Partida Rol por web

Mientras aun arde la hoguera y los presentes comienzan a ser dispersados por la soldadesca te percatas que en el improvisado palco de madera se encuentra, en uno de sus extremos junto al Padre Angel, el buen Doctor Antonio, flanqueado tambien por otro hombre de aspecto fiero que desconoces...

Os seguire donde quiera que vayais Gabrielle. Nada me queda que perder mas que mi vida y vos valeis mucho mas. digo mientras toco el arma que conseguimos.
¿Que pretendeis haceR?

- Adiós pues padre Ángel.- No tengo intención de volver a verle ni siquiera en la otra vida, pues si Dios es realmente justo no compartiremos estancia en su mismo Reino.

Tras la sucinta despedida al párroco, me vuelvo a hablar con el mozo a mi vera - Hernán, sigo débil por las heridas, y aunque puedo andar no fiaría por completo de no caer desfallecido y sin fuerzas a plomo en el suelo si mi voluntad fallase. ¿Podría vuesa merced acompañarme a la antigua casa donde residí? Os guiaré por el camino, venid.- Comienzo a andar atravesando la muchedumbre con andar pesado cuando el muchacho decida si me acompaña.

He procurado no perder de vista a Armand. Si la fortuna ha estado conmigo no le habré perdido entre el gentío, y ahora libre de un posible escrutinio por parte del padre Ángel, puedo avisar a Armand tras confundirnos con la turba. Sin embargo, hemos de perdernos de vista antes y estar alerta, pues no debe seguirnos nadie. - Pues mal estaría que reavivasen estos rescoldos porque mandaron seguirnos y nos hallaron nuevamente en compañía de "herejes".

Asintió a las palabras del padre Ángel.

Así sea, padre, lo cierto es que no sería buen augurio volverme a encontrar con vos - pensó mientras hacía una profunda reverencia al padre.

- Una vez más padre, agradecerle su clemencia. Si ha de ser así, así será, no volverá a saber de mi siquiera en escritos del santo oficio. Quizá siga vivo después de esta mas a su vista seré muerto - dijo recuperando la postura tras la reverencia.

Volvió la mirada a Don Antonio y asintió.

- Téngalo seguro vuestra merced. Vos diréis donde hay que ir - dijo.

Tras pocos pasos volvió la mirada al padre Ángel.

- Que Dios le bendiga a vos también padre. Adios para siempre.

Y continuó los pasos junto al buen galeno.

Las palabras de Armand te distraen al igual que todo el alboroto perdiendo de vista a la sombra que te intranquilizaba. Para cuando vuelves a mirar al palco te das cuenta de que Antonio y los demas han desaparecido entre la gente y los soldados dando por finalizada el evento.

Salis del palco con escasa despedida y con mas miedo a represarias que otra cosa e incluso la vista ausente del padre Angel y su gelida sonrisa os hace desconfiar.

Entre toda la gente y soldadesca lograis escabulliros sin llamar la atencion en demasia pero Antonio parece pendiente de otra cosa y su gesto se ilumina al reconocer un rostro lejano moviendose hacie el con avida rapidez.

Logras volver a ver la cara de Armand entre la gente, alejado pero moviendose aunque parece que esta acompañado de alguien mas... es dificil saberlo dado la cantidad de gente que regresa a sus quehaceres diarios... Sigues dirigiendote hacia el con facilidad hasta que a escasos metros le encaras sorprendiendote al ver que a su lado se encuentra Gabrielle, ambos con hierro al cinto y discutiendo un tanto aforados.

Os moveis atravesando la gente y regateando a unos y a otros mientras te das cuenta que el medico ha localizado a alguien conocido y pretende llegar hasta el pero tomando un camino nada comun... quiza por vuestra propia seguridad...

...Tu mismo ya te encuentras en ello tambien puesto que te has fijado como los soldados os han olvidado pero de entre los presentes bien podrian ocultarse navajas o dagas que buscasen acallar vuestras bocas de posibles perjuras contra la iglesia.

Cuando estais llegando a vuestro objetivo te percatas de que entre la gente hay un hombre que os sige con asecto de matarife que trata de disimular cuando miras hacia el... esta claro, os sigue... pero... estara el solo?

- ¡Pardiez, las ascuas deberían haberse apagado ya tras tanta quema! Enfríen los ánimos vuesas mercedes y hagan favor de reunirse conmigo en casa de don Léjaro con discreción. Si algún guardia les encuentra dudo que halla problemas en prolongar el espectáculo dado con el cuerpo de mi maestro añadiendo más fervorosa diversión para el vulgo.- Tales son las palabras que dirijo con severidad al soldado y a la pícara tras acercarme a ellos, pero sin dirigirme a sus personas directamente. - Me alegra saberles indemnes, pero como continuen así no durará esa dicha demasiado tiempo. Les espero allí, sean discretos y diligentes, no deseo despedirme de Toledo con la cabeza gacha y carrera prieta.- les digo según paso por su lado.

El encuentro ha de ser forzasamente corto en este lugar, tan cerca de quien tan pronto nos condena como nos absuelve. Hago gesto con la cabeza a Hernán de seguirme mientras dejamos atrás a la pareja, tomando camino por última vez hasta la casa donde he pasado los recientes años.

De entre la multitud aparecio por un momento Antonio que, tras dedicaros unas cortas palabras, se vuelve a escabullir entre la gente seguido de otro hidalgo de aspecto mas fiero y cuyos pasos se apresuran tras de si.

¿Que opinais Gabrielle? Creo que deberiamos ir con él... le digo mientras le sujeto una mano.
Necesitamos un descanso

  Miró adelante y atrás intentando asegurarse que el matarife no se encontraba tras ella, y cuando se hubo cerciorado de que se había disuelto con la multitud se dirigió de nuevo a Armand.

- Que más nos queda mi buen Armand? - Era una pregunta que no esperaba respuesta - Vayamos pues, pero sigamos otra ruta, ese Padre Angel me da escalofrios.

Gabrielle comenzó a andar dejando atras el palco. Hasta ella llegaban el holor de humo y cenizas de los restos de don Léjaro mezclados con el del sudor del pueblo llano.

¿Recordais donde se encontraba la casa? Con la huida apenas pude fijarme... espero que tengais mejor memoria que yo digo siguiendola.
Algun dia encontraremos venganza querida, algun dia...

Hernán no hacía más que volver la vista atrás. Casi ni vió a la pareja que estuvo hablando con D. Antonio. Algo estaba atrayendo su atención.

Si vista se alternaba entre sus espaldas y la calles que caminaban y sus venideras. Aligeró el paso

- Don Antonio - comenzó a susurrar al oido del médico - ¿cómo anda de lejos su casa?

Hernán empujó levemente al galeno, sabía que no podía ir mucho más rápido pero ahora lo necesitaban. Algo en la cabeza de Hernán le decía que estas calles no eran todo lo seguras que el médico creían.

- No estamos solos... no se si me entiende vuestra merced. Será mejor que salgamos a calles más abiertas y mantengamos los ojos bien abiertos. ¿Sabeis usar la blanca?

El muchacho no estaba nervioso pero sabía que la situación era complicada, el galeno no estaba en condiciones de liarse a mojadas, quizá si en otro momento pero ahora era distinto, incluso él mismo todavía tenía recuerdos de la última vez que uso la ropera.

- Si hay que desnudar los aceros así será, pero mejor apretemos el paso. Tampoco a mí se me antojan seguras las calles. Pero prefiero con mucho acabar ensartado en liza de hierros a ser incinerado en la hoguera mientras deshonran mi persona con palabras.- Echo un vistazo alrededor para averiguar qué preocupa al muchacho, pero a pesar de las heridas nuevamente toca forzar el paso e ir raudos a lugar más seguro. Es dificil ver llegar una cuchillada en mitad de un gentío.

- Seguidme apriesa, y seguid con la atención presta. Por aquí.

Avanzais con rapidez pasando entre la gente que se dispersa por las angostas calles adoquinadas y llegais hasta la ancha calle de Santa Isabel con tan solo una decena de ellos charlando y volviendo a su labor pero sin rastro de la pareja de "amigos" de Antonio. Tras de vuestros pasos dos hombres continuan su camino con la cabeza gacha y disimulos mas bien escasos con hierro mas que de sobra para poner una pica en flandes.

Bordeais convento, palacio e iglesia y os encaminais nuevamente a la casa de Don Lejaro pero tras la caminata perdeis tras vuestro a los que os perseguian quedando tan solo mendigos, señoras y aguadores, soldados, hidalgos y siervos para dar buena cuenta de vuestro paso por ellas hasta que, finalmente, llegais a la puerta del patio de la antigua morada del reputado doctor.

Antes de que podais tocar la puerta y comprobar si se encuentra abierta escuchais pasos y reencontrais a Gabrielle y Armand que llegan desde San Lorenzo apresurados y con aspecto preocupados.

Al menos nadie hay por los alrededores para veros... al menos a la vista...

Cogeis pues la calle del CArdenal Cisneros y continuais entre la gente poniendo cuidado de no rezagaros y de que las miradas de soldadesca y rufianes no puedan delataros pues tal y como han fgurado vuestras familias en la hoguera inquisitorial no faltaria aquel que quisiere ganarse el cielo por vuestra sangre.

Con celeridad dejais atras el gentio hasta que llegais a la de San Lorenzo y la tomais desierta para llegar a la casa de Don Lejaro, el galeno y mentor de Antonio.

Cuando desembocais por ella, casi seguros de que nadie os ha seguido, veis a Antonio y su acompañante a la puerta del patio de esta que se vuelven preocupados pero aliviados de veros...

¡¡Mi buen Doctor!! Que alegria volver a veros con vida, ¿que paso? ¿Como sobrevivisteis? ¿Y quien es su compañero? ¿otro castigado como nosotros por el destino? digo mientras abrazo a Antonio y tiendo la mano al nuevo compañero.

- En verdad que me alegro de verles a ambos con vida- digo devolviendo el abrazo al soldado y echando una ojeada a la mozuela para ver si salió mejor parada que los demás de la escabechina de anoche- mas me gustaría que cualquiera de los relatos a contar lo hicieramos dentro. Aún tenemos de qué preocuparnos, y me pregunto si no será así mientras barruntemos por Toledo.

No creo que tras matar a su señor mi apreciado Montero guarde el mismo hacia nuestras personas, así pues mejor entraremos por donde quedase abierto o alguna ventana rota. Si estuviera en condiciones treparía por la balconada hasta mi cuarto como solía, y abriría desde dentro. Habremos de buscar otra manera.