Partida Rol por web

Un hombre con ojos oscuros, barba blanca y claro porte musulmán te espera. Bienvenido señor Chacellor. Dice con acento de su lugar de origen. Es un gusto volverlo a ver. Dice, y eso te extraña, pues en tu vida lo habías visto. El empleado te hace un signo de que te sientes en uno de los grandes almohadones.

Adam siguió al empleado del lugar con su típico semblante serio. Pocas veces sonreía, y generalmente era cuando corría la sangre. Sentía el arma en la parte trasera de su cintura, y se sentía seguro. Si presentía una amenaza, podía desenfundar y asesinar tres pobres ignorantes antes de que tuvieran oportunidad de pensar en lo que sucedía.

Se paró en seco cuando escuchó su nombre en boca del musulmán. Jamás daba su nombre, y un pavor que no hab ía sentido hace meses le recorrió la espina. ¿Qué hice mal? ¿Qué fue lo que...? No importa. Este pobre bastardo no vivirá para contarlo. Continuó hasta el almohadón que le señalaban y tomó asiento, lo que le dificultaba el acceso a su arma. Sin embargo, dudaba que aquel mequetrefe estuviera a la par de su velocidad, por lo que creía tener una oportunidad.

-¿Cómo a oído de mi, señor Samiro?- inquirió, fulminándolo con la mirada.

Por favor siéntate bienvenido a mi morada, dice restándole importancia, no tendrás que utilizar tu arma con migo, no soy tan mequetefe como piensas.

Te sorprende, parece como si te estuviera leyendo los pensamientos.

Y más porqué básicamente desde  hace tres años trabajas para mi... pero claro, eso te lo estoy diciendo ahora. Sonríe, y sientes miedo. La persona que ha coordinado tus clientes he sido yo, y entre otras, estoy feliz con tu trabajo... absolutamente brillante.

Adam continuó mirándolo con dureza, pero en su mente florecían toda clase de pensamientos para darle una explicación lógica a la suerte que tuvo el musulmán para adivinar sobre sus pensamientos. No me gustan estos trucos psicológicos, subestiman mi inteligencia. Claramente esperaba que pensara una cosa así si se supone que no existo, y seguramente habrá leído "mequetrefe" en algunos de mis relatos, pensó, preguntándose si escribía esa palabra a menudo. No, no lo hago...

-Así que el único cliente que tuve en los últimos tres años ha sido usted. Obviamente quiere ver muerta a mucha gente. Más de lo normal- afirmó el sicario, siguiendole el juego a Samiro. -Bien, basta de juegos. ¿Por qué aparecer ahora? ¿Por qué hacerlo siquiera? ¿Qué es lo que quiere de mí? ¿Atar los cabos sueltos?- inquirió, desafiante.

Bueno Adam, sonríe mientras se lleva una copa  a la boca y bebe, estos tres años te he estado probando como es costumbre claro, y ahora creo que es tiempo de recompensarte con un don que te hará aun mejor asesino, y seguramente, disfrutaras...

Cuando comencé con tigo, te mandaba casos fáciles, personas no muy dicientes,  como por ejemplo la señora Walter, sonríe, fue un movimiento brillante ese. Te sorprendes, evidentemente ella fue una de tus primeras victimas... ¿Cómo sabe todo aquello?, pero luego, bueno, te mande complejos y en todos acertaste.

Te mira como si supiera todo lo que piensas.

Ese disparo al pastor fue de los mejores que he visto. Se rie.

En realidad creo que si aceptas el trato te beneficiaras enormemente, Tendrás tantos clientes, que esa ansia que tiene tu corazón  se cubrirá, y adicionalmente tendrás poder, ganaras dinero y renombre... en otras palabras serás bendecido.

Creo que te interesará...

Adam atendió a las palabras del musulmán sin disimular su interés, pero siempre manteniendo su semblante frío e indiferente, dejando ver que aquel episodio no tendría trascendencia en su vida. Que podía deshacerse de ese recuerdo con el simple hecho de desearlo, y luego volver a su vida normalmente.

Si me quisiera muerto, no tendríamos esta conversación. Así que es algo más. ¿Está intentando reclutarme?

El sicario asintió un momento, analizando las palabras que salían de Samiro con escepticismo, como si fuera simplemente el oyente de un elaborado relato, sin relación alguna con el protagonista. Cuando el hombre terminó de hablar, Adam aguardó, a la espera de más engatusadoras oraciones. Se sorprendió al ver que aquel tipo esperaba su aprobación para seguir hablando, aunque probablemente sólo por cuestión de cortesía.

-Estoy escuchando- le instó Adam. -¿Cuales son los términos de este trato?- inquirió, súbitamente más interesado en el asunto.

Señor Adam. Añade con acento árabe. Usted es excelente en lo que hace,¿ no le gustaría ser mejor?. El hombre sonríe. Nosotros, dice con cierto orgullo, nos especializamos en ser los mejores asesinos a sueldo, somos rápidos, eficaces, silenciosos y... efectivos, y lo somos porque tenemos secretos que usted no es capaz de imaginarse, pero...te mira dudoso... no se si usted estará preparado...

Hay dos preguntas que se debe contestar: ¿Quiere seguir sintiendo “esa” emoción que lo hace sentir vivo sin envejecer? , o, tal vez en realidad, ¿usted  es uno de esos asesinos que  internamente  desea  ser atrapado para permanecer el resto de su vida encerrados?

Espero que la segunda opción no sea la correcta. Te mira fijamente a los ojos. ¿O sí?...

Si acepta le enseñare mis secretos, lo entrenare, y le pagare,   en cambio, usted seguira trabajando para mi por 7 años.

¿Qué sabe este sobre lo que siento?

El sicario analizaba el discurso de Samiro con incredulidad. Naturalmente, se preguntaba de que secretos podía estar hablando ese hombre, pero se mantuvo cauteloso, sin mostrar interés, ni tampoco desinterés. Su expresión comunicaba que oía con frialdad analítica. Se acomodó en el mullido sillón, sentándose en la punta y cruzando las manos frente a él, apoyando sus brazos en las piernas. No le quitó la vista de los ojos a su interlocutor, seguro de que podía leer sus mentiras. Sin embargo, no percibió nada.

Adam descartó el discurso del árabe. Todas esas palabras no tenían significado para él, más que las de un hombre que vendía alguna clase de producto. Se concentró en la propuesta. No necesito ningún entrenamiento. Pero si obtengo lo que me ofrece, mi vida sería la misma.

-Muy bien- contestó brevemente. -Aceptaré sus secretos, y su contrato. ¿Por dónde empezamos?- inquirió, fingiendo ansiedad, pero dándole pie a que le de instrucciones.

El hombre se levanta del gran almohadón y te sonríe. Sígueme. Y camina unos pasos hacia una puerta. Tú te levantas y caminas hacia el lugar, y justo cuando estas a unos dos metros del hombre este desaparece  como si fuera un fantasma y lo próximo que sientes es que te aferra con sus colmillos en su cuello. No sabes cómo llego tan rápido hacia donde tu estabas.

Comienzas a sentir un placer inmenso mientras te muerde, es como cientos de orgasmos juntos. Comienzas a sentir poco a poco que se te va la vida, recuerdas a las pocas personas que amaste mientras estuviste vivo, imágenes de tu vida pasan por tu mente como si estuvieran proyectando una película

 Y en ese momento el hombre se corta la muñeca y de ella sale un chorro de sangre. Lo único que piensas en ese momento es en beber de esa sangre, no importa que tan asqueroso sea, no importa nada, debes tomar, lo necesitas.

Adam asintió, levantándose por fin de aquel incómodo asiento. No entendía como lo soportaban allí, pero tampoco pretendía hacerlo. Caminó detrás del hombre unos pasos, pero ya no estaba allí. Estaba a su lado, en una fracción de segundo. El sicario tampoco pudo darse cuenta de eso, porque antes de que sus instintos le llevaran a mover su mano hacia la cintura, Samiro se encontraba mordiéndole el cuello con fervor. Lanzó un pequeño gemido de dolor, pero fue sólo un reflejo. Todo lo que sentía era placer. El mejor placer que había sentido en toda su miserable e insignificante vida. Mejor incluso que matar. Pero también se iba sintiendo el cansancio.

Así que esto es morir

Creyó que soñaba. Su vida le inundó la mente como una proyección que avanzaba a velocidades exorbitantes, imposibles de percibir por el ojo humano. Pero era su mente que lo percibía, y se sentía irreal, algo que nunca había sentido antes. Desgraciadamente, el árabe se separó de él, y Adam quería pedirle que siguiera. Para mayor sorpresa, Samiro se cortó las venas sin inmutarse, dejando que el suelo se manchara con un gran charco de sangre. Fue allí cuando la sed arribó. Se le hizo agua la boca al pensar en su boca inundada de plasma, bebiéndola como si fuera agua sin importar lo morboso y asqueroso de su deseo. Sus impulsos no se hicieron esperar. En el fondo, Adam era una criatura salvaje, y como una se comportó. Comenzó a arrastrarse hasta quedar debajo de la muñeca chorreante de Samiro, abriendo la boca todo lo que podía mientras gemía en un pedido patético y desagradable de sangre.

Cuando pruebas la sangre, te das cuenta de su maravilloso sabor, nunca pensaste que fuera tan especial. Es todo tan extraño. Tus ojos se encuentran con los ojos del hombre tras beber, él se relame  la herida y esta se cierra inmediatamente. En ese momento sientes un dolor abdominal terrible y caes al suelo.

****

Despiertas en  un cuarto con decoración de  las mil y una noches.  Estas recostado en una cama muy cómoda, y  vistes ropas del oriente medio. Una túnica base blanca, sin zapatos y un pequeño sombrero de tela.

Una mujer con ojos hermosos, pero con la cara tapada, entra a la habitación te toma de la mano y te lleva como si fueras un niño a la habitación de al lado.

Donde encuentras a tu sire sentado como un rey mirándote, y varias personas observándote con una sonrisa. Sabes que estás en alguna especie de ritual.

La mujer te invita a sentarte en una silla hermosa, especial, y sale de la habitación. Y entonces es como un hombre moreno vestido con un traje especial comienza a recitar una lejanía en un idioma desconocido para ti. El hombre te toca la cabeza y  te da una especie de bendición.

Bienvenido al Alamut mi querido Fidais, hoy comienza tu entrenamiento en los caminos de Khayyin, y asi encontrar la iluminación alcanzada por Haqim el primer asesino de asesinos.

Espero que en estos 7 años te pueda llamar Rafiq o hermano, y así poco a poco ayudarte a alcanzar la iluminación.

Sé que mis palabras son como un lenguaje extraño para ti, desde hoy y durante 7 años aprenderás tu significado, hoy has pasado de ser un ser mortal a un ser bendecido y superior. Eres un vampiro, un ser que se alimenta de sangre, y esa sangre será la que te lleve a Khayyin, y desde hoy cumpliré la promesa de entrenarte.

La sangre le inundó la garganta, y el sumo placer le cegó los sentidos cada vez más. Pronto, le había sumido en un profundo letargo. Despertó con tranquilidad, ávido por sentir aquellas sensaciones una vez más. Jamás hubiera creído que podría haber algo que le gustara más que matar. Pero tenía el presentimiento de que todo aquello era alguna clase de iniciación. Sus sospechas crecieron cuando comenzó a escrutar la habitación en la que dormía, y al ver la decoración y sus ropas no pudo más que alarmarse. Giró la cabeza súbi tamente cuando una mujer de hermosura tapada por un velo entró el el cuarto y le tomó de la mano. Supo que debía seguirla.

Samiro estaba allí a donde lo llevaron, sentado como un rey en su trono junto a su séquito. Adam sentía la urgencia de preguntarle, con respeto, que era todo aquello, pero no se atrevió a hablar. La seriedad del asunto le hizo callar. Le sentaron en un cómodo asiento, aunque menos lujoso que el de su sire, donde fue tratado por otro hombre. Oyó sus palabras como si aquel tipo estuviese loco, pero no podía evitar presentir que había algo de realidad en sus versos. Al final, la explicación le cayó como una bomba, pero bien recibida. ¿Un... vampiro?, pensó, mirando a todos los presentes, como pidiendo una explicación. Recordó como Samiro le había hecho beber de su sangre, y de repente, un ligero escozor se hizo notar en su garganta. Así de la nada se sentía sediento.

Antes siquiera de que pudiera preguntarle a su sire por todo lo acontecido, una fiesta se desató a su alrededor. Sin embargo, abrumado por las dudas, no pudo evitar acercarse al hombre del trono para despejar su atribulada mente.

¿Que ocurre Adam? sonrie el hombre quien llama un criado quien te pasa una copa. El olor a sangre lo notas de inmediato, esta en la misma. Veo que tienes preguntas, pero creo que estas tendrán que esperar.... hay ciertos rituales que deben terminar.

Bebes de la copa, y una hora despues la reunión se ha terminado. Tu sire, se levanta y va hacia una sala donde te invita a seguir.

Y bien, que tienes que decirme?.

Adam se tomó esa interrupción a su interrogatorio bastante mal. Bullía de furia por dentro, pero su semblante no tenía ni una arruga. Todo aquello demandaba una explicación, y el tipo aquel se lo tomaba todo a la ligera. Me lancé para beber su sangre que chorreaba a borbotones de su muñeca, y sin embargo aquí está, bronceado como si recién saliera de la jodida meca; y ahora me dan de beber más sangre. Realmente creen que son vampiros...

La mente del sicario daba vueltas, sin poder asirse de nada firme que lo sostuviese. Por un lado, negaba todo aquello que le mostraban, cerrando los ojos y queriendo pasar de largo sin enterarse de nada, buscando alguna explicación, olvidando, ¡lo que fuera con tal de no sucumbir y entender! Pero la verdad  iba encontrando su camino en algún lugar recóndito, rodeado de un velo que intentaba correr para así observar el mundo como es. Esa parte quería creer en todo aquello, pero estaba lejos de hacerlo.

Sin importar las dudas que tuviera, Adam no podía faltarle el respeto a ese hombre. Su presencia tenía un aire de superioridad, como si de verdad fuese alguien más poderoso e importante que él. Ese era un sentimiento que no se explicaba, pero por otro lado, estaba rodeado de sus súbditos, y podían hacer con él lo que quisiesen. Por ello, aguardó al final de la ceremonia para exponer sus preguntas.

-¿De qué se trata todo esto?- inquirió cuando al fin, Samiro se dignó de prestarle atención. -Quiero saber lo que pasó... ayer o... el día de la reunión- dijo Adam, dándose cu enta de que no tenía idea de la fecha. -¿De verdad pretendes que crea que soy un... vampiro?-

¿No crees que eres un vampiro?, se levanta, va a una mesa y te lanza una manzana la cual tomas agilmente en el aire. Cometela.

Ágil y casi instintivamente, Adam atrapó la manzana en el aire sin prestarle demasiada atención. No dejó de mirar a Samiro por un segundo, con una expresión cada vez más escéptica, pero a la vez cargada de curiosidad. A continuación, miró la manzana, dubitativo, esperando lo peor de parte de su anfitrión.

Joder, es una manzana. Si te quisieran muerto no estarías hablando con él...

Lentamente, sin decidirse demasiado aún, el sicario le dio un gran mordisco a la fruta y tragó.

Tragas la manzana y en ese momento sientes un dolor de estomago HORRIBLE, casi de manera refleja tienes que vomitar el alimento mientras tu estomago sigue doliendo.

Lamento darle una prueba fehaciente de tu condición. Murmura Solo puedes tomar sangre, y solo eso. Señala una copa con la misma al lado tuyo. Eres un vampiro un ser de la noche, alguien que necesita beber para  satisfacer sus ansias, esta es sangre de un humano, la sangre de vampiro es mucho mejor, pero... tenemos una maldición al respecto.

Algunos logran mantener la comida humana por mas tiempo en el estomago y asi engañar a los humanos (*), pero...  es una estupidez.

Mientras estes aca, tendrás acceso a dos criados, y podrás alimentarte de ellos, sin matarlos... es difícil encontrar buenos criados, luego te enseñare a cazar... ¿entendido?

Tan rápido como el trozo de manzana tocó su estómago, alguna vez delicioso y fortalecedor, fue como si ahora le pudriera por dentro. Inmediatamente se dobló hacia adelante, sin poder evitar vomitar el alimento, junto a cualquier otro que hubiera ingerido antes. Escupió un par de veces, tratando de eliminar rastros de la ácida y desagradable sustancia, que había dejado una inconveniente -para Samiro- mancha en el suelo bien cuidado del lugar.

-Uf. Ohhh... Lo... lo lamento- se disculpó el sicario, mientras se incorporaba y miraba al hombre a los ojos. La amabilidad no era la cualidad que lo caracterizaba, pero el árabe aún exudaba un aura de autoridad que demandaba respeto y cortesía.

Adam se limpió la boca con la manga de su atuendo, para luego mirar la copa  llena de sangre que Samiro le señalaba. Lo más probable es que la manzana estuviera envenenada, pero algo le decía que tenía que averiguarlo. Tomó la copa y acercó su nariz. Sangre. Su mente se disparó, reconociendo el aroma instantáneamente. Había perdido casi toda duda de su condición ya, al notar como ese olor hacía que su boca se mojara con saliva y que una sensación agradable le aplacaba la resequedad en su garganta. Dio un largo trago, y pudo descubrir que aquello era casi tan placentero como el Abrazo. El líquido carmesí eliminó todo rastro de hambre y sed que pudiera existir en el hombre, y no pudo más que rendirse.

-Entendido-

 Recuerda Adam, desde hoy y para siempre seras un asesino bendecido por Khayyin (Cain) para llegar a él

Pasas esa noche en el Alamut, te sientes extraño, pero por otra parte complacido. En realidad aunque eres un hombre ateo, observas que las creencias de estas personas giran en torno a la muerte y eso es lo que te gusta.

Te asignan un cuarto muy cómodo y justo cuando cae la noche y el sol sale por el horizonte tu estas completamente dormido.

Despiertas.

Escuchas una voz: tu entrenamiento ha comenzado.