si salimos de esta nos tendrán que dar un oscar.

Omaigod! Un crítico! No hace falta que tire el d100, me cargo a todas de un golpe! x'D

Rusty y Ezequiel no habían tenido mucha suerte con sus antorchas. Probablemente porque el fuego no terminaba de afectarles, puede que por su falta de energía a la hora de golpear o puede porque simplemente no habían tenido suerte. Sin embargo Antxon tenía aquella impresionante espada, bien afilada y bastante pesada a decir verdad, pero eso no había sido un problema para él gracias a su musculatura. Empezó a cortar plantas, incluso las que se dirigían a toda velocidad buscando atacar a sus otros dos compañeros. Parecía un héroe en mitad de aquel bosque de plantas carnívoras que buscaban saciar su hambre.
Poco a poco fueron atravesándolo, dejando atrás el rastro de una victoria. Cuando llegaron al otro lado del bosque se dieron cuenta de que éste era mucho más extenso de lo que parecía en un principio, pues aparecieron en el jardín exterior, frente a la puerta de acceso al jacuzzi.
Cuando se giraron y quisieron darse cuenta, el bosque de plantas había desaparecido al igual que el fuego del confesionario. No había ni rastro de las pruebas físicas que habían superado, como si todo hubiera sido una pesadilla, como si hubiera sido fruto de su propia imaginación. Estaban vivos y eso era lo que importaba, pero era difícil de entender cómo un bosque podía aparecer de repente y desaparecer con la misma rapidez.

-¡Hijas de puta! ¡Os voy a hacer polvo como a las anteriores!

Dijo Antxon emocionado por el subidón de adrenalina que tenía encima. Reparó en que las plantas habían desaparecido, y el fuego, pero lejos de preguntarse por qué ni qué coño estaba pasando, lo único que quería era salir de esa puta casa y prenderle fuego con las antorchas de sus compañeros.

-¡Aguantad un poco más, que saldremos de un momento a otro!

Se dispone a abalanzarse sobre el siguiente bosque de plantas carnívoras, que ahora le parecían simples ortigas de corral, espada en mano y con los ojos inyectados en sangre de la rabia que tenía encima.

-¡GRRRRAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!