Partida Rol por web

Amber observa el plano junto a sus compañeros y les escucha hablar para asentir y decir:

Pues vámonos ya... Cuanto antes salgamos antes llegaremos

    Tomé aire profundamente.

    Toda mi vida la amenaza de los Espectros Cósmicos había sido nada más que una sombra, una sombra bajo la que mi familia supo brillar.

    Y ahora estaba aqui. Todavia no habia podido posar mis ojos en las bestias orgánicas y ya podia palpar su realidad.

   Exhalé largamente y luego miré al oficial a los ojos.

    -Cuente conmigo, no importa cuán disparatado suene el plan, estoy adentro.

   Miré mi compañero, buscando la misma resolución con la que yo me habia expresado, sabiendo que en él sucedia lo mismo que en mí. Una amenaza hacia la humanidad me tocaba una fibra sensible que me hacia ponerme en guardia. No era una amenaza directamente hacia mi, era una amenaza para TODOS.

    -¿Con qué recursos contamos abordo de la nave para hacer frente a estas bestias?- pregunté.

-Bueno, mientras mas rapido salgamos de aqui mejor- respondo ante la sugerencia de Michael. Ademas, el tipo de mi espalda no era un peso pluma que digamos -Supongo que como dice ella, sera mejor que empezemos. Ya quiero descansar de todo esto- ni bien habiamos llegado y todo se habia ido al garete, menuda suerte es la que nos ha tocado, pero supongo que puede ser peor, la muerte aun no nos llega....asi que no podia quejarme por ahora. 

Siempre había querido enfrentar a un espectro cósmico, literalmente uno de los motivos por los que acepté unirme a este cuerpo fue combatir contra ellos y defender a la humanidad. Ahora, mucho antes de lo que esperaba y de una forma algo complicada se me presentaba la oportunidad. 

- También conmigo. Me sumé a Arcus, de quien me agradaba tener el apoyo pues sabía que al igual que yo debía ser especial para estar aquí. 

Sabía que nuestra mejor esperanza para enfrentarlos era contar con los gigantescos spectres y aunque no creeía que tuvieramos un par a bordo no perdía nada con preguntar, pero Arcus se me adelantó y su pregunta ya se prestaba para conocer que teníamos a nuestra disposición para hacerle frente. 

- Si sabemos por donde va a salir tenemos una ventaja que hay que aprovechar. Dije como pensando en voz alta mientras esperaba la respuesta del oficial. 

El líder, de manera empática y comprensiva, les cedió una mirada indulgente, no sin dar a entender, además de su discurso anterior y la torrente de sudor que liberaba su frente, que ésto no sería una tarea fácil de digerir. Abrió un discreto panel sobre la superficie de su escritorio, de donde surgió un teclado discreto que parecía haber surgido por arte de magia, enrealidad un proceso de deslizamiento rápido e imperceptible para el ojo humano. Tecleó algunas cosas difusas que se ilustraron sobre la pantalla holográfica, varios documentos y lecturas gráficas complejas, planos de la nave y en especial, una vista en tiempo real de la bodega del Tauro. 

-Me alegra que entren tan positivos-Comentó el líder esbozando un intento de sonrisa burda, mecánica y minúscula, reflejando un aspecto apático de la vida del hombre, parecía no haber sonreído hacía ya varios años-Esto que ven aquí, respondiendo a tu pregunta-Comentó observando directamente a Arcus, señalando con el índice la pantalla-es la bodega de transporte del Tauro, trae a cargo un reciente modelo de Spectre perteneciente a una nueva generación, más actualizada que los anteriores Cosecha. Los traíamos en base a ustedes, según un estudio psicológico y fisiológico que se adaptara a sus aptitudes, sin embargo, era pensado entregárselos luego del programa de entrenamiento dentro de Antlia.

En la pantalla se observaban la enorme bodega cuyo espacio estaba casi que exclusivamente ocupado por dos figuras ocultas bajo un cobertor de tela gris azulado, con el logotipo de Sychlon y demás banderas tejidas sobre él. Describían formas mecánicas, de intimidantes proporciones, eran los 2 Spectre's. Poco más se podía apreciar, además de una forma que los hacía parecer encogidos, compactados para que cupieran dentro de la nave. 

-Estos dos modelos estaban pensados para ser activados dentro de Antlia, ya que tienen que pasar por otro proceso de activación más complejo, y aquí viene el problema...-Se interrumpió, y su nerviosismo esporádico resurgió-El Tauro no carga con la maquinaria necesaria para activar los Spectre, así como la adaptación de equipo que sobreviva a la presión del espacio, vital para la misión que tenemos encima.

El problema comenzaba a complicarse con cada palabra del líder. La idea de pilotar el Spectre sonaba distante, enrevesada por el hecho de los requerimientos, y así lo sentía el dirigente, sin embargo, su tez no parecía ceder ante las complicaciones. Retomó la charla, hilando un plan de emergencia que se volvería la única esperanza de llegar a Antlia sanos y salvos. 

-Hay otra nave en órbita con Antlia que fue diseñada como centro de mantenimiento exterior para, precisamente, lo que necesitamos ahora mismo. Cuenta con el equipo de activación y adaptación de los Spectre, no obstante, su estado aún se encuentra en fases finales de diseño, es bastante teórica parte de su estructura si les he de ser sincero, pero es nuestra única opción ahora mismo-Comentaba con su tosca voz mecanizada tanto como sus gestos, que tendían a petrificarse en su burdo intento de ocultar su preocupación-He de comunicar al superior al mando del Tauro, el Capitán de rumbo, que altere la trayectoria y nos dirija hasta allí, y con base a nuestras famélicas teorías, ejecutar la defensa. 

Liberó una pizca de su estrés con pequeños y sutiles estiramientos. Viéndoles como quien siembra una esperanza de ideal sobre sus soldados, aclaró el gesto y suscitó:

-El plan de ejecución es complicado, y me alivia ligeramente saber que contamos con algunas armas especializadas para la contención de Espectros, aunque son endebles a comparación de la amenaza que profetizamos.  Según cálculos teóricos, la amenaza no tardará demasiado en materializarse sobre el espacio, traten de preparar su mente lo mejor posible para lo que viene, y recuerden que estoy aquí para tratar de resolver sus dilemas internos, que asumo serán varios. 

Algo dentro de mi esperaba contar con los Spectres para defendernos y aunque había pensado que era improbable el oficial acababa de confirmar mis sospechas, dos de esas dos enormes máquinas de batalla estaban abordo. La sensación de vacío, esa que aparece cuando estás en una montaña rusa llenó mi estómago, pero no me molestaba, me hacía sentir vivo. 

Había un ligero, bueno un gran problema para que pudiéramos usar los spectres, debíamos activarlo y lo necesario para eso no estaba en la nave sino en otra y aunque llegaramos a la otra a tiempo no era seguro que consiguiéramos activarlos. Resignado a la situación sonreí. Sonreí porque había dos formas de afrontar esto, o con desesperación o con una sonrisa y esperanzas. Que mejor manera de empezar que con una misión sin casi probabiliades de éxito. Pensé con ironía. 

-Usted diga que hay que hacer y lo haremos. Mientras tengamos un 0.1% de sobrevivir hay que intentarlo. Miré a Arcus para ver como reaccionaba, pero en el fondo confiaba en que demostrara la misma determinación que yo. Sabía que juntos teníamos muchas más oportunidades. 

El líder de sector, alegrado por su extraña pero motivante voluntad, no espera más y se levanta de su silla, apesadumbrado por el nerviosismo que se arrastraba sobre su tez, sin embargo dispuesto a aferrarse a la vida que pendía de un delgado hilo. 

-En efecto, es posible que sean así de bajas las probabilidades de llegar. 

Salieron de la oficina cúbica tras los pasos del líder, que seguía sin presentarse formalmente, siguiendo su firme paso entre la intrincada estructura del Tauro, que lucía aún más grande de lo que demostraba el exterior. A penas si recuerdan el cómo entraron a la nave, memorias difusas del lento descenso criogénico. No tuvieron el tiempo de analizar lo que ocurría a su alrededor, si estaban cargando las figuras que habían observado en las cámaras, nada. Caminaron un tiempo, pasando por varias salas diferentes que rompían la monotonía de pasillos blanquecinos y pulcros. Salas de mantenimiento computacionales, entradas a dormitorios del personal, cristales que desvelaban los cuartos de máquinas y, sellado, el pasaje al núcleo de fusión. 

Subieron, como pocas personas con aquel privilegio, hasta el salón del Puente, el espacio donde se conducía el Tauro y además, donde se decidiría el fatal rumbo que les esperaba. La entrada estaba reforzada por pasajes de aspecto diferente, metálicos sobre todo, y en las paredes notaban la reminiscencia de cableado y mecanismos de desanclaje, casi como si la cabina de mando estuviese lista para separarse de la estructura. Al pasar, el clamor del pánico se les revela. No eran los únicos al tanto de la calamidad. Varios tableros de coordinación, pantallas con el estado de la nave y un variopinto grupo de personas trabajando arduamente dentro de la cabina. En el centro de todo, observan a un hombre de complexión joven en su aspecto, tez morena y ataviado con un uniforme que si no estuviese gritando y ordenando, pensarían que sería otro técnico más. 

Más de cerca, logran detallarle en profundidad. De cerca no lucía tan joven, más bien de rostro cansado y ofuscado por la situación. Una barba que crecía finamente en su barbilla, en todos los sentidos no parecía ser un capitán de nada, y sin embargo ahí estaba, postrado sobre la tarima de mando, aventando órdenes a todas las direcciones. Calibrar la potencia del núcleo, redirigir la energía a los propulsores laterales, era en parte lo que oían de sus decretos. Nota su llegada, junto con el líder de sector, y les ofrece una indiferente mirada y oculto, gestos que indicaban una terca sorpresa. 

-¿Ya está todo preparado para el cambio de rumbo?-Vociferó el Capitán con una potente voz que resonaba en los instrumentos-No tenemos tiempo para deambular como carnada, preparen la potencia para el viaje, que el núcleo no sobreactúe, el tiempo es limitado como para esperar la refrigeración.

A su voz, los técnicos y operadores de los instrumentos de mando, seguían sus órdenes al pie de la letra. De un reojo, les invitó a pasar sin perder tiempo en el acto, cruzar el puente atestado de gente mientras el panorámico cristal les enseñaba una imponente vista al exterior. 

    Cuando llegamos frente al hombre que daba órdenes, me adelanté un paso y le extendí la mano, en un gesto propio de caballeros.

    -Creo que no nos han presentado, mister. Pero parece que mi amigo y yo vamos a ser la bala de plata en su arma- le guiñé un ojo- Confíe en nosotros para dar cuenta de estos bichejos- traté de sonar confiado a pesar de saber que cualquier cosa que nos esperara allá afuera probablemente fueran a barrer el piso con nosotros.

    -¿Cómo avanza la situación?- Le pregunté.

   En verdad tenía un apuro por saber cómo nos ibamos a hacer con el equipo necesario para poner nuestros Spectre en movimiento y con qué medidas contaríamos para protejernos en caso de que el enemigo emergiera del vacío en mitad de la operación.

Al contrario de Arcus yo no quise molestar al capitán con formalidades, solo asentí a las palabras de mi compañero para apoyar su afirmación de que teníamos confianza en nostros para lograr la misión. Sentía que las palabras sobraban, pues cada vez se acercaba más el momento de la acción. 

Por un momento me perdí en la vista que otorgaba el espacio, era realmente hermosa, algo que no te imaginas ver ni en sueños. Lastimosamente no podría disfrutarla por mucho tiempo, esas cosas aparecerían en cualquier momento y lo hermoso del espacio se transformaría una batalla por nuestra supervivencia. 

-Arcus... Que gusto tenerte como compañero. Le dije como pensando en voz alta, pero quizás apropósito. Me había caído muy bien en el poco tiempo que compartimos, además se notaba a leguas que compartíamos rasgos que nos harían un muy buen equipo. 

El Capitán, de gesto indiferente y aspecto elevado, da poca atención a sus palabras para centrarse en la crisis que, lastimosamente, había caído en sus manos. Les ofrece un gesto cordial, empapado de una formalidad militar digna de un entrenamiento riguroso, para luego darles la espalda y centrarse en sus actividades de coordinación. Enviaba potentes gritos, no ruidosos, ni agravados, sólo un gran ruido proveniente de sus enormes fauces. Parecía tener las actividades de la nave bajo control, y por lo último que escucharon, estaba redireccionando milmétricamente el rumbo del Tauro para arribar a la estación de mantenimiento lo antes posible. 

El líder de ala que los había acompañado antes, había desaparecido ahora entre la maraña de personas que trabajaban famélicamente, quizás tratando de mantener la terrible exigencia del Capitán Strauss en completa satisfacción. Un par de operadores, de aspecto disciplinado pero más tranquilos que las bolas de nervios de adelante, se acercan a ustedes observándolos de manera insulsa. 

-Tardaremos a lo mucho 20 minutos en llegar a la estación de mantenimiento, porfavor acompáñennos por aquí en la espera, el puente de mando sólo recibe personal capacitado, nada más de lo necesario-Comentó uno bajo una voz tenue, casi olvidadiza, mientras caminaban por unas escaleras estrechas, fuera del puente, que acababan en una sala algo amplia luciendo como un cobertizo de espera. 

Frente a ustedes, reconocieron casi sin problemas maletas muy similares a las que habían subido antes de comenzar el viaje hasta Marte, de hecho, ¡Eran las suyas! 

-Son el equipaje que traían, imaginamos que llevarán encima ropa de cambio lo suficientemente cómoda-Dijo uno de los operadores con cierto tono de disgusto-Por el momento no tenemos suficientes suministros como para proporcionarles un uniforme a la medida, tendrán que ir con sus prendas civiles hasta llegar a Antlia. 

Los dos operadores les dejaron solos, caminando por el mismo rumbo estrecho escaleras arriba, hasta llegar al puente. Observaron la sala, inhabitada salvo ustedes dos. Habían un par de camas militares, sillas de relleno azuladas y dos baños amplios, seguramente equipados con duchas. Era una habitación para dos personas, de seguro para el hábitat del personal que no tenía tiempo para el descanso criogénico. A su frente, las maletas, sus pertenencias y una fría soledad trascendente a lo físico.  

     -Bueno, pongámonos presentables- bromeé.

     Tomé mi maleta y la abrí para inspeccionar celosamente mis pertenencias, una costumbre que arrastré desde mis tiempos en las calles.

     Imaginé que en unos 20 minutos me encontraría encajado dentro de un traje espacial, así que opté por tomar algunas ropas que no me impidieran el movimiento pero que fueran resistentes por si acaso tocara arrastrarse por algun lado. Me llevé la valija al baño y procedí a darme una ducha para terminar de despejarme, en verdad no tenía ganas de enfrentarme a una bestia hiperespacial sintiendome abotargado por el sueño criogénico. En verdad no tenía ganas de enfrentarme a una bestia hiperespacial y ya.

     -Espero que si alguno de esos monstruos me manda diente se envenene con todas las porquerías que nos meten para dormirnos.- comenté en voz alta para que Nathan me oyera.

     Una vez vestido con mis ropas, busqué en el fondo de la maleta mi navaja multiusos, con la que me habia zafado de algunos problemas allí en la tierra y me la guardé en el bolsillo.

    -Supongo que nos vendrán a buscar en breve- Dije recostándome en una de las bancas de manera despreocupada- ¿Nathan, no? no hemos hablado mucho ¿de dónde eres?¿Cómo llegaste a este frigorífico orbital?- le pregunté a mi compañero.

La libertad fuera del aprisionamiento en el contenedor fue una felicidad poco duradera para Amber y Sora, que se vieron obligados a volver a entrar en pos de la comodidad y la seguridad del grupo. Arrastraron al aún desfallecido Arata adentro, quien seguía sin dar rastros de mejoría más allá de la recuperación de su color de piel, nada más podría decir su incógnita de estado. Una vez dentro, la rutina volvió. Putra se cargó en brazos al contenedor de nuevo, y ya olvidados los conflictos, decidieron seguir en ruta directa hacia los hangares, la esperanza que traían de resolver aquel conflicto. 

El trayecto lucía callado, sembrada una atmósfera mortuoria rodeada de vestigios de soldados, en su mayoría cadáveres uniformados derritiéndose, otros desgarrados en diferentes zonas de sus cuerpos por enormes garras y, algunos, quizás hubieran corrido el infortunio de haber sido engullidos por alguna bestia delirante. Atravesaron el sector de almacenaje, para luego pasar por diferentes zonas de entrenamiento con praderas verdozas que tendían a lo rojizo, por claras razones. Edificios departamentales de investigación, desarrollo y centros de estudio de lo más diverso: Cruzaron por completo el sector científico terrestre, y por algunos metros lograron observar el increíble cañón situado justo en el centro de Antlia, reposando y habiendo sido tragado por su resguardo. Toda el área del cañón era increíblemente amplia, una llanura que le rodeaba, diferentes arquitecturas diseñadas específicamente para aguantar el retroceso de aquella arma milenaria, pero el devastador aparato se encontraba hundido dentro de una fosa, carente de actividad alguna. 

Luego del recorrido, aparentemente tranquilo y sin vista alguna directa de actividad hostil, arribaron al sector de carga y transporte, las entradas a los hangares. Aunque de reojo no parecía haber amenazas, el mapa de Putra y Michael estaba a rebosar de señales enemigas, pero no encontradas cerca de ustedes siquiera, aún peor, estaban debajo, en la estructura subterránea. 

Observaron los restos de los hangares, parecía que la amenaza principal se había manifestado con mayor interés en aquella zona, por alguna extraña razón, puesto que los hangares tanto terrestres como señalizaciones subterráneas lucían atacados, en ruinas. Las enormes escotillas para vehículos tenían claros signos de haber sido atravesadas e infestadas por criaturas, dado las marcas de pisadas y rasguños. además del rastro evidente de podredumbre en el suelo. Aquella ruta sería un suicidio de tomar, sin saber la altitud a la que se podrían enfrentar a ciegas y las colonias de mutaciones que entraban por ahí. 

El único camino "seguro" era entrar por las instalaciones de control de Spectre's, el enorme edificio que tenían cerca. El mapa que llevaban los dirigiría directamente a los hangares de Spectre´s, según mostraban los planos digitales de los modelos 12-B. La puerta que les abriría el paso era de tamaño medio, claramente los robots que traían no podrían pasar por ahí. Fuera de eso, la puerta estaba completamente sellada y solo se abriría con una identificación pertinente. Las demás entradas, estaban completamente restringidas y cerradas por el sistema de seguridad, que había hecho caer un enorme panel metálico quizás resistente hasta para el golpe de un Spectre. No tenían más opciones, al menos no seguras, y el tiempo y la vida de los demás corrían contra la inevitable corriente del riesgo. 

Aquel camino era realmente dantesco, Amber miraba a través de las pantallas que tenían en el interior del contenedor. Era todo un campo de batalla o mejor dicho el escenario de una carnicería ya que no les habían dado oportunidad a los que allí estaban muertos. Al llegar a aquella puerta suspira y por el comunicador dice:

Bueno… supongo que nos toca arriesgarnos un poco… por suerte tenemos aquí a Arata y su tarjeta… sino quizás su mano o su ojo… seguro que alguna parte de él puede sernos útil para poder entrar en este sitio

Se estira un poco en el contenedor y dice:

Bueno… creo que va siendo hora de hacer algo más que quedarse aquí sentado siendo llevada de un sitio a otro

El recorrido por la base fue como encontrarnos en medio de una película de terror de bajo presupuesto, en dónde más que la trama, el director busca dar miedo con el abuso del gore.

Por un momento estuve a punto de vomitar en la cabina, de mi spectre, pero me recompuse rápidamente.

Al llegar al hangar busqué una forma de acceder contando con el respaldo del Spectre, pero todo fue inútil, dado que sólo existía un acceso, el peatonal.

Muy bien, hagan campo que ya bajo, yo cargo el peso muerto, pero antes de entrar busquemos bien la llave. - digo al tiempo que desciendo del Spectre.

Si podemos llevarnos su tarjeta de acceso y dejarlo a él en la cápsula, creo que va a ser lo mejor para todos.

Agradecí internamente el poder quitarme ese traje que nos habían dado, me encantaba usar ropa cómoda y por lo mismo mi maleta estaba llena de ella. 

-Te diría que los recibamos con nuestras mejores galas pero las mías son puros calentadores. Respondí a su broma. 

De entre toda mi ropa yo tenía una a la que consideraba especial, la había usado en momentos importantes a lo largo de mi vida y siempre me había traido suerte. La saqué y la contemplé por un momento con una sonrisa, recordando las aventuras que habíamos pasado juntos, pero de seguro la de hoy sería mejor que cualquiera que hubiese vivido antes. Consistía de una chamarra gris, con un trebol de cuatro hojas en el corazón y un pantalón de algodón gris que se ajustaba perfectamente a mi fisonomía. 

Escuché la voz de Arcus mientras me cambiaba. -Con tanta cosa que nos metieron a este paso ya seremos radioactivos. 

Mientras Arcus descansaba yo me estiré un poco para prepararme de mejor manera. -Soy de Estados Unidos, de un pueblito pequeño de Wisconsin. Mi historia es muy larga, si sobrevivimos te la contaré. Pero si puedo decir que parece sacada de una película. No me sentía tan cómodo hablando de eso y se notaba por la forma en que baje mi mirada.  -Un huerfano que iba por malos pasos termina sirviendo a su país. Luego miré a Arcus y añadí. -¿Cuál es tu historia?