Partida Rol por web

Ambrogino con la boca rabiosa llena de sangre arranca sus garras del vientre de Giani y gira sobre si mismo a toda velocidad, utilizando la inercia del movimiento para lanzar otro zarpazo en dirección a Sav.

Sus garras como cuchillas silban en el aire frío de la madrugada.

El golpe contra Giani había sido tremendo, practicamente se podían ver sus entrañas tras el paso de las garras de Ambrogino.

El gangrel resoplo concentrandose en su siguiente movimiento pues no estaba dispuesto a fallar nuevamente. Ambrogino se giró para atacar a Sav quién con un rápido movimiento se echo a un lado mientras contratacaba con sus garras directamente al cuello.

Sav trata de esquivar el golpe, pero las garras de Ambrogino le alcanzan antes de que pueda realizar la maniobra de esquiva. Su monstruosa zarpa choca contra su brazo derecho y se escucha el sonido de los huesos desencajarse. Las garras cortan el músculo como mantequilla y desgarran los tejidos de tu brazo, dejando una macabra herida y tu extremidad colgando de un tendón.*

En este instante, de las sombras se materializa la figura de Giani que acababa de hacerse invisible y blandiendo una espada corta, arremete contra el terrible enemigo, hundiendo el filo de su arma en el centro de su espalda.

Ambrogino aulla de dolor y enzarzados como dos perros rabiosos, Sav lanza el golpe de gracia con su mano izquierda y clava sus garras con fuerza entre su clavícula y su cara.

En un estallido de sangre, los ojos de Ambrogino se ponen blancos y como si los alocados gritos de Bernini hubieran lanzado un hechizo disipatorio, la figura que teníais delante cambia de forma. No se trata del elegante italiano, sino un hombre grande con una descuidada barba. Lleva unas ropas sucias de trabajador y algunos rasgos animales como sus pies en forma de zarpas, orejas peludas y colmillos retorcidos.

El cuerpo del falso Ambrogino cae a plomo contra el suelo y en un borboteo de sangre casi inteligible pronuncia con dificultad.

 - Seguramente... os habréis dado cuenta de que podía haber otras... partes... interesadas.

Subitamente, un ruido seco llena el aire y el cráneo del vástago estalla en una lluvia de sangre, sesos y astillas de hueso. El cuerpo se agita ligeramente y queda inmóvil por fin.

Entre los restos de su cráneo destrozado hay un pequeño escarabajo de oro: mide unos 15 cm de diámetro y esta perfectamente elaborado, con alas de lapislázuli y un intrincado diseño de plato grabado sobre su superficie.

El insecto extiende sus alas e intenta elevarse en el aire de la noche.

El combate acaba bruscamente con un ataque combinado entre Sav y yo, afortunadamente ya que no se si alguno de los dos sobreviviríamos a otro ataque así.

Pero Ambrogino no era Ambrogino, era... ¿quien era? el craneo explota y un curioso escarabajo dorado sale volando, lo obserbo elevarse estupefacto, y de no ser por la agitación de las sombras lo habría dejado ir, pero ante su urgencia intento atraparlo de un salto.

Sin mucho éxito, entorpecido por mi herida caigo al suelo y veo impotente como el escarabajo se aleja

Las garras de la bestia desgarraron el brazo de Sav arrancandole un profundo grito de dolor que no hizo otra cosa más que estimular su rabira interior. El gangrel contraataco con un zarpazo a la altura de la garganta mientras Giani clavaba su espada.

El sangriento resultado no se hizo esperar y el cuerpo inerte e irreconocible de quien reía hacía un momento yacía en el suelo... una especie de escarabajo de oro salió del cuerpo como intentando alejarse del macabro lugar, Giani no llego a alcanzarlo pero Sav a pesar de estar malherido se impulso con sus poderosas piernas y de un brinco alcanzo y encerro en su mano el escurririzo ser dorado.

Los tres intentáis coger al escarabajo antes que huya, pero es gracias a la ayuda de Sav quien con un movimiento acorrala el insecto, que Bernini logra apresarlo entre sus manos.

Cuando el neonato va a revisar el contenido capturado haciendo un cuenco con las palmas, los tres veis como el escarabajo se disuelve en una sustancia blanca y pegajosa.

No queda nada más para vosotros aquí. El viento sopla. Son las 12 de la noche.

tras el fiasco del escarabajo me siento con cuidado llevando una mano a mi herida

-bueno Bernini, ya que preguntabas por tus dones, somos capaces de curarnos de heridas así de espantosas, pero cuesta bastante, hay que concentrarse en la sangre, así-

Mi rostro palidece visiblemente mientras dirijo el poder de la vitae hacia la herida, pero es demasiado dificil, las garras de esa criatura son demasiado

-yo... no puedo curarme mas, y ahora estoy hambriento- digo debilmente antes de que las sombras que me rodean me hagan reaccionar

-si madre, no puedo pararme ahora- con dificultad me levanto y voy hasta el cuerpo de nuestro enemigo desconocido

-Ambrogino nos la ha jugado, o tal vez otro enemigo, alguien que también quiere los textos de Cappadocius. A ver si puedo descubrir algo-

Registro el cadaver en busca de algo que pueda resultarnos útil y luego sostengo el objeto entre mis manos entrando en un leve trance

A priori no encuentras ninguna joya u arma que parezca susceptible a decir algo de su portador, así que decides usar el toque del espíritu con la camisa ensangrentada del tipo y por tu sorpresa funciona.

Un remolino de imágenes estalla a toda velocidad en tu mente como un flash:

El hombre grande afilando un hacha, la sensación de la lluvia empapando cada centímetro de la tela, una mano negra agarrando con fuerza el cuello de la camisa, miedo, sangre, una figura calva recortada en la oscuridad, unas patas entrandote por la nariz, dolor, el escarabajo subiendo por detrás de las cuencas de los ojos, dolor, un dolor insoportable, sientes que la cabeza te va a estallar, caen tres gotas seguidas sobre la pechera de la camisa. 

Mientras sus secuaces se dejaban pegar por el hombre de barba que parecía Ambrogino pero que no lo era, Bernini hizo aquello que mejor sabia hacer.

Hablar incoherencias y dar vueltas por allí.

Pero quiso esta vez la suerte sonreírle y por ello – gracias a un brillo repentino apenas atisbado en la periferia de sus ojos -, que dio con el viejo y grueso tomo bajo una viga de madera.

Animado por el maravilloso descubrimiento rápidamente corrió hacia dicho sitio y luego de levantar las pesadas vigas humeantes con una mano – no le dolió nada -, saco el libro de su actual prisión y se lo metió bajo el brazo.

Volviendo al sitio donde se encontraban sus seguidores comprobó – con ojo clínico y desaprobando el asunto -, que estos estaban bastante mal heridos y no entendió el porqué.

¡Pero si el calvo de barba debería haber sido un paseo por la plaza!, pensó.

En fin…cosas que le sucedían a los novatos, se dijo condescendiente, y se dispuso a darles – de todas formas -, un buen discurso motivacional.

Pero.

Entonces aquel bichejo dorado salió de su nido – que no era otro que el centro de la cabeza del pelado muerto con barba -, y entre nubecillas de sangre y materia gris pretendió alzar el vuelo hacia el nocturno cielo.

¡Mis cojones!, se dijo Bernini, y aunque Sav intento ocuparse del asunto, Bernini le aparto a un lado como si su colega fuera una mera mosquita de la fruta y cogió aquel rápido y dorados objeto – que parecía una pelotita dorada con alas…ejem-, con los dientes y mientras elevaba el puño libre cerrado hacia el cielo en señal de triunfo.

¡Así se hace joder!, hubiera gritado pero tenía la pelotita dorada entre los dientes.

Justo entonces…

…

-bueno Bernini, ya que preguntabas por tus dones, somos capaces de curarnos de heridas así de espantosas, pero cuesta bastante, hay que concentrarse en la sangre, así-

Las palabras del AMO le sacaron de su ensoñación. El pobre Bernini miro hacia todos lados y se palpo con desesperación bajo el brazo mientras giraba sobre sí mismo como buscando algo.

¡DondedondedondeDONDE!.

¡DONDE ESTA EL LIBRO!, exclamo con urgencia y quizás para sus compañeros fuera aquel un llamado a intentar encontrar el objeto pero lo cierto es que se lo estaba preguntado.

¡Maldición! el grito de Sav dejó escapar el resto de la adrenalina de su cuerpo todavía manchado de sangre, las heridas en su brazo eran profundas pero el muerto no era Ambrollino y su misión no había acabado y de nuevo se encontraban tras una sombra que parecía ir siempre un paso por delante.

Sav miró a Giani como rebuscaba entre los restos por lo que espero con la esperanza de tener alguna buena noticia.

Durante un momento mis ojos permanecen entornados mientras mantengo una mano sobre el pecho del muerto, luego parpadeo y me aparto un par de pasos

-bueno, creo que podré reconocer al individuo que introdujo el escarabajo en la cabeza de este desgraciado, algo es algo-

Pero entonces la exclamación de Bernini hace que le preste atención por primera vez en bastante tiempo

-¿Libro?¿que libro? nosotros estamos buscando un libro-

Mirando alrededor extiendo el alcance de mis sentidos en busca del libro o de alguien que lo esté robando

Los sentidos agudizados no traen nueva información. El lugar está en calma.

Un breve momento de lucidez se hizo entonces presente en la mente de Bernini quien preso de una, ahora, apabullante certidumbre dejo de girar sobre sí mismo al tiempo que miraba su MAESTRO de hito en hito y con una profunda expresión de confusión plasmada en el rostro.

Se irguió, un poco, y tras cruzarse de brazos y ladear el rostro un poco hacia la izquierda – misma postura que la de un perro intrigado -, se rasco con parsimonia el mentón antes de hablar tratando de imitar la voz de Giani:

-hoy iremos a la mansión Bronson y confrontaremos a Ambrogino Giovanni para que nos entregue los manuscritos que robo en la biblioteca del Vaticano, y dado que se ha dictado contra el una caza de sangre deberíamos acabar con su existencia también-

Tal vez por primera vez desde que nos conocemos miro fijamente a Bernini, mi chiquillo

-es posible que Ambrogino cuente con la protección del clan Giovanni en Londres, que sea un vastago antiguo y poderoso versado en las artes oscuras. También es posible que sea un fragil erudito solitario incapaz de plantarnos cara.

Está claro que no nos hemos enfrentado a Ambrogino sino a su esclavo, dijo Bernini ahora hablando con su tono de voz, y que mientras perdíamos el tiempo aquí el que buscamos ha escapado cubriendo sus huellas tras prender fuego a su morada. Quizás, solo quizás, de apurarnos ahora podríamos encontrar alguna pista.

Bernini señalo el escarabajo dorado antes de seguir, y esa era nuestra mejor opción, dijo antes de volver a mirar hacia la casa.

Bueno, al menos Bernini parece tener buena memoria sin embargo eso no es ningún consuelo en estos momentos

-¿apresurarnos adonde?, he visto la cara de quien implanto el escarabajo en el craneo de ese desgraciado, y no era Ambrogino. O mas bien los he entrevisto, creo que eran tres. Uno grande con un hacha, alguien con una mano negra que le sujeto durante la operación y el que le puso el escarabajo que era calvo. Poca cosa.-

Molesto y deshorientado recito un fragmento de la biblia al azar

"Hazme justicia, Yahveh, pues yo camino en mi entereza, me apoyo en Yahveh y no vacilo.
Escrutame, Yahveh, ponme a prueba, pasa al crisol de mi conciencia y mi corazón, está tu amor delante de mis ojos, y en tu verdad camino
No voy a sentarme con los falsos, ni a sentarme con los hipócritas; odio la asamblea de malhechores, y al lado de los impios no me siento.
Mis manos lavo en la inocencia y ando en torno a tu altar, Yahveh, haciendo sonar la acción de gracias, todas tus maravillas pregonando; amo, Yahveh, la belleza de tu casa, el lugar de asiento de tu gloria.
No juntes mi alma con los pecadores, ni mi vida con los hombres sanguinarios, que tienen en sus manos la infamia, y su diestra repleta de soborno"

Al acabar permanezco un momento en silencio con los ojos cerrados, visiblemente mas tranquilo

-Pero es cierto que hemos de apresurarnos, tuviste el libro en tus manos Bernini, quien se lo haya llevado solo puede haber ido en una dirección, hacia Londres. Apresuremonos en volver. Si cuando lleguemos a la ciudad seguimos sin ver nada será hora de visitar a los Giovanni de Londres. Aunque el hambre roe mis tripas y las heridas me frenan, no debemos desviarnos mas de lo imprescindible-