Partida Rol por web

Cualquiera que viera el coche aparcado en el arcén podría pensar que en su interior sucedía una orgía. Y no era para menos. Mientras Dani se intentaba defender recibía los golpes de los vampiros, enfrascados en su extasís particular, y sin poder escapar para ningún lado no tenía oportunidad de defenderse. Cuando finalmente logró enarbolar la navaja ya los otros estaban encima de él alimentándose como bestias.

Porque ese era desagradable espectáculo que acontecía. No era como esas películas de vampiros donde el erotismo dignificaba la muerte. Aquello era el ataque de seres sedientos de sangre, frutados por su hambre como una jauría sedienta hasta las últimas consecuencias.

Aquello fue lo último que Dani tuvo oportunidad de ver: rostros desencajados con colmillos afilados que buscaban su sangre...

Se relamió, para no deperdiciar ni una gota del preciado nectar rojo. La víctima estaba desencajada, sujeta a débiles espasmos; se ve que el cuerpo se resistía a morir, pero... le quedaba un suspiro, la verdad, y pronto dejaría esta triste existencia.

Lo siguiente sería la película de siempre... policías buen aleccionados taparían los hechos disfrazándolos de ajustes de cuuentas entre bandas de traficantes, que dejaban su sello particular en forma de una exanguinación particularmente teatrera con el fin de atemorizar a la competencia... Mucho dinero y favores se movían por la ciudad: siempre había sido así, y gracias a eso, seguíamos así.

-El siguienteeee

Salió del coche y se limpió con un cleenex reutilizado, dejando paso al siguiente que quisiese reponer fuerzas; ahora vendría lo jodido, y convenía estar en forma.

-Cuando acabemos todos,... ¿a la fiestorra de Víctor, no?

Dolores salió del coche dejando hueco para que David entrara y se despachara. Se puso en la parte de atrás del vehículo y, apoyada en el maletero, cerró los ojos mientras disfrutada del sabor de la sangre que impregnaba su boca y descendía por su garganta. Era irónico que en la no muerte fuese donde Dolores experimentó la sensación más viva de su existencia.

Minutos después, ya pasado el subidón, pensó en el cuerpo. En otras circunstancias habría ideado alguna manera de deshacerse del cadáver, pero las horas seguían pasando y todavía tenían mucho que descubrir sobre su situación. No había tiempo para nada muy elaborado. 

-Supongo que vamos a usar su coche para ir hasta la fiesta. Si es así, podríamos meterlo en algún contenedor, oculto entre las bolsas-dijo la vampira mientras ya buscaba con la mirada alguno cercano y no demasiado a la vista.

David apagó el cigarrillo contra la suela de sus zapatos y tiró la colilla por el agujero de una alcantarilla. Miró el coche para entrar a por su sorbo de sangre y dio un suspiro. 

Cuando hubo terminado con la poca sangre que le quedaba a Dani se dirigió al resto.

- Bueno, vayamos al club de Victor y averigüemos quien nos la ha jugado - 

...

Cuando llegaron David volvió a revisar su ropa y se dirigió a la puerta principal. Entraría como siempre, con estilo, con clase y llamando la atención. Además de que si el cabronazo estaba ahí dentro seguro que Karlos, Eddie y Dolores tendrían más fácil la entrada si todas las miradas se centraban sobre mí...

La mansión de Víctor resultó ser un chalet de dos plantas con una enorme finca alrededor cerrada por una valla de setos que llegaban a una altura considerable. Mientras se aproximaban en el coche del difunto Dani —tras haber dejado su cadáver en un contenedor que encontraron en medio de la nada, entre la salida de la ciudad y la urbanización de lujo —pudieron escuchar la música a todo volumen y ver las luces de colores que enfocaban hacia el techo. Era como una fiesta de Pachá pero en el medio de aquella urbanización. La casa, ubicada en lo alto de una colina, estaba lo suficientemente separada de las demás como para no alterar en exceso al vecindario.

Había varios coches de alta gama aparcados delante de la propiedad. La verja estaba abierta y un par de tíos enormes, embutidos en trajes negros, vigilaban la entrada. Pero no eran simples matones de discoteca, ya que no ocultaban la sobaquera con la pistola que llevaban bajo la chaqueta.

Cuando David se bajó del coche y se acercó a la puerta en solitario¹ uno de los individuos levantó una mano para ponerla ante él. El otro, mientras tanto, encendía una tablet.

—Lo siento señor. Debemos identificarlo para que pueda pasar ¿es tan amable decirme su nombre?— le preguntó el armario viviente con la mayor educación posible pero con firmeza.

Mirando por detrás de los individuos David podía ver un enorme jardín con piscina al fondo y la entrada de la mansión. Debía haber, a ojo de buen cubero, unas cuarenta personas en el exterior. Y la casa estaba encendida como un árbol de navidad, con todas las ventanas iluminadas, por lo que era muy probable que hubiera otras tantas en el interior. Todo el mundo tenía una pinta muy similar a la del propio David: bien vestidos, sobrados de si mismo, divirtiéndose y disfrutando como si no hubiera un mañana.

A Karlos se le escapó un eructo (lógico tras el atracón que acababa de pegarse) al ver aquellas cámaras y tupido seto. Aquel lugar era más seguro de lo que había imaginado. Creía que podrían entrar con el coche, pero si no era así, una posible huida se hacía más complicada. Al final había sido buena idea y todo cargarse al otro. 

Así que, mientras esperaba a ver qué numerito montaba David con los guardias, avisó a Eddie de que tuviera aquello a mano, señaló a las cámaras y se empezó a acercar discretamente, haciendo lo que podía para que las cámaras vieran de él lo menos posible, tratando de ir por la parte menos visible o iluminada de la calle y de mantener la cabeza vuelta para que no le grabaran la cara. No quería que quedara constancia grabada de que había estado allí. 

Dolores se mantuvo a la espera junto al coche y cruzaba los dedos para que David obrara su "magia" y consiguiese que esos gorilas les dejasen pasar. Si no resultaba, tendrían que pensar en otras alternativas. 

La vampira oteó los alrededores. La finca era grande, y eso era bueno porque ofrecía más opciones de entrar. No obstante, Víctor había tomado medidas de seguridad que tendrían que sortear si querían invadir la mansión sin ser vistos. Aunque quizá hubiese un punto ciego en alguna parte. Dolores recordaba varios casos de robos en propiedades privadas donde los asaltantes descubrieron recorridos donde no llegaban las cámaras de vigilancia. No era raro que pasara, sobre todo en sitios amplios como este.

- David - Dijo el vampiro mostrando su mejor sonrisa. suponía que querrían un apellido, quizá una identificación algo más detallada. Pero se quedó en silencio.

- Ya sabes, solo David - Dijo reforzando la idea de que, quizá, si lo decía así hubieran oído de él. 

Miró al interior inclinando el cuerpo y mostrando una sonrisa alargada. - Me encantan las fiestas de Victor... aunque - Volvió a recuperar su postura mirando al gorila de la entrada. Pensó en Shunka. Si había podido convencer a este tipo, estos dos serían pan comido. 

- Aunque creo que cuando la comida está un poquito colocada, las dentelladas son más sabrosas - Señaló el coche donde esperaban sus amigos. - Verás, Rodrigo me ha pasado suficiente polvo blanco para que todos aguanten hasta el amanecer - 

Sacó del bolsillo un par de pollos de los que le habían dado - No se si lo habéis probado tíos, pero si le metes esto a una pivita - Miró al otro segurata y afiló su sonrisa - O a un maromo... Ou mama, el bocado es como multiplicar por diez el éxtasis. Creedme, es mejor que follar - 

David les guiñó un ojo - No me deis las gracias a mi, esto es de parte de Rodrigo directamente. - Se volvió y asintió con la cabeza a Eddie y Dolores, que permanecían en el coche. - Decirles donde pueden dejar el coche para que no den el cante. Son buenos camellos, pero no tienen la clase de las fiestas de Victor. - 

Se abrió la chaqueta, desabrochando el botón. - Ahora si me permitís... ellos se encargarán de repartir la mercancía donde les digáis. Yo tengo que entrar y pasar un buen rato. ¿Os he dicho que adoro las fiestas de Víctor? - 

Desde la trasera del coche, podían ver cómodamente como David se montaba su paripé... "que tío", pensó Eddie... "este se va de putas, y seguro que ni paga... y además hasta le dan las gracias!"

En principio, en este tinglao que se está mostrando, el rol del resto del grupo pordía decirse que es secundario: somos "los que vamos con él", sin más; podría pensarse que éramos simples correos que han llevado el producto por rutas distintas para evitar malos encuentros, o que éramos "sus ángeles de la guarda"; en todo caso, Eddie pasa de ser discreto en lo relativo a las cámaras de seguridad, y actúa como alguien que está allí porque es a donde iba....

... otra cosa es que se estuviera fijando, no tanto en los espacios ciegos que pudiera haber entre cámaras, sino en otras formas de acceder al interior, si "su hombre" no consigue hacerles pasar por las buenas. No dudaba de que lso qeu pusieron las cámaras, cobraron bien por ello, y se esmeraron en no dejar huecos..., pero siempre hay algún resquicio... solo hay que buscar bien; tal vez un árbol demasiado cercano, tal vez un movimiento demasiado rápido..., pero lo que no sabían es si dentro habría otro nivel de seguridad...

Bah, para qué preocuparse... David es un campeón, y seguro que nos hace entrar con él... Hasta la calle llega el jaleo de dentro, y tienen que estar pasándolo de puuuta madre; a saber la de parejas que habrá follando entre los setos, pensó... mejor habría sido ir disfrazados de repartidores de condones....

Mientras el matón de la tablet revisaba el listado el otro cogió las bolsitas que le tendía David. Sonrió ante la mención de Rodrigo y se giró hacia su compañero:

—No busques que no aparecerá en el listado.— dijo guiñándole un ojo a David. Luego hizo un gesto con la cabeza a los demás —Venga, que la noche está que arde, seguro que sois bienvenidos¹.

El grupo entró por la puerta principal pero tanto Karlos como Eddie se habían fijado bien en las cámaras. El vampiro de aspecto más joven se dio cuenta que la seguridad estaba dedicada únicamente al perímetro y que, curiosamente, no había ninguna cámara que enfocase la entrada principal. Con lo que quedaba claro que las que había alrededor era para evitar que se colase alguien por un recoveco no permitido, pero luego dentro el vampiro anfitrión no quería grabaciones1. Tenía cierta lógica retorcida: ¿qué iba a hacer con las grabaciones si pasaba algo en su fiesta? ¿Ir a la policía?². E incluso con las de fuera Eddie se daba cuenta que había posibilidades de sobra como para esquivarlas y entrar³. Eso decía algo muy claro del anfitrión: se sentía jodidamente seguro en su casa, tanto que no le preocupaba en exceso que entrasen intrusos. La interpretación de eso quedaba en el aire: ¿exceso de confianza o una confianza letal en sus capacidades?

El caso es que ahora estaban paseando cerca de la piscina. Por un momento Eddie y Dolores pensaron que se sentirían como bichos raros en aquel ambiente pero cuando llegaron cerca de la casa se dieron cuenta de que había gente de todo tipo. Sí, había caras famosas, pero también chaperos de calle que no disimulaban su condición y algunos individuos que parecían llevar varios días sin dormir cuyas ropas estaban arrugadas, con rostros sin afeitar. Actrices de televisión se codeaban con tipos de aspecto anodino o de aspecto punkarra. Recordaba a esas historias que se contaban de la Movida en los años 80.

Desde el patio vieron, en la segunda planta, una balconada que parecía dar a un salón de la planta superior. Había varias personas en él charlando pero sólo una de ellas se mantenía en el centro del mismo. Todos habían visto fotos de Víctor: un tipo alto, fuerte, con un rostro que recordaba a un boxeador, con aquella mirada entrecerrada que parecía mirar con suficiencia todo lo que le rodeaba. Aquella mirada que ahora mismo seguía los pasos de David y sus acompañantes por el patio de la fiesta.

David se detuvo en seco al ver a Víctor. Había podido ver como se las gastaba. Cualquiera que fuese tu fantasía la podías ver satisfecha en aquel lugar. Seguro que Eddie estaba como loco. La verdad, no hubiera pasado por su cabeza una fiesta tan variada.

David metió la mano en su chaqueta; sin dejar de mirar a Victor. Le dedicó una sonrisa socarrona, para enseguida quitarla y poner un rostro serio. Sacó entonces[1] del interior de su americana el sobre negro que Dukane les había hecho llegar. Lo levantó para que todo el mundo que estuviera atento pudiera verlo. si sabían de que iba la cosa sabrían también quien les había traicionado. Si no lo sabían no estaría de más poner nervioso a Víctor, haciendo creer a sus invitados que el mismísimo Lyren Dukane le había mandado uno de sus sobres negros.

Contra más rato estuviera David con el sobre en alto más llamaría la atención. Eso no era bueno para ninguna fiesta. Así que... sin bajar la mano, esperó a que Víctor les diera algún tipo de señal y susurro a sus compañeros. 

- Nos metemos en la boca del lobo chicos. O vamos a por todas o no veremos una nueva noche. - 

Víctor sonrió al ver el sobre. O quizás al contemplar el desparpajo mostrado por aquel vampiro de bajo nivel que, pese a haber sido amenazado por el mismísimo príncipe de la ciudad, se plantaba en su fiesta para enseñarle sin remilgos la letra escarlata con la que había sido marcado. Si alguien más en la fiesta se había dado cuenta del significado del sobre no lo parecía.

El vampiro de la balconada simplemente asintió y movió la cabeza como invitando al grupo a subir antes de meterse en el interior de la mansión.

"Manda cojones la cosa..."  Pensó Eddie... La forma de llamar la atención de Víctor había sido sutil.... sin mediar palabra había conseguido captar su atención y llamar su interés... o al revés, puta memoria para las pelis...

Ciertamente, la fiesta era un puro desfase... decadente incluso, algo pasada de rosca; no era de extrañar que necesitasen tripis de todo tipo y que, la mejor forma para entrar por las buenas, hubiera sido precisamentr llevarles el material que necesitaban para que el tema no decayese...

... y por un lado le molaba esto, pero por otro... joder... demasiado... indiscreto. Complicado mantener el control en esta movida, así que... Victor tenía que tener algún modo de controlar a todos.

Cierto, Eddie se sentía nervioso, algo no iba bien... para controlar este caos, hay que tener muchos ases en la manga, así que mientras iban al encuentro de Víctor, avisó a los suyos...

-Este tío quería tenernos controlados, recordadlo; debe saber algo o estar detrás de ello. Si tiene a tanta gente en su casa, y se siente a salvo de que pase algo raro, es que tiene a todos en un puño de un modo u otro; cuidado con él...

Algo me dice que es un puto manipulador... o experto en hacerse con los secretos de la peña y usarlos para tenerlos en la palma de la mano... ¿chantaje quizá?

Dolores se dejó llevar por las circunstancias. Interpretó el papel de "repartidora a domicilio" lo mejor que pudo, aunque no hizo falta demasiado esfuerzo. Nadie le prestaba atención excepto Víctor. La gente parecía ir a lo suyo y daba igual tu imagen o condición, todos eran uno, una jauría entregada al disfrute y el exceso.

Cuando David se marcó el órdago enseñando el sobre, Dolores se puso tensa durante unos segundos. Afortunadamente el anfitrión se lo tomó más a guasa que otra cosa, y la vampira se relajó un poco. Quizá estaba seguro de que nada de todo aquello le salpicaba. O puede que simplemente no les considerase una amenaza. Sea como fuere era un alivio que lo encajara tan bien y les invitara a subir.

-No hay duda de que sabes manejar a esta gente-le susurró Dolores a David mientras subían-. Si al final salvamos el pellejo, os invito a todos a una ronda.

Karlos, anonadado tanto por aquella locura de fiesta -habría vendido su alma al diablo por poder ir y entrar en sitios así cuando estaba vivo- como por la variedad de sujetos presentes y lo que acababa de hacer David, simplemente los siguió al interior del edificio, mirando a uno y otro lado con los ojos como platos soperos. 

De camino, trató de discernir si entre la gente que veía había más vampiros o eran todos humanos. 

David miró a un lado, luego al otro. No es que se estuviera fijando en nada en particular, pues su cabeza estaba en las diferentes opciones que podían ocurrir. Primero que Victor fuera el traidor, y que estemos de camino a una trampa. Nos liquidará y aquí no ha pasado nada. Segundo que Victor sepa quien es el traidor; en cuyo caso habrá que ver que precio nos pone por la información y como de útil es la información; y tercero que no tenga ni idea, aunque esta queda bastante descartada por su reacción al ver el sobre negro.

Aunque jamás lo reconocería estaba un poco acojonado... pronto veríamos a donde nos conducía aquello.

El joven vampiro miraba alrededor intentando discernir quien pertenecía a la Sangre pero era complicado. Lo que estaba claro era que todos eran unos depravados. El muchacho se quedó especialmente ensimismado viendo como un tipo que parecía un mal imitador de Freddy Mercury aferraba entre sus brazos a una chica que, pese a la poca iluminación, lucía demasiado joven para estar en aquella fiesta. La niña se debatía como un corderillo asustado sin ser capaz de contener la lascivia de su acompañante.

El tipo pareció percatarse de que Karlos lo miraba fijamente. Soltó a la chica —la cual aprovechó el momento para salir corriendo en dirección a los baños— y se encaró al vampiro.

—¿Qué puñetas miras mamón? ¿Te gusta mi cara? Pues te encantará mi polla entonces ¿Quieres comérmela o qué?

No parecía necesitar la mercancía que traían de parte de Rodrigo. De hecho parecía que había tomado demasiada de mala calidad. Lo peor de todo es que parecían haber atraído la atención de otra gente de la fiesta. Aunque algunas personas se apartaban de la escena no faltaron quienes se aproximaban con la esperanza de ver una buena pelea.

... En todas las fiestas siempre hay un ,giiliipooollaaaas, así, arrastrando las vocales... y parece que Karlos se había topado con el campeón de ese gremio de los... ¿3? metros alrededor, porque siempre hay más, y como suele decirse... "siempre hay uno más gilipollas que tú", así que el tiomierda este imitador del Mercury, se había topado con otro peor... Eddie.

Según el tio este encaraba a Karlos, a su vez, Eddie rebasó a Karlos por su derecha, poniéndole levemente la mano encima del hombro en el proceso, y susurrándole ...

-Mío, los idiotas me dan alergia, y estoy a punto de cagarme de un estornudo como no me encargue de este.

.. De modo que, por fín se podía quitar el mal rollo que me daba el pijerío este, hundiendo a este mameluco en la miseria más absoluta

-¡Tú!, ¡caracoño! Para hablar con mi colega, te lavas la boca y te afeitas el pelocoño que tienes bajo las tochas, ¿te enteras? ¿o quieres que te mande a Cuenca de un sopapo? ¿o acaso ese pelillo es para que los tíos no se equivoquen y sepan donde meterla? Porque tienes careto de chuparla por vicio, so julai.

... Y se plantó entre Karlos y el atontao ese, con unas ganas de que no se retirase... "que no se retire, diosito, que no se retire.. que me lo calzo, y como se descuide, le enculo, que tiene cara de gustarle"

El aspirante a Freddie Mercury se quedó plantado delante de Eddie. En su rostro, acelerado por la farlopa, se leía un claro desconcierto por la rápida reacción del heavy. Miraba a su alrededor como buscando un punto donde aferrarse, quizás algún colega que le pudiera echar un cable si la cosa escalaba en violencia. Porque la mirada de Eddie era puro fuego. No era una promesa de violencia lo que había en sus gestos sino un claro intento de contenerse para no abrirle la cabeza en cuanto contestase.

Y el tipo lo entendió. Probablemente en ese momento todas sus neuronas estaban reactivándose gracias a la llamada de un instinto atávico que le advertía que lo que tenía delante de él era algo más que un tipo enojado. Algo mucho más mortal y definitivo. Fue casi gracioso ver como el tipo movía la cabeza como si le hubiera dado un calambre mientras intentaba componer algo parecido a una sonrisa. A estas alturas poco podía hacer por salvaguardar su dignidad así que lo único de lo que fue capaz fue de retroceder casi trastabillando para luego, sin decir nada, coger su chaqueta para salir cuanto antes de la casa, con un gesto ofendido que hizo que alguno de los presentes se riese.

El resto de la gente, pasado el espectáculo, volvió a sus asuntos. Así que los recién llegados no encontraron oposición alguna para subir por la amplia escalinata hasta la zona superior. Allí, en un amplio recibidor al que confluían todas las puertas de esa planta, les esperaba una mujer alta y delgada. Tenía una belleza esquiva, con unos rasgos muy acentuados, casi lineales, que transmitían sensación de exotismo. Sin decir una palabra les condujo hasta una de las puertas que abrió de forma grácil, flanqueando el paso hasta una gran biblioteca donde Víctor esperaba.