Partida Rol por web

Cuando comenzamos a nacer
la mente empieza a comprender
que vos sos vos y tenés vida.

Nieve... cae del cielo y cubre todo, ¿qué tan debajo de la nieve habrá quedado la tierra? El cielo es gris y no hay luz suficiente para orientarse, aunque es evidente que es de día. Nieve, nieve y nada más; algún árbol cubierto de nieve, alguna roca cubierta de nieve, alguna cabaña cubierta de nieve... 

¡Una cabaña!

Refugio... alimento... calor...

Un paso tras otro, bocanadas de aire helado convertidas en exhalaciones tibias, los pies, piernas, hundiéndose en la nieve, saliendo, avanzando, un paso tras otro y cada vez más cerca. La boca está seca, el estómago ruge, los vellos se erizan, la piel imagina el calor y siente más frío aún.

Y aunque la nieve cubre parte de las paredes de la cabaña, un techo protege la puerta que está despejada.

La mano va hacia la puerta...

La mano va hacia la puerta...

...y la puerta se abre, con un chirrido de goznes olvidados por mucho tiempo y un aroma a madera, húmeda pero cuidada del frío y la nieve. El aire, no tan helado como afuera, es una bendición para Jean Jaques, cansado de caminar durante tanto, tanto tiempo...

¿Cuánto tiempo? No tiene idea, solo sabe que el frío le cala hasta los huesos y que este refugio es perfecto para el momento actual.

Jean Jaques entra y cierra la puerta detrás, y aunque no es su casa, se siente en casa, al menos en un primer momento. Respira profundo, y entonces mira...

El lugar es mediano, ni amplio ni pequeño. En la pared a su izquierda, hay una mesada con bacha, algunos utensilios de cocina (platos, cubiertos, vasos) arrumbados por allí, un anafe conectado a un tubo de gas pequeño, un cesto de basura, y bajo la mesada, sin mediar puertas, algunas ollas y sartenes. En la pared opuesta, una mesa de madera rústica, cuadrada y amplia, con cuatro sillas, dos a cada lado, quedando otro lado apoyado contra la pared y el cuarto, opuesto a éste, libre. En el centro, una salamandra o cocina a leña, apagada, con un caño que llega al techo para la salida de humo. Dos grandes ventanas, de hojas vidriadas que se abren hacia dentro y postigos de madera gruesa que se abren hacia fuera, se ubican sobre la bacha y sobre la mesa. Sólo entra luz por la puerta abierta y por uno de los postigos que está abierto también. Por último, en la pared opuesta a la puerta, sobre una gruesa alfombra y entre leños amontonados y algunos cajones, un hombre aparentemente dormido.

Había tenido gloriosos despertares en tejados de hotel, con los restos del dosel de una cama encadenado a su mano con unas esposas de terciopelo y la ropa hecha trizas tras una noche de sexo salvaje. Recordaba resacas capaces de hacerle desear cortarse la cabeza y meterla en hielo para servirla a los invitados, con una rosa en la boca. Pero esa vez era sin duda la que se llevaba la palma, el globo y el Oscar al sitio más raro en el que había recuperado la consciencia.

¿Dónde diablos estaba? Por los árboles y la nieve debía ser algún lugar al norte de los Alpes, o tal vez los Pirineos. El como había acabado medio desnudo, en un valle de montaña abandonado frente a un refugio destartalado, era todo un misterio. Rebuscó en su chaqueta y suspiró aliviado al encontrar su kit de superviviencia, un par de petacas con sus licores especiales, la navaja suiza, el móvil, los tubos para muestras.. ¡El móvil! Mientras avanzaba penosamente por la senda, fría y helada hacia aquel pequeño santuario rústico trató de activar el GPS. No esperaba tener cobertura en aquel extremo del mundo, pero tal vez podía usar la jodida tecnología de la tecnocracia para saber donde estaba. Eran unos tiranos aburridos que querían sumir a la humanidad en la ignorancia del ganado, pero al menos eran predecibles. Si no funcionaba, había algo fuera de lo común en aquel pequeño fragmento de realidad que no alcanzaba a comprender.

¿Algo? Estoy solo, en medio de un monte nevado luchando por no morir congelado. No puedo acordarme ni remotamente como llegué aquí y lo peor de todo, no tengo ni idea de como salir. Pensó Jean Jaques. - Lo único que comprendo de todo esto es que estoy en serios problemas- Dijo murmurando para sí mientras alcanzaba la puerta y descubría el "lujoso" interior. Tratando de sacudir sus miembros entumecidos por el frío.

Tendría que buscar una forma de hacer fuego y calentar aquel tugurio. Observó la pequeña salamandra de metal negro, y dio gracias a los dioses que había leña mas o menos seca. Necesitaría unas piñas como catalizadores para iniciar el proceso de oxidación. La semilla que despertaba el fuego, a veces se preguntaba cuándo la humanidad prostituyó la alquimia para convertirla en esclava de la materia. Quizás fue culpa de Lavoisier o tal vez Boyle que trataron de reducirla a una mera parte de su complejidad para elaborar sus teorías. Una parte que se acomodara a la propaganda de la tecnocracia. Por desgracia la ignorancia que ayudó a cultivar acabó guillotinándolo por snob. 

- Como dice el dicho, cría cuervos y te sacarán los ojos. 

Salió de nuevo, ignorando el cuerpo inconsciente de aquel desconocido. De poco le serviría si no podían calentarse. Al volver arrugó algunos billetes pequeños, montó una pequeña pirámide de leña dibujando los símbolos del fuego en la ceniza y situó las piñas que había recogido en su centro con tres troncos sobre ellas - e voila. - Dijo al sacar su mechero grabado y prender un billete de 20 para culminar su obra encendiendo las piñas que pudo recoger de entre la nieve tras secarlas con su camisa. Cerró la tapa de metal y trató de recuperar la sensibilidad en sus manos temblorosas.

Tras recuperar el calor y el aliento, guardó cuidadosamente los fragmentos que podían serle de utilidad en sus tubos de ensayo que extrajo del cartucho de metal que los protegía: Un piñón, semilla de la vida, una rama de pino con propiedades de sanación, nieve virgen que mutaría en agua destilada, esencia del cambio. Y algo de ceniza, símbolo de descomposición, muerte y renacimiento. - Polvo somos..

Eh.- Dijo comprobando si le acompañaba un desconocido o tan solo un cadáver.- ¿Está usted bien?- Comprobó su pulso y la temperatura de aquel cuerpo. Era absurdo realizar la reanimación cardiopulmonar sin saber cuanto tiempo llevaba muerto, pero quizás si lo ayudaba a entrar en calor conseguía que despertara. Siempre podía tratar de destilar sales de amoníaco, aunque aún no tenia ganas de orinar.

Sacó su móvil de nuevo y puso el altavoz, seleccionando uno de los movimientos en órgano de los conciertos de música sacra de Bach. Necesitaba tranquilizarse y focalizar su mente.

Una voz... un sonido, chispa, crepitar, fuego... una voz... música... En la cabeza de Jordi sonaban vagamente esos sonidos, nebulosos al principio, y poco a poco iban ordenándose.

¿Dónde estaba? Una respiración profunda le trae el aroma a quemado, a humedad, a agua y a madera. El frío le entumeció los miembros hace tiempo, pero un calor cercano comienza a sentirse. Los ojos secos se abren entonces, y ve el lugar, apenas iluminado por la luz que entra por un postigo abierto y por un fuego incipiente dentro de una salamandra de hierro negro. Ve el lugar, y ve a la persona que está allí, junto a un teléfono móvil de donde emana la música.

Móvil que, Jean Jaques nuevamente verifica, no tiene cobertura de GPS ni de señal telefónica. Nada. O la tormenta ha volteado los postes cercanos, o quizá ni siquiera los haya, en un lugar tan remoto. Eso está viendo el alquimista, y tratando de relajarse, cuando escucha el leve crujir del suelo de madera debido al movimiento de algo por allí, que resulta ser el hombre junto a la leña.

"Lunes otra vez, sobre la ciudad". Es lo primero que viene a la mente de Jordi al despertar. Pero no: no es capaz de determinar qué día es, y definitivamente no es la ciudad. Su cuerpo está entumecido e intenta incorporarse; instintivamente, lleva su mano a su morral y lo aprieta contra su cuerpo, como asegurándose que aún esté en su lugar.

Trata de encajar las percepciones que va recibiendo: el olor a quemado, el crepitar del fuego, una alfombra gruesa, una puerta de madera, una mesa, una música que su mente aún desconcertada no llega a identificar. Todavía semidormido, mientras procura despabilarse, escucha una voz masculina, un saludo y una pregunta.

- Hola - trata de responder, aunque suena apenas como un murmullo. Luego, intenta recomponerse, torna más audible su voz - Creo que bien - "¿Dónde estoy? ¿quién sabe quién es este sujeto?" Por un momento, parece dudar, pero finalmente se decide.

- ¿Dónde estamos? ¿Quién es usted? - Algo renuente, comprende que, si el tipo es el responsable de la situación, ya sabe quién es él, y sino, no pierde nada con presentarse. - Me llamo Jordi Castanyer.

Dos desconocidos encontrándose en un lugar absurdo, desconectado del mundo. Morrales y pertenencias, sí, allí están, ambos lo han verificado, pero ahora se preguntan si eso servirá para algo, allí, en un sitio desconocido y remoto. 

Afuera, el viento se vuelve más fuerte; va cargado de nieve y por momentos el sonido del techo es ensordecedor. El fuego de la salamandra se agita pero se mantiene.

Jean Jaques observó atentamente aquel desconocido, tratando de averiguar que o quien era. No recordaba ningún experimento reciente que hubiera salido mal. Aún recordaba las advertencias de su gurú personal en todo aquel embrollo de los despertados. una mujer algo altiva, de ascendencia índicia y Neoyorkina, una maestra en Yoga, tantra y ayurveda.

Era casi como una manifestación de Kali peliroja. Pero sus palabras tenían matices de verdad fundamental, aunque seguía sin comprender como aquella mujer podía purificar su propia esencia con meditación, pilates y practicas sexuales. Una especie de guru recién salida de "Sexo en Nueva York" para ejecutivas agresivas y amas de casa adineradas. 

Sin embargo le advirtió de la paradoja. Aunque la tecnología no parecía funcionar, las leyes de la física y la alquimia elemental se cumplían de forma habitual. 

Devolvió la atención a su compañero de penurias, quien parecía estar tan confundido como el al respecto de su mutua situación. O al menos, le había conseguido engañar con esa expresión mezcla de miedo, confusión y precaución. Como un turista al que le han perdido el equipaje.

- Soy Jean jaques, encantado.- Dijo al tiempo que sacaba su paquete de tabaco con sus cigarrillos de la risa. Le dio unos golpecitos a uno y se lo llevó a los labios, ofreciéndole a su vez otro al señor Castanyer.- Supongo que ya se encuentra entre los despertados.

Una expresión lo bastante ambigua para pasar desapercibida, y lo bastante exacta para despertar un destello de comprensión si pertenecía a las tradiciones, huecos incluidos.

- No recuerdo como llegué aquí, y que me aspen si se donde estamos. No hay cobertura, y el GPS fluctúa como una luz de navidad.

Llevó de nuevo las manos cerca del estufa buscando olvidar el frío del camino, mientras observaba el techo con suspicacia. Encendió su cigarrillo y hecho una profunda calada, expeliendo un circulo de humo con fuerte aroma a marihuana. Dejó que los acordes harmónicos de bach calmaran sus nervios mientras disfrutaba del colocón.

Jordi observó con algo de recelo a su interlocutor. "¿Despertados?". El uso de esa palabra parecía resultar natural para la situación en la que se encontraban, aunque también podía haber sido elegida específicamente, con una segunda intención.

Esta última posibilidad abría un sinfín de alternativas "¿Él también? Y si es así ¿es de las tradiciones? ¿un agente de la Tecnocracia? Ni siquiera sé dónde estoy ni cómo terminé acá". En su mente había muchas preguntas y ninguna respuesta.

Pero si Jean Jaques quería jugar a los acertijos, Jordi no iba a dejarlo con las ganas.

- Bueno, el tener los ojos abiertos no siempre significa que uno ha despertado, ¿verdad?

Era un sinsentido, excepto en dos contextos interlocutorios: entre auténticos Despertados, o en boca de un académico humanista usando un lenguaje oscuro a propósito. Y Jordi podía encajar en ambos contextos.

Estuvo a punto de aceptar el cigarrillo que le tendía su compañero, pero lo declinó al notar el aroma que despedía recién encendido.

- Gracias, pero es muy temprano para mí. - No es que nunca hubiera fumado, ni tenía perjuicios al respecto (salvo, quizás, contra el fuerte olor que impregnaba todo). "Necesito todos mis sentidos alerta" se dijo a sí mismo.

Casi a sus pies, vio su mochila. Por lo visto, había salido a caminar y se había preparado para dormir al raso, pero no en medio de una nevada. Trató de hacer memoria.

- Tampoco yo sé cómo llegué acá ... ni siquiera sé dónde es acá. Si no estoy lejos de mi hogar, diría que es algún lugar de los Pirineos. ¿es usted francés? - El nombre lo era, en cualquier caso ... pero no quería herir susceptibilidades de patria chica "No sea que se trate de otro Hercule Poirot"

Terminó de levantarse de su improvisado lecho y se dirigió hacia una de las sillas. Al pasar por la salamanca, le puso más leña al fuego: el invierno muy crudo se avecinó.

El fuego en la salamandra osciló, bajó un momento por el frío de la leña nueva, y enseguida creció al comenzar a nutrirse de su material.

Por debajo de la puerta, un viento frío entró sonoramente, llamándoles la atención. Era solo viento, solo frío. Como todo lo que había afuera de la casa.

Jean jaques observó extrañado a su interlocutor. Mientras las suaves volutas de humo se extendían, derribando los muros autoimpuestos de la mente. Solo cuando esta se elevaba lejos de las restricciones del cuerpo, de la propia vida, era capaz de volar libre. Como los círculos de ceniza suspendidos en el aire, exaltados por corrientes de aire incandescente.

- ¿Francés, qué iba a ser si no..?  ¿Señor Castanyer.. en que idioma cree que estamos hablando?

Cuando este echó más leña al fuego, quebró el círculo de trasmutación. Ausente, abrió de nuevo la portezuela con cuidado y removió los troncos para recuperar la forma. Si no ofrecía un hueco para que fluyeran las fuerzas, no se consumiría la materia cambiando de forma. Estasis, dinamismo, un delicado equilibrio para la chispa del cambio. Hipnotizado por el fuego trató de concentrarse y devolvió su atención a su acompañante, sintiendo el frío y el viento que penetraba en aquella cabaña a pesar de sus paredes.

Por sus palabras, podía tratarse en verdad de un compañero de las tradiciones. O un tecnócrata, aunque podían ser aliados para salir de aquel atolladero. Al fin y al cabo, el no iba a comprar su propaganda.

- Soy un seguidor del éxtasis. Y me temo que no estamos en un sitio.. vulgar.

Se levantó e inició una búsqueda entre los armarios, las alfombras y las paredes en busca de algo inusual. Alguna marca, algo que le permitiera aventurar si se encontraban bajo algún influjo concreto. Tratando de identificar signos o patrones extraños.

- Desconozco la naturaleza de este fragmento de realidad. Y no me atrevo a entregarme al arte sin conocer todas las variables a las que estamos sometidos ¿Es posible que las barreras idiomáticas entre nosotros hayan caído? Vinculando nuestras mentes entre ellas, o al ambiente. O tal vez haya alguna esencia que actúa de puente en forma de espíritu o quintaesencia ¿Tal vez estamos en los reinos del sueño?

Si al final resultaba que se trataba de un simple durmiente, achacaría su discurso a la marihuana. Al fin y al cabo, empezaba a sentir su dulce sensación mientras las inhibiciones caían y su consciencia se expandía a su alrededor. Aunque no quería canalizar nada hasta estar seguro. Eso, al menos, le diferenciaba se sus compañeros de "secta". No iba a entregarse a un torrente de manifestaciones a la espera que alguna de ellas lo catapultara en la dirección correcta purificando su propia esencia.

- ¿Alguna teoría?

Jordi comprende las palabras de Jean Jaques, aunque no se había preguntado qué idioma...

El francés rebusca en la cabaña, a ver si encuentra algo que le permita discernir, hacerse una idea sobre todo aquello, algún patrón, algún rasgo inusual. Pero no había nada extraño, solo una cabaña y lo que había en ella, el fuego calentando y el frío que se colaba por los espacios mal cubiertos bajo la puerta.

- ¿Idioma? - A Jordi, la pregunta de Jean Jacques le sorprendió - Francamente, no sé en qué idioma está hablando usted, pero yo lo entiendo en perfecto ingles ... aunque con algo de acento.

- Sí, su nombre es de origen francés, pero usted podía ser ciudadano francés, belga, suizo o incluso canadiense, ¿verdad?

La referencia al extasis y la forma en que remarcó la palabra 'vulgar' apuntaban a otro Despertado, lo cual disminuía drásticamente las posibilidades de coincidencia ... o eso sospechaba Jordi. 

- Teorías puede haber múltiples; usted ya ha mencionado dos: el vínculo mental o un puente metafísico. También puede ser que nos encontremos en un plano distinto, un reflejo de nuestra Realidad - su mente parecía haber entrado en modo analítico ... para mejorar la Realidad, era preciso deconstruirla previamente - No quiero sonar demasiado racional, dado que la Realidad es maleable, pero sin más información creo que estamos en la oscuridad. Lo único que puedo decir, y es más una intuición que un conocimiento, es que no puede ser casualidad que dos de nuestra condición nos encontremos en un lugar como este, sin saber cómo hemos llegado.

Al parecer el dulce humo de su cigarrillo ya estaba empezando a embotar sus sentidos. Asintió de nuevo y desistió de su búsqueda sentándose en una de las rústicas sillas de la sala.

- Cierto, no había caído que belgas y suizos también hablan en francés. A lo que hablan los canadienses no le daría tal mérito pero digamos que sí.- Dijo con una sonrisa burlona.- Sin embargo su pregunta me hizo preguntarme sobre la forma en que nos estábamos comunicando. Y al parecer la intuición resultó correcta, no he hablado inglés en mi vida señor Castanyer.

Empezó a reír de su propia gracia de forma algo desproporcionada. Traicionado por los alucinógenos que ya corrían por su torrente sanguíneo. Tras varios minutos trató de centrarse y buscar un sentido a todo aquello.

- Parece algún tipo de trampa o encerrona para magos entonces. Quizás nuestras esencias fueron atraídas a este lugar, como el hierro al imán o las polillas a la luz. En tal caso seguimos con la duda.. ¿Estamos en una esfera física?¿Una esfera espiritual?¿Encerrados en las creaciones de una mente ajena? He de reconocer que no sé a que os referís con reflejo de la realidad ¿Tal vez la superposición de niveles de existencia en las que funcionan los distintos reinos? ¿A que tradición pertenece usted señor Castanyer? Si nos encontramos en algún tipo de treta.. Enemigos no nos faltan ¿La tecnocracia? 

El discurso fluctuaba en la voz de Jean Jaques, mientras se resistía a entregarse al humo de sus drogas mientras los acordes de Bach seguían resonando con sus compases armónicos en las paredes.

"Enemigos nos nos faltan"; las palabras de Jean Jacques resonaban en la mente de Jordi.

- En caso de enemigos, ciertamente los tecnócratas serían los sospechosos de siempre, pero no había que excluir algún Merodeador ... y ni hablar de enemigos personales. Soy un simple profesor universitario, no creo tenerlos ¿Qué me dice de usted?

Igual, no esperó la respuesta: la posibilidad de ser un 'daño colateral', en medio de un conflicto que involucraba a su compañero forzado, era despreciable.

- Nuestro mundo material, imperfecto, es reflejo de un mundo inmaterial, perfecto. De hecho, cualquier plano, excepto el mundo esplendoroso de las esencias, es imperfecto, aunque algunos más que otros a medida que se alejan de éste. A partir de ese plano único, emanan potencialmente infinitos planos, copias de copias, multiplicando e incrementando la imperfección. ¿Ha visto Matrix? - hizo una pausa, reflexionando, como frente a un alumno que hubiera planteado un pregunta cuya respuesta no era definitiva - Vivimos rodeados de un mundo de ilusiones, que nuestra mente moldea; ¿estamos en la mente de alguien más poderoso? No descarto esa posibilidad, pero tampoco tengo elementos para aseverarla completamente. Como dijo un poeta: "Dios mueve al jugador, y éste la pieza ... ¿Qué Dios, detrás de Dios, la trama empieza?". (*)

Se levantó y se dirigió hacia una de las ventanas. No solo quería otear el paisaje, sino también alejarse un poco del humo de la marihuna. "Maldición, eso termina embotando la mente"

- Lo siento, me estoy dejando llevar por mi actitud de docente. - trato de restarle importancia con una sonrisa - Defecto profesional, ya sabe.

Afuera, el viento es poderoso y acarrea nieve en cantidades. Alrededor de la casa, la blanca sustancia se acumula siguiendo las directrices del viento, alcanzando la base de esa única ventana no herméticamente cerrada que deja entrar algo de luz y algo de frío.

A la vista de aquello, el interior de la cabaña parece aún más acogedor que nunca.

No se si plantada por enemigos, por las divagaciones exacerbadas de un merodeador o por algún dios caprichoso.. pero aquí estamos. Quizás es una jaula en la que nos han encerrado de forma específica, encarcelados por alguien capaz de drogarnos hasta perder el conocimiento y tirarnos a una cabaña de montaña. O bien es algún tipo de venus atrapamoscas, cuya delicada aroma atrae a las mentes de los despertados hasta encerrarlas en lo que sea este lugar.

Aunque mis compañías tienen rivales, dudo que ningún chateau se dedique a gastar dinero para secuestrarme de forma tan excéntrica. Por desgracia, tengo la sensación que esta situación se debe a mis otras aficiones. Nuestras aficiones, lo que me lleba a las presentaciones formales.

- Soy Jean jeaques d'Arpajon Ibn Sahajiya. Aunque mi mentora insistía en llamarme maldito hermético.

Dijo con una sonrisa apagando el cigarro al percibir la incomodidad de su acompañante.

- Es interesante la búsqueda o suposición de ese plano perfecto, con multitud de reflejos hasta llegar a la sombra que conforma nuestra realidad. Aunque antes quizás, deberíamos poner un nombre a la perfección, y justificar la imperfección en nuestro plano ¿Es tal vez porque es mutable, porque tiende al caos, porque se entrega a las espirales de la entropía para reformarse en algo nuevo que volverá a mutar con los estragos del tiempo, a merced de las fuerzas y la propia decadencia?¿ O simplemente es imperfecto porque nacemos y morimos en este plano de existencia, encarcelados por la prisión del cuerpo y las líneas del espacio y la materia?

Sonrió, levantándose y rebuscando alguna botella de licor, vino u otra bebida con la que brindar con su nuevo compañero despertado.

- Disculpadme, a veces me apasiona hablar de estos temas, hasta el límite de resultar tedioso. Por otro lado me considero un heredero de la alquimia, así que dedico mi vida a perfeccionar mi propia esencia, descartar el nigrum y trasmutar el plomo para alcanzar la piedra filosofal. Aunque la tecnocracia la mutilara y la rebautizara como química moderna.

Tras su búsqueda infructuosa se sentó de nuevo. Tomando un trozo de leña quemada que había saltado de la salamandra y dibujando en la superficie de madera cruda sus esquemas. Trazando diagramas sobre la mesa.

- Partimos de la suposición que estamos aprisionados en este lugar. Lo bastante aislado de todo para constituir una cárcel en si mismo.- Observó por los postigos de las ventanas en busca de algún signo del sol mortecino. A la espera de la noche, con su mapa estelar nítido y revelador sobre sus cabezas.- Pero no conocemos la naturaleza, ni el plano sobre el que esta cárcel existe. Ni que parte de nosotros vive en el, manteniendo esta entretenida discusión. Pero al parecer las leyes del mundo físico se cumplen hasta donde yo se y he comprobado. 

Tras enlazar sus hipótesis con trazos largos de su lápiz improvisado observó a su acompañante con actitud expectante.

Con lo que damos vueltas a dos preguntas fundamentales. Donde estamos y que parte de nosotros, de nuestra esencia, está encerrada ¿Alguna idea?

Era claro que, de haber algún ocupante original en la cabaña, no se trataba de un bebedor. Vamos, no había prácticamente nada allí: algunos platos y cubiertos, tazas, tablas de picar y sogas, una lámpara vieja de kerosene y algunos trapos.

Solo eso encuentra Jean Jaques, pero ninguna bebida. Ni comida. Aunque no se le había pasado por la cabeza eso, no anda con hambre. Ninguno de los dos... solamente frío.

- No se preocupe por su apasionamiento, siempre es un placer dialogar con un compañero de la Orden. - Jordi trata de ocultar su sorpresa "Hubiera apostado por un miembro del Culto del Extasis ... siempre es peligroso apostar". Pero no hizo ninguna referencia a ello.

- Pertenezco a la Orden de Hermes ... y prefiero no saber como me llama mi mentor - un chiste malo, uno de los tantos los que utilizaba en sus clases buscando romper el hielo, aunque adaptado a la circunstancias.

- Su nombre, o parte de él, Ibn Sahajiya es árabe. ¿Tiene ascendencia de Medio Oriente? ¿O es un sobrenombre que eligió por algún motivo místico?

El profesor trata de espiar el exterior por las hendijas de las ventanas.

- Tampoco podemos descartar que estamos en nuestro viejo y querido plano, la Tierra de toda nuestra vida, solo que hemos sido ... teletransportados ... sí, esa seria una palabra descriptiva ... a este sitio inhóspito. Porqué y por quién, es algo que se me escapa de momento.

Rebusca en su mochila hasta sacar su celular; lo enciende, comprobando la carga de su batería y comienza a navegar entre sus archivos informáticos.

- A ver si entre estos grimorios digitalizados encuentro algún hechizo que nos permita determinar nuestra localización. 

Jean Jaques sonrió ante la respuesta de su acompañante. recordando lo pomposa que era la forma de hablar de su mentora y que no todos utilizaban las formas arcaicas y en desuso de las tradiciones.

- La denominación Ibn hace referencia a la tradición de magos a la que pertenezco, en este caso Shajariya .Una formula arcaica que no todos conocen, disculpe. Y así es como se hacen llamar los seguidores del culto del éxtasis tras la guerra de la ascensión. Supongo que pensaron que cambiar el nombre por uno más antiguo les daría un aire de seriedad y dejarían de llamarlos atajo de borrachos y drogadictos.

Sonrió ante su propio chascarrillo y se acercó a Jordi para otear su móvil al tiempo que el sacaba el suyo para abrir a su vez los textos de alquimia que había escaneado de la biblioteca familiar, desplegando el dispositivo de pantalla plegada.

- Por suerte yo no me entrego a viajes de drogas sin sentido. Me gusta realizar complejas fórmulas alquímicas para elaborar mis catalizadores, de ahí el remoquete de mi maestra. Quizás podamos trabajar en algo juntos.

Empezó a rebuscar entre páginas de pergamino antiguo pasándolas una tras otra con un simple desliz de su dedo. 

- Normalmente utilizaría algo que nos vinculara al lugar u objeto de estudio. Un pellizco de tierra, por ejemplo. Detectar la línea telúrica y buscar el día perfecto para la elaboración ritual del preparado. Pero no gozamos de tanto tiempo. Quizás un símbolo alquímico de tierra, inscrito en el suelo y un preparado de alcohol.. pero no hay nada aprovechable en esta cabaña. Ya lo tengo. Un incienso, elaborado con tierra y pinaza de la zona, en un círculo de trasmutación alquímica trazado con ceniza, con el símbolo alquímico de la tierra inscrito en el y algo de marihuana para romper los límites del Ego. Con ello podríamos proyectar nuestro yo y apercibir los alrededores, para saber si nos encontramos en el plano físico.

Tras varios minutos dio con un antiguo círculo de hechicería con un triángulo equilátero, rodeado por la representación alquímica del sol y ocho planetas del sistema, con la tierra en su centro dentro de un pentagrama, inscrito dentro del triángulo. Una proyección de los símbolos del zodíaco en los márgenes exteriores rodeaban el trazado enmarcándolo en la bóveda celeste.

- Quizás algo así podría funcionar. Con un recipiente de piedra, tal vez un mortero o una taza de porcelana en su nexo con el incienso. Que le parece ¿Podríamos vislumbrar el reflejo de este mundo a través de estas fórmulas? Al menos podríamos asegurar si nos encontramos en el planeta tierra y no en algún reino perdido en la umbra.

Jordi escucha toda la explicación de Jean Jaques, primero sobre su Tradición, luego sobre el ritual que se propone hacer, mientras rebuscando en su celular encuentra algunas ideas que, sumadas a sus conocimientos naturales, dan como resultado un ritual... bastante parecido, en esencia, a lo que el sorprendentemente autoproclamado Extático propone.