Partida Rol por web

Loretta no era tonta, sabía que era observadora y que los policias no tenian porque darle información. Sin embargo a pesar de aceptar su papel en los casos sabía que mucha de la policia estaba manchada en los casos de supremacistas. No podía confiar completamente en ninguno de los blancos, en especial del oficial novato blanco que la miraba con desden, ¿acaso podía ser el uno de estos disfrazados?. Sabía que tenía sospechas que podían ser un poco paranoicas, pero como periodista había visto de todo y sabía que dentro de los grupos racistas existian varios que eran parte de las fuerzas de control estatal. Politicos, jueces, pastores y  policias  estaban manchados, racistas que  entorpecian las leyes para que el hombre y mujer negro no tuviera iguales derechos, la corrupción era un síntoma asqueroso del sistema. La doble moral de ser personas del estado y a la noche ponerse la maldita capucha blanca llena de odio.

Ciertamente ella estaba como observadora porque comportamientos de la policia eran cuestionados día a día. Pero la sorpresa es que justo del consolidado de un 85% de policias blancos, le hayan asignado observar las acciones del policia de color. Los hilos de poder manipulaban todo, pero  no podian manipularlo todo. Por eso Loretta quería ponerse en un plan amable, para visualizar la corrupción.

Afortunadamente para ella, siendo una mujer negra, había tenido educación y era respetada. El periodista era respetado y temido, y Loretta era vista como una amenaza que era mejor tener cerca.

Lorretta no iba a desaprovechar la oportunidad de investigar y usaria sus herramientas, para tener información aparte. Por tanto en silencio observaba las reacciones, su plan era luego  acercarse a un contacto que le diera información más clara y posible tirar de algún apoyo investigativo independiente.

El novato parecía dudar en que responder, así que le dejo un poco más de tiempo y empezó a hacer señas a todos para que fueran saliendo de aquella sala.

Allí ya no quedaba mucho más que ver. Habían dado una paliza y luego secuestrado al señor Charles Poole. 

La perorata de la licenciada sobre sectas, estaba muy bien para una columna dominical en prensa amarilla.

El tenia un crimen que resolver, y ninguna pista fiable de dónde seguir buscando al desafortunado señor Poole.

Ahora solo quedaba registrar la habitación del mismo, o un cuarto que hubiera estado muy bien cerrado. La gente era simple, escondía sus trapos sucios donde pudiera tenerlos al alcance, o donde nadie más que uno mismo pudiera entrar.

La planta de arriba, debería estar despejada. Nada indicaba que hubiera alguien más en aquella triste casa. 

-Oficial Duncan- dice la mujer de manera humilde, pero dando una sugerencia- ¿no revisará el resto de la casa, posiblemente pueda encontrar algo que oriente porque es tan especial la vistima para este crimen, porqué lo arrestaron?

.-Evidentemente. Pero ya veo que esta pintoresca escena esta suscitando alardes de imaginación por parte de ustedes-. Dijo señalado a las dos mujeres. 

.-El agentes Bushemeyer y yo terminaremos en pocos minutos, pueden esperar fuera. O marcharse a casa. Parece que no hay mucho mas que hacer aquí-.

Duncan subió las escaleras dejando en la primera planta a los demás.

Bushmeyer era un poli novato, quizás por eso se había quedado tan impresionado mirando aquellos símbolos en la pared y no reaccionaba ante los comentarios de sus compañeros. De hecho estaba más pálido de lo normal¹.

En la planta superior había una habitación principal, una habitación secundaria que podría ser de invitados pero estaba llena de trastos, como si se usase también de almacén y un baño. Poco más. El lugar se notaba descuidado y revuelto. Parecía que el señor Poole vivía sólo en el lugar. Pero no estaba revuelto.

Duncan revisó las habitaciones de la planta superior para ver si encontraba algo que le pudiera servir de pista sobre lo sucedido abajo. No había signos de lucha por lo que era fácil deducir que toda la acción había tenido lugar en el salón y pasillo de la planta inferior. Charles Poole no parecía tener ninguna afición destacable. Lo único que encontró el policía fue alguna documentación de su trabajo —tramitaba ofertas de empleo de la WPA —y una biblia cristiana en la mesilla de noche que parecía ser su lectura de cabecera. La biblia no tenía ninguna marca ni subrayado, aunque se la veía manoseada, lo cual indicaba que el señor Poole era un católico practicante.

El símbolo no le decía nada a Loretta pero marcaba claramente el hecho de que aquello no había sido un robo que había salido mal.

Miró con suspicacia a sus compañeros. La vida le había enseñado, a golpes, que no podía fiarse de nadie y no lo haría. Cuando tuviera tiempo intentaría contactar con alguien que pudiera darle más información sobre aquel símbolo.

Era el momento de remangarse y ponerse a buscar en los sitios mas insospechados.

Una biblia. Aquello le sorprendió, una persona recta no podía ser considerada una Hereje, o como lo hubieran llamado.

La ojeo distraído mirando las marcas de lectura. Aquel libro había sido usado con frecuencia. Si Poole era un hombre temeroso de dios, temería también a los seguidores del demonio.

De espaldas a la cabecera de la cama miro el resto de la habitación. La gente solía tener diarios, o agendas. Libros en los que escribir, y buenas pistas para saber con quién se habían metido.

Duncan apuntalaba la idea en su cabeza de qué Charles Poole, temeroso del señor, debía tener una agenda o diario, y que lo tendría cerca de la biblia.

Una habitación sencilla, sin muchos muebles. Si el viviera allí, y por dios, que no viviría allí, escondería ese libro bajo la almohada o bajo la cama.

Finalmente, el viejo policía se vio arrodillándose, y las rodillas hicieron un sonido fuerte y desagradable, recordándole que no tenia edad para hacer según qué cosas. 

Cuando buscó con la mirada al agente Bushemeyer en busca de apoyo o simplemente tranquilidad, se quedó sorprendida al ver que al hombre le caía una gota de sudo por la frente y estaba pálido, mirando hacia el símbolo.

- ¿Se encuentra bien aente Bushemeyer? –

Eva se aproximó al oficial y le puso amablemente la mano en el hombro intentando pasarle algo del calor humano que normalmente reconfortaba los corazones de aquellos que estaban asustados.

- No se preocupe, podemos esperar un poco a que… -

Pero no pudo terminar la frase. Mientras intentaba confortar al policía, la periodista y el otro discutían sobre que hacer. Lo que el “agente” de color dijo no la gustó nada. Básicamente las estaba echando de allí, solicitando que esperáramos fuera o nos marchásemos ¿Quién se creía que era? No pudo evitarlo y dejó que la situación la exaltara un poco, sin embargo, era una señorita educada y formal, no pensaba perder los papeles y menos frente a “gente” como él. Con el rostro serio y la voz más firme de lo normal, como el de un superior que habla con sus subordinados, fijó su mirada en el agente Ducan.

- Señor MacRae, puede que no le guste o incluso que le moleste, pero estoy aquí con permiso del propio comisario y con derecho a permanecer mientras no obstaculice su trabajo, cosa que, como puede comprobar no he hecho. Es posible que yo no le guste pero eso es irrelevante ya que poco puede importar lo que a usted le guste o deje de gusta por lo que le puedo asegurar que no pienso marcharme de aquí y… -

Y la dejó con la palabra en la boca. Sin hacerla caso, marchó escaleras arriba dejándola en aquel salón con el Agente Bushemeyer y la periodista.

“De acuerdo, eso SI ha sido descortés”

Eva pudo notar como le temblaba el labio de aguantar la rabia que le producía aquel hombre.

“Y el camino estará lleno de piedras que el estoico deberá soportar con cada pisada… Matias 12-23” ¹

Recordó un pasaje de la bibla para intentar serenarse y cuando sintió que su labio dejó de temblar, suspiró para devolver su inocente sonrisa al rostro. Entonces se giró hacia George y la periodista.

- Si quieren esperen aquí, el agente no se encuentra bien del todo. Si me disculpan, acompañaré al agente McRae –

Y sin decir nada más, me dirigí escaleras arriba.

Loretta sonrió al ver a la muchacha no obedecer y subir al segundo piso. Ella sin decir nada, pasó la barrera metal que habia puesto la policía en el pasillo y revisó el primer piso.

Las personas solian poner cosas en las paredes de utilidad,  fotos, recortes de periodico, trofeos buscaba hacerse una imagen mental de quien era esa persona. El primer piso era la parte más social de la casa y daba información muy útil de lo que era la persona.

Así que Loretta se fijaria en los detalles del primer piso, verificar si además de la sala había otro cuarto.

Luego tras ver el primer piso entonces subo al segundo, ignorando la orden del oficial como tambien hizo la joven.

-Si, gracias señorita. Solo ha sido la impresión. Pensaba que los crímenes cultitas solo tenían cabida en las novelas de folletines. Dijo con amabilidad mientras se incorporaba. La visión de los símbolos le había desconcertado bastante.

-Investigue la planta superior, yo terminare de revisar esta planta.  Le comentó a su compañero. Luego se acercó a la señorita. –No se lo tenga en cuenta, es parte de su naturaleza, muchas veces e comporta como un animal.

Mientras Duncan rebuscaba en la planta superior se vio sorprendido al ver subir a las dos mujeres. Es más: ¡su propio compañero las estaba animando a que se inmiscuyesen en la investigación! Intentando mantener la dignidad el policía siguió buscando cualquier pista que hubiera en el lugar. Un diario, un mensaje, una carta. Loretta, por su parte hacía lo mismo.

Eva estaba a punto de imitarlos cuando se detuvo en medio de las escaleras, como si escuchase algo.

Un susurro. Unas palabras inintelegibles, como si alguien hablase desde el salón. Eso era lo que Eva estaba escuchando. Se volvió hacia sus acompañantes pero nadie parecía darse cuenta de ello. Loretta y Duncan registraban la planta superior —Eva se dio cuenta de que Duncan dejaba una biblia cristiana sobre la mesilla de Poole— mientras que Bushmeyer ojeaba la inferior. Pero nadie parecía percatarse del susurro que resonaba en el salón. De hecho ella misma se sorprendía de oírlo pese a lo leve que era...

Duncan no encontró ni diario ni nada parecido en las habitaciones. Aquel tipo era un funcionario bastante soso, por lo visto, sin atisbo imaginativo. Estaba a punto de darlo por imposible cuando vio una carta a medio escribir en un cajón el escritorio. Estaba fechada del día anterior y parecía que era una misiva a algún familiar por el tono. Contaba un poco de su trabajo en el WPA y aunque no mencionaba nada especialmente inquietante Duncan se quedó con dos párrafos:

Es un trabajo desagradecido. Esto está hecho para que todo el país se levante, para proporcionar trabajo a todo el mundo, pero hay gente que preferiría morir antes de darle trabajo a la gente de color. Y no te pienses que los cristianos estamos muy por encima de los negros en su escala de valores.

Un poco más abajo narraba un incidente desagradable:

El otro día un tipo blanco al que conseguí un puesto me dijo, como si fuera un favor, que igual era mejor que dejase una temporada la ciudad. Cuando le pregunté por qué simplemente susurró algo de que el Klan podía estar enfadado con mi eficiencia buscando trabajos para negros. ¡Como si no le hubiera encontrado trabajo a docenas de esos paletos blancos encapuchados!

La carta estaba inacabada y no tenía sobre si destinatario. Al parecer Poole la iba escribiendo a ratos libres.

Si las casas hablan de sus habitantes la de Charles Poole era más bien muda. En la planta superior había una habitación principal, una habitación secundaria que podría ser de invitados pero estaba llena de trastos, como si se usase también de almacén y un baño. Poco más. El lugar se notaba descuidado y revuelto. Parecía que el señor Poole vivía sólo en el lugar y las fotos que encontró eran, sin duda, de sus padres ya que eran considerablemente antiguas.

Loretta vió la casa como una cascara vacia, era como sí en ella no existiera algo que diera algún motivo para seguir la investigación, un hombre blanco normal  que parecía no tener mucha historia. Sabía que el oficial McRae se molestaría por su presencia pero no deseaba pelear, simplemente se asomó por una de las ventanas que dan a la calle a ver el vecindario.

-Posiblemente los vecinos hayan visto algo,  como estaban los muebles  debió hacer un gran escandalo en el secuestro.

Eva se quedó congelada en la escalera, con una de sus manos apoyada en el pasamanos.

“¿Qué ha sido eso?”

Aquel murmullo había sido tan imperceptible que por un momento pensó que había sido una jugarreta de su subconsciente. Sin embargo, ahora, quieta y en silencio (Pues Duncan se había adelantado y había empezado a investigar en las habitaciones), plantada a medio camino de la segunda planta, no pudo evitar girarse lentamente, como con miedo.

El oscuro pasillo inferior le devolvió la mirada, pero el murmullo era incesante.

“Es posible que sea el agente Bushemeyer. Estará hablando con La periodista y…”

Pero algo en su interior le decía que era otra cosa. De pronto se descubrió respirando agitadamente y su corazón comenzaba a desbocarse. Instintivamente, se llevó la mano al bolsillo y dejó que el rosario se enredara entre sus dedos mientras con los labios y sin emitir ruido rezaba un padre nuestro.

¿Por qué bajó? No creo que ni ella misma supiera por qué. Solo sabía que necesitaba saber que era aquel murmullo, tal vez por mera curiosidad, quizás para acallar un cerebro que, disparado por el misterio y la situación, la bombardeaba con ideas locas de asesinos escondidos o inclusos espíritus malignos. Debía verlo con sus ojos, comprobar que había una explicación racional.

Lentamente, descendió los escalones, intentando no hacer ruido, como si temiera alertar lo que fuera que hubiera en el salón. Finalmente llegó a la puerta, aun oía el murmullo. Se detuvo un instante, tomó aliento y avanzó hacía el interior del salón.

- ¿Es usted agente Bushemeyer? –

Escucho la sugerencia de la periodista negra que hablaba desde la planta de arriba, el orgullo de Bushemeyer fue herido. ¡Que se creía la negra esa, pensaba que estaba al mando de la investigación! Si hubiera sido en otra situación Bushemeyer le hubiera soltado una bofetada, pero ese no era el momento, se limitó a seguir con su trabajo de inspeccionar lo que quedaba de la planta baja.

Ante la pregunta atemorizada de Eva, trato de contestar con su tono más conciliador. –No, no he sido yo ¿Cómo es el ruido? Pregunto y presto mucha atención a si escuchaba ese ruido. Mientras registraba la planta baja presto especial interés en la búsqueda de una puerta o trampilla que llevara a algún sótano.  

En realidad Bushmeyer no estaba en el salón sino revisando el pasillo¹, por lo que Eva se vio totalmente sorprendida por seguir escuchando el murmullo.

Bushmeyer, pese a su desprecio por Loretta, recordó que la llamada de alarma la hizo una vecina que, posiblemente, habría visto algo. Pensaba en esto cuando se volvió para contestar a Eva, que estaba en la puerta del salón, justo en el mismo momento que ésta palidecía ¡y caía al suelo desmayada!

Eva barría con su mirada el salón buscando el origen del susurro ¿acaso uno de los asaltantes se había quedado allí oculto? Pero entonces se fijó de nuevo en los símbolos sangrientos. Parecían estar cobrando vida y palpitar con una fuerte luz roja. ¡Aquello era imposible! Apretó con fuerza el rosario y empezó una plegaria que murió en sus labios mientras se desmayaba por tensión sufrida¹...

Sabía que estaba desmayada pero aún así abrió los ojos. Aquello era un sueño. Su sueño. Otra vez.

A su alrededor solo podía ver oscuridad. Una suave brisa, que recorría todo tu cuerpo, acompañaba a un silencio sepulcral. Como surgido de la
nada, un gran fuego empezaba a arder a lo lejos. No podía ver qué es lo que se estaba quemando y, sin previo aviso, comienzó a caminar de la mano de una figura que no podía apreciar con claridad. Iba ataviada con una túnica amarilla, pero parecía flotar sobre el suelo embarrado del bosque.

A medida que se acercaban a la fuente de las llamas, notaba el calor golpeando su cara. La figura de túnica amarilla agarraba su mano con más fuerza y, tras un leve pestañeo, tenían ante ellos un hombre crucificado en una cruz de madera, envuelto en llamas. Un símbolo grabado en su pecho brillaba con fuerza. Parece estar sufriendo horriblemente, pero sus gritos no emitían sonido alguno.

La figura de túnica amarilla comenzaba a girarse hacia ella, pero justo cuando iba a ver su rostro, sintió una punzada muy dolorosa en el cuello, acompañada de otra en el abdomen. Eva no lograba hablar y le costaba respirar. Se estaba ahogando en su propia sangre, mientras unos cánticos desconocidos comenzaban a retumbar en todo el bosque. Cuando alzó la mirada, varias figuras vestidas con túnicas negras le miraban fijamente y, antes de que la oscuridad le envolviese, alguien le susurró al oído lo siguiente: «mata... o muere».