Partida Rol por web

Orazio sopesó con tiento el arma en sus manos aferrándola con fuerza. ¿Que clase de animal podía haberle arrancado el brazo a un hombre de esa manera? No conocía a nada capaz de hacerlo, no al menos con la prestancia suficiente con la que debía de haber acontecido aquella violenta muerte. Pero aquello no era lo único que le había llamado la atención. El propietario de aquel brazo sin duda formaba parte del grupo de cinco guerreros que se habían adentrado en aquellas cuevas, y de ser así... ¿Donde estaban los otros cuatro guerreros? ¿Acaso la bestia que habitaba aquel lugar había acabado con todos ellos?

Aquello sin duda volvía su empresa en algo ciertamente mas peligroso y desconocido de lo que habían imaginado.

- Sea lo que sea, lo que a hecho esto no puede andar muy lejos...-

Comentó con un gruñido, mirando alrededor atento a cualquier amenaza que pueda surgir de los sombríos recovecos de aquellos cavernosos pasillos subterráneos. Sin embargo no logró ver nada mas allá de lo que alumbraba la tenue luz de las antorchas, y es que los ojos humanos no estaban hechos para ver a través de aquella insidiosa oscuridad...

Es posible que haya sido otro de esos caimanes, como el que hace soles atrapó a Iktán... -repuso Gonzalo-. ¿Ves algo interesante, Joao?

Iktán, a su lado, no hacía otra cosa que mirar hacia un lado y a otro, intentando comprender qué pasaba.

Son las grutas del Xibalbá...como diría el padre Aguilar...: "la ruta del los infiernos", pero, ¿y el resto de Cocomes al que íbamos a enfrentarnos?

Joao se agachó e intentó averiguar, mirando las heridas, qué tipo de animal podía haber causado esa escabechina. - Aquí parece haber algo interesante... - dijo al encontrar algo en el miembro amputado

Me acerco interesado a Joao para seguir sus explicaciones, espero que a pesar de todo no se le hayan olvidado sus años de estudio como médico en tierras cristianas.

Sin duda alguna que no es ni filo ni piedra lo que ha arrancado de cuajo a ese brazo, sino más bien como si fueran dientes... Posee, según tu visión, una dilimitación perfecta de dientes de... ¡jaguar! Pero un jaguar, comunmente, no suele ni dejar rastros de cadáveres, ni un pieza sin devorar como la que encontrásteis. Además ¿qué hace un jaguar en un cueva a pleno día? Debería estar cazando fuera.

Carraspeó

- Gonzalo, no creo que hayan sido caimanes -no sabía lo que era pero no le gustaba lo más mínimo. Al ver sus compañeros atareados observando el brazo se calló y esperó a ver qué decían.

Joao permanecía arrodillado con el ceño fruncido mientras examinaba la extremidad amputada - Dientes, parecen dientes y garras, - hizo una pausa mientras señalaba uno de los ligamentos que colgaba, no en vano había ejercido de Médico durante años allá en su anterior vida, aquella que apenas recordaba ya - No hay duda, ha sido un felino de grandes proporciones. Sé que no es normal encontrarlos en cuevas pero todo apunta a que son causadas por un animal salvaje, ¿Quizás un tigre ? ¿un jaguar ?

¿Un jaguar...? Mmm... poco común es que se haya adentrado hasta aquí sin luz... -decía Iktán-, a no ser que haya otra entrada. ¡Continuemos!

Dejásteis atrás el brazo arrancado, en su sitio, y muchas dudas que en breves se transformaron en cierto miedo comenzaron a inundaros el cuerpo. ¿habría algo que temer?

La ruta continuaba linealmente (el camino era irregular y con curvas), pero ya no había orificios en la cueva, como antes, que pudieran alternar el avance principal. Notásteis entonces una mayor humedad, y el pasillo rocoso comenzaba a ascender lentamente. Estuvísteis como unos diez minutos subiendo, y aquello no era común, pues las cuevas suelen ser los pasillos hacia el Xibalbá...

Entonces comenzásteir a notar un olor putrefacto, que no parecía proceder de muy lejos

Cuando el fuego que os iluminaba os señaló cómo el suelo había dejado de descender, alzásteis las antorchas y observásteis que habíais llegado, ya arriba, a una especie de cúpula natural rocosa, un abrigo tremendamente interno en la tierra. Había otros agujeros en sus paredes por el que seguramente se accedía allí. El hedor era asqueroso, y enseguida vísteis rastros de sangre unos pasos delante de vosotros.

El crepitar de la llama pronto os dejó el cuero helado al mostraros una escena increíble. Había un ser cuadrúpedo de casi unas dos varas de altura y mucho volumen que estaba comiendo lo que parecían restos humanos (divisásteis una pierna y una cabeza con cabello, ambos arrancados). Creíais que habíais llegado al Xibalbá o al Infierno de los cristianos ¡qué más daba!, pues aquel ser era digno del Maligno: Poseía cuerpo y patas y cola de león, pero sobre su cuello descansaban dos cabezas: una como de un animal con cornamente, una especie de toro parecidos a los de Castilla, y otra, a su lado, de jaguar. ¡la cabeza de jaguar estaba devorando la carne ensimismada! Y entonces... entonces levantó la vista (cuyos ojos resplandecían como los de un gato en la noche por el efecto del fuego), se percató de vosotros y comenzó a relamerse los morros ensangrentados.

Tirad Iniciativa: 1d10+AGI

Joao permaneció sin moverse esperando que la criatura no los hubiera visto pero parece que el azar no les brindó aquella suerte - Sin duda este lugar tiene que ser el purgatorio en el que estamos destinados redimir nuestras afrentas pasadas. Que así sea. - asió la Lanza en pos de la maligna criatura y se movió lateralmente intentando dividir el grupo de manera que obtuvieran una ventaga táctica a la hora de atacar y defenderse.

Tan sólo tuvo tiempo de gritar una advertencia

- ¡CUIDADOOOOOOOOOO! -resonó su voz en la caverna

- ¡Maldición! ... fue lo único que pude farfullar al ver tamaña aberración.

Rápido, me moví para formar un abanico que pudiera atacar a la bestia desde diferentes posiciones. Situé mi lanza entre el bicho y yo.

Por unos instantes la sorpresa que invadió a Orazio estuvo a punto de impedirle reaccionar ante aquella criatura claramente salida de alguna sima del infierno. ¿Que otra explicación cabía esperar si no?

Sin embargo, no dejó que el terror inesperado se impusiese, acertando a enarbolar su arma adquiriendo una precipitada postura defensiva a la espera de ver que es lo que ordenaba Iktán. 

Iniciativas:

• Ente
• Joao
• Iktán
• Gonzalo
• Haine
• Rui
• Orazio

De momento SÓLO (repito, SÓLO), declararemos las dos acciones de cada turno. Luego actuaremos en orden descendente. En el próximo turno tiraremos de nuevo iniciativas.

El ente ataca y ataca (con mordisco y Embestida) a Rui y Joao.

Declara Joao.

- ¡¡¡ Ahhhh, - Joao se vió en frente de la criatura, la cual parecía haberse fijado en él - por fin te encuentro, - dijo el médico mirando al que podía ser su destino final - y hoy nos enfrentaremos !!! - el portugués se lanzó hacia la bestia con su lanza dando dos estocadas.

- !Maldito monstro! ... no puedo evitar decirlo en gallego ante la horrible visión de ese monstruo de las cavernas. He tenido que atravesar medio mundo para darme de bruces con el demonio, y aún peor, noto que el demonio me elije a mí para ser atacado.

- No puedo morir aquí, lejos de mi tierra... pienso con rapidez cuando veo al demonio arremeter contra mí con sus fauces abiertas.

Iktán y Gonzalo atacan y atacan