Partida Rol por web

Los viajes a la biblioteca no desarrollaron un mayor interés de los dos estudiosos gemelos por Virginia, que tuvo que limitarse a escoger los libros con su mejor criterio y con las indicaciones dadas por Leonora. Tan solo en una ocasión ayudó la ¿mujer? a la actriz a encontrar uno de los volúmenes y demostró un claro desinterés a mantener una conversación más larga que la ya expuesta.

Al menos los viajes sirvieron a la muchacha para airearse un poco del cargado ambiente de la habitación, que comenzaba a desarrollar un aroma algo similar al de una ciénaga incipiente.

No fue mucho después de mediodía, cuando el constante deambular de la vista de John por la ventana le indicó que Patricia y Norbert se dirigían hacia el colegio mayor masculino oeste. Aliviado en parte, esperando tener algo de conversación cuando, sin duda, vinieran a verlos, el militar saltó como por resorte en cuanto escuchó la característica llamada del diplomático en la puerta.

- Bu...bu...buenas tardes, desean comer

-Gachas? Preferiría un paliza -digo mirando los libros-. Tantas horas de estudio y sólo he sacado un fragmento que nos pueda servir para algo:

Oh, Comedor de Sombras, que provienes de las cavernas gemelas, no he sido deshonesto!
¡Oh, Cara Salvaje, que vienes de Rosta, no he matado!
¡Oh, dioses, conozco vuestros nombres y no os temo!

-Sí, en eso te doy toda la razón, querida. En lo de las gachas, digo, claro. En esas frases casi poéticas habrá algo encerrado, pero me suenan a acertijo. Aunque quizá si averiguamos qué es o dónde está esa "Rosta", podamos seguir algun hilo...

Tras saludar a sus compañeros y escuchar lo que les han dicho, Norbert toma la palabra.

Nuestra visita al Doctor tampoco es que haya sido excesivamente fructífera. El hombre está ciertamente empeñado en hacer pruebas con nosotros que el Rector le ha impedido. Además ha sido muy esquivo en las respuestas a nuestras preguntas sobre dichas pruebas. No he podido evitar pensar que oculta algo...

Tras una breve pausa, el diplomático continúa.

Tratamos de preguntarle sobre los desaparecidos pero no sacamos nada en claro. Si él sabe algo no dijo nada que nos hiciera sospechar que lo sabe.

-Ahora completamente en serio. ¿Y si mostramos al doctor mi... anomalía? Sé el riesgo que conlleva, pero, veréis, ya he vivido dos veces esta situación, en dos cuerpos distintos. Y entre ambas, una pesadilla en el Orient Expréss. No sé hasta qué punto lo que ocurra pueda llegar a ser peor que esta incertidumbre...

Aunque las palabras son firmes, en el tono de Pietro hay un deje de miedo, de vacilación.

Sabemos lo que intentó hacerle a Gianni en la anterior ocasión. Tengo la impresión de que la falta de ética de ese hombre es total y absoluta. Ver su anomalía no sería sino otra razón para permitirle profundizar en sus más secretos anhelos.

Dice Norbert ante la idea de John.

Podría usted alegar que si nos despertamos más adelante en otra época u otro lugar habrá merecido la pena, pero, ¿y si está es la de verdad?

-Nunca lo sabremos si no hacemos algo - todos parecían a punto de perder los nervios, aquella situación superaba cualquier actividad para la cual la mente humana podría haber sido preparada -. Si no pensamos en algo distinto, si no nos salimos del guión, todo volverá a hacerse tan confuso como la primera vez y acabaremos locos.

Aquel comentario no aportaba nada y Virginia lo sabía, pero alguien tenía que expresar en voz alta lo que todos estaban pensando, la impotencia que les dominaba.

- Cre...cre...creo que es peor esperar acontecimientos que...que...que buscar respuestas.

En cualquier caso, seguro que están hambrientos. Patricia y yo les traeremos algo de comer. ¿Alguna cosa más aparte de un buen tazón de gachas?

Dice Norbert mientras mira su reloj para ver la hora.

-Pues si han de ser gachas... gachas. Y comentad con el resto mi propuesta, por favor. Si todos estais de acuerdo, me ofrezco como... ¿señuelo? ¿conejo de indias...? ¿víctima........?

Igual que antes, sus palabras quieren sonar despreocupadas y jocosas. Sonríe. Pero hay un pequeño temblor en el fondo de su garganta...

Creo que no me corresponde manifestar una opinión pues es su vida la que se pone en juego. Si fuera yo, no me pondría en manos de ese hombre aunque fuese el único médico sobre la faz de la Tierra.

Aferro el brazo del Sr. Price cuando se ofrece para entregarse.

- E...e...ese hombre es peligroso. Yo..yo..yo no quería decir que...que...que se entragara, ha...ha...hay otros cursos de a..a..acción

-Bien, bien, yo... es una posibilidad. Hay que tenerla en cuenta. Pero... Gracias, mi querida Patricia.

Sonriendo, John se sienta en la cama, evidentemente más aliviado, y vuelve a recolocar los libros.

Me siento al lado de Pietro, y miro al resto.

-¿Comer? ¿gachas?

Y miro al techo, totalmente ausente, totalmente ida.