Partida Rol por web

Escena de Shadow Rose - Turno 1

Mansión Pendragón. Distrito antiguo de Umbría City

La mesa del comedor es enorme y el personal de la casa ha vuelto a poner un desayuno que parece el almuerzo de un regimiento. Sadie no tiene problemas con eso. Ha puesto lo que le apetecía en una bandeja y se ha sentado en el enorme sofá frente a la no menos enorme televisión de plasma.

Es la hora de las noticias. La cámara enfoca a Alan Norbitt, sheriff de Greenville, un pequeño pueblo maderero cerca de Umbría City.

Entonces - pregunta una periodista - ¿Tiene la policía ya alguna pista sobre los niños que han estado desapareciendo en los últimos días?

Ya se lo he dicho, señorita - le responde el sheriff con cara de fastidio - Estamos haciendo todo lo que podemos, y contamos con los medios adecuados y necesarios. No necesitamos a los Federales fisgoneando y metiendo las narices.

¡No estoy aquí sólo como interesada! ¡Maldita sea! - Insiste la periodista - ¡Tengo identificación, soy periodista, exijo información!

¡Pues tendrá que conformarse con eso! - explota el sheriff - ¡No hay más preguntas!

Una actuación lamentable - comenta Arthur sobresaltando a Sadie. Como de costumbre ella no lo ha oído acercarse - Realmente parece que todo esto les supera. Haz el favor de bajar los pies del sofá, Sadie...

Sadie había estado viendo los informativos en silencio en el salón. Le gustaba mantenerse informada. Aunque no podía discernir las mentiras tan bien como cuando hablaba con una persona a la cara, tranquilizaba su ansiedad. Todavía tenía problemas para sentirse segura cuando abandonaba la mansión. Desde su último encuentro con Morderek, que trató de abducirla, se había sentido un tanto vulnerable. 

No obstante, no había noticias de sectarios hablando de leyendas artúricas en las noticias. Aunque el tema del día tampoco la dejó indiferente. Niños desaparecidos, decían. Sintió un escalofrío al ver la escena en la que la periodista era ninguneada. Sin darse cuenta, había terminado abrazándose las rodillas.

Pegó un brinco al escuchar la voz de Arthur tan cerca. Como acto reflejo, bajó los pies, irguió la columna y puso las manos sobre su regazo. 

—L-lo siento —se disculpó al instante—. No te he oído entrar —añadió después—. Buenos días. 

Esperó a que la pantalla cambiara de nuevo al plató de televisión para dar paso al siguiente reportaje. Suspiró abatida y cogió su tazón de fruta y su zumo. 

—¿Crees que los encontrarán? —preguntó a Arthur—. A los niños —especificó un instante después. 

Arthur sonríe con simpatía al ver la turbación de Rose. Realmente hay algo en la joven que le resulta divertido, una distracción bienvenida de los innumerables quehaceres de dirigir una organización como White Shield.

¿Crees que los encontrarán? —preguntó a Arthur—. A los niños —especificó un instante después. 

Sinceramente, lo dudo - responde con seriedad - La información que tenemos es que el sheriff Norbitt no es, por decirlo de modo suave, excesivamente competente en su trabajo. Lo más probable es que los federales tengan que entrar tarde o temprano ¿Por qué lo preguntas?...

A Sadie se le escapó un suspiro melancólico al escuchar la respuesta de Arthur. Aprovechó la pausa para dar un sorbo a su café, negro como la noche y sin azúcar. 

—Son niños, estarán asustados —dijo entonces—. ¿Para qué puede alguien querer llevarse a unos niños? —añadió, dejandose llevar ligeramente, antes de volver a bajar la voz y la cabeza—. Lo siento... Espero que, aunque sea como dices, unos u otros, los encuentren... 

Justo entonces, miró el reloj de su muñeca, y volvió a mirar a Arthur. 

—¿No vas tarde hoy? —preguntó, cambiando de tema. 

Son niños, estarán asustados —dijo entonces—. ¿Para qué puede alguien querer llevarse a unos niños? —añadió, dejandose llevar ligeramente, antes de volver a bajar la voz y la cabeza—. Lo siento... Espero que, aunque sea como dices, unos u otros, los encuentren...

Moveré algunos hilos para que envíen a alguien competente para investigar el caso - responde Arthur para confortar a Sadie

¿No vas tarde hoy? —preguntó, cambiando de tema. 

Arthur mira su reloj y deja escapar un suspiro - Aún no, pero tampoco me sobra el tiempo - Se cierra la chaqueta y ajusta el nudo de la corbata - Me marcho. Estudia tus lecciones, que las repasaremos por la tarde. Llámame si notas... ya sabes... algo extraño. Algo como Morgana incitándote a hacer alguna locura ¿De acuerdo?...

Sadie asintió cuando Arthur le dijo que enviaría a gente y la presión de su pecho se aligeró. 

—Gracias —murmuró mientras volvía a prestar atención a la tele. 

Cuando Arthur decidió que era hora de irse, asintió en piloto automático ante las mismas frases de siempre. 

—Sí, sí, descuida —dijo, al escuchar la referencia a sus lecciones. 

Después, sintió que el pecho se le volvía a encoger al escuchar su palabra tabú: Morgana. Aún no era capaz de decir su nombre en alto. Era como si decirlo invocara al diablo para ella.

"Como... como decir Voldemort en Harry Potter o algo así", pensó al recordar la saga de libros que acababa de terminarse a raíz de un remake de las películas. 

Aun así, consiguió sacar fuerzas para contestar: 

—Sí, claro, lo haré —dijo, mientras escuchaba a Arthur despedirse nuevamente y desaparecer por la puerta. 

Tras escuchar la puerta de salida cerrarse, volvió a poner los pies sobre el sofá y a abrazarse las rodillas. Sólo un poco más, cinco minutos. Hizo sus ejercicios de respiración, buscando su calma interior. Cuando al fin lo consiguió, miró la tele de nuevo, donde habían pasado ya a los anuncios. 

Apagó la caja tonta y decidió que era hora de ponerse en marcha. 

Escena de Shadow Rose - Turno 2

El autobús de la escuela Alyan llega puntualmente a la parada junto a la mansión Pendragón, y Rose tiene que pasar otra vez por el mismo ritual de todas las mañanas: sus compañeros la miran con suspicacia y hacen ver que no hay sitio junto a ellos, ella los ignora y se va directamente a la última fila, donde la espera April Swanson.

Es una chica mulata de denso pelo negro y ojos castaños grandes y emotivos. Es la única que no se ve repelida por la extraña aura que Rose emite desde que comparte su cuerpo con Morgana. Más bien al contrario, parece atraída por ella. Y, lo que es más inquietante para Rose, a Morgana le gusta.

¡Hola Rose! - la saluda cuando se sienta - Mira esto

En vez de un libro de ocultismo o de mitología, April le enseña un cartón de leche en cuyo lado figura la fotografía de Ernest Goodwin, desaparecido desde ayer. La cara del chico, que no tendrá más de siete u ocho años, le resulta familiar.

Va a primaria en nuestra escuela - le informa April - Desapareció ayer durante la visita guiada a Novatech ¿A que es emocionante? Y nadie admite saber nada ¿Y si lo han abducido los extraterrestres?...

Seguramente sea esa afición a todo lo misterioso y lo oculto lo que Morgana encuentra tan encantador...

El instituto nunca había sido de las experiencias favoritas de Sadie. Al principio, cuando descubrió sus poderes, cuando no era capaz de controlar su ira y su rabia, tuvo que cambiar de escuela varias veces. En la primera, una chica cometió el error de hacerla objetivo de sus burlas, dado el caracter retraído que por aquel entonces tenía Sadie. Al tratar de asaltar a una Sadie indefensa en el baño de las chicas, tuvo la ocasión de observar el vacío en los ojos de Sadie. Y el vacío le devolvió la mirada. Nunca volvió a ser la misma, pagó gran precio por su mala educación y ego. Por suerte para ella, reventaron las tuberías (por la presión del aura de Sadie), y la chica resbaló y perdió la consciencia. Eso la salvó de perder la cordura. Fue ingresada por el golpe en el hospital. 

Arthur nunca llegó a decirle qué fue de ella. Pero tuvo que cambiar de colegio. Así que, aunque resultara raro que alguien la aceptara tan rápido como April y encima cayera bien a Morgana (cosa que a ella la desgradaba en lo más profundo de sus entrañas) era como una especie de tregua y salvación con el resto del mundo. Con April podía fingir que era normal durante unas cuantas horas. 

—Buenos días, April. ¿Has hecho todos los deberes de la señorita Norris? —preguntó, sabiendo que a la chica se le atascaba bastante las lenguas extranjeras. A ella, por contra, se le daban bastante bien. 

Pero April parecía tener cosas más interesantes que compartir que copiarle los deberes, asi que el cambio de rutina la interesó soberanamente. 

—¿Cómo es posible que desapareciera en Novatech? —preguntó sorprendida y preocupada—. ¿No tienen cámaras de seguridad o algo de eso? ¿Y el grupo no lo vio? 

La visita a Novatech era algo que no sucedía desde hacía mucho. Dada las circunstancias, seguro que no volvía a repetirse. 

—Oye, ¿y qué ha dicho la compañía? A alguien se le va a caer el pelo. 

La verdad es que lo de los extraterrestres era un punto creativo, pero dudaba que fuera la causa más probable en ese preciso instante. 

Pues lo de siempre en estos casos - responde April - Que colaborarán con la policía en todo, que ellos también van a iniciar su propia investigación, bla, bla, bla - Abre en su teléfono la web del diario local y busca la noticia en la sección de sucesos. En la cabecera se encuentra una fotografía de archivo de Allison T. Jenkins, una mujer que a pesar de estar confinada en una silla de ruedas robotizada dirige la compañía Novatech con notable eficacia.

Es guapa ¿Verdad? - dice April - A mí me gustaría ser como ella. No paralítica, ya sabes, sino una mujer de éxito, poderosa, inteligente, guapa...

¿Es que esta niña no respira nunca? - ironiza Morgana. Sadie no puede evitar un respingo al escuchar la voz de la bruja dentro de su cabeza...

Sadie observó la imagen que April le mostraba. Tenía razón. A pesar de ir en silla de ruedas, su pose destilaba una presencia que ella no sería capaz de lograr en toda su vida. 

—Sí, ojalá poder ser así en el futuro, ¿verdad? 

Hasta el detalle de la silla de ruedas parecía anecdótico mirando la foto. Ella parecía hacerte sentir como que era solo un elemento más. Si la conociera más, quizá hasta la admiraría. 

Dio un respingo al escuchar a Morgana comentar la escena, como si tuviera todo el derecho de hacerlo. La ignoró con fuerza, y respiró hondo un par de veces. 

—Entonces, esperemos que lo encuentren. Tienen cámaras de seguridad y eso. 

Aunque, en lo que a ella respectaba, trataría de preguntar a Arthur si sabía algo. Pero sería a la hora de cenar. Por el momento, le quedaban largas horas de instituto. 

Escena de Rose - Turno 3

El día transcurre en una tensa calma. Todos en el instituto están nerviosos y enfadados a causa del secuestro. Cuando las clases terminan se forma un enorme atasco en la salida cuando todos los padres acuden a recoger a sus hijos. Al final Rose tiene que llamar a un coche de White Shield para que venga a recogerla.

Casi llegando ya a la mansión Pendragón el coche en el que viaja Rose es embestido por un furgón blindado como los que se utilizan para transportar dinero y objetos valiosos.

El furgón impacta contra la puerta del conductor dejándolo inconsciente, quizá muerto. A causa del impacto el coche acaba empotrado contra la pared de un edificio. Aturdida y sangrando por un corte en una ceja, Rose ve a dos tipos con trajes de motero y cascos que corren hacia el camión.

Rose consiguió salir del coche como pudo. Sangrando y desorientada, estaba más preocupada por el conductor que por lo que pudiera haber en ese camión. Dinero, dinero, todo por el puto dinero. 

Como pudo, se acercó a la puerta del copiloto y llamó al chófer por su nombre: 

—¡Georgi, Georgi responde! —llamó. 

Era lo más parecido a un amigo que podía tener en White Shield. Era de los habituales que iban a buscarla al instituto. Era simpático, siempre le preguntaba por la música que quería escuchar o qué pensaba hacer por las tardes o fines de semana. Con él era fácil sentir que no sólo era una carga, sino una persona. 

Con lágrimas en los ojos, sólo podía esperar que no estuviera muerto. Y pobre de los moteros si lo estaba, porque entonces no les quedaría ciudad para correr. 

La furia creía en Sadie, mientras Morgana se relamía y la chica luchaba por mantener la cordura ante una situación inusual y peligrosa. 

Está vivo, idiota - suspira Morgana en la cabeza de Rose - Pero no lo estará por mucho tiempo más si no te concentras.

Los dos hombres con traje de motero rodean el coche siniestrado y cogen a Rose de las muñecas.

¡Vamos niña! - dice uno de ellos

¡Ven con nosotros y no te resistas! - añade el otro.

¿Por qué no les damos una pequeña lección a estos imbéciles? ¡Nadie le da órdenes a Morgana!...

Sadie gritó y se revolvió. Pero ella no tenía fuerza para acabar liberarse, no físicamente. Pero... pero sí místicamente. Lo malo es que sabía el riesgo que implicaba hacerle caso a Morgana, incluso de una forma cauta. 

Pero, ¿por qué iban a por ella? ¿No iban a por el furgón? ¿Por qué no cogían el dinero y se iban? 

A no ser que ella fuera realmente el objetivo. 

Eso significaba que, a corto plazo, su vida no corría peligro de muerte. Y que ella tenía una ligera pausa, efímera, pero suficiente para concentrar sus poderes. Después se plantearía los hechos y qué implicaba que un furgón blindado llamara menos la atención que una adolescente en pánico atendiendo al chófer de un coche destrozado. 

Sintió su aura, sintió su poder, sintió la fuerza que Morgana, divertida, le prestaba fuerza sin contenerse. 

Y entonces, gritó, dejando a su poder salir y tomar forma alrededor de ella formando un escudo*. 

Sadie sintió el poder dentro de ella creciendo y, de repente, salió de golpe. 

—¡Quitame las manos de encima! —gritó, mientras su voz se agravaba y su aura se exteriorizaba y apartaba a sus captores. 

Sus pies, como siempre que usaba sus poderes, se quedaron flotando levemente a ras de suelo, como si les costase tocar tierra. Sus ojos se volvieron oscuros y su aura violeta la envolvió en un escudo. 

El manto de sombras que envuelve a Rose hace retroceder a los pretendidos captores. Uno de ellos echa mano a su espalda pero se detiene al escuchar las sirenas de la policía.

¡Déjalo, déjalo! - le dice el otro - ¡Vamos, volvamos a Greenville!

Los dos hombres se suben en el furgón blindado, que apenas ha sufrido más daños que unos simples arañazos, y arrancan para marcharse...

Durante un instante, la vocecita de su cabeza le dijo a gritos que no les dejara escapar. ¡Tenían que pagar su osadía! ¡Escucharían el tronar de su nombre durante los siglos venideros! 

Pero al final lo que sucedió fue que les vio irse en total tensión, apretando los puños para no dejar libre ningún relámpago hacia el furgón blindado. En cuanto estuvieron fuera de la vista, tras el subidón de adrenalina, todo bajó. Sintió que su levitación desaparecía y su aura, evaporada su ira, se retraía a su interior. 

Ella cayó de rodillas, agotada del esfuerzo. No por haber usado sus poderes, sino por haber estado concentrada durante tanto rato es no usarlos. Con las manos temblorosas, buscó su móvil y llamó directamente a Arthur. Su voz, al otro lado del auricular, le hizo perder la poca entereza que aún mantenía. A fin de cuentas, seguía siendo una adolescente. 

—A-arthur... —murmuró, mientras sentía que se le llenaban los ojos de lágrimas y, acto seguido, empezaba a contarle todo tratando de que no se le notara que le resbalaban lágrimas por las mejillas. 

Y, por supuesto, no se olvidó de mencionar Greenville y del detalle crucial de que sospechaba que habían ido a por ella, no a por el furgón.