Partida Rol por web

- ¡Oh por el mismo infierno!¡Que asco de pajarracos! - expreso enojada, ya estaba bajo techo y libre de esas horrendas criaturas. También ayudó el mero hecho de que su interés no sean los lutines, es decir nosotros, y fueran por las semillas. - ¡Vamos Bill! ¡Dales sin asco! - incentivo a mi compañero como cheerleader agitando las manitas, no tenía las porras (o como se les llame). 

Lo bueno es que Batracius también quiso colaborar en la noble tarea. - ¡Tú puedes! Aunque espera... -  incentivo pero algo surge de mi pequeña mente, una grandiosa idea y por ello le pido a Bill que salga de allí. - Bill, sal. Usaré agua. - expreso ahora cerrando mis ojos buscando concentración, quizás con el uso de mis poderes pueda espantarlos. 

¿Agua?, ah no, eso si que no. Una cosa era luchar contra aquellos engendros con plumas, y otra muy distinta tener que mojarse. Además de ser un lutín de fuego le gustaba conservar su amada capa de roña -Protege la epidermis- solía decir.

Cuando oyó a Bonnie decir que usaría agua se dio media vuelta y corrió de camino al cobertizo.

-¡Todo tuyo querida!- gritó mientras enfilaba la pequeña construcción aferrado a los mangos de sendos hazadones.

Los pajarracos la emprenden con el saco con avidez. En Breves momento tienen numerosos agujeros que hacen que el grano se desparrame por el suelo. Vuestros intentos iniciales por espantarlos no parecen afectarles. Parece que están demasiado acostumbrados a la gente como para poder ahullentarlos con gritos y aspavientos. De hecho se os reponen cuando lo intentáis, abriendo el pico y chillando de forma amenazante.

Batracius entra en el cobertizo raudo y veloz en busca de algo que le ayude a espantarlos. Ve diferentes herramientas de jardinería que podrían ayudarle. Un rastrillo, una azada,...pero nada específico para atrapar pájaros.

Mientras tanto Bonnie cierra los ojos y se concentra. Por un momento temisteis que fuese a soltar otro de sus ya conocidos vómitos de color del arcoiris, pero parece que esto es algo diferente.
 

Pese a que mis ojos estaban cerrados y mi concentración fluctuaba debido a los recientes eventos, nada pude hacer realmente. Eso me frustraba muchísimo porque de mis poderes dependía a la hora de crear pociones y que suceda estas cosas bajaban mi autoestima. 

Por esa razón, dejo todo y me coloco en un rincón abrumada.  -No puedo, lo siento. - expreso desanimada.

-Bueno, el agua ha fallado... ¡Probemos con el fuego!- dijo Bill sin meditarlo demasiado, la verdad sea dicha. -Si no puedo sembrar esas malditas semillas ¡Quemaré el saco, maldita sea!-.

-Bonnie, prepara un cubo con agua. Si lo consigo tendremos que apagar las llamas lo más rápido posible-.

Dicho lo cual, concentró todos sus maravillosos y realmente escasos poderes mágicos, esperaba que eso auyentase a los plumiferos un buen rato y les dejase terminar.

Batracius, al igual que sus compañeros, ve que no consigue reunir toda la concentración necesaria para un efecto espectacular. Así pues, descarta la loca idea de crear una explosión de semillas, y traslada su energía telekinética a otro fin.

Con un gesto amplio de la mano consigue que varias de las semillas que estaban ya por el suelo o cayéndose del saco, salgan volando, esparciéndose sobre la parcela que contenía aquellas plantas de aspecto extraño.

Si mis conocimientos de botánica no me fallan, esas plantas podrían ser "plantas carnívoras", chicos. Esperemos que los pajarracos piquen en el anzuelo. -dijo con esperanza, pues era su última idea.

Los esfuerzos de Bill solo consiguieron provocar que una pequeña humareda saliese del saco. Los cuervos siguien comiendo de él, impasibles. De cuando en cuando alzan el vuelo para volver a aterrizar y seguir comiendo.

Bonnie no tiene mejor suerte con sus intentos. Ni siquiera es capaz de hacer que el agua fluya.

Batracius sí consigue invocar su poder. Desde el saco empiezan a salir disparadas semillas sobre el campo de plantas carnívoras. Varios cuervos deciden ir detrás de ellas. Nada más acercarse, las plantas carnívoras comienzan a moverse estimuladas por la presencia de carne fresca. Dos de los cuervos son cogidos por sorpresa y son devoradas por las plantas carnivoras, mientras que el tercero consigue ponerse a salvo a tiempo.

Hay dos cuervos menos, pero aún quedan varios revoloteando, pero aún hay tres más que no parecen cejar en su empeño.
 

Los cuervos restantes siguen picoteando el grano con impunidad ante la pasividad de los lutines que no parecen tener ninguna otra idea por aplacarlos. Los pájaros tan solo se van posando sobre los montoncillos de semillas que se han acumulado allí donde los orificios causados al saco han ido depositando parte de su contenido.

-¡Pero que se comen todas la semillas!- gritó Bill al ver como los restantes cuervos volvían a la carga con total tranquilidad.

Habían intentado usar sus poderes de lutín, con bastante poca fortuna. Si no hubiese sido por Batracius seguirían igual que al principio. Bill no podía aguantarlo más, había intentado ir en contra de sus principios utilizando mágia, pero no había resultado. Ahora utilizaría lo que mejor se le daba: los puños.

Agarrando el hazadón con fuerza, salió del cobertizo y cargó contra las molestas aves.

-¡Acabaré con vosotros, malditoooooos!- gritaba mientras se lanzaba contra el grupo de pájaros negros.

-Ohh no se que hacer... - me quejo agarrándome en la cabeza, no sabía como vencer a esos pajarracos. Estaba perdida y muy atemorizada. Mis compañeros ponían todo de si pero nada los detenía y yo me sentía como una inútil ante la situación, para colmo no lograba dominar mi poder, estaba bloqueada y frustrada a la vez. 

El plan de las plantas carnívoras había funcionado, pero el resultado había sido bastante mediocre...

Mientras Bill, ya harto, se lanzaba furioso dando golpes al aire con la azada y derribando con su envite a alguno de los cuervos, Batracius decidió que era el momento de agarrar el saco, mientras los cuervos se apartaban, e intentar arrastrarlo dentro del cobertizo, donde estaban Bonnie y los demás sacos.

Corrió hasta el saco de arpillera y lo agarró con fuerza, tirando de él.

Nnnghhhh