Partida Rol por web

Empecé a hacer un esbozo de lo que decía Edna en mi pequeño bloc, pero al terminar media cara me quedé un pco frustrado - Bueno... con dicha descripción solo me da para la mitad de lo que sería la mascara... ¿podría especificar más como era? - Intenté pedirle para sacar un mejor dibujo de la cabeza de Edna a traves de sus palabras. - En cuanto a lo del latín, basta con un diccionario, digo yo... En fin, dejemos de darle vueltas a eso, ya que sería un punto muerto. - no insistí más debido a que si ya de por sí era dificil que se centraran en notas de aviso, peor era cuando estaban distraidos por la cabaña

Finalmente Edna propuso entrar en la cabaña. Sin poder evitarlo puse los ojos en blanco al ver que querían ir directos... pero sin embargo la propuesta de que me dirigiera a ver si hay puerta trasera, era bastante inteligente. - Está bien... - saqué de un bolsillo interno de la gabardina un par de linternas* - Nunca se sabe cuando te puede fallar una - y les cedí una de ellas a mis compañeros junto con la llave - Esperen hasta que de la vuelta a la casa, quedaros justo en la misma pared que yo recorra, si hubiese una puerta trasera, os haré una señal para que vosotros entreis por la principal, y yo trataré de entrar por la trasera. Repito, si hubiese. En caso contrario esperadme, y por favor, no hagan locuras. - Esperé hasta que ambos me confirmaron y entonces comencé a recorrer la pared lateral en busca de una puerta trasera, con la pistola y el revolver encima, la pistola preparada en la mano y el revolver enfundado.

Edgar entregó una linterna a sus dos compañeros, y la otra la retuvo en la mano y comenzó a marchar, rodeando la vivienda. Al cabo de un rato regresó con ellos, habiendo comprobado los posibles accesos: no había puerta trasera, pero sí lateral, justo en la parte este de la casa. Por ello, supísteis entonces que la vivienda poseía una entrada principal en el porche delantero, y una lateral, justo a su derecha.

Al volver con mis compañeros y explicarles la situación, terminé el cigarrillo y lo apagué en el suelo pisandolo. - Esta es la cosa, entraré por la entrada lateral. Vosotros entrareis por la principal, daré una vuelta por el interior mientras que vosotros entrais e investigais, o distrais a la mujer de dentro, depende de lo que ocurra primero. Si la mujer no ha bajado, nos vemos en la escalera al segundo piso ¿De acuerdo? - pregunté a mis compañeros para ver que entendían el plan antes de decidir a entrar.

Mientras Edgar se dedicó a rodear la futura casa que iban a inspeccionar, Edna no podía quitarse de la cabeza el extraño mensaje en latín que había sacado del maletín.- Tiene que ser importante, ¿por qué ponerlo en lengua muerta solo una parte y no el texto completo? – Suspiró oteando los alrededores, preguntándose si tendrían tiempo de pasarse por algún anticuario o biblioteca, quizás en la universidad con los profesores de clásica, puede que en la revista alguien conociera eruditos del latín.- Demasiadas opciones.

Al volver el detective e informarle sobre la estructura de la vivienda con las diferentes entrada, miró la puerta por la que le tocaba, junto con Hubbard, entrar.- Prácticamente repetir lo mismo que anoche, pero esta vez sin pulpos en botellas, ni esposos falsos.- Temía que Flannelly hubiera avisado a la dueña de la casa y estuviera preparada para posibles intrusos, pero no podía, ni quería, dejar a ambos hombres solos, no después de llegar tan lejos en la causa.

- Tenga cuidado, detective.- Se despidió de Edgar con una sonrisa antes de coger la llave que guardaba en su bolso y meterla en el cierre, esperando antes que el detective doblara la esquina, para girarla intentando abrir la puerta.

Todos estuvieron de acuerdo, y mientras Edna y Hubbard accedían con la llave de la puerta principal (la cual encajaba y abría la puerta), el detective William se internaba por la puerta lateral, la cual estaba abierta.

La puerta lateral no era sino un pasillo vacío, que giraba en noventa grados a la izquierda al final del mismo. Cuando lo recorriste, se te plantaron ante tí unas escalerillas (varios escalones más bien decorativos que funcionales). Éstos acababan en una puerta "trasera" (en tu caso, lateral), que daba al interior de la vivienda. Estaba cerrada.

Nada mas girar la muñeca, Edna abrió la puerta, y acto seguido vió delante de sí un recibidor bastante amplio, aunque impresionantemente descuidado. Un espejo al lado y un mísero mueble bajo él hacían las veces de decoración. Estaba claro que no debía habitar en aquel sitio una persona delicada o decorativa, sino alguien a quien la casa, ciertamente, le daba un poco igual. Había tres puertas (dos laterales y una al fondo) y en una esquina se alzaba una gran escalera que comunicaba con el segundo piso.

Me paseé por la habitación mirando con sumo cuidado todo lo que allí había procurando no llevarme alguna sorpresa inusual o desagradable. Al ver aquellos escalones que no llevaban a ningún lado me fijé en ellos por la estupidez de ver unos escalones que no servían de nada, incluso miré al techo a ver si hubiera alguna trampilla.

Una vez seguro y decidido fuí hacia la puerta para tratar de abrirla con cuidado para que no me escucharan del otro lado.

¡Clack, clack! Intentaste abrir la puerta como pudiste pero nada. Echaste de nuevo un vistazo alrededor, pero no había nada, era sólo el acceso a la vivienda por el lateral.

La insistencia hace al maestro... - me dije para mi mismo mientras volvía a tratar de forzar la puerta, y al tiempo escuchaba lo que pudiera que se escuchara tras esta - Espero que los otros estén bien - La linterna ya pesaba mientras trataba de abrir la puerta con cuidado hasta que al final...

Seguía sin estar muy convencido de que aquello fuera buena idea, al fin y al cabo lo que estaban haciendo era ilegal y si la mujer que yo había visto decidía llamar a la policía... ¿qué explicación plausible iban a dar? Pero estaba claro que sus compañeros no tenían ninguna intención de dar media vuelta, así que, suspirando con resignación, me dispuse a entrar con la joven en el interior de la casa. Hubiera sido mucho mejor volver a mi casa para consultar mis viejos libros de latín que, con toda seguridad, estarían llenos de polvo en el desván.

Una vez dentro, no pude más que sorprenderme al comprobar la desidia con la que estaba decorada la casa, desde luego no había ni rastro del toque femenino que yo había imaginado en un primer momento. ¿Acaso aquella mujer que había visto no vivía allí?

—Será mejor que miremos bien en esta planta, no vaya a ser que haya alguien por aquí y nos sorprenda.

Pero antes de decidirme a mirar tras alguna de aquellas puertas, me quedé al pie de la escalera escuchando con atención cualquier ruido procedente del piso de arriba, por si la mujer nos hubiera oído y se decidía a bajar.

Edna y el doctor Hubbar, una vez estaban en la entrada, decidieron echar un vistazo rápido por la planta de abajo. Al principio se asustaron un poco, pues de un lateral unos pasos se oyeron detrás de algunas de las puertas.

En esos momentos, más alla del hall oyeron un pequeño chasquido: aún no sabían que el detective William había forzaod la puerta, rompiendo uno de los pequeños cristales de la misma, accediendo así al interior. Pronto se reecontraron los tres, y comenzaron a visitar aquel sitio, el cual parecía vacío. Un comedor, una salita, una biblioteca y un estudio. Éstos dos últimos recogían algunas muestras de libros, sobre todo el estudio (la biblioteca aún más), todos ellos de literatura, medicina, historia americana e inglesa y cuantiosos tomos de lomo oscuro, de diversas materias y bastante antiguos. El comedor y la salita no pasaban por pena ni gloria, pues estaba como dejado de la mano de Dios (sin llegar a la falta de higiene, pero sí de presencia en aquel sitio).

Fue entonces cuando el doctor Hubbard lo oyó. Una voz, o eso pareció, puesto que miró hacia las escaleras del hall, hacia arriba. Parecía haber percibido algún sonido de arriba.

¿Oswald? ¿¡Oswald!? -decía una voz octogenaria femenina desde el piso de arriba, muy bajito (por la lejanía, no por otra cosa)- ¿Ya has llegado? ¡Oswald! ¡Las orugas! ¡Quítamelas, Oswald! Sube, por favor, hijo...

Empezando a acostumbrarse a la opulencia que mostraban los interiores del resto de casas, se sorprendió al ver aquella tan descuidada, pensando en primera instancia que estaría abandonada si no fuera por la mujer que Hubbard había anunciado que vio por la ventana.

Pasó el dedo índice por uno de los muebles para comprobar el polvo que había, una forma de saber si la vivienda estaba en uso habitualmente o era simple dejadez. Sin embargo un ruido procedente de uno de los laterales hizo que girara el rostro, sorprendida y alerta, conteniendo el aire mientras miraba la zona donde procedía el ruido.

- Detective, es usted.- Soltó el aire que retenía, aliviada, mientras sonreía a la incorporación de Edgar.

Ojeó cada habitación, leyendo por encima el título de los lomos en la biblioteca, pasando por el comedor o la salita. A pesar de su inspección se detuvo en el estudio, buscando dentro de los cajones algún tipo de información que pudiera ser útil.

Al abrir la puerta lo primero que me encontré fue a la Edna y Hubbard mirando con cierta espectación que era lo que se les venía, por suerte Edna contuvo la calma - Por desgracia - dije un poco desilusionado - Por suerte ya hay más parte de la casa explorada, aunque no hay nada. Supongo que tendremos que echar un vistazo por aquí, a menos que hayan encontrado algo - Al ver la negativa nos pusimos a ella, y como si de una casualidad se tratara, tanto Edna como yo dirigimos la vista primero a los libros, aunque a diferencia de su manera de buscar, yo traté de ojearlos - Nunca sabes lo que te puedes encontrar dentro de un libro - Tanto los de la biblioteca como los del estudio, y mientras Edna trataba de mirar los cajones, me dirigí al resto de habitaciones mirando por lo que hubiera de pistas en aquellas salas.

Mientras recorríamos la planta baja no dejábamos de escuchar ruidos de pasos tras las paredes, algo que me puso muy nervioso y que a punto estuvo de hacerme de lanzar un grito de sorpresa, como una mujer asustada, al ver aparecer al detective ante nosotros. Sentía el corazón golpeando con fuerza el pecho y la respiración agitada, por lo que me llevó unos segundos recobrar la calma.

—No parece que en esta casa viva alguien habitualmente, aunque sucia no está. —Ese era un detalle que le extrañaba ya que, si nadie vivía allí tenía que estar llena de polvo y telarañas pero, si alguien la habitaba habitualmente con toda seguridad tendría otro aspecto un poco más... hogareño.

Fue cuando estuve al pie de la escalera que escuché la voz en el piso superior. Parecía la voz de una ancina, débil y quebrada, que estaba llamando a su hijo. Les hice un gesto a mis compañeros para que guardaran silencio mientras con la otra mano señalaba al piso superior.

—Hay alguien arriba, seguramente la mujer que he visto en la ventana. Está llamando a su hijo Oswald y parece muy asustada por culpa de unas... ¿orugas? —Entre los pulpos y las orugas aquello empezaba a ser un zoológico un tanto tétrico para mi gusto—. Voy a subir... Me puedo presentar ante ella con la disculpa de que soy médico y que su hijo me ha hecho venir para verla.

Despacio, intentando no hacer demasiado ruido, fui subiendo la escalera hasta llegar al piso superior donde me detuve para intentar guiarme en dirección a la habitación tras cuya puerta se encontrara la mujer.

Edna comprobó que la dejadez de la casa era bastante alta, pero no como para que allí no viviera nadie (sobre todo después de que el doctor Hubbard señalase que allí vivía alguien... en esos momentos). Tanto la mujer como el investigador privado ojearon la biblioteca, mal iluminada, y leyeron los títulos de numerosos clásicos de la antigüedad, así como obras más contemporáneas. Algunos libros no tenían nombre, y más de uno parecía estar escrito en latín, a modo de diccionarios o ejemplares por el estilo. El único que pareció percatarse de las alturas fue Hubbard, que poco a poco, con el pretexto de su oficio, se fue subiendo las escaleras, de una en una y despacio, para atender a quien estuviera arriba...

Al oir que Hubbard había oido a la señora que decía que había dentro de la casa llamar a Oswald, pensé un poco friamente en que podría encargarse el y quedarme buscando con Edna... pero no podía dejar que Hubbard fuera solo y tuviera la posibilidad de estar en peligro. - Mafiosos, pulpos, sectas... cualquier cosa es buena para que Hubbard salga huyendo - Entonces tras que Hubbard diera los primeros pasos suspiré y dije - Espere Doctor. Edna, creo que dejo en buenas manos el buscar cualquier pista de esta planta a usted, a fin de cuentas, en esta planta no hay nadie, estará a salvo. Yo iré con usted doctor, solo por si acaso, nunca se está lo suficientemente seguro - Y entonces mientras siguió avanzando volví a hablar en dirección a Edna - Cualquier cosa que ocurra, la que sea. No intentes enfrentarte sola. Avisame si hay algo extraño o peligroso y vendré corriendo. Incluso si viene Oswald o algún otro fanatico como Flannelly. Y ten cuidado - Acabé diciendole antes de subir tras el doctor por las escaleras llevando mi mano discretamente hacia el arma, sin llegar a cogerla.

Saliendo del estudio, se acercó a las escaleras sin llegar a subir los peldaños cuando Hubbard mencionó las extrañas palabras que había mencionado la mujer en el piso superior, sorprendida del buen oído que había demostrado tener el médico.

- No se preocupen, seguiré buscando.- Pensó que, si esta era la casa de Oswald, puede que él también tuviera un papel con el mismo mensaje o, tal vez, otro más esclarecedor. Además, los tres en el piso superior solo estorbarían, era mejor dividirse el trabajo.

Esperó a que Edgard y Samuel terminaran de subir las escaleras para dirigirse a la puerta y asegurarse de cerrarla con llave, dejándola en el interior de la cerradura, un pequeño truco sonoro para estar preparada en cualquier caso.- Si alguien quiere entrar, lo sabremos.

Una vez terminó, volvió a internarse en el estudio y echó un leve vistazo general, colocando las manos en los costados en posición de jarra, pensando por dónde empezar mientras intentaba prestar atención a cualquier sonido.- ¿Dónde guardarías un papel secreto?

Subísteis arriba. Por muy poco ruido que intentábais hacer los escalones crujían a vuestro paso. Era una casa medianamente antigua, con ciertas reformas en su época, pero ahora parecía incluso más vieja que en su construcción original. Pocos cambios habían surtido su efecto en el lugar.

¿Eres tú Oswald, cariño? -dijo una voz, una vez estábais ya plantados en el piso superior-. Por favor, ven, ¡ven! -la voz procedía de la primera puerta que teníais a la derecha.