Partida Rol por web

Me acerco al grupo que acaba de ventilarse a los guardias para empezar echar un vistazo a esas dotaciones.

En unos segundos empieza el circo. Carrick no se siente cómodo en este territorio, enfrentándose a aquellos hombres cuando el verdadero enemigo aguardaba no demasiado lejos de allí. Pero el deber es el deber, y a estas alturas de la guerra vacilar sería demostrar una debilidad terrible ante los perros de Reich.

Sigue a sus compañeros en la lejanía de unos cincuenta o setenta metros, según la cobertura disponible. Desde la mira de precisión vislumbra sin perder detalle las primeras bajas en el otro bando. Un grito ahogado podía haber resonado en todo aquel jodido emplazamiento, por lo que James comienza a avistar a un lado y a otro por si de repente alguien hubiera escuchado lo que allí pasaba. Parecía que no. No se iba a ir todo a la mierda... al menos por el momento.

El primer tipo en caer todavía se movía, pero Larkin dio buena cuenta de él.

Uno a cero - musita en voz baja, y se dispone a seguir con el plan.

Jean y Kamir arrastran los cuerpos hasta la garita y comienzan a desvestirlos para ocupar su lugar. Los uniformes se han manchado con unas pocas gotas de sangre pero en la oscuridad nadie podría advertirlo. Mientras se cambian, Caparso y Larkin examinan el pequeño edificio. Unos cables de teléfono parten de una caja eléctrica instalada a un costado con el propósito de mantener comunicados todos los puestos de los cañones así como con el cuartel general de la milicia tal y como parece indicar la dirección que siguen los postes de teléfono colocados a intervalos regulares.

Hago un gesto rápido con la mano a Caparso señalando la caja, para que la vea y se encargue de ello mientras Kamir y Jean se ponen los uniformes por encima y ocultan los cuerpos. Acto seguido les toco en el hombro a Carrick, a Pepe y señalo el primer cañón. En voz muy muy muy baja, casi imperceptible le pregunto a Carrick, pero también va para Pepe:

¿Tienes tu también pistola con silenciador no? Porque vamos a entrar en ese primer cañón y no vamos a dejar a nadie con vida, no quiero que tenga tiempo de reaccionar, ni de coger un arma y abrir fuego, si ahí dentro hay una niñita de 8 años tomando el té, no dudéis, la mandáis al cielo y que dios o quien ahí arriba está la juzgue, como a los frachutes que ahí nos esperan. ¿Queda claro? Nada de dudar. Vamos caballeros.

Caparso sabe que tras cortar la comunicación, tendrá que acudir rápidamente al cañón para que todo pase como se espera y sin imprevistos. Van a ser cuatro visitas muy peligrosas a 4 dotaciones de artillería… seguro que quienes los manejen no se andan con tonterías ni están en baja forma… O atínanos a la primera o se nos vendrá todo abajo… Una situación realmente critica.

Carrick acude hasta  posición de Larkin. Allí el oficial le da instrucciones. Parece que esta vez, de nuevo, verá la batalla desde bien cerca. Algo de acción no venía mal, pero donde de verdad destacaban las habilidades de James era en la maldita distancia. Asiente ante Larkin.

- Si, lo tengo todo preparado -

Acto seguido desmonta algunas piezas del rifle, como la culata extrensible y el trípode. Lo cubre con la funda protectora para que no se moje. Ciertamente Carrick mima mucho a ese cacharro. Saca la pistola, comprueba el cargador y amartilla el arma. Coloca el silenciador y quita el seguro.

- Todo listo, jefe -

No le gustaban los derroteros de las órdenes de Larkin. Allí podía haber civiles. Las palabras del oficial sonaban como si tratase de saciar una sed de sangre que hasta ahora nunca había revelado, o al menos esa impresión se llevó Carrick. Pero no sería el quien se pusiera a rebatir las órdenes del oficial que más cojones había tenido en esta jodida unidad.

Pepe entendía a la perfección la técnica de Larkin, había que adaptarse a la situación, como habían hecho en Francia y en el Norte de Europa con anterioridad.

- Entendido, no habrá piedad.-

Dice el ex-republicano español.

- Carguémonos esos cañones y cumplamos con nuestro cometido, camaradas.-

Les comenta con la pistola preparada y listo para la acción.

Con mis compañeros desplegados y listos, encabezo la marcha hacia ese primer cañón, intentando ver si hay alguien fuera de la dotación y qué tipo de estructura es. Sé que la muerte es caprichosa, pero tampoco hay que tenderle puentes para que se acerque a uno, los descuidados y los débiles son los primeros a quien siega, tenía muy claro que no iba a dejar que echara el guante a ninguno de mis hombres bajo mi mando, por lo que la aproximación al cañón es con el máximo sigilo posible y con la máxima precaución. Cada paso es corto y suave, silencioso, calculado. A cierta distancia del lugar nos detenemos e intentamos oír si hay voces cerca de nuestro objetivo, si hay alguna silueta o ese tipo de cosas que para unos combatientes que se juegan el pellejo de noche y con el tiempo contado saltan a la vista como un frankfurt para un boche.

Una vez parados echo una la vista atrás un segundo para intentar ver si Caparso lleva bien el asunto de los cables, así como para darle tiempo a realizar su labor a acudir lo antes posible a nuestra zona. Una vez realizada la comprobación vuelvo la vista sobre mis compañeros y viendo la expresión tanto de impaciencia como de nerviosismo que a todos nos acude antes de la acción reflejada en Carrick, le guiño un ojo con expresión cómplice mientras reviso la hora para ver si vamos bien de tiempo.

Despliego mis herramientas cerca de los cables para comenzar el corte de comunicaciones. Había que hacerlo con sumo cuidado, midiendo bien los tiempos para evitar que se dieran cuenta de que estaban incomunicados antes de que cayese sobre ellos la furia del comando.

Caparso se ocupa de las comunicaciones con su habitual eficiencia. En menos de cinco minutos, todas las baterías costeras están aisladas de la garita principal y esta, a su vez, lo está del cuartel de la milicia. Jean y Angus se quedan en la garita con las ropas francesas para seguir con la farsa mientras el resto os encamináis al primero de los cañones. Estos no están construidos en el habitual búnker sino que han levantado un parapeto y excavado una pequeña tronera en forma de ventana estrecha por donde asoma la boca del cañon. La batería esta enclavada en una trinchera semicircular de un metro y medio de profundida a la que se accede por varios escalones angostos. Dos soldados franceses montan guardia allí sin demasiado interés, fumando en silencio. Les acompaña un soldado de la milicia local, que calienta café en un pequeño hornillo. En la pared veis adosado un teléfono.

Alguien se mueve detrás nuestra, aliviado veo al volverme que es Caparso, viniendo a completar el cuarteto de la muerte... los cuatro jinetes del apocalipsis... que a este paso van a encontrarse con el jefe muy rápido. Una vez llega hasta nosotros le hago un gesto indicándole que necesitará la pistola con silenciador. Reúno al grupo con movimientos lentos y en cunclillas y les digo en voz tan baja que casi les cuesta oírlo a ellos mismos:

Compañeros tenemos el cañón ahí en frente, tres hombres, uno con el arma a su alcance y otros dos con ella colgada del hombro, nos vamos a acerca en cunclillas hasta el borde del parapeto, y luego vamos a disparar a la cabeza, es muy importante que no digan ni pio, que caigan fritos y en silencio, por lo que a la cabeza. El siguiente cañón está a 50 metros así que no creo que haya muchos problemas en cuanto a esto. Primero vamos a abrir fuego 3, un cuarto que será Carrick esperará por si alguno de nosotros no alcanza el blanco, será nuestra baza de reserva, ¿Entendéis a que me refiero? Si cuando disparemos nosotros no han caído muertos del todo los 3, tú te encargaras de disparar antes de que les dé tiempo a reaccionar, ¿Va Carrick? un segundo después de que nosotros abramos fuego, estate muyy atento.

Reviso que nada haya cambiado donde los tipos esperan su café con un leve vistazo sin moverme del sitio y termino.

El que prepara el café es mío, Pepe, a por uno de los del rifle a la espalda, Caparso a por el otro. Carrick atento a si alguno de nosotros falla. A esta distancia y con el factor sorpresa nos da tiempo mínimo a hacer dos disparos antes de que siquiera sepan que deben mirar arriba. ¿Ok? Revisen sus armas, silenciadores, cargadores a tope y a por ellos caballeros.

Saco el cargador de mi astra lentamente para que no suene e introduzco tres balas que he gasto con los guardias de la puerta para que la munición vuelva a estar a tope, no hace falta deslizar la corredera puesto que ya hay un proyectil en la recamara, todo el proceso es realizado en el más absoluto silencio. Visto que todos me hayan entendido y tengan sus armas listas, hago un gesto y avanzamos los cuatro juntos... Nos aproximamos al parapeto y desencadenamos un infierno.

Al llegar y escuchar las indicaciones de Larkin, me tomo mi tiempo para preparar mi pistola con silenciador mientras asiento con la cabeza a sus órdenes. Tras esto, miro a Pepe y le hago un gesto con mi mano derecha para indicarle que me ocuparé del tipo de la izquierda.

Se mantiene junto a Larkin. Asiente de nuevo cuando este da las órdenes. La cosa de momento parece que va bien. Carrick no ve el momento (porque siempre tiene que llegar) en que se joda todo y empiecen a silbar las balas de verdad. La estrategia es clara. Cada uno tiene su trabajo. En este momento le gustaría tener el rifle entre sus manos, pero la ocasión requería silencio. Comprueba el silenciador... el peso del arma se le hace extraño acostumbrado a la que suele portar. Larkin termina de dar las órdenes.

- Eso está hecho, jefe*. - susurró.

El silencio era ahora el mejor aliado con el que contaban. Si no, poco les costaba a los comequesitos volverse y convertirlos en coladores con uniforme. ¿En qué momento dije que me gustaría dejar mi puesto habitual y sumergirme en la acción? se decía a si mismo el francotirador, algo desubicado pero perfectamente capaz.

Márquez escucha atentamente las ordenes del oficial, la cosa estaba clara.

Cuando terminan las instrucciones, el ex-republicano español cambia el cargador de su pistola con sumo sigilo y sigue a sus camaradas hasta las cercanías del cañón. Pepe ve como Caparso le señala el enemigo al que se va a cargar, de modo que él se encargará del otro. Márquez asiente y apunta con mucho cuidado a la cabeza del pobre diablo.

Otros que van a pasar a mejor vida, lo siento por ellos.

Cuando recibe la orden de Larkin, abre fuego contra su enemigo esperando dejarlo tieso.

Todos listos y preparados abrimos fuego contra la dotacion esperando que las balas cumplan su funcion rapida y silenciosamente.

El comando abre fuego casi al unísono. Pepe y Caparso consiguen dos disparos limpios que impactan en las cabezas de los soldados franceses. Los soldados se derrumban silenciosamente en el sitio. Larkin dispara sobre el miliciano que hace el café dándole en la espalda. El hombre, malherido, se gira hacia el grupo con la cara contorsionada por el dolor pero intentando agarrar su arma. Entonces Carrick se adelanta y, de otro disparo, abate finalmente a su enemigo que, al caer, derriba consigo la cafetera produciendo un breve estruendo en la tranquila noche.

Con mirada urgente les digo a mis compañeros, siempre en voz baja:

Buen trabajo, gracias Carrick eso ha estado cojonudo. Rápido a foso, sin perder un segundo. Cogemos los cuerpos y los apilamos uno encima de otro, luego les pones una manta por encima, y nos ponemos sus cascos y sus guerreras ¿Va?

Salto al foso del arma pesada con los compañeros y mientras comienzo a ponerme el casco y la guerrera a toda prisa mientras le digo a pepe:

Pepe, di algo en voz alta, algo en francés, como: "Me cago en la puta, el maldito café... ¿Por qué se tenía que caer el café? Mira que eres manazas...." Por si alguien ha escuchado el ruido y se estraña, en voz normal, pero tampoco lo chilles. ¿VA? Carrick échame una mano con esto por favor.

Termino de ponerme la guerrera y coloco un cuerpo sobre otro, para luego echarles por encima una de las lonas enceradas que se emplean para cubrir la munición de los cañones y ese mismo cuando llueve mucho. Tras hacerlo voy donde Caparso y le pongo sobre el coco uno de los cascos, guiñándole un ojo le digo en voz baja: 

A ver qué puedes hacer con ese cañón, recuerda son 4, necesitaremos que peten a la vez.

Mientras cada uno está con sus taremas miro la cafetera, que quizas ya no tenga café en su interior, pero seguro que nos puede servir para una buena causa, a la hora de ir a por la proxima posición.