Partida Rol por web

Alex seguía avanzando. Y se preocupaba muchísimo por los padres de los niños. La cosa les había mordido. Se temía lo peor. De pronto escuchó una voz de una niña que apenas reconoció y se dió la vuelta para encontrar a Em. 

Em, que ahora hablaba un poco más. Aparecieron el resto de compañeros y suspiró. 

—Qué suerte el encontraros —jadeó al lado de Mike y se sintió extraño ante el abrazo de Hannah, pero no era desagradable— corría a ciegas. Pero puedo correr más rápido que esos tres. 

Dejó a los niños en el suelo. Jadeó y miró a Mike y al resto —¿Todos vosotros bien?

—Esos tres estaban flipados. Hablaban de cosas rarísimas, hicieron un círculo en el suelo, de fuego y nos ataron para no se qué, apareció otro círculo en el fuego en el aire o algo y no quise mirar porque salían ruidos muy raros. 

Señaló hacia abajo, a sus pantalones, la parte de abajo de los jeans estaba bastante chamuscada y cuando los subió, la piel estaba roja. 

—Creo que me he quemado un poco, moví las piernas para poner las ataduras al fuego y se quemaron, pero yo también un poco, y una vez que tuve piernas libres, me arranqué las ataduras, agarré a los niños y salí corriendo. Me parece que les dejé atrás. Vamos, yo entreno todos los días varias horas corriendo, no creo que ellos aguanten eso. 

—Tíos* —dijo refiriéndose a todos, aunque eran en su mayoría chicas, pero las cosas importantes empezaban por un "tíos" siempre—, creo que el señor Holliday, Tonny y Gladis no son trigo limpio. Hablaban como si fueran los responsables de la gente que se pierde en los bosques. 

Elodie estuvo a punto de entonar su propio réquiem, cuando se percató de que Sabine con el soporte de sus amigas habían curado y vendado la herida perfectamente. Se sorbió los mocos y no supo muy bien qué decir. Su rostro aún estaba pálido y el corazón amenazaba con salir desbocado del pecho, pero al menos ya no se moría de una hemorragia.

La circunstancia marcaría un antes y un después en ella, que hasta ahora siempre se había mostrado un poco hipocondriaca. Un pequeño corte siempre era amenaza posible para un infección fatal que era meticulosamente estudiada en los textos de libros de medicina que no llegaba a comprender del todo. Si salía de esta (cosa que un no tenía claro, bajo la sospecha de haber contraído alguna enfermedad), podría empezar a relativizar las preocupaciones de salud.

Miro su brazo en un cabestrillo y fue consciente por primera vez del bicho que yacía frito en el suelo, tragando saliva. ¿Podrían ser así los reptilianos? Anatómicamente no cuadraba nada en su cabeza y aun no podía pensar con frialdad, dadas las circunstancias.

Si bien dejó su melodrama personal para otro momento, ante la aparición de Mike y su relato. Lo escuchó atenta y tensa, con una mano apoyada sobre la herida que aun le latía de dolor. 

- Están... están siguiendo la  tradición de los Chippewa. Ellos hacia rituales para calmar la ira de los dioses del bosque, demonios o lo que sea... - dijo cuando Mike terminó de hablar. - Sabía que los adultos planeaban algo... - lo sabía desde hace años. No que planeaban esto en particular, sino que conspiraban continuamente y los niños eran los afectados.

A pesar de que la decisión popular es ir a por Alex y los niños, algo en su interior sentía mas atracción por el tema del círculo de fuego. Por descontado no estaba para quedarse sola, ni quería, por lo que siguió al resto hasta que se toparon con ellos. Sonrió al ver a su amigo de una pieza, o más o menos, confirmando que era la persona más valiente del mundo, después de MJ, claro.

- El círculo en el aire del que hablabas...- miro a Mike- Ese es la cosa que está cabreada... Por eso tanta desapariciones, quieren calmarle y usan a los turistas como sacrificio. - sabía perfectamente que lo tenían complicado contra tanto adulto loco, más loco de lo normal. - Pero son demasiados, creo que esta vez no podemos hacer nada - estaba a punto de decir de llamar al policía, pero ciertamente no se fiaba de nadie. 

Sabine se alegró de ver a Alex con los niños. A veces podía ser muy pesado, sobre todo cuando se ponía a hablar de deportes y de pelotas y todo ese rollo del equipo, pero ese día había demostrado ser muy valiente. ¡Y había salvado a los niños! Aunque por lo que contaban él y Mike, a los padres ya se los debían haber comido por culpa de los senderistas. 

—Jo, nunca me habría imaginado que los del club de senderismo fuesen tan malos. ¿Y ahora qué hacemos? Si llamamos a la policía no nos van a creer, creerán a los mayores como siempre. 

Frunció los labios con disgusto por aquella situación, no se lo estaban poniendo nada fácil.

—Hay que llevar a los niños a algún sitio donde los cuiden. ¿Y sabéis dónde estaba el círculo ese de fuego? ¿Eso es de los Chippewa? 

La última pregunta fue para Elodie, pero después sus ojos buscaron a Em.

—Oye, Em, ¿tú sabes qué es ese círculo?

Al ver que Elodie se recomponía por fin del ataque del monstruo y nuestras curas parecían haber hecho el apaño, en algún momento que las demás no le prestasen demasiada atención, la abracé fuerte. Quizás un poco demasiado. Pero me separé en seguida y le revolví el pelo.

― Intenta no volver a darme un susto así, porfa.

Echamos a andar por el bosque en busca de Alex. El parloteo de Hannah hizo que me calentase todavía más. Pues claro que íbamos a atacarles. A romper huesos. ¡Hoy van a rodar cabezas! Pero no teníamos ni idea de dónde estábamos; yo por lo menos no conocía esa parte del bosque. Y eso que era mi segunda casa. Cuando entre la maleza algo se movió alcé los puños de manera defensiva, preparada para el ataque, pero ver la sudorosa cara de Alex aparecer entre los hierbajos me hizo soltar un suspiro de alivio.

― Menos mal que estás bien. Sabine, ¿te queda agua en la cantimplora? Seguro que alivia las piernas quemadas de Alex.

Entones Elodie activó el modo enciclopedia y comenzó a hablar de los Chippewa y de que se comen a los turistas. Golpeé mi puño contra la palma de mi otra mano.

― Pues decidido, vamos a buscar el círculo ese y le pegamos una buena patada en el culo para que deje de tragar. Nosotros seguro que somos más, y tenemos a Em. La tía sabe lo que se hace, ¿a que sí? ―comenté en dirección a la niña, alzando el dedo pulgar en símbolo de victoria.

Em asintió ante las palabras de MJ, la tenían a ella y ella les protegería, como el grupo de amigos había hecho desde que la habían encontrado. Fue quien tomó la delantera y guio al resto entre los árboles. Caminaba ligera y se aseguraba que ninguno se quedara atrás, parando de vez en cuando y contando que estaban todos, cuando giraba la cabeza en las pausas.

Así es como llegaron al pequeño claro con aquellas escaleras de piedra. En lo alto de las escaleras había un gran agujero rojo, del que salían unos ruidos muy desagradables, peores que arrastrar unas uñas por una pizarra. También parecían moverse unas llamas al otro lado y, con la oscuridad creciente, iluminaban la zona.

Mike se dio cuenta que era parecido al agujero que había visto, solo que mucho más grande en tamaño. Si por su portal podía caber un perro grande, por ahí cabría por lo menos un elefante.

En el suelo, con el reflejo anaranjado del portal, se distinguían las cosas que Alex les había explicado: restos de un círculo de fuego, sus ataduras quemadas y ahí yacía Tony, al cual pudieron distinguir por los restos de ropa, porque lo que no podían distinguir estaba negro y quemado. Sin duda quien no estuviera contento con ellos había demostrado su peor cara y se había cebado con Tony. Del resto no había ni rastro, aunque ahí estaba medio quemado también el libro que tenía Gladys, la bibliotecaria.

Em miró todo con curiosidad y leyó las pistas del lugar como si de un perro sabueso se tratara. Es como si hubiera nacido para aquello, ni siquiera el cadáver de Tony le daba miedo, cosa que aterraba a los niños pequeños, que se habían aferrado a Alex para que los salvara de nuevo si hubiera necesidad.

-Ha salido y va a volver. Está cazando-  dijo Em señalando el portal, con un tono que a algunos hizo que se les helara la sangre.

Alex se fio en que estaban curando a Elodie. 

—¿Te ha mordido? Vaya, menos mal que está Sabine con esas vendas y ese kit —La estaban dejando muy bien. Muchos iban a acabar con cicatrices después de aquel día. Todo eso no le dejaba pensar en que Hannah estaba en sujetador. 

Miró la cantimplora con ojos deseosos, pero más para beber del agua que para las quemaduras. El pantalón se había llevado lo peor. 

De pronto se dió cuenta de que iban en la dirección exacta desde la que había escapado, siguiendo las indicaciones de MJ. Aferró fuerte a los pequeños y trató de abrir la boca, pero estaba jadeante y hasta no llegar al cabo de un rato no pudo quejarse. 

—¿No sería mejor que nos fuéramos? En la comisaría estoy seguro que acogerán a los pequeños, aunque no nos crean. 

La total aberración de que los propios dirigentes del club de senderismo llevaran a familias a la muerte ya estaba del todo anclada en su cabeza. No quería saber por lo que estaban pasando los pequeños. Y Tony... había pagado con la vida su intento de sacrificarle. 

La explicación de Em, después de la de Elodie, hizo dar vueltas a su cabeza —¿Y no podemos matarlo nosotros? Es un monstruo que se come gente. En mi casa hay escopetas. Yo sé disparar las de aire comprimido. 

Mucha información. Parecía una clase de historia de repaso antes de un examen, o los rumores y shippeos cotidianos en el patio. De eso solía pasar Hannah. De lo primero también. Pero la verdad es que todo resultaba de alucine, increíble. Parecía una peli de miedo. Pobre Alex, las quemaduras dolían mucho. 

Vaya verano, pensó, y solo acaba de empezar. 

-¿Pero de verdad es posible que los mayores hagan eso? ¿Don, Tony, la señorita Gladys? ¿Quién más? ¿Todos los del club de senderismo? -miró a Sabine- Malos, malos de verdad. Malísimos. - Cuando les contara todo esto a sus padres, ¿la creerían? Pensarían que es un rollo de lo suyos. 

-¿Y si nos han puesto droga en la limonada y esto es...lo que se llama una alucinación colectiva? -insistió de nuevo. Esa posibilidad parecía más racional que todo lo que sucedía a su alrededor. Aunque no sabía bien que era lo que acababa de decir.

El círculo de fuego la dejó boquiabierta, tanto, que no reparó en los restos de Tony. Se quedó mirando el fuego y luego se tapó los oídos para amortiguar el horrible sonido que le erizaba el poco vello de su cuerpo. 

-Nos vamos a quedar traumatizados. Nos darán un mes o dos más de vacaciones para recuperarnos. 

Se quedó entre medias de sus amigos. ¿Le tiraba piedras al agujero? -¿El monstruo de antes? -preguntó a Em. Sacó sus gominolas y se comió algunas, esperando a soluciones. 

—Sí, queda algo de agua —respondió, tendiéndole la cantimplora a Alex—. Para quemaduras no tengo nada, lo siento —agregó frunciendo los labios.

Eso le fastidiaba, la verdad, darse cuenta de repente de que necesitaba algo que no tenía en la mochila. Tendría que añadirlo en la lista, una pomada para quemaduras. Nunca se había quemado en una acampada, pero si lo pensaba no era taaaan raro, porque se hacían fogatas y todo eso. Lo que no tenía tan claro era si podría conseguir una sin receta, y no le dejaban llevar en el botiquín medicamentos de receta, así que aquello era un tema para estudiarlo bien. 

Entretenida en esos pensamientos y en calcular todas las situaciones en las que esa pomada podía ser útil, el trayecto de vuelta hasta las escaleras se le hizo más bien corto. Pero en cuanto llegaron y vio el portal de fuego se le fue todo de la cabeza, salvo lo que estaba viendo. Se quedó varios segundos con la boca abierta y los ojos como platos y cuando reaccionó lo hizo sacudiendo la cabeza con un pestañeo.

—Oh, guaaaau. ¿Habéis visto eso? —Claro que lo habían visto, pero es que estaba flipando. 

Lo que dijo Em logró sacarla de la contemplación y le dio un escalofrío cuando sus ojos cayeron sobre el cuerpo de Tony, en el suelo. Contuvo el aliento de forma audible y apartó rápido la mirada de él para llevarla hacia Em. 

—¿Qué es lo que ha salido? ¿Otro bicho como los de antes? ¿O es algo peor? —Miró a Alex y le dio otro escalofrío—. Yo no sé disparar, eso es algo muy serio. 

Buscó la mirada de MJ y de Mike, queriendo saber qué opinaban de aquello. 

—¿Qué hacemos? Tenemos que sacar a los niños de aquí, ¿no?

― La madre que me parió ―solté al ver aquella cosa.

El círculo rojo era mucho peor de lo que me esperaba. Hipnótico, incluso. El ruido que salía de dentro me ponía los pelos de punta, y sin duda era una imagen que aparecería en muchas de mis futuras pesadillas. La escena era grotesca en sí misma, pero cuando empecé a fijarme en los detalles todo empeoró. Ahí tirado, calcinado, estaba el asqueroso de Tony. Muerto. Me aparté un par de pasos del grupo y vomité hasta el primer desayuno, quedándome con un regusto a limón en la boca. Mi limpié los restos como pude e intenté recomponerme, tratando de parecer lo dura que intentaba parecer siempre. La verdad es que echarlo todo fuera había conseguido calmar bastante mis nervios.

― No podemos irnos. No ahora ―contesté a Alex, convencida―. Si dejamos esto como está, nunca parará. Habrá otros niños que perderán a sus padres o serán comidos por los monstruos. No podemos dejar que eso ocurra. Por no hablar de lo que Don y la bruja de la biblioteca les contarán a vuestros padres. Que al mío le dará igual tres pimientos lo que le digan, pero no me gustaría pasarme el resto del verano sola.

Si es que salimos vivos de aquí, claro. Pero no lo dije en voz alta. En lugar de eso, escuché lo que decían los demás. Sabine me miró como buscando apoyo para irnos, pero negué con la cabeza.

― Em se ha cargado uno de esos bichos ahí atrás. Si les tendemos una trampa, nos escondemos y esperamos el momento perfecto, seguro que es capaz de achicharrar a unos cuantos más. Además, movernos ahora por el bosque podría implicar encontrarnos de morros con uno de los monstruos, creo que corremos el mismo peligro aquí que moviéndonos… Pero aquí tenemos más posibilidades de ganar.

Volví a buscar los ojos de Em, esperando su apoyo. Esperaba que ella se viera capaz de detener esta locura.

Mike asintió cuando Elodie le confirmó lo que sospechaba, que ese círculo de fuego tenía que ver con lo que estaba pasando en el bosque. Y Sabine también tenía razón, si les iban con ese cuento a los mayores, en el mejor de los casos pensarían que era alguna bola para desviar la atención del hecho de que estaban en el bosque. En el peor, les tomarían por locos. Si había alguna manera de parar todo aquello, tenían que intentarlo, por mucho miedo que diera. Y Em parecía pensar lo mismo, porque se puso a guiarles inmediatamente a través de los árboles.

La llegada al claro de las escaleras fue bastante más impresionante que la primera vez que estuvieron allí, pues esta vez los peldaños de piedra sí conducían a algo. Algo terrible.

—Es igual que el otro... pero mucho más grande —murmuró, asombrado e intimidado a partes iguales por el enorme círculo de llamas.

Entonces se fijó en el cuerpo ennegrecido de Tony, al que reconoció sobre todo por lo que quedaba de su gorra. Tragó saliva. El tipo no le daba demasiada pena después de que hubiera intentado que Alex, los niños y él mismo fueran los que acabaran achicharrados en lugar de él. Pero eso no quitaba que la escena bastara para revolverle el estómago.

Mike escuchó a Sabine y MJ, sin quitar los ojos del círculo de fuego. Asintió, aunque no le gustaba nada lo que implicaba estar de acuerdo con su amiga de la trenza en aquél momento.

—MJ tiene razón —dijo—. Estamos en peligro desde que vinimos, pero al menos ahora lo sabemos. Si intentamos huir a ciegas puede ser mucho peor. Pero estoy con Sabine en lo de los niños. Tenemos que hacer lo que podamos para que estén lo más a salvo posible.

Ojalá se pudiera hacer algo contra esas cosas disparando, pero Mike lo dudaba mucho. Suspiró y miró a Em. Su nueva amiga parecía tener más control sobre la situación que ellos, así que lo mejor sería confiar en ella.

—Em... ¿tú qué crees que deberíamos hacer?

Em asintió a lo de matar el monstruo, la idea de Alex era buena. Luego negó cuando Hannah preguntó si era el monstruo de antes, por alguna razón su nueva amiga sabía qué era. Hizo un gesto extendiendo ambos brazos todo lo que daba su longitud, indicando un tamaño mucho mayor.

-Es más grande- añadió ante la curiosidad de Sabine, no dando más detalle. No parecía tampoco que tuviera palabras para muchas cosas, su vocabulario era limitado, ya lo habían comprobado con cosas muy simples. Em debía venir de un colegio un poco raro o uno que no hablaran bien inglés*.

Luego MJ propuso tender una trampa e hizo que su amiga se quedara pensativa, no sabía muy bien cómo hacer venir a esa cosa pero le parecía buena idea. Correr por los bosques y quizás encontrarse con más de los monstruos que habían visto antes o con uno aún más grande, no le parecía lo mejor tampoco.

-Con eso, Alex dijo que le llamaban con eso para tratar de calmarlo con un regalo- señaló el libro medio quemado que Alex sabía que pertenecía a Gladys. Él había sido el único testigo sobre cómo habían tratado de llamar para calmar a aquel nuevo monstruo. -Le llamamos- añadió simplemente, sin saber bien las implicaciones o conocimiento necesario para eso.

Tirada de Cerebro dif.12 para tratar de invocar al monstruo.

- Si, creo que si - contestó a Sabine antes de recibir un abrazo de MJ, poco después.

Ciertamente se quedó parada e intentó devolverlo con una palmadita en la espalda con el brazo sano. No era propio de MJ y mucho menos de ella, que tendía a preferir la distancia con la gente. 

- Ya, díselo al bicho - contestó a su amiga, sin poder evitar sentir un escalofrío al recordar a ese ser encima y sus fauces atravesando su piel. Menos aun el miedo y la cercanía de la muerte. Fue entonces cuando apretó levemente a MJ en el abrazo, conteniendo unas lágrimas. 

Em no contestó a la pregunta de qué sabía del círculo, pero era evidente que sabía muchas cosas. Elodie la miró con curiosidad renovada y aún más respeto. Independientemente de sus super poderes, su comportamiento no era el de una niña al uso. Ni siquiera ni el de una rara como ella.

Poco después la bola de fuego robó su atención, dejándola perpleja y con la boca abierta. Luego reparó en el cadáver calcinado del suelo, que en ese instante se sumaría al circo de pesadillas que acompañarían sus noches a lo largo de mucho, mucho tiempo. Contuvo una armada y permaneció mareada un lapso de tiendo, durante el cual sus compañeros comenzaron a poner las cartas sobre la mesa.

Le parecía bien huír. Le parecía bien combatir aquella cosa. No sabía qué le parecía mejor, pero sin duda, si aquello no paraba, continuarían las muerte. Es por eso se que acercó al libro que yacía semi quemado en el suelo, para echarle un vistazo.

- ¿Reproducir el ritual? ¿y el sacrificio? - les miró, acongojada y fascinada, para continuar ojeando el libro.

Más grande. Trampas. Escapar con los niños. Llamar al monstruo.

¿Llamar al monstruo?

-Yo tengo gominolas, si sirve de regalo -Hannah ya sabía que no iba de eso la cosa, pero se resistía a no soltar una broma para relajar el ambiente. O solo como forma de tranquilizarse. Comenzaba a sentir el peso del estrés, del cansancio de todo este tiempo en el bosque y de los terribles acontecimientos sucedidos.

-¿El ritual? ¿Un sacrificio? ¿Qué sacrificio?

Eso no sonaba nada bien. Se dio cuenta entonces del cuerpo medio calcinado de Tony. Hannah soltó un grito agudo de la impresión. Entonces sí que se puso un pañuelo tapándose la nariz y la boca. con un palo se atrevió a tocar aquellos restos humeantes. No llegó a vomitar, no le pareció tan malo, "eh, qué pasa contigo, se preguntó. Empezó a rascarse, le picaba todo, los brazos, la cabeza, las piernas, la espalda.

-¿Cómo le llamamos, con el libro? ¡Un libro de magia arcana! ¡Magia negra! ¡A ver! -Casi se tira encima de Elodie metiendo los ojos dentro de las páginas que ojeaba su amiga. Esto molaba, y no el libro de química.

-Y si le regalamos lo que queda del señor Tony?  

Estaba claro que la clave para atraer al monstruo debía estar en el libro, pero es algo que nunca se me dio bien. Además, Elodie y Hannah se adelantaron para hojearlo, y con dos cabezas mirando pensé que era más que suficiente. Pero no me podía quedar quieta. Intentando ignorar la cosa de fuego y, sobre todo, el cadáver que tenía debajo, me puse a inspeccionar la zona.

― Igual podemos esconder a los pequeños en algún lado hasta que pase el peligro -pensé en voz alta.

Miré en los alrededores, buscando cualquier cosa que pudiera hacer de escondite. El tronco de un árbol, unos arbustos densos, una pequeña cueva… Cualquier cosa. En mi búsqueda también intenté agarrar algún palo gordo. Sabía que no serviría de mucho en un enfrentamiento cara a cara con el bicho, pero me sentía más segura teniendo algo contundente entre las manos. Así tampoco me sentía inútil del todo.

—Yo creo que eran sólo ellos tres —Alex respondió a Hannah, se negaba a pensar más de otros adultos— y no sé cuantos quedarán —uno estaba allí quieto. No quería pensar en ello. 

Se echó parte del agua de Sabine en los tobillos, y le alivió bastante. Se lo agradeció. Ya no le dolía tanto, decidió, como le iba a doler cuando su madre descubriera lo de los vaqueros. 

Una vez allí, MJ quería combatir, y tenía buenos argumentos. Sobre todo la habilidad de Em.

—Yo puedo tirarle una piedra grande desde arriba de las escaleras, cuando vuelva, me refiero. Si les cae encima pueden acabar chafados. ¡PlaF! —era una opción. Por mucho que dijera lo de las escopetas sabía que tocar una sin permiso paterno era el pecado capital. Eso serían problemas con mayúsculas. Y tampoco disparaba tan bien. Era difícil acertar. Y todo eso daba igual porque las escopetas no estaban allí. 

—Ah, si entonces está al otro lado pues no, no es un buen plan. Pero si lo llamáis con el libro y Em lo quema, pues adios al bicho. 

Él se había quedado con los pequeños. 

—Yo me quedo con estos dos cerca, si hay problemas los pongo a salvo. No podemos dejarlos solos otra vez en el bosque. 

"Le llamamos". Em lo dijo como si fuera algo evidente y no parecía tener ningún miedo, pero Mike no pudo evitar tragar saliva. Elodie tomó el libro, preocupada como él por lo que aquello podía implicar, pero examinándolo de todos modos.

—No creo que se conforme con unos restos chamuscados... —dijo Mike ante la sugerencia de Hannah.

Observó cómo MJ buscaba algún sitio donde poder ocultar a los niños, y Alex se quedaba con ellos para protegerlos. La verdad es que no había mucho más que hacer, salvo esperar que todo fuera como deseaban. Estaba ansioso por hacer algo que pudiera ayudar a que el grupo corriese menos peligro ante esa situación, pero no se le ocurría nada y se sintió bastante impotente.

—Venga... seguro que sale bien y terminamos del todo con esto —dijo aquello intentando sonar seguro, aunque no sabía si trataba de animar a los demás o a sí mismo.

Los amigos del senderismo eran varios adultos, no solo tres, dentro de los que no se encontraba el señor Holliday. No sabrían decir si todos los adultos del club estaban metidos en aquello, pero pensaron que alguna relación había. Seguramente habían encontrado aquel lugar en sus expediciones o Gladys, la bibliotecaria, había leído algún libro al respecto. 

Hablando de libros, Elodie era la experta y trató de descifrar qué decía aquel aunque no estuviera muy claro y algunas palabras se hubieran chamuscado. Pese a que Hannah ponía su cabeza en medio para tratar de sacar algo también de los escritos, solo Elodie parecía verle sentido a lo que ponía, aunque fuera por mezclar los dibujos y alguna cosa que le sonaba.

Trató de hacer el ritual que Gladys había perpetrado hacía no tanto. Hizo un círculo de fuego, como había marcado en uno de los dibujos. Necesitaba reencender las velas que habían usado los adultos y Sabine le pudo echar fácil una mano con eso, evitando también que el fuego se extendiera si había un accidente.

MJ y Alex se ocuparon de los niños pequeños, los mantuvieron resguardados y escondidos entre unos matorrales. Les costó un poco que dejaran de sollozar y que se estuvieran en silencio, pero lo consiguieron.

Mientras el grupo de amigos preparaba todo, Em vigilaba. No solo vigilaba alrededor del lugar donde estaban, también vigilaba el gran agujero que estaba en lo alto de las escaleras. El calor y el olor a azufre del portal era un recuerdo de que las cosas podrían ponerse muy mal, pese al optimismo de Mike.

-Falta eso- dijo cuando las velas estuvieron encendidas. -Alguien, hay que darle a alguien para que venga. Hace falta sangre, la huelen y el miedo. Les gusta- asintió a sus propias palabras, dándole veracidad.