Una vez ya reunidos con Nazeh y Bermudo, ante nosotros podemos ver una algarabía de gente y sin lugar a dudas una estructura pensada para ahorcar a los infieles. Lo malo que los infieles son amigos nuestros, no podían creer mis ojos lo que tenían delante, iban a ser ejecutado Diego, Zaif y Abid.
- Es una misión imposible sin duda, desde la distancia yo puedo intentar atacar con mi honda, pero hay demasiada gente para evitar el ahorcamiento de alguno de ellos. Dudaba y no sabía que podía hacer para salvarles la vida.
EDITO: HE CORREGIDO ESTE POST (LEEDLO)
Os comento algo:
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El griterío de la multitud que se agolpaba dispuesta a ver el ajusticiamiento iba creciendo a medida que se acercaba la hora. Sin embargo, para Zaif el volumen del sonido se iba apagando poco a poco y la mirada que el soldado se dignó a devolverle fue lo que terminó por hacerle actuar. Sin pensar en las consecuencias posteriores de lo que iba a hacer, embistió con toda su fuerza al soldado que lo miraba con desprecio. Después, de un salto, trató de sujetarse al alero del tejado deseando que el sudor que notaba en su frente no le hiciese resbalar y volver a caer otra vez a la horca.
Tirada oculta
Motivo: Saltar
Tirada: 1d100
Dificultad: 45-
Resultado: 50 (Fracaso)
Director: Zaif reacciona. En breves los soldados (presumiblemente) se moverán en consecuencia.
Y ahí estaba el movimiento de los dos hermanos que había estado esperando desde que subí al patíbulo. El alto ya había empujado a uno de los alguaciles para quitarle la espada mientras que Zaif, tras empujar a otro se lanzó a correr hacia los tejados.
Yo por mi parte me quedé quieto, simulando estar paralizado, pero vigilando los movimientos que sabía que se producirían entre los alguaciles de la plaza, tanto los de arriba del patíbulo como los que contenían a la muchedumbre justo debajo. Buscando el mejor lugar para echar a correr e intentar escabullirme entre los moriscos de la plaza y las calles adyacentes, donde mi vestimenta resultaría fácilmente confundible.
- Mucho riesgo intentar salvarlos.
Miraba el número de alguaciles que había tanto en la plaza como rodeando el cadalso, eso sin contar a los mismos moros que jaleaban la muerte de aquellos cristianos. Aún si pudieran acceder a los tejados, poco podrían hacer salvo buscarse su propia perdición, y en lugar de salvar a tres acabarían muriendo los siete.
- Creo que mejor sería que siguiéramos con las pesquisas, por ellos poco se podrá hacer pero aún puede haber justicia para nos y para el pobre don Juan, que el Señor tenga en su gloria.
Levantó los brazos hacia el cielo con las palmas de lado y murmuró algo
- Bermudo tiene razón. Esto es una desgracia, ver impasibles cómo ajustician a los nuestros. Pero es imposible hacernos con tantos guardias e intentar escapar. Sólo conseguiríamos que nos matasen y entonces no vengaríamos sus muertes ni haríamos justicia. Pero no me iré de aquí. Voy a ver cómo se van y voy a rezar por ellos.
Y miró expectante hacia el cadalso.
Que entonces, lo que sucedió, que no lo creen las sus mercedes.
Que en estando en el cadalso, el aguacil condenado Diego Mendoza profirió grito de confesión, en diciendo que habiéndose usuarpado como de moro, tomó aquel puñal árabe que encontraron en la espalda del de Hoces y clavóselo sin dudar. La plaza quedóse muda ante tal reacción, et que luego Diego dio un empujón al alguacil que estaba ensogándole que lo hizo tumbar hacia atrás, y una vez en el suelo quitóle la espada (pues incluso éste habíala soltado de la caída).
Et mientra que Diego ahora érase armado, que el hermano hizo lo mismo (empujón al canto), embistiendo a su captor con todas sus fuerzas. Éste ni hizo lo propio que Diego, sino que corrió a través del estrado de las sogas, tomó impulso tras la carrera, y como si tuviera alas otorgadas en ese momento por Alláh, que sus piernas agitáronse en el aire tras un impulso, y sus manos tornáronse zarpas de gatos, capaz de escalar hasta la giralda de Hispalis... Con cierto esfuerzo en habiendo llegado a agarrarse a las primeras tejas, Zaif consiguió auparse y ponerse de pie en el tejado de la vivienda más cercana.
Entonces, los vítores de la muchedumbre morisca por "el toreo" y humillación que estaban obteniendo los alguaciles de Córdoba tras haberse dejado armar a uno y subido el otro al tejado era inequívoco y unísono, y parecía servir aquello de divertimento. Las patrullas que rodeaban los escalones en el cadalso eran más presionadas y zarandeadas por la muchedumbre a ras de suelo, profiriendo incluso gritos de "¡atrás!". Sin embargo, mientras tres de los soldados de arriba rodeaban ahora a Diego (espadas todos ellos en mano), la muchedumbre comenzaba a empujar a los que estaban aguardando a los pies del cadalso, e incluso alguna piedra fue lanzada desde algún lugar no especificado, golpeando el casco de uno de ellos y "dejándolo seco".
Y finalmente hemos de hablar de Abid, el único con manos atadas y a conciencia; que pareció quedarse quieto, como si no mereciera la pena el moverse e intentar escapar de allí, ya que pareciera imposible. Y ante el panorama de la gente congregada y los vítores y griteríos y burlas que hacíanle a los soldados, que éste, aún con manos atadas, lanzóse "en plancha" del cadalso hacia abajo, una vez se movió con rapidez, y hubo moriscos que lo cogieron y alzaron al vuelo, para amortiguar su caída. En breves, la gente del público lo puso de pie, y éste pudo agacharse un poco y esconderse entre la multitud...
Y pareciera que Diego tendría que luchar contra tres alguaciles*
*Véis que va a comenzar una secuencia de combate de Diego vs los 3 alguaciles restantes sobre el cadalso de horcas.
Que entonces, lo que sucedió, que no lo creen las sus mercedes.
Que en estando en el cadalso, el aguacil condenado Diego Mendoza profirió grito de confesión, en diciendo que habiéndose usuarpado como de moro, tomó aquel puñal árabe que encontraron en la espalda del de Hoces y clavóselo sin dudar. La plaza quedóse muda ante tal reacción, et que luego Diego dio un empujón al alguacil que estaba ensogándole que lo hizo tumbar hacia atrás, y una vez en el suelo quitóle la espada (pues incluso éste habíala soltado de la caída).
Et mientra que Diego ahora érase armado, que el hermano hizo lo mismo (empujón al canto), embistiendo a su captor con todas sus fuerzas. Éste ni hizo lo propio que Diego, sino que corrió a través del estrado de las sogas, tomó impulso tras la carrera, y como si tuviera alas otorgadas en ese momento por Alláh, que sus piernas agitáronse en el aire tras un impulso, y sus manos tornáronse zarpas de gatos, capaz de escalar hasta la giralda de Hispalis... Con cierto esfuerzo en habiendo llegado a agarrarse a las primeras tejas, Zaif consiguió auparse y ponerse de pie en el tejado de la vivienda más cercana.
Entonces, los vítores de la muchedumbre morisca por "el toreo" y humillación que estaban obteniendo los alguaciles de Córdoba tras haberse dejado armar a uno y subido el otro al tejado era inequívoco y unísono, y parecía servir aquello de divertimento. Las patrullas que rodeaban los escalones en el cadalso eran más presionadas y zarandeadas por la muchedumbre a ras de suelo, profiriendo incluso gritos de "¡atrás!". Sin embargo, mientras tres de los soldados de arriba rodeaban ahora a Diego (espadas todos ellos en mano), la muchedumbre comenzaba a empujar a los que estaban aguardando a los pies del cadalso, e incluso alguna piedra fue lanzada desde algún lugar no especificado, golpeando el casco de uno de ellos y "dejándolo seco".
Y finalmente hemos de hablar de Abid, el único con manos atadas y a conciencia; que pareció quedarse quieto, como si no mereciera la pena el moverse e intentar escapar de allí, ya que pareciera imposible. Y ante el panorama de la gente congregada y los vítores y griteríos y burlas que hacíanle a los soldados, que éste, aún con manos atadas, lanzóse "en plancha" del cadalso hacia abajo, una vez se movió con rapidez, y hubo moriscos que lo cogieron y alzaron al vuelo, para amortiguar su caída. En breves, la gente del público lo puso de pie, y éste pudo agacharse un poco y esconderse entre la multitud...
Y pareciera que Diego tendría que luchar contra tres alguaciles*
*: Diego: tira iniciativa (1d10+AGI). Tienes ahora una Espada de Mano (HAB) Daño:1D8 + 1
Zaif, estás en el tejado, a salvo. Puedes hacer lo que te venga en gana, pero primero tírame un Descubrir (PER) con un bonus del 50%.
Postead para ambos, pero ya no para Abid.
¡¡Abid!! ¡¡AQUÍIII!! ¡Ven, aprisa!-era la voz de Casimiro, que hacía señas y gritaba al moro, que había caído cerca de él-. Tras unos segundos Casimiro fue a recogerle e hizo que le siguiera hasta donde estaba el resto del grupo: Nazeh, Bermudo y Duran, los cuáles habían estado viendo todo el proceso de ajusticiamiento.
Posteáis ahora para Abid, Nazeh, Bermudo y Durán
Tirada oculta
Motivo: Descubrir
Tirada: 1d100
Dificultad: 92-
Resultado: 6 (Exito)
Lo que había pasado frente a los ojos de Durán, se podía catalogar de milagro, parecía que había alguna posibilidad. Se veía a Diego rodeado de varios alguaciles, la lucha estaba perdida de antemano, le superaban en número ampliamente.
Sopesó la idea de utilizar mi honda para intentar noquear alguno de los alguaciles.
Nada de eso, claro que descubres algo, y tal que si fueras un águila divisando tu presa a centenas de varas de alturas: que viste cómo Abid se tiró en plancha a la multitud, que lo recogieron y, al ponerlo de pie, el caballero Casimiro (que estaba por allí), llamóle y llevóle con Nazeh, Bermudo y Durán, que se encontraban con el tumulto. Abid y el resto ya estaban juntos. El único que peligraba ahora era tu querido hermano, pues incluso tu estabas en el tejado.
Las ataduras.- Pedí a Casimiro mostrando las cuerdas que aprisionaban mis manos y me impedían moverme normalmente. Con las manos libres ya tendría tiempo de pensar en cambiarme de ropas para que no fuese tan fácil encontrarme a los alguaciles, pues no pensaba desaprovechar la enorme suerte que me había acompañado en mi fuga volviendo a dejar que me atraparan.
¡ MIRAD ESO! ¡ JAJAJAJA ESTÁN LOCOS!
Intenta abrirse paso entre la multitud para llegar hasta donde está Abid pero Casimiro es más rápido y cuando el moro reacciona, Casimiro ya ha recogido a Abid.
- Vamos a ayudar a los hermanos. ¿Bermudo?
Desde mi nueva posición pude observar como Abid escapaba con el calatravo y los demás, pero quien en peor situación vivia era Diego. Sin esperar un segundo agachemeen el borde del tejado con un brazo estirado hacia mi hermano.
- ¡Diego! ¡por aquí! Gritele a mi hermano con la esperanza de poder escapar los dos de la muerte.
Desde luego el tal Diego tenía arrestos pero Bermudo seguía viendo una locura meterse en medio de la trifulca, quizás lograran salvar a los dos alguaciles, que por lo menos ahora lo tenían mejor que antes, pero corrían el riesgo de ser prendidos ellos o muertos.
Negó con la cabeza y, dirigiéndose a Abid, el cual habíase también salvado, cogiolo por el brazo.
- Será mejor que te saquemos de aquí aprovechando la confusión.
Vísteis en lo alto del tejado al Zaif, el cual observaba cómo su hermano era ahora rodeado por los cuatro alguaciles sobre el cadalso. Hízole señas y voces para que intentara escapar ponde donde él lo había hecho (por los tejados, escalando), pero parecía que de momento habría de zafarse de los susodichos guardias.
Cuando me digáis lo que hacéis, os actualizo.
Bermudo ya lo ha dicho, si Abid quiere ir con él de acuerdo, sino por su parte no se va a meter en el follón, al contrario, lo aprovechará para largarse.
Diego miró por el rabillo del ojo a su hermano y evaluó a sus contrincantes. Era evidente que no podía hacer frente a todos al tiempo...Demasiados eran para el joven alguacil que sudaba la gota gorda, viéndose asediado por tanto enemigo. Y sin embargo, el era rápido y podía parar un par de estocadas antes de saltar hacía la mano que le ofrecía su hermano hacía los tejados.
Motivo: iniciativa
Tirada: 1d10
Resultado: 8(+20)=28
Motivo: def
Tirada: 1d100
Resultado: 64(+80)=144
Motivo: def2
Tirada: 1d100
Dificultad: 80-
Resultado: 86 (Fracaso)
fallo la segunda parada