Partida Rol por web

Garland abrió la boca para responder algo, pero al final se mordió la lengua, figurativamente hablando, y tal vez un poco literal. Se conformó con dedicarle una sonrisa enigmática a la enana, para luego echar a andar junto a ella. No quería “acostumbrarse”, por decirlo de alguna manera, pero el camino te hacía apreciar la buena compañía.

Miró al mendigo como quien mira a un loco. De hecho, probablemente lo fuera. ¿Hombres toro? ¿De qué carajo estaba hablando? El pícaro suspiró, pero extrañamente se sacó de la bolsa una moneda de cobre y la dejó caer encima de la manta. Sin embargo, no le dijo ni le preguntó nada, sino que siguió de largo.

— ¿Bajo nuestros pies? —preguntó a la barbuda, mirándola de soslayo, con un ápice de genuino interés en la voz—. Ah, los Engendro Tenebrosos —se corrigió a sí mismo. Nunca había visto a uno, pero las historias llegaban siempre.

Ya en la taberna, el elfo recorrió el lugar con la mirada, poco impresionado. Él prefería la tranquilidad, por difícil que fuera de creer, aunque los borrachos aquí y allá también presentaban una oportunidad nueva para enriquecerse a costa de ellos. Sus manos volvieron a temblar un poco con expectativa, pero se controló por el momento, percatándose del avvarita y el apóstata, aunque también de los elfos que, probablemente, estuvieran trabajando hasta el cansancio, como era costumbre.

— Ahora sí me siento como en casa —masculló en voz baja, dejando salir un sonoro quejido, e incluso trastabillando un poco, ante la fuerte palmada de Meda. La miró con los ojos bien abiertos—. ¡Me vas a sacar un pulmón! —se quejó, frotándose la espalda.

Junto a la enana, el elfo acabó sentado a la mesa de los otros dos aventureros, no tardando mucho en intercambiar su vale y pidiendo una pinta también, aunque bebiéndola con mucha más mesura que la barbuda. No habló demasiado, en su lugar afiló el oído, intentando escuchar algo que fuera… potencialmente provechoso.

— ¿De dónde venís? —preguntó a los dos desconocidos, un tanto distraído.

El ambiente era de gente con ganas de cantar, beber y olvidar sus problemas. Los elfos una mujer y un adolescente que se esmeraban por servir  eran muy eficaces pero aún con esas muchos les molestaban y protestaban, total solo eran unos sirvientes elfos.

Había estofados y carnes asadas. También vinos y cervezas y la especialidad de la casa una dulce y fuerte Hidromiel.

Cuando la elfa le entrego al posadero los cupones este miro hacía vosotros y como no era menos, hizo sonar la campana de las propinas varias veces y señalar ante toda la taberna la mesa de los primeros  ganadores de la fería.

Muchos dejaron unos instantes sus juergas y risas para miraros con curiosidad. 

Otros alzaban las jarras ante vuestra mirada, y otros sencillamente ignoraban la embarazosa situación. (Un elfo sentado en lugar de estar sirviéndoles, a donde iba a para la  civilización conocida)

(mirando con más detalle la taberna)

Se apreciaba entre las mesas de los nativos del pueblo a pesar de la fiesta desolación.

En una mesa cercana a la puerta  había una mujer( tal vez una madre )de unos treinta pelirroja, estaba secandose los ojos llorosos y un anciano que podría ser su padre la intentaba consolar.

En otra mesa apartada a ojos no expertos un humano parecía pasar desapercibido y no paraba de mirar hacia vosotros.

En otra mesa había unas rameras que habian dejado la bolsa vacia a unos hermanos extrajeros y medio borrachas y ojos brillantes os miraban con intención de abordaros en cualquier momento.

En otra mesa había un grupo de enanos comerciantes contando las ganancias y miranban con recelo y muy  mal al que se les acercara a mas de medio metro.

En la mesa de al lado había un grupo de vigilantes de caravanas en busca de trabajo  con barro y polvos aún en las botas.

  Además Garland con su magnífica tirada ve...

¿...?

...

Ves en las mesas más cercanas a la barra a un joven elfo de zapatillas agujereadas delgado y sucio esperando el momento para robar en  alguna mesa descuidada.

Parece que lleva poco en el oficio.

Unos hombres que parecen alguaciles o soldados le observan discretamente.

En cuanto el chico elfo cometa un error le darán un escarmiento y se lo llevarán.

Por ser ladrón y además un elfo que se pasó de listo.

Me fijé en los parroquianos que nos rodeaban. Como decía Sune, quizás pudiéramos encontrar trabajo preguntando en la taberna. Había unos enanos malhumorados, que no creo que nos dejaran ni siquiera acercarnos a su mesa. Unas furcias nos elegían como los siguientes clientes, aunque se iban a llevar una decepción, dado que poco dinero iban a encontrar en nosotros. En el resto de la gente vi desesperación o amargura, lo decían sus rostros cenicientos. La mujer de la puerta, lloraba desconsolada, quizás era la madre de los muchachos apóstatas. Pero había un tipo, un humano, sentado solo, apartado, que no dejaba de mirarnos fijamente. Me giré un poco para que no me pudiera ver la cara y les hablé a los demás.

-"Parece que la gente no está muy contenta, mirad sus rostros, y eso que estamos en fiesta. A mi derecha, queriendo pasar desapercibido, hay un tipo que no nos quita la vista de encima. ¿Qué pensáis? ¿Creéis que quiera contratarnos para algún trabajo?" Pregunté.

Tras una primera falsa impresión de alegría y festejos, se veía gente preocupada y algunos incluso llorando, como una mujer de unos treinta años, tal vez familia de alguno de los que habían sido capturados por los templarios. Las palabras del orondo tabernero atrajeron hacia nosotros todas las miradas del local, ser el centro de atención no le gustaba nada a Sune, y a Caleb no le convenía. Pero tras unos momentos cada cual siguió a lo suyo. Así que volvió a la observación de la clientela de la taberna, y también se fijo en el humano del que habló Caleb:-No se si serán esas sus intenciones, o tal vez otras. Pero esta claro que en este pueblo están pasando otras cosas, ya que ni las fiestas hacen que los nativos estén contentos.-Había que dejar un tiempo prudencial antes de entablar conversación con alguien del local. Al menos hasta que el resto se habrían olvidado de ellos, así como de las palabras del posadero. Tal vez mientras tanto, además de comer y beber, pudiesen ser abordados por alguien que necesitara de sus servicios. O viesen con claridad alguien con quien podrían hablar para arreglar un acuerdo que fuese a todos provechosos. De momento aun tenían vales, y sed. Pero no convenía beber demasiado, mejor estar alertas, ya que estaba claro que allí estaba ocurriendo algo que aun no habían descubierto. 

Quizás el avvarita o el moreno no disfrutaran de ser el centro de atención, pero Garland no tardó en hacer unas cuantas reverencias, con evidente jocosidad. «En vuestra cara, paletos», pensó el elfo mientras paseaba la mirada cargada de suficiencia por el lugar.

Pasado su momento de gloria, no tardó en sentarse a la mesa, y menos tiempo se tomó para empezar a llenarse la tripa con el fruto de su esfuerzo. Bueno, el de Meda, realmente, pero eso era lo de menos. Eran un equipo, o algo así. En algún momento le devolvió la mirada afilada al humano que los observaba fijamente, aunque sus sentidos parecieron captar otra cosa y no tardó en levantarse con premura, acercándose a otro elfo de aspecto harapiento que miraba para todos lados cual conejillo asustado.

— ¡Bradis! ¿Eres tú, muchacho? —el pícaro no tardó en rodearlo por los hombros con uno de sus brazos para alejarlo de la barra y hacia la mesa donde estaba sentado—. No te había reconocido, ¿cómo están tus padres? —dicho esto, lo dejó sentarse en la silla donde él había estado sentado antes —. ¡Come, come! Es lo menos que puedo hacer.

Garland miró a los demás y les guiñó un ojo.

En algún momento del trayecto entre la barra y la mesa, Garland se inclinó inconspicuamente sobre el oído del elfo.

— Como te lleves una de mis monedas o las de la enana, yo mismo te entrego a los hombres del Bann, que están sentaditos esperando a que la cagues para ponerte los grilletes. Tienes que aprender a estar más pendiente, chico, pero es tu golpe de suerte. Si me cuentas todo lo que hay que saber del pueblo, te habrás ganado una comida caliente y quizás unas lecciones.

—O el otro ojo... nunca se sabe— replicó la enana a su compañero tras darle la brusca pero amistosa palmada.

Ya en la mesa, Meda escuchó más de lo que aparentaba, mientras apuraba su jarra. Un hilillo de espuma se adhirió a su barba y la limpió con el antebrazo a la vez que miraba con cara de pocos amigos hacia el lugar donde parecían "escandalizados" porque un elfo compartiera su mesa.

—Ya que compartimos el pan y el ruido, ¿de dónde sois?— preguntó la enana con poco tacto mientras arrancaba un muslo a un pollo asado y le daba un bocado.

Observó a la mujer llorando y luego al tipo que parecía observarlos con interés. A la enana este último no le gustó y miró a Caleb y a Sube —Cuidado con él dijo, pues le parecía que estaba al acecho.

Meda vio de soslayo como Garland se levantaba y traía a otro elfo a la mesa. A la enana eso no le preocupaba, así que dio la bienvenida al elfo y siguió comiendo y bebiendo mientras observaba sobre todo a la mujer llorona.

Ante las preguntas de sus compañeros, Sune les dice:-Soy Chasind y deje mi clan, cansado de la vida que llevaba, con ganas de ver otras partes del mundo y de conocer otras gentes. Pero hasta ahora, me ha sido complicado hacer fortuna, aunque no me ha faltado comida y bebida, tampoco he conseguido tanto oro como me habría gustado. ¿Y vosotros, de donde sois?.-Luego Garland invitó a otro elfo a la mesa, Sune no tenía nada en contra de los elfos, pero eran sus vales los que estaban gastando, y ya quedaban pocos. Así que no gasto otro en el elfo, con lo que le quedaba tan solo habría para algo más de cerveza, de esa podría tomar una jarra, pero no iba a consumir sus vales en dar de comer a alguien que ni conocía, ni había invitado. Al llegar el elfo, espero callado, a ver si se presentaba y quien era. No había que olvidar que Caleb estaba en una situación complicada, y no era buena idea sentar a cualquiera a la mesa. 

Me llamo Draw y he venido para “ganar unas monedas “ a este lugar en fiestas atraido por la multitudes y el comercio. No había tenido en cuenta a las autoridades disfrazadas de paisanos, Cañallas!...

… No se mucho pues apenas llevo aquí un dar de días, pero por lo visto han desaparecido animales tras los primeros terremotos y ahora algún que otro niño.  Señalo a la mujer.

Pues había sido todo un acierto de Garland invitar al elfo a sentarse a nuestra mesa. Sune hizo un asentimiento de cabeza hacia Garland en señal de agradecimiento, había sido una muy buena idea.-¿Autoridades disfrazadas de paisanos? Supongo que estos días habrán aumentado los robos y otros delitos, pero no es excesivo que los guardias se disfracen de paisanos.-Pero eso no era todo, que va, lo siguiente fue aun mejor.-Temblores de tierra, animales y niños que desaparecen, me parece que aquí hay mucho más de lo que pensábamos, eso podría explicar el estado de ánimo de estas gentes, que aun siendo fiestas, se les ve muy preocupados y tristes.-Tal vez podrían encontrar algún trabajo de rescate y/o investigación. Pero tampoco había venido para aprovecharse de pobres gentes desesperadas, a estas no podría pedirles nada por ayudarlas, era algo que tenía que hacerse, aunque no diese de comer. Con un poco de suerte, alguien adinerado pudiera solicitar sus servicios y a cambio darles alguna moneda. Y de paso ayudarían a los pobres y necesitados. 

Era muy extraño todo lo que relataba el elfo que había traído Garland a la mesa. Desapariciones, terremotos, guardias de incógnito... La gente estaba triste por lo que sucedía y se les notaba en los cenicientos rostros.

-"Quizá podríamos preguntar al tabernero a ver qué dimes y diretes puede contarnos." Les dije a mis compañeros.

Estaba claro que el tabernero sabría mucho más de lo que ocurría en la ciudad que ningún otro del local.

Garland entrecerró el ojo tras la respuesta de la enana, pero no respondió nada. Ya en la mesa, realmente no le estaba ofreciendo un plato de comida al otro elfo, sino lo que quedaba realmente... aunque era suficiente como para llenar el estómago un buen rato.

El elfo miró a Sune mientras hablaba, respondiendo él a su pregunta luego de unos segundos.

— Nací y crecí en Denerim, y tuve que marcharme por un par de asuntos personales. Desde entonces recorro los caminos. Para mi "fortuna", me, eh... topé con Meda un día, y desde entonces viajamos juntos. Es mejor así, uno duerme más tranquilo —se encogió de hombros.

Las palabras del otro elfo le sacaron una carcajada, en especial lo de las autoridades disfrazadas de paisanos. Garland negó lentamente, pues a decir verdad los canallas eran ellos, mientras que los soldados simplemente estaban cumpliendo con su deber, aquello lo tenía el pícaro muy claro.

— Tienes que estar más atento, Draw —lo regañó—. ¿El niño desapareció antes o después del terremoto? —indagó, mirando de soslayo a la mujer que lloraba.

Meda escuchó al resto hablar mientras devoraba su plato y observaba en silencio. Miró con suspicacia al tal Draw al "leer entre líneas". El tiempo pasado con el pícaro había avispado la mente de la enana y se fijaba en detalles que antes le pasaban desapercibido. Por si acaso, comprobó que su monedero siguiera en su sitio.

No le pasó desapercibido que Caleb obviara hablar de sí mismo, al contrario, la hizo enarcar una ceja pero no por ello iba a mosquearse. Al final, era libre de compartir o no su historia.

Cuando Garland mencionó a Meda, la enana se atragantó, teniendo que golpearse el pecho con el puño y bajar el resto del pollo con cerveza.

—"Fortuna"— espetó con sorna —, menuda palabreja has elegido en vez de: "casi me aplasta la cabeza pero se apiadó de mí porque me vio muertito de hambre"— rió y, sin embargo, le guiñó el ojo al pícaro. Ambos sabían la verdad y el agradecimiento de Meda era tan grande como... bueno, más grande que ella.

Llegó su turno y torció el gesto mirando hacia los enanos del rincón —Orzammar— casi susurró esa palabra, una mezcla de nostalgia y rabia —. Conocí el amor, lo perdí y me dieron a escoger entre sacrificar lo único que me importaba o vivir como una escorial el resto de mi existencia— apuró su jarra e hizo señas a uno de los camareros para que le trajera otra —. Y escogí la tercera opción: la superficie.

Para un enano la superficie era el exilio. Meda no podría regresar a Orzammar y su nombre había sido borrado al renunciar a su casta y su Thaig. Para su familia, ella no existía.

Miró a la mujer de soslayo y emitió un ligero gruñido al levantarse de la mesa. Los otros no lo sabían, pero Garland sí: Meda era madre y podía comprender el dolor que la atenazaba.

—Disculpa la intromisión, me llamo Meda— dijo la enana, acercándose a ella —. No he podido evitar fijarme en que, mientras todo el mundo celebra el Annum, tú sufres— la pelirroja podía parecer hosca, pero su mirada estaba llena de compasión —. ¿Qué te atribula, mujer?

El anciano se te queda mirando con el entre ojo puesto, te mira largo rato y luego se fija en tus vestiduras. 

agacha la cabeza suspira y se marcha hacía la barra, dejando su sitio vacío. 

el ruido tipico de la taberna no dejara escuchar a los otros aventureros la conversación entre las madres. . . 

(Se seca los ojos y se guardo el pañuelo entre las manga izquierda. apenas te mira, solo el plato de comida de la mesa y toma aire.)

Hace un par de días tras los terremotos, mi hijo estaba jugando cerca del pozo y ha desaparecido, ya había pasado esto antes con perros, gatos , incluso con burros y pequeño ganado, pero hasta la fecha nunca había sido desapariciones de gente y menos de niños.

 Hago una pausa y juego con el tenedor en el plato, intento buscar las palabras para no entrar en un profundo desasosiego.

 Se ha... se ha _{estado buscando por el lugar y un mozo del pueblo bajo a más de la mitad del pozo, pero no se encontro ninguna pista de mi hijo ni de los otros dos desaparecido}.

Umi aún me estan mirando,  digo con fastidio.

No he desayunado nada, no tendreís algo para comer?

(Tras la petición, continua diciendo)

Creo que fue todo despues de los temblores.

La enana ignoró la mirada del viejo y tomó asiento cuando quedó un sitio vacío junto a la mujer.

A pesar de la dureza que Meda pudiera aparentar, en el fondo tenía buenos sentimientos y no le costó empatizar con la mujer, pues ella no sabría qué hacer si le pasara algo a sus hijos.

—Tengo dos niños pequeños— le dijo en voz baja, pues a nadie más tenía que interesarle la conversación —, y sé lo que es el miedo a no volverlos a abrazar. Te ayudaré si me dejas— no pidió nada a cambio. Lo haría de forma altruista —. Pero es menester que me des toda información posible, y la ubicación del pozo— se amasó la barba, pensativa —. ¿Los animales también desaparecieron en el mismo pozo o sólo los críos?

Caleb propuso hablar con el posadero, y esa siempre es una buena opción, quien va a estar más enterado de lo que ocurre en el pueblo, otra cosa es que nos lo quiera decir. Entre la comida y la bebida, los vales habían volado, o estaban a punto de hacerlo. Y el tal Draw tenía hambre, así que le aproxime comida y pan para que saciase su apetito.-Draw puedes comer con nosotros, gane 6 vales, pero estos se han esfumado, hemos comido y bebido ya 4 personas, pero aun queda suficiente para que puedas saciar tu hambre y tu sed.-Le digo mientras le acerco un cuenco donde aun queda estofado, un trozo de pan y le doy una jarra de cerveza.

Meda se acerca a hablar con la mujer que llora, por la pérdida de su hijo, y mientras tanto Draw come y bebe. Así que Sune espera paciente a que sacie hambre y sed, a ver si les dice algo más. 

La sirvienta elfa se acerco a vuestras mesa y miro fatal al chico, sabía que gente de su clase solo le traería más problemas a ella y a la posada. 

Tras unos segundos de miradas largas se acerco a Caleb con una nota y señalo quien la había escrito el tipo misterioso.

Sin esperar respuesta se marcho, pues tenía mucha faena pero encontró tiempo para volver a mirar al chico.