Partida Rol por web

Naomi resopló, haciendo que el enmarañado pelo se levantase, algo apelmazado. ¿Para esa tontería tanto rollo? Si es que, en el fondo los piratas eran todos unos pijos que peleaban por quien la tenía más grande, más funcional y más reluciente. siempre con las dichosas naves...

–Si es por esa tontería, vamos al de contrabando– gruñó frotándose la cabeza y tirando la barra a un lado. Con la hipnótica elegancia de un estibador, crujió el cuello y se miró las quemaduras. Como picaban las jodidas–. Sin problema con ese Brack. Si se dedica a joder al Imperio, ya me cae bien. 

Dicho esto, se marchó para darse una ducha helada para quitarse el sudor y la mala leche por haberse despertado antes de tiempo y no haber podido desahogarse con el calamar.

Mientras Kale intentaba encontrar algo que le sirviese como elemento de laboratorio a Lady Blackbird en la parte trasera¹ y Naomi se duchaba lamentando no haberse podido desahogar con el calamar, Snargle enfiló la popa en dirección a Mundo Refugio usando la ruta de contrabando². Cyrus, por su parte, aprovechó para ponerse unos pantalones.

Aunque el goblin estaba todo el rato pendiente de los depósitos y del sonar tuvieron la fortuna de llegar sin más contratiempos hasta Bolóxido. La visión de aquella base artificial formada por un montón de desechos de naves espaciales, bases retiradas y chatarra espacial variada que orbitaba alrededor de Mundo Refugio les pareció acogedora si la comparaban con los sitios en los que habían estado hasta el momento. Sobre todo porque allí nadie pedía números de bastidor para atracar. De hecho no se pedía ni permiso. Snargle fue esquivando a otras naves mientras se movía por el medio de aquellos tubos y habitáculos. Bolóxido había crecido de ser un pequeño satélite con capacidad de atraque para dos transportes de mantenimiento hasta convertirse en un laberinto donde varias docenas de naves colgaban amarradas a las diversas estructuras. Dentro había de todo: talleres, un enorme bazar que se repartía por varios módulos, bares, prostíbulos y talleres que apañaban cosas con la chatarra que tenían a mano. Puede que no fueran tan eficiente como el Puerto Primus de Mundo Seguro pero tendrían que conformarse.

Tras atracar la Búho se dispusieron a entrar en la estación espacial, no sin antes comprobar que sus armas estaban preparadas. Allí no había policía ni fuerzas de seguridad: cada uno se defendía como podía. La única regla era no tocarle las narices a la Reina de Bolóxido, la regente del lugar que se encargaba de mantener a raya (y al margen) los intereses de la superficie de Mundo Refugio sobre aquel conglomerado de chatarra orbital.

Kale dejó a Lady sola en el lugar, dado que la mujer no se decidía y él tenía que hacer otras cosas diferentes como mecánico del ahora color tinta de calamar, el buho. No sabía si lo que fuera hacer tendría éxito, pero por si acaso, si era el tema de repostar, había que repostar.

- Por el momento parece que vamos bien, nadie parece preguntarse nada- miró nervioso a Snargle- ahora , buscar  solo es que pongan el suministro, no me gustaría quedarme por mucho rato en este lugar.

Kale entonces buscó entre sus cosas. Habia varias pelucas y hasta vigotes de mentira. Se dispuso a ponerse un pelo rubio con un vigotillo, se veía raro, pero él lo actuaba con naturalidad.

-Si quieren disfrazarse,  ya saben donde buscar, tengo varias cosas.

–Con tanta mierda nadie reconocerá la nave ni por dentro ni por fuera

Cuando Naomi volvió, más relajada después de la ducha, volvió a encontrarse en una situación poco agradable. A Snargle le había dado por esquivar con poca ligereza  las naves que iba encontrando en su camino y tirando todo lo que no estaba bien sujeto. Un montón de charcos pegajosos, un barril de aceite quemado para reciclar vertiendo todo su contenido al suelo, frascos, cachivaches e incluso un esqueleto de algo que parecía un pollo pequeño. Naomi recogió el barril para que no siguiese pringando todo y recogió el esqueleto con una mano, francamente sorprendida.

–¿Y esto? Espero que no sea una mascota olvidada.–No podía negar cierto fastidio. Acababa de ponerse ropa limpia y ya tenía los bajos manchados de apestoso fuel quemado– Puaj, como sea. Habrá que bajar a repostar... Nate, a ti no te deberían ver...pero yo voy a salir un rato de esta pocilga. He estado en celdas sin letrina más limpias, joder. Al menos dejábamos la mierda en las esquinas.

Sólo se escucharon maldiciones varias cuando se oyó rodar algo al fondo de la nave. Poco después apareció Natasha de nuevo en el puente de mando.

—Creo que dará igual lo que disimulemos la nave. Bastará con abrir la escotilla para que el olor nos delate ¿Por todos los dioses? ¿Es que no limpiáis nunca?-dijo gritando bastante más molesta por el hecho de no haber encontrado nada (y que un bote de... no se atrevió a mirar para tocarlo) le rodase por encima del pie.

Y para colmo de males, apareció Kale con un absurdo e imposible disfraz que más que disimular atraía la atención sobre él. Estaba a punto de tirarse de los pelos. Por lo menos el capitán había tenido el buen sentido de ir a vestirse. Era como una pesadilla. No obstante, inspiró hondo y miró a Naomi, tratando de relajarse para que su amiga no pagara su mala baba. Claro que algo sí se le notaba todavía.

—Las pelotas me quedo aquí. Si lo hago, le prendo fuego para purificar-dicho esto, se dispuso a cambiar su aspecto. Había acudido a muchas fiestas de disfraces y conocía más de un truco. Cogió parte de la suciedad y con ello se manchó ropa y cabello. También parte de la cara y dejó que el pelo ocultase parcialmente sus facciones. Un par de rasgones en la ropa y ya nadie la tomaría por una pija noble. 

Luego hizo lo propio con Kale y Naomi, quitando al primero la peluca. Usó parte de la tinta del calamar para embadurnar a sus amigos y a sí misma¹. Con una mirada de aprobación, asintió, satisfecha con el resultado. Luego gritó al capitán, para que la escuchara desde su camarote:

—¿Vienes, Cyrus? ¿O te quedas en la nava con Snargie?

Finalizado el amarre a Bolóxido, Snargle se acomodó en su sillón y apoyó las piernas en las palancas de vuelo. Entre sus manos estaba la carta que habían encontrado en la fragata, testimonio del amor imposible entre los dos desafortunados ingenieros de la Mano del Pesar, y hacía un buen rato que el goblin la devoraba con la mirada. El releerla de nuevo, sin la presión que tener que escapar de una nave imperial, le había impactado tanto que, imaginando a uno como Kale y al otro con la apariencia de Cyrus, hasta había tenido que esconder alguna que otra lagrimilla. ¿Qué diablos le pasaba? ¡Él no era tan blando! 

Los demás no tardaron en regresar, momento en el que el piloto disimuló lo que mejor pudo su afectación. Cuando Lady Blackbird les recriminó lo sucia que estaba en la nave, el goblin volvió a esconderse tras el papelucho, pero esta vez sin leerlo, ocultándose sin más. 

—¡No! ¡El rrrrubio le favorrece! —exclamó cuando Natasha arrancó la peluca de la cabeza de Kale. El goblin se levantó, la cogió del suelo y se la puso a sí mismo, sujetándosela con las gafas a su desproporcionada cabeza. A él no le quedaba nada mal tampoco— ¡Eh! ¿Y porrr qué Snarrrgle tiene que quedarrrrse? ¡Tú no errres capitán! 

Y tras un silencio tenso de unos pocos segundos resultado de su reacción, miró al que sí lo era. 

—Perrrrmiso para perrmanecerr en la nave, capitán. ¡Perrro porque yo quierrro!

Qué podía decir Kale cuando la mujer les recriminó la suciedad. Eran tres varones en una nave, y el olor a  calcetines sudados  en algunas partes se quedaba.

- No me mires así, es un desorden ordenado, además... no huele tan mal.

Kale  se miró al espejo,  "no se veía tan mal"- pensó

Luego le murmuró al Goblin, sabes cuando podamos tenemos que comprar limpiadores, ¿no sería fantastico uno de esos robots que hacen el aseo?

Luego miró la puerta, tenian que salir.

Pero antes de decir nada Lady le estaba poniendo muchas cosas en la cara. Kale se sintió incomodo.

–Yo quería salir de la nave para librarme de la mierda, no cubrirme de mierda para salir de la nave– Naomi suspiró. A cualquier otro le habría reventado la cara, pero había jurado lealtad a su amiga, y Naomi no rompía juramentos. Naomi se tocó la frente. Al menos era solo tinta de calamar, y como ella misma había dicho antes, era muy buena para la ocultación. Quizás demasiado para aquella situación. La mujer se frotó la cara para limpiárselo, pero solo logró extendérselo más, dando la impresión de que había estado metida dentro de una maquinaria sucia y repleta de aceite. Lo cual no era del todo mentira.– ¿Capitán?

Cyrus había aprovechado para no sólo ponerse unos pantalones, sino cambiarse toda su vestimenta por una más macarra y apropiada para Bolóxido: una simple camisa blanca de tirantes, unos pantalones de cuero ajustados y botas altas por si había que salir corriendo. Era todo el disfraz que necesitaba en un sitio donde cualquiera, vistiesen como vistiesen, les podría partir la cara con solo desearlo.

Cuando bajó junto al resto no le hizo mucho caso a los improperios de Natasha sobre el Búho, acostumbrado como estaba a que los invitados dijeran de todo del navío. No era un resort de Ilysium, precisamente, y jamás había pretendido que lo fuera (cosa imposible además con el goblin viviendo ahí).

—Posiblemente seamos de lo que mejor huele en Bolóxido, así que no le déis tantas vueltas. Snar, quédate aquí y vigila que nadie se cuele en la nave y nos la roben... otra vez más. A quien se cuele le golpeas en la cabeza con una llave inglesa hasta que suplique y, si se desmaya y no puede hacerlo mala suerte para él o ella.— dijo terminando de atarse una bota; ¡qué complicado era cuando solo tenías una mano funcional!—. Bajaremos por el muelle y nos dirigiremos a la cantina del Borracho Sterling. Es posible que Brack esté allí remojando el gaznate y él podría darnos un contacto de alguien a quien pedirle el combustible para la nave... si no está demasiado borracho como para darnos las indicaciones.

El Borracho Sterling no era el nombre del dueño, sino el de la propia cantina. Se lo pusieron en honor a Sterling, un famoso vividor de Bolóxido, chatarrero de profesión, que dedicaba buena parte de su vida al alcohol, el sexo y las drogas que harían enloquecer a los nobles de Ilysium y sus súbditos. El pobre diablo murió atropellado por una nave de la misma clase que el Búho hacía varios años cuando cagaba entre dos cajas en los hangares de atraque de aquel pedazo de metal flotante. Desde entonces anualmente se celebraba su muerte y los 'milagros' que se le atribuían, como la reparación mágica de una nave que había sido rociada con orujo en su honor o la redención de la prostituta que lo encontró muerto, que dejó aquel trabajo para dedicarse a algo mejor en Mundorrefugio.

—¡Vamos!— dijo mientras abría la compuerta para bajar al muelle, dirección a la cantina.

Snargle se quedó en el Búho mientras el resto entraba en Bolóxido con los disfraces improvisados por Lady Blackbird. En cuanto pusieron un pie en el lugar se dieron cuenta de por qué Cyrus decía que el olor de su nave sería aire fresco comparado con aquello. No era sólo que los sistemas de ventilación no hicieran un trabajo eficiente —la subida de temperatura se hizo evidente al entrar— sino que además aquello era una locura de colores mezclados: comida, sudor, aceite y saben los dioses que más cosas...

¿Y la gente? ¡Aquello era un crisol de colores y razas! Gente ataviada con los ropajes más extraños, vulcanianos de lo más lejano de los Mundos Libres, arrakianos del borde de los Restos, imperiales renegados, piratas... En medio de aquella oleada de personajes nuestros héroes pasaban por completo desapercibidos. O al menos así lo creían ellos.

Siguieron a Cyrus por varios túneles y conexiones hasta dar con la Cantina El Borracho Sterling. ¡Y allí se encontraba Brack al fondo de la misma! Reñía con unos individuos alrededor de una enorme jarra de Nomeacuerdo, un potente brebaje que se solía destilar de plantas traídas de lo más profundo de los Restos. Parecían estar jugando a algo y discutían para ver a quien le tocaba beber en esa ocasión.

Kale se sentió extraño con ese disfraz, no parecía llamar mucho la atención, pero aún así se dió cuenta que el lugar estaba lleno de gente y de extranjeros, y entonces Kale se enfrentó con una de sus pasiones, llegando al bar vió esa mujer elegante con un  collar de oro brillante y  piedras preciosas en él. Como ladrón Kale sabía lo que podía costar, no era una baratija, lo supo desde que lo vió. No pudo dejar de no hacerlo.

Había mucha gente en el lugar,  pasaban muchos cerca de otros y fue entonces que Kale hizo lo que mejor sabía hacer.

Caminó  escudándose entre el cúmulo de personas que pasaban al lado de la mujer, y con un rápido movimiento, tan rápido que la mujer ni siquiera lo notó  haló del collar de oro de la misma, y se llevó el mismo.

Rápidamente siguió a los demás hacia  la Cantina El Borracho Sterling, entró rápidamente sin mirar hacia atrás. Sabia que en cosa de nada se enterarian del robo, pero sería demasiado tarde, él ya se habría ido y con tanta gente no sabrían quien había sido el responsable

Estaba de suerte, en la cantina de Sterling  sabía exactamente a quien buscar para venderle la joya.

Mientras Black jugaba a las cartas, el ignoró el asunto y les dijo a los demás.

- Ocupense de Black, haré algo en un momento.

Fue entonces que miró al rededor, y ahí estaba ella. "Oh si que estaba"- Pensó Kale al ver a la mujer de pelo negro y morado que estaba en una esquina, la mujer más dura y sexi  para ojos del ladrón. La llamaban Nigthlady,  aunque el la conocía como Beatriz, la chica del mercado negro cuyo padre,  un ladrón de renombre, le enseñó todo lo que sabía y tenía lo suficiente para comercializar aquello que acababa de robar.

-Hola- dijo Kale

-¿Quien coño eres payaso?- respondió ella de mala forma

-Eh...¿no me reconoces?-  se rió el hombre- Soy Kale, escondido...

La mujer le miró primero con sorpresa y luego con disgusto. Con Kale las cosas no habían salido bien. Ambos tuvieron una breve pero intensa relación que terminó mal, habían quedado en aparentes buenos términos, aunque ella no se olvidaba de ciertos temas. Beatriz era mal hablada, directa y punzante.

-¿Qué mierdas quieres?,  cada vez tus disfraces son más patéticos, te dije que no quería saber de tí, largate.

-Bety, a mi también me da gusto verte preciosa,  espera no te molestes, vine hacer negocios- dijo Kale casi como un ruego a pesar de que ella no se movió . Ese "Bety" fue dicho con algo de cariño por el ladrón- Tengo algo que puede interesarte...

Kale miró de de lado y lado  y sacó el collar. A la mujer se le iluminaron los ojos da un paso para atrás hacia un sitio más seguro, saca de su cartera  un instrumento para tasar.

-Oh Kale siempre sabes como alagar a una mujer, que buena pieza- dice la mujer- mil monedas...

Kale sabía que ella lo vendería tres veces más caro, pero  las mil monedas era un buen trato, sin embargo Kale quiso mover los hilos.

-¿1000  monedas?, sabes que podrías darme un poco más querida- dijo con un evidente coqueteo- pero que te parece si acepto los 1000 y el resto me lo pagas con información

La mujer lo miró por cosa de cinco largo segundos como si aún existiera algo en su interior hacia él

- Me parece justo- dijo ella  pensando que el valor de la joya  valía la pena.

- ¿ Sabes algo de... tú sabes... la gente con la que tuve problemas?, ¿has escuchado algo?

La mujer hizo un silbido

- Sabes sé porque vienes disfrazado como un tarado, pero lo que te puedo decir es que espero no te encuentren,  aunque creo que ya ha pasado un tiempo y  han bajado la guardia. El gran jefe esta teniendo problemas pues algún político de buen proceder, a luz del público pero que entre nos,  no dudaría en un soborno si pudiera, le esta pisando los talones quiere llevarlo a juicio o ejecutarlo. Entonces ahora hay dos bandas, los chicos del jefe  ya han tenido algún enfrentamiento con los guardias de Arturius Mordian Blu, el político y funcionario del que te hable. Creo que esta intentando quitarle el poder, y el Jefe no se va  a dejar. Así que el lugar esta lleno de gente de ambos bandos. Sólo ten cuidado y mira con quien puedes tener alianzas.

-¿Y cómo puedo reconocer a los hombres de Arturius?

- Fácil, además del uniforme, suelen tener en la solapa una A  en dorado.  Dicen que son los guardias de la estación, pero aquí sabemos que son solo otra banda más de gente del gobierno corrupto... no tienen ninguna  diferencia.

- Gracias preciosa- le dice picandole el ojo

- !Vete al diablo Kale!, y toma tu pago. Me iré de aquí antes de que el dueño de esta preciosidad la busque - da unos pasos  y se voltea de manera sensual diciendo- Y Kale, un gusto hacer negocios otra vez.

Kale se quedó mirando como se alejaba notando  el contonear de sus caderas.

Cuando le señalaron con la mirada a Brack, Naomi no se lo pensó dos veces. Con paso firme se acercó a la mesa. En aquel local ella era una completa desconocida, así que no tenía ninguna deuda pendiente. Y si las cosas salían mal, una pelea de bar siempre era algo divertido. Un par de puñetazos bien metidos, una silla rota en la espalda, recibir un par de golpes que la despejasen y unas cervezas al terminar. Sin demasiados rencores. Algo inocente y puro que no tenía mayores consecuencias que un ojo morado y algún diente suelto por parte de alguno de los involucrados.

–Eh, vosotros– la mujer irrumpió en la discusión e hizo crujir los nudillos y señaló a Brack– Piraos un rato. Tengo que hablar con este tipo.

Naomi apartó a uno de los allí presentes de un empujón para sentarse ante los allí presentes, dio un trago a la asquerosa bebida y lanzó una mirada intimidante al resto, para que los dejasen allí solos. Claro que, a pesar de su fuerza casi sobrehumana y de sus quemaduras Naomi no dejaba de ser una mujer.  Además, por muy fuerte y resistente aquel matarratas le había puesto la cara blanca, verde, roja y amarilla antes de volver a su tono habitual. No había catado nada más asqueroso en su vida, y tenía la sensación de que más tarde, cuando estuviese en la nave, lo iba a pagar. No parecía muy probable que pudiese librarse de aquella sin dar un par de puñetazos. Absurdamente, la mujer sonrió

Bolóxido siempre era refrescante para Cyrus, dentro de la apestosidad habitual del lugar. Era un sitio donde se encontraba cómodo y donde quizá precisamente por no haber ninguna clase de seguridad él se sentía especialmente seguro: debía confiar únicamente en si mismo (y en los suyos) y no bajar la guardia por nada del mundo. Aunque para muchos pudiera ser una angustia para él era incluso relajante.

Se paró en un par de ocasiones en uno de los puestos que había de camino a la cantina, comprando un puñado de tuercas Mallen y tres barras de aquel embutido tan rico y grasiento que fabricaba una señora extraña de una manera que realmente no quería conocer. Con la bolsa al hombro continuó hasta El Borracho Sterling y en un momento se vió prácticamente solo: apenas se había despistado un minuto jaleando una ronda de póker arrakiano que estaba interesante cuando vió que Kale estaba ligoteando y Naomi metiéndole un empellón a un tipo que... ¡que estaba junto a Brack!

Se acercó hacia allí a pasos rápidos, intentando que no se liara muy parda antes de que pudiera tratar de arreglar las cosas. Tenían prisa por salir de allí: cada minuto era un minuto más cerca de los perros del Imperio pisoteándoles los talones...

—Que nadie se levante de la mesa.— dijo al llegar, poniendo una voz autoritaria mientras tenía su mano cerca de la pistola, bien a la vista de los miembros de la disputa—. No queréis que mi guardaespaldas os parta la columna mientras yo os hago un nuevo agujero en el culo.

Qué bueno eres, Cyrus. Siempre con la frase adecuada para evitar las confrontaciones, no cabe duda por qué eres el cap...

—Eh, ¿no es ese Cyrus Vance, el soldado imperial que te requisó El Camino hace cuatro años en Puerta de Kashtur?— dijo un tipo dos mesas más allá

—¡Mierda, tienes razón! Por el Azul, estaba deseando volver a encontrarle y reventarle esa puta cara.

...vaya.

Kale vió a Beatriz alejarse con un dejo de emociones encontradas, pero tampoco su afecto era muy radical pues olvidó el asunto cuando escuchó una pelea. El tema se volvió serio cuando escuchó a dos hombres hablar “Eh, ¿no es ese Cyrus Vance, el soldado imperial que te requisó El Camino hace cuatro años en Puerta de Kashtur?”, “Mierda, tienes razón! Por el Azul, estaba deseando volver a encontrarle y reventarle esa puta cara.”

Fue entonces que Kale notó su furia interna. “Si se meten con Cyrus, se meten conmigo”- murmuró tomando una botella de una mesa, y  acercándose como un  chacal hacia alguno de esos hombres que querían golpear a su mejor amigo. "Lo protegería con su vida"

Golpeó con la botella  al primero que  iba a por él, y pelearía usando  patadas, sillas, o lo que tuviera a mano para defenderlo usando la agilidad que siempre lo caracterizaba.

¿Cuando voló la primera jarra por el aire? ¿Fue en el momento en que alguien puso un brazo en el hombro de Naomi y ésta respondió empotrándole la cabeza contra la mesa? ¿O cuando Kale saltó desde donde estaba para derribar a uno de los bocazas? Por suerte Cyrus, de momento, había tenido el buen tino de esquivar la silla que iba contra su cabeza y no empezar a liarse a tiros. La silla, como no, se empotró contra un enorme gondoriano que no se tomó a bien el detalle y se levantó tirando la mesa en la que estaba, con el consiguiente estropicio de copas, vasos y botellas.

Y a partir de ahí ¡el caos!

La verdad es que no era tan raro en Bolóxido. Cualquier disculpa era buena para que las cosas volaran por los aires y la gente intentase abrirse la cabeza con lo que tuvieran a mano. Era marca de la casa.

¡Pero no había que perder de vista a Brack! Ahora mismo había aprovechado el momento de respiro que le daba el follón para escaquearse hacia la puerta.

Había mujeres que les gustaba ser el centro de atención, cantando o bailando, había otras, que les gustaba fingir estar desvalidas para recibir ayuda, había otras que solo querían pasar desapercibidas entre tanto gilipollas que pululaba por el mundo y también mujeres que encontraban la diversión en destruir reputaciones mediante cotilleos. Naomi era parecida a estas últimas. Pero donde se dice reputaciones, pongamos esternones, mandíbulas o narices. Y donde se dice cotilleos digamos puños. Se había controlado y había intentado que quedase en una simple intimidación por no meter en problemas a Lady Blackbird*, pero ahora tenía la excusa perfecta para repartir por todas partes.

Con un grito atemorizante, la mujer volcó la mesa por los aires, usándola como escudo y arma arrojadiza contra los dos parroquianos que estaban en la mesa, y sin preocuparse por el pobre diablo que había dejado viendo pajaritos encima de la misma. Este último cayó al suelo y fue pisoteado por la gladiadora cuando, con una sonrisa que le hacía parecer la niña más feliz de este mundo, pegó una patada en los testículos a otro que se acercaba a ella. No contenta con ello, y sin haber escarmentado después de las quemaduras, agarro un barril de cerveza y se la tiró a una mesa donde unos hombres y una mujer estaba jugando al Taki-to, un juego de dados bastante adictivo. aquel trío no se había levantado para participar en la pelea, pero acaban de recibir un montón de pintas gratis. Claro, que acompañadas de unos 10 kilos de madera y metal. Pero ¿qué demonios? ¡También tenían derecho a divertirse!

La cosa se calentó aún más cuando la muchacha vio que una reptiliana sacaba un cuchillo para atacar por la espalda a otro de los contendientes. ¡Qué falta de honor! Había que enseñarle modales. Sin dudarlo, la agarró de la cola y de un fuerte tirón, la lanzó contra el gondoriano, para que no pudiese atacar a Cyrus. Naomi más que pelear, bailaba repartiendo golpes. Era una visión hermosa a pesar de la violencia...o quizas por ella. Lo que sí era cierto es que, aunque era la razón de haber ido a Bolóxido y de haber iniciado la pelea, Brack estaba en segundo plano en la cabeza de la mujer. Lo que no se le había olvidado era lo de que había que ser discretos...pero una pelea en el bar era ser discreto. Lo raro y sospechoso es que no hubiese una gran pelea en una cantina.

Nunca había estado en una pelea de semejante calibre y, la verdad, no sabía bien cómo actuar. Se había quedado parada en el umbral, sin decidirse a entrar, pero tampoco se quería alejar de allí. Se encontraba como pez fuera del agua, boqueo incluido, cuando vio que el tal Brack hacía el amago de largarse. Así que, ni corta ni perezosa, tuvo que improvisar, poniendo una no poco premeditada zancadilla al susodicho para evitar todo lo posible su maniobra. 

Calculó a ojímetro la trayectoria y haciendo una maniobra como que algo volaba hacia ellos, se giró lateralmente yendo casi a caer encima del hombre que trataba de salir del local de manera poco disimulada aprovechando el jaleo. Ahora que Naomi se había metido en la gresca, pocos prestaban atención a lo que pasaba en los laterales. Si ese tipo era clave para continuar su marcha hacia su destino con su amado, no iba a dejar pasar la oportunidad. Eso estaba muy clarito. Confiaba en que sus compañeros se diesen cuenta y acudiesen en su ayuda para controlar al tipejo ese. No estaba muy segura de que pudiese retenerlo mucho, pues la maniobra había sido algo tosca, por lo que decidió tirar de encanto. Al menos, para ganar algo de tiempo...

—Joder, malditos hijos de hermanos... Por poco me atizan con una botella. La madre que los echó a la cloaca de la que han salido-gruñó visiblemente ofendida-. Si es que ya no puede una tomarse una puta cerveza tranquila en un garito cualquiera. ¿A ti también te la han jodido?

En otras circunstancias habría disfrutado mucho de una situación como aquella, pero con un brazo inútil y con Brack intentando largarse de allí aquello le parecía una soberana cagada. Pero en apenas diez segundos Naomí ya tenía a varios tipos y tipas gimoteando en el suelo a su alrededor de todos los golpes que había propinado ya, así que no le quedaba otro remedio que seguir el ritmo de todo aquello.

Se coló por debajo de una mesa para hacer un barrido de piernas y tumbar a un tipo enorme al que no habría podido derribar ni en el más húmedo de sus sueños, arrancándole después la espada de su mano a un tipo que había perdido la consciencia después de que Naomi lo estampara contra la madera del suelo. Fue entonces cuando se levantó para salir corriendo hacia Brack, pero un gondoriano se le puso delante hasta que fue derribado por un certero lanzamiento de reptiliana. ¿¡Pero qué coño!?

El tipo que le había reconocido como oficial del Imperio no parecía tan propenso a golpes, lanzamientos y demás por los aires, así que se colocó tras una mesa con unos cuantos cuchillos arrojadizos para lanzárselos al capitán. Cyrus lo vió, y aunque la reacción natural que tuvo fue llevarse la mano al cinto y pegarle un tiro en el pecho supo que si lo hacía abriría una peligrosa veda que podría acabar con muertos. Así pues tuvo que confiar en sus algo oxidadas aptitudes con la espada para tratar de desviarlos. Tan oxidadas estaban que aunque trató de desviarlas no pudo reaccionar lo suficientemente rápido como para librarse de todas.

Naomi había dado buena cuenta  de algunos de los hombres, esa mujer es arrolladora, literalmente. Es entonces que veo que Vance esta nuevamente en problemas,  Kale sentia que bien podía estar herido,   así que viendo la escena donde hay que pelear pero tambien salirse del paso golpeo a los que estuvieran cerca de su mejor amigo con tal destreza que algunos no se dieron cuenta que les pasó,   dado que quedaron inconcientes  o aturdidos.

Kale viendo que se iba Black entonces tomó a Cyrus y le ayudó a salir como fuera. Cyrus no habia tenido mucha suerte en el combate.

-¿Estas bien hermano?- Kale preguntó sabiendo que no estaba bien-  Vamos, salgamos de aquí, a por Black..ya curaremos tus heridas.

Con la peluca todavía en la cabeza y aprovechando la soledad que reinaba en la nave, Snargle se afanaba en darle algo de uso a su viejo ukelele. El instrumento era un recuerdo del que se había apropiado en una estación espacial, algo que hacía a menudo y que, para desgracia de toda la tripulación, el goblin no había decidido olvidar, como sí solía hacer con la mayoría de cosas que acababan en sus manos. Hacía un tiempo que no le daba a las cuerdas, desde que, el primer día que las señoritas estuvieron a bordo, Natasha ordenara a Naomí arrojar al goblin por la borda. La vehemencia con la que la gladiadora se puso manos a la obra convenció a todos al instante de la devoción que profesaba a la noble, y aunque Snargle habría seguido pese a las amenazas, Cyrus había acabado escondiendo el instrumento, por el bien de todos. La salida de todos los demás le había propiciado la oportunidad de buscarlo y, visto lo visto, no la había desaprovechado. 

Con cada punzada que daba a las cuerdas, una nota estridente nacía de ellas y retumbaba de un lado a otro, de babor a estribor hasta escurrirse por entre las juntillas chirriantes del Búho. Incluso estas sonaban mejor de lo que lo hacía el maldito ukelele, pero Snargle no se daba cuenta. Cuando, más pronto que tarde, el goblin se cansó del instrumento, decidió empezar a husmear en el equipaje de las invitadas. No porque quisiera, que no quería, sino porque el capitán se lo había ordenado al salir. No había estado muy atento cuando empezó a trazar su plan en voz alta —él era más de improvisar—, pero juraría que lo había hecho. ¿O no? Conforme lo iba a pensando empezaba a dudarlo, pero sus manos corrían más rápido que su cabeza y, antes de plantearse siquiera parar, el daño ya estaba hecho. ¡Daba igual! Además, ¡con sus cosas Cyrus lo hacía todo el rato!

Y en esas estaba, con un sostén de Natasha colgándole del cuello y el sombrero de Naomí colocado con firmeza sobre la peluca dorada, que el intercomunicador de la nave empezó a timbrar. El goblin se sobresaltó, pensando que los demás habían regresado por fin, y saltó y saltó hasta clavar bien el culo en el asiento del piloto. Fue entonces que se percató de que aquel ruido era el de una llamada entrante.

—¡Kaaaaaaaaale! ¡Teléeeeeeeefono! — chilló, mientras miraba al susodicho aparato, que le quedaba a unos pocos palmos.

La criaturilla se cruzó de brazos, esperando a que el chico viniera a contestar —al fin y al cabo, ese era su trabajo—, pero entonces recordó que él también estaba fuera. Snargle exhaló algo a medio camino entre un suspiro y un gruñido, descolgó el altavoz y se lo llevó a la oreja.

—¿Si? No, Cyrus no está. No, no, no le voy a decirrr nada. Es más, si le ve usted, dígale que el vago de Kale no coge el maldito tele... ¡Eh, no grrrrrite! No, no sé quién es usted. ¿Sterrrling? ¡Juá! No cuela, ¡mamarrrrracho! ¡Sterrrrling está muerrrrrrto! ¡Yo mismo le atrrr…! Ah, ¡vale, vale! Oiga, caballerrrro, ¡que quien tiene boca se equivoca!

Mientras hablaba, encajó el cacharrillo entre la oreja y su hombro para liberar las manitas y, sin despegar la mirada de su deslumbrante reflejo en el cristal de la cabina, las llevó hasta el sombrero para ajustárselo bien. El tipo al otro lado de la linea murmuraba algo de la cantina, de que todos, incluido él, le conocían de hacía tiempo —aunque no se acordaba—, y que había reconocido a Cyrus por ser el único hombre en todo el Gran Azul que se atrevía a llevar camisetas de tirantes tan, tan, TAN finos. Parecía que llamaba para asegurarse, pero Snargle no le hacía mucho caso, ocupado como estaba jugueteando con las plumas del sombrero. La verdad, su amada tenía una cabeza sorprendentemente grande para lo poco que solía utilizarla. Si el Imperio volvía a perseguirle, bien podían esconder a lady Blackbird ahí dentro. ¡Juá!

—No, no. ¿Qué? ¡Ah! ¿Se están peleando? Pues no me sorrrrprrrende, ¿sabe? Están todo el día así, errrrre que errre. ¿Y a mí qué me cuenta? Ni que fuerra su padrrrre, ¡juá!

Y colgó.

Sin embargo, no pasó ni un minuto que la culpa empezó a apoderarse de él. ¿Y si estaban en apuros? ¿Qué iba a hacer? Sacudió la cabeza. Les había sacado de la cárcel, de la fragata y parecía que ahora tendría que sacarles de esa taberna de mala muerte. El único problema era que él no estaba disfrazado… ¿o sí? Siendo sinceros, ni él mismo reconocía su reflejo. Sí, con eso bastaría, probablemente. Además, más le valía no cruzarse con Monique. Un escalofrío le recorrió la espalda  al recordarla, pero ya estaba fuera... por lo que, ukelele en mano, el goblin empezó a caminar en dirección al Borracho Sterling.