Partida Rol por web

Mientras habla Tryss,  Sammuel y Harlan   suenan  los móviles tuyo y de Harlan.

 En tu móvil se escucha hablar   una voz femenina, se  presenta casi susurrando  –“Hola me llamo, Tanya – su acento se nota que es de centro Europa o algo así- estoy en la barra del bar del hotel, tomándome un Ron de calidad, te invito y hablamos, te aseguro que no te haré perder el tiempo.

Tryss miró a Kowalsky y a Andy, su asertividad en su pregunta le dijo que el estaba en la cuerda floja como ella misma y como kowalski. De repente sus móviles sonaron a la par.
Tryss se preguntó si los habrían seleccionado y si su embite no había resultado efecto. Maldita burocrata zorra. Los miró un instante tratando de evaluar si aquello iba para largo y les dejaba a su aire o no. Igual un café era insuficiente, pero hasta que no le confirmaran que estaba fuera no iba a emborracharse, fuera como fuera tenía la bala de plata para acabar con aquella zorra. Debería estar satisfecha. Algo no iba bien con aquella situación....
- Voy a la cafetería, les veo abajo - Dijo tras comprobar que no desechaban la llamada y que parecía importante.

Dionisio vio a Tryss con Sammuel y Harlan,  espero a encontrarse con ella a solas en  las zonas comunes, una vez allí se acerco a esta y se presento, sabía de ella por cientos de informes, la conocía como si fuera su novio y esto se reflejo en el trato con la chica.

Oh lo siento – digo acercándome descuidadamente, con mi acento de centro Europa-  Hola, me llamo Dionisio, Puedo invitarte a un café, yo llegue hace un par de horas al hotel, me han dado la habitación 6, - Pongo mi mejor sonrisa, mientras enseño la llave. – De hecho quería… necesitaba hablar con tigo de un asunto. Si quieres sentarte con migo me llevará el tiempo justo de un café el explicártelo todo.

Mira allí en ese rincón parece el lugar más discreto del restaurante. Y señalo cualquier rincón al azar un poco más apartado.

Aunque la agencia se ha encargado de todo, el variopinto grupo se agolpa en el mostrador de recepción para hacer el registro. Los trámites son los trámites. Allí intercambian palabras educadas que apenas ocultan el cansancio y las ganas que tienen todos de retirarse a sus habitaciones. Han sido días muy intensos y agotadores.

Amara se queda la última cediendo el paso a todos. Le llega una risa cantarina de la rubia, la psicóloga alemana, que responde a un comentario del empleado del hotel, el inglés la secunda educado ¿qué fue lo que le dijo en el coche? ¿Tendría que haberle contestado? Fue amable ... ¿o no? Amara no puede determinarlo.

Aunque lleva una maleta pequeña prefiere no apretarse en el ascensor, la epidemia ha dejado algunas nuevas costumbres, saluda con la cabeza y sube por las escaleras a su habitación.

En el rellano de su planta tropieza con una doméstica que enfila escaleras abajo, se echa a un lado y la deja pasar. Mira el reloj: es tarde para el servicio de limpieza.

Ya en su habitación, a pesar de ser de madrugada, permanece unos larguísimos minutos sentada en la cama. Luego, recordando viejos hábitos militares, se levanta, deshace la maleta -muy poca ropa, toda funcional, de colores negro y blanco- y coloca el contenido en el armario perfectamente ordenado.

***

No sentía nada. Absolutamente nada. Dejó el teléfono descolgado sonando, pi,pi,pi,pi,pi.

Las palabras habían sido eficientes pero amables. Jorgensson era más compatible con todos los candidatos para la tripulación, así de sencillo. "Si tuviéramos más tiempo, Amara, podrías ser tú la elegida. Eres una de las mejores pilotos que hemos tenido y queremos que permanezcas en el programa, espero que entiendas la decisión..." No le dejó continuar, contestó un escueto gracias y cortó la comunicación.

Todavía pasarían unos días en el hotel, la agencia siempre guardaba los recambios hasta el final.

Encendió la televisión mientras se desnudaba y abría el agua caliente. Un analista detallaba cómo los débiles síntomas de recuperación económica eran insuficientes para reanimar los mercados, la crisis desatada tras la pandemia iba para largo, muchos contribuyentes asfixiados cuestionaban las costosas inversiones en investigación sin resultados evidentes, dos años ya de múltiples esfuerzos para sintetizar una vacuna...

-Explícales el método científico.

Se metió bajo el agua hirviendo, cuando ya no pudo resistir más, cambió a agua fría, sus músculos se contrajeron por el shock, contó hasta diez, cerró el agua y salió de la ducha. Ante el espejo se secó vigorosamente, el cabello negro corto, asimétrico, la tez enrojecida por el agua caliente. Un cuerpo menudo, nervudo, fuerte, funcional. Por primera vez, allí, ante su fracaso, se permitió esbozar una sonrisa, una mueca en un rostro falto de costumbre de expresar emociones.

Se vistió rápidamente y salió rumbo al desayuno. Tenía hambre.

***

-Ay, disculpe, Tryss O'Brian- Amara retrocede un paso.

Están en el hall de la cafetería del hotel, bajaba por las escaleras cuando ha tropezado con Tryss en su camino al comedor. Hace un gesto mecánico con la mano, un remedo de invitación a pasar y espera a que Tryss continúe hacia su mesa. Por unos momentos, Amara permanece a medio camino entre las mesas y el buffet, anclada como un faro, mientras Tryss con paso desenvuelto se sienta en una mesa junto a un gran ventanal y hace un gesto al camarero. 

Sin seleccionar ninguna de las mesas libres, prácticamente todas pues es muy temprano, se encamina hacia el buffet. 

Metió la mano en uno de sus bolsillos. Y esperó su respuesta.

- Hola Dionisio ¿Me conoce? - Le preguntó si moverse del sitio mirando al rincón que señalaba¹. - Yo creo que a usted no. ¿Que le pasa a este sitio?

Tryss hizo el esfuerzo de sonreir de forma amable a Amara

- No sea tan amable, el mundo no lo va a ser con usted. - Le aconsejó Tryss.  - Hemos venido juntos, pero no recuerdo su nombre. Habitualmente no me pasa, mucho en lo que pensar estos días, supongo. - Le tendió la mano a modo de saludo y de disculpa.

- Siente se conmigo ¿De donde viene usted si me permite preguntar?

Sentada sobre la cama apoyados los codos en las rodillas, Leni meditaba abatida sobre la decisión que habían tomado acerca de su candidatura. No es que le sorprendiera, ya era de por sí un disparate el hecho de que hubieran considerado su proposición y le hubieran dado acceso a la base en aquella roca perdida de la mano de Dios, pero sabía que era una oportunidad única para hacer historia y por nada del mundo quería desaprovecharla. Para desahogarse, abrió el móvil para insultar por Twitter a un par de personas con su cuenta fake y vio 10 llamadas perdidas de su editor. Hacía días que no había hablado con él y decidió que era el momento de darle noticias y, sobre todo, de hacer algo al respecto de las mismas.

- ¡Por Dios, Leni! ¿Para qué tienes el teléfono? Siempre me tienes en ascuas. - dijo Chals nada más descolgar. - ¿Como está yendo el entrenamiento? ¿Hay novedades?

- Precisamente de eso quería hablarte, Chals. Tengo malas noticias. Me han comunicado que no he sido seleccionada para la misión, me han descartado directamente - anunció con enojo.

- ¿Cómo? ¿Así sin más? ¡Malditos sean! - exclamó furibundo - Mierda, todos los hilos que hemos tenido que mover para nada. No te preocupes Leni, ambos sabíamos que era una jugada desesperada. Valió la pena intentarlo... - se resignó el editor.

- ¿Qué quieres decir? ¿Crees que voy a dejarlo pasar así como así? ¡Ni hablar! - dijo Helene, molesta por la actitud de su compañero. Estaba dispuesta a jugarse la vida por esa oportunidad y no cejaría en su empeño hasta haber agotado todos los cartuchos. - Parece mentira que te des por vencido... ¿Acaso sabes lo que está en juego? Estamos hablando de la mayor esperanza de la humanidad en un momento de crisis mundial. ¿Sabes qué supondría editar esa crónica? No estamos hablando de ganar un Nebula ni un Hugo, sería una exclusiva sin precedentes. ¡Un éxito de ventas en absolutamente todos los países del mundo! ¡Ni la estirada de Rowling podría siquiera soñar con un superventas de tal calibre!

Chals calló durante unos segundos. El prestigio y la suma millonaria que supondría ese contrato ciertamente le obnubilaban. - Diablos Leni, tienes razón. Pero no sé qué más podemos hacer que no hayamos hecho ya.

- Necesito tu ayuda, tendremos que ser imaginativos, seductores y emplearnos a fondo. Averigua todas las publicaciones literarias que hayan tenido un impacto en la historia. Habla con todos los periódicos, compra los artículos que haga falta, consígueme entrevistas. Que no se hable de otra cosa, que todo el mundo esté esperando la obra, que sea una necsidad social. Yo me pondré en contacto con todos los políticos, empresarios y figuras de la cultura que más me estiman. Simplemente hagamos TODO. Presión, presión y presión. Hasta llegar a Bruselas. ¡Que se den cuenta del beneficio político que obtendrán cuando todo el mundo pague por leer una obra donde encumbraré a aquellos que me apoyen como visionarios! - culminó presa de una rabia eufórica. - Este grupo va a necesitar apoyo psicológico, te lo puedo asegurar, y seguro que incluso los evaluadores lo han sopesado. No puede ser tan difícil. Solo necesitan otro fuerte empujón de las altas esferas y estaré dentro.

La gloria y los beneficios que podían obtener espolearon el ánimo de ambos para lanzar el último y desesperado embite. Sería el todo por el todo.

Harlan abrió los ojos, asombrado como lo había estado pocas veces en los últimos días. Nada menos que su padre, una persona que le merece el máximo respeto y el mayor de los temores. Su padre, que siempre le había exigido más sabiendo que iba a poder responder, que le propuso hacer una carrera tras otra sabedor de su potencial, alguien a quien siempre había que tener contento. Lo contrario… bueno, lo contrario no era algo que supiese, por el momento.

–Papá… qué sorpresa.

–¿Sorpresa, Andy? –El hombre parecía desconcertado–. Me has llamado tú, hijo.

–Sí, sí, claro… es que no esperaba que estuvieses disponible.

–Hijo, nos tienes a tu madre y a mí pendientes del videoteléfono todo el santo día. Espero que tengas una muy buena noticia para darme –siempre a él en primer lugar.

–Por supuesto –mintió descaradamente. Al fin y al cabo, si cambiaban de opinión en la base siempre podría decir que había habido algún problema de última hora–. Es… estoy admitido en la misión, papá. Mis pruebas han sido exitosas.

–No esperaba menos de ti, hijo, se lo diré a tu madre inmediatamente. Felicidades, Andy.

Cuando colgó la llamada con su padre sabía que Helena estaba aún escuchando toda la conversación.

–De acuerdo, Helena, tú ganas –afirmó–. Necesito ir a esa misión y salvar a mis padres. Puede que el planeta entero esté en peligro, pero yo quiero que mis padres puedan seguir viviendo tranquilamente todo el tiempo que les quede. Puedes contar con toda mi concentración puesta en la misión que sea que tenga que hacer. Hasta te salvaré a ti.

-Ren, Amara Ren, piloto -añadió innecesariamente-. Gracias -dijo, quizás en tono demasiado alto-. Cojo fruta de allí y ahora voy... -se detuvo a los dos pasos- ¿Quiere algo del... eh... buffet?

Una vez sentadas junto al gran ventanal, tras unos largos minutos en silencio, mientras esperaban el café -Amara pidió un rooibos de cítricos- Tryss repitió la pregunta, quería conocer algo más de aquella mujer si iba a compartir su último viaje con ella, o al menos saber si podrían trabajar juntas.

-Siena, vivo en Siena. Italia -aclaró-. Seis años en la AMI, grado capitán. Doctorado en computación. Cuatro años en la Agencia Espacial. 

Tomó el último trozo de la macedonia que había llevado a la mesa, junto con tres rebanadas de pan con aceite de las que no quedaba ni una miga, apenas una solitaria gota de aceite en el plato; alineó con precisión marcial el plato y los cubiertos, dejó doblada la servilleta a un lado y volvió a mirar por el ventanal. 

Tryss sopló a su segundo café. Eso ya lo había visto en tu expediente, Ren, pensó con un punto de acritud. Lo que quiero saber es si eres de fiar, si te romperás allá arriba.

A Kowalsky le sonó el teléfono, lo cogió y cuando se dio cuenta de que no reconocía la voz y no era una llamada rutinaria, se disculpó de sus compañeros en el pasillo haciendo un gesto como queriendo decir, lo siento tengo que contestar.

Retrocedió sobre sus pasos y entró de nuevo en su habitación, cuando colgó no terminaba de creer lo que había escuchado, esto empezaba a parecer una película, y no sabría decir si era de las buena so de las malas.

Desde luego no fue ni por la invitación al ron, ni por la voz seductora. No le gustaba ese tono de intriga, así que se cambió de ropa con algo más formal para bajar y resolver de una vez por todo el misterio.

Ese acento le preocupaba, ¿estaría con los europeos, con los rusos?, ¿tendría algo que ver con el coche que les seguía?, ¿o quizás con aquella figura femenina que tanta atención prestó cuando llegaron en su furgoneta?

Lo único que tenía claro es que no iba a aceptar esa copa, por alguna razón intuía que necesitaba de todas sus facultades bien alertas. Ya vestido, preparó su móvil, lo guardó en el bolsillo con la grabadora en marcha y bajó al bar para encontrarse con su interlocutora.

Sonrió cuando le dio su hoja de servicio.

- Relaje se capitana, tiene mas graduación que yo - Le dijo con un guió del ojo complice - Yo solo soy ingeniera, mecánica, física, aeronautica y bueno... astronauta, como todos ¿No? Aunque he subido mas de veinte veces la vez que más tiempo estuve fueron 213 días, muy lejos de batir cualquier record.

Le explicó cosas de ella para que se sintiera cómoda y se relajara.

- Yo llevo 11 años en la agencia espacial Europea... Mucho tiempo... - Dijo de forma extraña. - Muchos viajes... - Al decir aquello sonrió.

- ¿Siena, Italia? ¿Es bonito? - Preguntó informal.

una vez en el comedor del Hotel, me quede detrás de Tryss al ver que hablaba con Amara, habían llegado ayer y yo esta mañana, era lógico que se quisieran conocer un poco más. Mi leve moreno de playa y mi camiseta marcando, esperaba que no pasara desapercibido por las damas. 

Di mi mejor sonrisa a Amara, y le enseñe la llave de mi habitación a Tryss, luego señale un lugar apartado cerca de una venta.

termine comentando a Tryss, como localizarme. Te espero luego en la mesa, si ves que no estoy por lo que sea, ya sabes cuál es mi habitación. Bueno, si tú quieres retomar la conversación en el punto donde lo dejamos, claro.

Y deje a las dos compañeras que hablaran a solas, tenía mucho que hacer y muchas cosas en la cabeza, me tome un cafe largo y bien cargado y me puse a leer el periodico del hotel , más por evadirme unos  segundo que por la información que pudiese contener. 

Umm, pegue  un sorbo largo, demasiado caliente y amargo, me había olvidado del azúcar, maldita sea   

Hubo un silencio, un largo silencio, al final Helena hablo.

¿Memoriza este Tlf?, escucha lo que tiene que decirte esa persona. Aceptes o no solo por escucharla, estarás adentro.

Colgó, sin esperar tu respuesta,  y el silencio fue roto por el clásico "pi,pi,pi"  de la llamada al interrumpirse. 

---008

En la barra había una joven rubia con gafas de sol, traje llamativo y unos pantis que le favorecía las piernas. y las hacía más morenas aún.

Tenía las piernas medio cruzadas y estaba muy atenta a lo que hacía el camarero, el bar estaba a estas horas sin gente, ya que todos estaban en el restaurante del hotel desayunando.

Había otro taburete cerca de ella vacío, parecía esperarte. 

Tal vez sintiera tu presencia, tu cercanía, pero parecía no importarle, estaba concentrada en el barman. 

Tú editor te envia por Wassap, el tlf de un tal Gumther, cree recordar que es un tipo importante en ULISES, tu recuerdas haber estado cerca de el en una de esas reuniones sociales e informales, tu vida social y tu popularidad de escritora en ocasiones no te dejaba tiempo para nada. Y en otras te era útil. Si Hablaras con el tal vez tendrías una oportunidad, ¿quien sabe? 

Tryss miró al hombre intrigada y a la defensiva. Que sugiriera lo de la habitación le molestó. Le miró levemente hostil y miró la mesa.

- Ahora voy, espero que me de respuestas y buenas. - Dijo muy fría.

Luego le siguió con la mirada hasta que fue a su mesa Cuando este se hubiera alejado entre susurros se disculpó ante Amara:

- Amara, no se quien es ese tío o que quiere, pero me molesta tenerle rondando ¿Me disculpas si voy a ver que quiere y mandarle a la puta mierda? - Mientras hablaba manipulaba el móvil para poner un programa de grabación, aunque de momento no lo accionó. 
Se guardó el móvil el bolsillo y fue para allá. Ante al mirada extrañada de Amara se limitó a explicar:

- No tengo ni idea de quien es, pero sabe mi nombre, y es demasiado güapo como para entrar de una forma tan creepy a una mujer. - La sonrió, ella sabía de que hablaba, sin duda. A todas les había pasado un par de veces. - Alguien tan guapo se limita a jugar las cartas que le funcionan, lucir sonrisa y sacar músculos. Solo soy precavida.

Amara escuchaba con atención a Tryss. Sí, tenía que haber respondido. Siena es hermosa, especialmente en invierno, cuando apenas hay turistas, a veces, una leve capa de hielo se forma sobre los muros ajedrezados de la catedral y la hace brillar.

Entonces, el hombre las interrumpió. Tryss le escucha enervada. Luego se disculpa y se marcha con él. Hablan junto a la barra. No es asunto suyo. Ella no iba a ir.

Por un momento, piensa que le hubiera gustado poder responder más efusivamente a las preguntas de Tryss, se notaba que quería ser amable. Aunque podía estar trabajándose el futuro equipo, o simplemente charlar por charlar. Daba igual, ella no iría. Sería Jorgensson. 

-Debería habérselo dicho.

—Pero, ¿qué...? —sin embargo ya era tarde para replicar.

Naturalmente, en cuanto la línea quedó libre tras haber colgado Helena, su psicóloga del Centro, marcó el número que le había proporcionado. Pocas cosas despertaban su más profunda curiosidad pero esta era, sin duda, una de ellas. Nervioso, con un extraño sabor de boca y algo tenso, Harlan esperó que respondiesen al otro lado de la línea.