Partida Rol por web

Sonrío y lo miro tiernamente mientras me recuesto a su lado. -La Rosa Eterna. Shelyn, la Diosa de la belleza, del amor, de la música... es la que guía mis pasos, y evidentemente me guió también hacia ti. -Me acurruco un poco junto al hombre. -Quizá sea algo joven, pero seguiré todos los preceptos que mi Diosa me dicta, y seguiré todos los caminos que me ponga por delante. -Rodeo con el brazo al hombre, y le recuesto la cabeza contra mi hombro. -Estaremos bien. Shelyn nos guiará.

El hombre parece que vaya a decir algo, pero guarda silencio y, acomodado contra la elfa, se queda al final dormido profundamente. Naeriel no tarda en seguirle, quedando sumida en el sueño ligero caracteristico de los elfos.

Tras varias horas de merecido descanso el hombre despierta y comienza a moverse, estirandose aqui y allí y sacando de su trance a la elfa tambien. Los primeros rayos de sol les dan la bienvenida, asi que deben haber dormido unas buenas seis horas o así:-Uh...buenos dias...quizá deberiamos ponernos en marcha cuanto antes, pero podemos intentar cazar algun conejo o topo por aquí.

- Hmmm, no es mala idea. -Respondo pensativa mientras me vuelvo a colocar la armadura.

Saco la ballesta y me dispongo a buscar alguna presa con la ayuda de mi acompañante.

Durante la primera hora ambos peinais la zona, un virote es disparado pero los conejos son mas rapidos, al final desistís de cazar algo de comida, especialmente cuando os rugen las tripas. El hombre suspira y se mira los pies:- Creo que cuanto antes lleguemos a la ciudad antes podremos resolver este entuerto...

Me siento en el suelo, frustrada por no conseguir absolutamente nada y durante un momento dejo ver la imagen de la chiquilla que aún soy, poco más que una niña a la que todo ésto se le queda grande y le cuesta mantener la apariencia de ser alguien fuerte y con recursos.

Tras un momento en el que lo único que hice fue mirar al suelo en silencio, y tras la incomodidad de mi acompañante, recobro la compostura y le sonrío con inocencia mientras le doy algo más de mis provisiones, como disculpándome por ser una inútil.

- Partamos a la ciudad cuanto antes. -Le digo con voz cansada.

Tras aprovechar las raciones de comida y encontrar una pequeña charca de agua potable, el camino lleva a Naeriel de vuelta a Ladara, esta vez acompañada. El hombre se para delante de las puertas para revisar el estado de sus pies, que parecen bastante lastimados pese a las improvisadas alpargatas y luego continua andando. La guardia saluda a Naeriel reconociendola enseguida como parte del clero, y observan al hombre murmurando entre sí. Al final un guardia se acerca:- Señorita, ¿todo bien?

-Este hombre ha sido asaltado y robado de camino a la ciudad, era un mensajero y traía un importante mensaje que le ha sido arrebatado. Me gustaría que pudieran ayudarle. -Miro con lástima a mi acompañante y con un gesto de súplica al guardia. -Por favor.

Yo tengo una misión que hacer, pero si son necesarias mis habilidades para poder ayudarle, estaré más que encantada de retrasarla lo que sea necesario. -Termino con resolución.

-Creo que nos haremos cargo señorita, lo llevaremos dentro y el sargento tramitará el papeleo...-El guardia saluda marcial a Naeriel:- Muchas gracias una vez mas, es una bendicion tener a vuestro clero en la ciudad, siempre ayudando al projimo.- El hombre sonrie sincero y el mensajero se despide de Naeriel, estrechando sus manos y asintiendo agradecido:- Muchas gracias señorita, si nuestros caminos se vuelven a cruzar, no dude en pedirme lo que necesite.

Al escuchar Sargento Naeriel no puede evitar recordar al sargento que practicamente la abordó cuando salia de Ladara...¿Seria el mismo?, en ese caso quiza no era tan buena idea dejar al mensajero con semejante ser despreciable.

Palidezco un poco al recordar al sargento. No sé si sería buena idea que me volviera a cruzar con él, pero tampoco estaría mi conciencia tranquila si ese pobre hombre caía en sus garras.

-Me acabo de dar cuenta ahora. -Digo haciéndome la despistada. -¿cómo podría echar una mano si me necesita alguno si me he marchado? No me gustaría dejar las cosas a medias, no creo que pudiese perdonarme por ello. Habría fallado tanto a usted, como a mí o a mi propia Diosa. Como ya dije, la misión puede esperar un poco más. Sonrío para ocultar el escalofrío que recorre mi espalda al pensar en semejante energúmeno. -Os acompañaré algo más de tiempo. -Adopto una falsa imagen de resolución y avanzo junto a la guardia y el mensajero.

Tanto el guardia como el mensajero avanzan por el pequeño cuartel a un pequeño despacho, el guardia toca con los nudillos la puerta y el sargento les da paso. El trio entra y ahi está el hombre, sentado escribiendo algunas cosas. Alza la vista y esboza una amplia sonrisa al ver a Naeriel y a su acompañante:- Vaya, mira quien ha vuelto.- Hace un gesto al guardia:- Dejanos a solas.-El guardia se marcha cerrando la puerta.

El sargento se levanta y bordea la mesa plantandose frente al mensajero y la elfa, mirandolos de arriba a abajo:- ¿Que te trae por aqui? ¿has venido a disculparte por resistirte a la autoridad?.-Dice mientras la cara del mensajero muestra asombro, pero no parece añadir nada más.

-No, y no lo hice. He venido a acompañar a este hombre, que ha sido robado. -Respondo plantando cara al sargento. Un escalofrío me recorría la espalda, pero mantuve la compostura y continué con seguridad. -Es un mensajero y traía un correo importante.

-¿y crees que la guardia está para perseguir a ladrones que te has encontrado en un camino?, dame una sola razón por la que deba dar credito a tus palabras, orejas picudas.-Se cruza de brazos, con una sonrisa de superioridad plasmada en su rostro:- Seguro que a este pobre mendigo le has dado las bendiciones de tu diosa, y a mi me las niegas, ¿es que debo de parecer un perro apaleado para que me hagas caso?.-Se rie un poco.

El mensajero parpadea, su mirada se alterna entre ambos intuyendo que aqui hay alguna clase de tension no resuelta y por ahora guarda silencio, aunque frunce el ceño ante la forma en que tiene el guardia de expresarse.

-Las bendiciones de mi Diosa son para quien las necesita, no para quien las exige, y lo mismo las mías. Y de mí sólo ha obtenido curación y alimento, si es a lo que te refieres, tú no necesitabas de eso. -Continúo desafiante. -Y si quieres un motivo, el hecho de que robaran a este pobre hombre incumbe a la ciudad entera. Supongo que te habrás dado que dije que es mensajero, y los mensajeros en ocasiones llevan mensajes importantes, que al parecer son los dignos de ser robados, ¿te parece poca razón? -termino mordiéndome el labio por la tensión mientras me debato entre mi deber y mi orgullo.

Tras una breve deliberación el sargento asiente, entornando la mirada hacia el mensajero antes de responderla:- Esta bien, puedes largarte de una vez, atenderé a este hombre y veré si es verdad que llevaba un mensaje importante o no.- hace un aspaviento con la zurda antes de volver a sentarse en su escritorio, indicando al mensajero que se siente en la silla que hay delante. El sargento con tono aburrido comienza a atenderle:- Bien...Nombre y procedencia...

Mi rostro se ilumina al oír eso. -¡Muchísimas gracias! -Le respondo al sargento con una sonrisa, olvidándome de lo que ocurrió el día anterior.

Me doy la vuelta y sonrío al mensajero mientras le doy un apretón en el hombro. -Mucha suerte.

Me dirijo hacia la salida de la habitación satisfecha por haber conseguido solucionar todo ésto.

La mira irse con el ceño levemente fruncido, pero las voces de sargento y mensajero al final parecen llegar a un acuerdo, y el mensajero relata lo sucedido, parece que va para rato, el mensajero esta algo nervioso por el guardia y comienza a narrarlo todo con todo lujo de detalles.

Al salir encuentras la ciudad de Ladara de nuevo, como siempre bullendo de actividad, la gente se mueve de aqui para alla y los trabajadores salen a los campos a labrarlos, es un dia como otro cualquiera, aunque el cielo amenaza a tormenta y eso parece ser el mayor tema de conversación de la ciudad, todo el mundo comenta que parece que caerá una lluvia pronto.

Suspiro un poco apesadumbrada. -Otra vez a repetir el mismo camino. -Sonrío levemente mientras me recoloco las cosas mientras me vuelvo a encaminar por la misma ruta por la que fui la última vez. Antes de partir, vuelvo a la posada en la que estuve a comprar más provisiones, pues las mías habían menguado debido al incidente del mensajero.

El posadero las repone con una sonrisa, apenas cobra nada a Naeriel por estas y ella emprende el camino de nuevo por los exteriores de la ciudad, al caer la noche está cansada de nuevo, y salvo el saludo cordial de algun campesino y las preguntas de dos jovenes campesinas sobre consejos de amor, ha sido un viaje sin muchos incidentes.